16/02/2016, 21:36
¿Estaba bien? ¿Por qué estaba tan nerviosa? Eri frunció el ceño, entre preocupada y sin saber muy bien cómo actuar frente a tal regalo para la naturaleza, así, cuando la joven de Takigakure - la distinguió por el característico símbolo de cada villa, que mostraba visible en su cuello - le tendió el mapa y puntualizó un lugar en concreto con su pequeño dedo, Eri tardó unos segundos en situarse en aquellos lares que marcaba con tanta precisión. No es que fuera una experta en leer mapas, es más, hasta hacía relativamente poco no había aprendido a orientarse ni en su propia aldea, pero con un poco de práctica y preguntando por indicaciones que la mayoría de la amable gente le daba, siempre conseguía llegar al lugar deseado.
-¡Oh, vaya! - Exclamó llevándose su mano derecha a la boca, símbolo de asombro, ¡la chica iba hacia el lugar de dónde ella venía! Miró a la joven con los ojos brillando, ¡por fin se sentía útil! Asintió enérgicamente. -De allí es donde vengo, se celebra un Torneo en el que estoy participando, creo que he oído que varios participante provienen de Takigakure... - Dejó caer, sin si quiera pararse a pensar si su acompañante había descubierto si la peliazul era una shinobi o no, o si ella misma se había dado cuenta de que la rubia también lo era, ¿qué más daba? Ambas eran ninjas, diferente origen, mismo destino: proteger su villa. -Puedes venir conmigo, así te puedo enseñar el camino -. Se ofreció, gustosa, tras descubrir tal información.
Dio un paso hacia el lugar, sin embargo, paró en seco y se dio media vuelta para encararla de nuevo. -Por... Cierto, yo soy Eri, ¡encantada de conocerte!
-¡Oh, vaya! - Exclamó llevándose su mano derecha a la boca, símbolo de asombro, ¡la chica iba hacia el lugar de dónde ella venía! Miró a la joven con los ojos brillando, ¡por fin se sentía útil! Asintió enérgicamente. -De allí es donde vengo, se celebra un Torneo en el que estoy participando, creo que he oído que varios participante provienen de Takigakure... - Dejó caer, sin si quiera pararse a pensar si su acompañante había descubierto si la peliazul era una shinobi o no, o si ella misma se había dado cuenta de que la rubia también lo era, ¿qué más daba? Ambas eran ninjas, diferente origen, mismo destino: proteger su villa. -Puedes venir conmigo, así te puedo enseñar el camino -. Se ofreció, gustosa, tras descubrir tal información.
Dio un paso hacia el lugar, sin embargo, paró en seco y se dio media vuelta para encararla de nuevo. -Por... Cierto, yo soy Eri, ¡encantada de conocerte!