17/11/2022, 06:44
— ¡Apártate, a la izquierda! —Mami continuaba dándole órdenes a su hermana y esta continuaba siguiéndolas.
De alguna manera habían conseguido coordinarse, aunque lo habían hecho a su manera. En lugar de convertirse en un equipo real en el que ambas trabajaban como iguales, Momo se había convertido en una especia de subordinada, mientras que Mami se había convertido en la jefa. Fuera como fuese, nadie podía negar que estaba funcionando. Con las indicaciones de su hermana, que de alguna manera conseguía con segundos de antelación los movimientos de Dai y Go, incluso una persona tan lenta como Momo podía defenderse de los incesantes ataques de los gemelos.
Kimi se sorprendió. El comportamiento de Mami no le parecía apropiado para un torneo, pero como mínimo tenía que admitir que la chica tenía muy buena vista.
— ¡Ahora! ¡Golpea encima tuyo! —Indicó, y dicho y hecho, Momo alcanzó a uno de los gemelos con un golpetazo en el estómago que lo mandó por los aires—. ¡Eso es!
Le habían dado la vuelta por completo a la situación. Momo intentó aprovechar la ventaja que había conseguido para perseguir a su hermano y asegurarse de que cayese al suelo, pero fue detenida por el otro, que se le encaró para evitar que avanzase y darle tiempo a su gemelo de recuperarse en el aire, pero...
— ¡Fin del combate! —Exclamó Raijin, causando la confusión de todos los presentes.
Cuando voltearon a ver al gemelo que había salido volando, todos pudieron ver a Mami al lado suyo, agarrándole el pecho de la camiseta. Lo había estampado en el suelo.
— ¿Cuándo...?
Ni Kimi ni Chika la habían visto moverse en ningún momento, pero si se fijaban, una quemadura por electricidad trazaría la línea que tuvo que recorrer Mami para llegar hasta allá. Habían sido casi diez metros en un instante.
— ¿Estás bien? —Le preguntó Mami a su hermano, tendiéndole la mano.
El chico, tan callado como siempre, asintió antes de ayudarse con la mano de su hermana para levantarse.
— ¡Buen combate! —Le dijo, antes de abrazarla. Por su voz, debía ser Go.
Mientras tanto, Dai y Momo también se habían abrazado, como muestra de deportividad y amor fraternal.
De alguna manera habían conseguido coordinarse, aunque lo habían hecho a su manera. En lugar de convertirse en un equipo real en el que ambas trabajaban como iguales, Momo se había convertido en una especia de subordinada, mientras que Mami se había convertido en la jefa. Fuera como fuese, nadie podía negar que estaba funcionando. Con las indicaciones de su hermana, que de alguna manera conseguía con segundos de antelación los movimientos de Dai y Go, incluso una persona tan lenta como Momo podía defenderse de los incesantes ataques de los gemelos.
Kimi se sorprendió. El comportamiento de Mami no le parecía apropiado para un torneo, pero como mínimo tenía que admitir que la chica tenía muy buena vista.
— ¡Ahora! ¡Golpea encima tuyo! —Indicó, y dicho y hecho, Momo alcanzó a uno de los gemelos con un golpetazo en el estómago que lo mandó por los aires—. ¡Eso es!
Le habían dado la vuelta por completo a la situación. Momo intentó aprovechar la ventaja que había conseguido para perseguir a su hermano y asegurarse de que cayese al suelo, pero fue detenida por el otro, que se le encaró para evitar que avanzase y darle tiempo a su gemelo de recuperarse en el aire, pero...
— ¡Fin del combate! —Exclamó Raijin, causando la confusión de todos los presentes.
Cuando voltearon a ver al gemelo que había salido volando, todos pudieron ver a Mami al lado suyo, agarrándole el pecho de la camiseta. Lo había estampado en el suelo.
— ¿Cuándo...?
Ni Kimi ni Chika la habían visto moverse en ningún momento, pero si se fijaban, una quemadura por electricidad trazaría la línea que tuvo que recorrer Mami para llegar hasta allá. Habían sido casi diez metros en un instante.
— ¿Estás bien? —Le preguntó Mami a su hermano, tendiéndole la mano.
El chico, tan callado como siempre, asintió antes de ayudarse con la mano de su hermana para levantarse.
— ¡Buen combate! —Le dijo, antes de abrazarla. Por su voz, debía ser Go.
Mientras tanto, Dai y Momo también se habían abrazado, como muestra de deportividad y amor fraternal.