27/12/2022, 20:24
Kira pudo ver físicamente como todos los traumas parecían haberle llegado de golpe a Chika, quien estaba extremadamente tensa y preocupada por la idea de que su hermana continuase peleando. También pudo ver como Kimi le tomaba la mano a Chika, sabiendo bastante bien de qué se trataba aquello.
— Tranquila, tranquila. No es para tanto. —La intentó calmar, sin saber bien de dónde venía toda esa intranquilidad—. Pero si te preocupa tanto, supongo que ya podré entrenarlo otro día.
Realmente sentía que estaba perdiendo una oportunidad de oro cediendo en aquel momento, pero al final valoró más la comodidad de su hermana que su propio progreso. Al menos por aquella vez.
— Deberíamos preguntarle al resto si quieren continuar con el torneo, porque si ya... —Se fue levantando del suelo poco a poco, pero antes de poder ponerse de pie, un fuerte dolor en el tronco la hizo doblarse y caerse prácticamente encima de Chika—. ¡Ugh!
La reacción de Raijin fue inmediata, sosteniendo a su hija antes de que terminase de caer para recostarla en el suelo. ¿Acaso se le había escapado algo? Quizás se había concentrado tanto en sus brazos que ignoró por completo otras heridas. Mientras Raijin le levantaba la camiseta a Kira para verle el abdomen, Kimi se había quedado completamente paralizada en el sitio durante unos segundos. Siempre había a Kira entrenar con mucha dureza, quizás con demasiada dureza, pero nunca la había visto quejarse del dolor.
— ¿Cuándo...? —La confusión de Raijin fue clara cuando había visto el enorme hematoma que se había formado en el costado derecho de la chica.
Chika pudo ver como la expresión de su padre había pasado de la sorpresa al enfado, aunque controlado. Esa herida no había sido un accidente. El hombre pasó los dedos por el moratón con mucha suavidad y cuidado, pero aún así pareció causarle un dolor muy agudo a Kira. Por la expresión de su padre (y, por qué no, los quejidos de su hermana), Chika supo que era más serio de lo que habían pensado originalmente.
— Tendremos que ir al hospital. —Le avisó Raijin, antes de ofrecerle ayuda para levantarla con mucho cuidado. Kimi enseguida se acercó para ayudarla también—. Están rotas. Debemos ir antes de que se agrave.
La mayoría de hermanos no pasó por alto los gritos agónicos de Kira y se acercaron preocupados.
— ¿Qué ha pasado? —Preguntó Ryō.
— Se ha hecho daño. —Respondió Raijin, ahorrándose muchos detalles—. Tengo que llevarla al hospital. Quedaos aquí.
— Tranquila, tranquila. No es para tanto. —La intentó calmar, sin saber bien de dónde venía toda esa intranquilidad—. Pero si te preocupa tanto, supongo que ya podré entrenarlo otro día.
Realmente sentía que estaba perdiendo una oportunidad de oro cediendo en aquel momento, pero al final valoró más la comodidad de su hermana que su propio progreso. Al menos por aquella vez.
— Deberíamos preguntarle al resto si quieren continuar con el torneo, porque si ya... —Se fue levantando del suelo poco a poco, pero antes de poder ponerse de pie, un fuerte dolor en el tronco la hizo doblarse y caerse prácticamente encima de Chika—. ¡Ugh!
La reacción de Raijin fue inmediata, sosteniendo a su hija antes de que terminase de caer para recostarla en el suelo. ¿Acaso se le había escapado algo? Quizás se había concentrado tanto en sus brazos que ignoró por completo otras heridas. Mientras Raijin le levantaba la camiseta a Kira para verle el abdomen, Kimi se había quedado completamente paralizada en el sitio durante unos segundos. Siempre había a Kira entrenar con mucha dureza, quizás con demasiada dureza, pero nunca la había visto quejarse del dolor.
— ¿Cuándo...? —La confusión de Raijin fue clara cuando había visto el enorme hematoma que se había formado en el costado derecho de la chica.
Chika pudo ver como la expresión de su padre había pasado de la sorpresa al enfado, aunque controlado. Esa herida no había sido un accidente. El hombre pasó los dedos por el moratón con mucha suavidad y cuidado, pero aún así pareció causarle un dolor muy agudo a Kira. Por la expresión de su padre (y, por qué no, los quejidos de su hermana), Chika supo que era más serio de lo que habían pensado originalmente.
— Tendremos que ir al hospital. —Le avisó Raijin, antes de ofrecerle ayuda para levantarla con mucho cuidado. Kimi enseguida se acercó para ayudarla también—. Están rotas. Debemos ir antes de que se agrave.
La mayoría de hermanos no pasó por alto los gritos agónicos de Kira y se acercaron preocupados.
— ¿Qué ha pasado? —Preguntó Ryō.
— Se ha hecho daño. —Respondió Raijin, ahorrándose muchos detalles—. Tengo que llevarla al hospital. Quedaos aquí.