16/02/2016, 18:30
(Última modificación: 16/02/2016, 19:30 por Uchiha Akame.)
Si Anzu se había sentido molesta con aquella chica, o había llegado a desearle algún mal como respuesta a su indiscreta pregunta, todo quedó olvidado. Las extrañas válvulas que lucía en el pecho la chica de cabellos rojos eran, según ella, producto de algún experimento de laboratorio. Aquello provocó una reacción casi fraternal en Anzu. Los raritos tendían a sentirse mejor en compañía -era un mecanismo de supervivencia básico-. De repente la chica de ojos rojos no le parecía tan mala, e incluso le hizo una pequeña demostración de para qué servían concretamente las válvulas.
-¡Qué pasada! -exclamó la joven Yotsuki cuando vió como de uno de los orificios salía una débil llamarada.- ¿Cómo has hecho eso? ¡Es flipante!
De pronto Anzu se sintió en la necesidad de parecer algo más amable. Aunque sólo fuese porque la pelirroja le había hecho aquella divertida demostración de sus poderes.
-Kajiya Anzu. -se presentó y luego le tendió la mano.
-¿Y a tí quién te agarró? -consultó la pelirroja haciendo un gesto con la mano para indicar que se refería a la cicatriz que tenía en el rostro.
Por puro acto reflejo Anzu se palpó los labios, notando el relieve de la cicatriz allí donde le desfiguraba la boca. Sonrió, haciendo que la marca de estirase de forma ligeramente macabra.
-Unos capullos de mierda a los que mi padre debía dinero nos hicieron una visita. -respondió con sinceridad-. A uno le pegué una patada en los huevos, y me rajó la cara con su tanto. Si me preguntas a mí, el tipo se llevó la peor parte... ¡Se agarró la entrepierna chillando como un puerco en día de matanza!
Supongo que le hice un favor al mundo, nadie se merece ser hijo de ese cabrón.
-¡Qué pasada! -exclamó la joven Yotsuki cuando vió como de uno de los orificios salía una débil llamarada.- ¿Cómo has hecho eso? ¡Es flipante!
De pronto Anzu se sintió en la necesidad de parecer algo más amable. Aunque sólo fuese porque la pelirroja le había hecho aquella divertida demostración de sus poderes.
-Kajiya Anzu. -se presentó y luego le tendió la mano.
-¿Y a tí quién te agarró? -consultó la pelirroja haciendo un gesto con la mano para indicar que se refería a la cicatriz que tenía en el rostro.
Por puro acto reflejo Anzu se palpó los labios, notando el relieve de la cicatriz allí donde le desfiguraba la boca. Sonrió, haciendo que la marca de estirase de forma ligeramente macabra.
-Unos capullos de mierda a los que mi padre debía dinero nos hicieron una visita. -respondió con sinceridad-. A uno le pegué una patada en los huevos, y me rajó la cara con su tanto. Si me preguntas a mí, el tipo se llevó la peor parte... ¡Se agarró la entrepierna chillando como un puerco en día de matanza!
Supongo que le hice un favor al mundo, nadie se merece ser hijo de ese cabrón.