11/11/2022, 21:37
(Última modificación: 11/11/2022, 21:41 por Tsukiyama Daigo. Editado 1 vez en total.)
— No tienes por qué participar si no estás cómoda.
Chika abrió los ojos de inmediato, dirigiendolos a su hermana. Le sonrió levemente, agradecida por su preocupación.
— Estoy perfectamente, no te preocupes. — no estaba ni cerca de bien y tenía toda la razón preocupandose.
Aquello no iba a salir bien. Era la única certeza que tenía Chika en su cuerpo ahora mismo, pero le dedicó la mejor sonrisa que pudo a su hermana para tranquilizarla. Entonces entró un psicopata, que resultaba ser su último hermano.
— ¡CHICOS! ¿¡SABÍAN QUE MI PADRE ES UN EXILIADO DE AQUÍ!?
Chika se levantó de un salto y fue a la puerta, quedandose a cierta distancia mientras el resto de los Minami se lanzaba a por él. Ella solo se quedó allí, con una sonrisa nerviosa. Sus nervios no eran por el muchacho. Sin animo de ofenderle, le importaba tres mierdas en ese momento Kazemaru. Estaba nerviosa por lo que significaba su llegada.
A ver, también había una parte de ella que se preocupaba por el chico.
— Bienvenido, ¿has desayunado ya, Kazemaru-san?
Preguntó en cuanto su padre acabó de explicar la situación. Sabía que no podía cancelar el torneo ni retrasarlo más de unos minutos, no era esa su intención. No iba a dejar que empezasen a darse de palos sin que el pobre recien llegado siquiera coma algo.
Chika abrió los ojos de inmediato, dirigiendolos a su hermana. Le sonrió levemente, agradecida por su preocupación.
— Estoy perfectamente, no te preocupes. — no estaba ni cerca de bien y tenía toda la razón preocupandose.
Aquello no iba a salir bien. Era la única certeza que tenía Chika en su cuerpo ahora mismo, pero le dedicó la mejor sonrisa que pudo a su hermana para tranquilizarla. Entonces entró un psicopata, que resultaba ser su último hermano.
— ¡CHICOS! ¿¡SABÍAN QUE MI PADRE ES UN EXILIADO DE AQUÍ!?
Chika se levantó de un salto y fue a la puerta, quedandose a cierta distancia mientras el resto de los Minami se lanzaba a por él. Ella solo se quedó allí, con una sonrisa nerviosa. Sus nervios no eran por el muchacho. Sin animo de ofenderle, le importaba tres mierdas en ese momento Kazemaru. Estaba nerviosa por lo que significaba su llegada.
A ver, también había una parte de ella que se preocupaba por el chico.
— Bienvenido, ¿has desayunado ya, Kazemaru-san?
Preguntó en cuanto su padre acabó de explicar la situación. Sabía que no podía cancelar el torneo ni retrasarlo más de unos minutos, no era esa su intención. No iba a dejar que empezasen a darse de palos sin que el pobre recien llegado siquiera coma algo.