13/12/2022, 19:12
—¿Qué tal que te invito a mi siguiente presentación? —sugirió Suzume de repente, captando de nuevo la atención de la distraída Ayame—. Podrás escuchar la canción que canté hace un rato, pero con música real —soltó una risita mientras escribía la dirección de un salón de eventos en una de las hojas de la libreta. La arrancó, la dobló y se la dio—. Tal vez escuchar canto te ayude a llamar a tu voz de nuevo. Tal vez... Ella también está perdida y necesita encontrarte.
Ella parpadeó varias veces, con la boca entreabierta. Le costó varios segundos decidirse a responder, pero, cuando lo hizo, los ojos le brillaban de emoción:
«¿De verdad? ¿Está bien? ¡Muchas, muchas gracias, Suzume! Ha sido un auténtico placer conocerte, y estaré esperando por escucharte cantar encima del escenario.»
Le devolvió la libreta, seguramente por última vez en aquella extraña tarde. Ayame le sonreía, llena de agradecimiento. Y le dedicó una última reverencia a modo de despedida antes de darse media vuelta y echar a andar bajo la lluvia en dirección a su casa. En su mente, las palabras de la cantante pelirroja resonaban en bucle:
Ella parpadeó varias veces, con la boca entreabierta. Le costó varios segundos decidirse a responder, pero, cuando lo hizo, los ojos le brillaban de emoción:
«¿De verdad? ¿Está bien? ¡Muchas, muchas gracias, Suzume! Ha sido un auténtico placer conocerte, y estaré esperando por escucharte cantar encima del escenario.»
Le devolvió la libreta, seguramente por última vez en aquella extraña tarde. Ayame le sonreía, llena de agradecimiento. Y le dedicó una última reverencia a modo de despedida antes de darse media vuelta y echar a andar bajo la lluvia en dirección a su casa. En su mente, las palabras de la cantante pelirroja resonaban en bucle:
«Tal vez escuchar canto te ayude a llamar a tu voz de nuevo. Tal vez... Ella también está perdida y necesita encontrarte.»