23/04/2023, 23:06
Umi tomó aquél breve respiro para reflejarse en todo lo que había vivido últimamente. Su resentimiento al símbolo que llevaba grabado en la bandana sólo había sido una vía de sustento, pero en el fondo siempre había querido irse de allí, huir con Suzaku a un país remoto. Pensaba que sus lazos con la villa que le vio nacer no eran más que una farsa, pero tuvo que reconocer que, sin quererlo, había forjado unos nuevos: aquella casa, sus noches con Suzaku en el Jardín de los Cerezos...
No era solamente la atracción natural que el nuevo Uzukage proyectaba, aunque esta había sido la gota que había colmado el vaso. Era algo más. Ella se había forjado su fortaleza creyendo que usaba hierro, acero, pero en realidad no había sido más que una vasija de barro. En su memoria todavía yacían aquellos entrenamientos con su padre, las tardes aprendiendo a cocinar junto a su madre, antes de que la consumiera el fanatismo...
...la mitad de su vida había sido una mentira. Para Suzaku, toda ella, de hecho. Umi le había arrebatado el derecho a saber la verdad. Se había creído fuerte, había absorbido todo el odio a Uzushiogakure que temía que albergase el corazón de su hermana dentro de sí misma, y haciéndolo ella misma había sido consumida por los mismos males que acabaron con su familia.
¿Qué había hecho Uzushiogakure para que ella la odiase? ¿Matar a sus padres? ¿Y qué habían hecho ellos?
¿Traicionar a la villa a la que habían servido toda la vida? ¿Tejer un complot para asesinar a la legítima Uzukage? ¿Y todo aquello para qué?
¿Para que Uzumaki Zoku pudiera salir a cazar un bijū? ¿Para usarlos para la guerra?
¿La misma que había intentado evitar a toda costa para su hermana?
«Estúpida.»
—Suzaku... tenemos que hablar —musitó, apartándose de ella y secándose las lágrimas, el rimel manchando sus mejillas de un negro sucio—. Sobre la terrible mentira que he tejido para protegerte. Sobre la terrible verdad que escondían papá y mamá. Sobre el por qué nunca he podido compartir el entusiasmo por servir a la villa contigo. —Umi cruzó miradas con Suzaku. Sus ojos estaban anegados por el llanto, la culpa y el dolor. Y así, como suele suceder, sus iris tintados con la sangre carmesí que corría por sus venas.
No era solamente la atracción natural que el nuevo Uzukage proyectaba, aunque esta había sido la gota que había colmado el vaso. Era algo más. Ella se había forjado su fortaleza creyendo que usaba hierro, acero, pero en realidad no había sido más que una vasija de barro. En su memoria todavía yacían aquellos entrenamientos con su padre, las tardes aprendiendo a cocinar junto a su madre, antes de que la consumiera el fanatismo...
...la mitad de su vida había sido una mentira. Para Suzaku, toda ella, de hecho. Umi le había arrebatado el derecho a saber la verdad. Se había creído fuerte, había absorbido todo el odio a Uzushiogakure que temía que albergase el corazón de su hermana dentro de sí misma, y haciéndolo ella misma había sido consumida por los mismos males que acabaron con su familia.
¿Qué había hecho Uzushiogakure para que ella la odiase? ¿Matar a sus padres? ¿Y qué habían hecho ellos?
¿Traicionar a la villa a la que habían servido toda la vida? ¿Tejer un complot para asesinar a la legítima Uzukage? ¿Y todo aquello para qué?
¿Para que Uzumaki Zoku pudiera salir a cazar un bijū? ¿Para usarlos para la guerra?
¿La misma que había intentado evitar a toda costa para su hermana?
«Estúpida.»
—Suzaku... tenemos que hablar —musitó, apartándose de ella y secándose las lágrimas, el rimel manchando sus mejillas de un negro sucio—. Sobre la terrible mentira que he tejido para protegerte. Sobre la terrible verdad que escondían papá y mamá. Sobre el por qué nunca he podido compartir el entusiasmo por servir a la villa contigo. —Umi cruzó miradas con Suzaku. Sus ojos estaban anegados por el llanto, la culpa y el dolor. Y así, como suele suceder, sus iris tintados con la sangre carmesí que corría por sus venas.