2/03/2023, 22:09
Koro se dejó llevar durante un momento, hablándole de lo hermoso que solía ser su hogar, pero algo le hizo callarse antes de hablar demasiado. Daigo no quiso seguir preguntando al respecto, entendiendo que si se había detenido de esa manera, era por algo.
El grupo llegó al árbol más grande de todo el lugar, dentro del que estaba la que debía ser la vivienda más grande de todo el lugar. Dos guardias que vestían armaduras los recibieron y, aunque no se lo dijeron claramente al extranjero, estaba claro que no era del todo bienvenido. Aún así, luego de una corta discusión, decidieron que le permitirían quedarse en una habitación segura hasta que llegase Baruck para decidir qué hacer con él.
Antes de que se llevasen a Daigo a ningún lado, Junrei se acercó para pedirle que se mantuviese sereno.
— No te preocupes, Junrei-san, acabamos de salir de uno de los peores sitios de Ōnindo. —Lo contestó también en voz baja, con una sonrisa—. Comparado con lo que vivimos allí, siento que me están tratando de maravilla.
Al chico no le parecía importar especialmente el trato. Era algo normal, especialmente si estaban en guerra. En lugar de preocuparse por ello, Daigo gastaba sus energías en observar a los gorilas y entender como se comportaban. Eso y una pizca de genuina amabilidad era el secreto para mezclarse en cualquier ambiente y ser aceptado.
El grupo llegó al árbol más grande de todo el lugar, dentro del que estaba la que debía ser la vivienda más grande de todo el lugar. Dos guardias que vestían armaduras los recibieron y, aunque no se lo dijeron claramente al extranjero, estaba claro que no era del todo bienvenido. Aún así, luego de una corta discusión, decidieron que le permitirían quedarse en una habitación segura hasta que llegase Baruck para decidir qué hacer con él.
Antes de que se llevasen a Daigo a ningún lado, Junrei se acercó para pedirle que se mantuviese sereno.
— No te preocupes, Junrei-san, acabamos de salir de uno de los peores sitios de Ōnindo. —Lo contestó también en voz baja, con una sonrisa—. Comparado con lo que vivimos allí, siento que me están tratando de maravilla.
Al chico no le parecía importar especialmente el trato. Era algo normal, especialmente si estaban en guerra. En lugar de preocuparse por ello, Daigo gastaba sus energías en observar a los gorilas y entender como se comportaban. Eso y una pizca de genuina amabilidad era el secreto para mezclarse en cualquier ambiente y ser aceptado.
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
Team pescado.