31/01/2025, 17:53
Verla así hasta cierto punto era divertido, pero que negara que le daba miedo montarse en uno de esos vehículos, solo lo mejoraba.
—Y se tarda mucho más, y te cansas, y hay cientos de peligros al acecho como los animales salvajes, o bandidos, o incluso el propio tiempo y el terreno — respondió con las manos en la nuca, volteándose ligeramente para mirar las vías al escuchar un claro traqueteo. — Ah, ya esta aquí
La pesada maquinaria hizo dio un pitido para avisar de su llegada; tenía una gran luz ligeramente inclinada que iluminaba a varias decenas de metros las vías, y conforme se iba acercando más y más al anden, su paso se ralentizaba progresivamente. Cuando acabó por detenerse, dejó escapar una gran cantidad de vapor, y tras un rato las puertas se abrieron, dejando bajar a algunos pasajeros. En una de las puertas, se bajó una kunoichi, pero se quedó en un lateral de la entrada dejando que bajaran los pasajeros.
La chica era bastante alta, y vestía de forma elegante, con un kimono carmesí que tenían detalles blancos de lo que parecía una flor. Para apretarlo a su cintura, llevaba un obi de color azul y parecía llevar una espada en este. Sobre su ropa, descansaba un enorme haori negro que llegaba a la altura de sus rodillas. Sus cabellos eran negros como la noche, recogidos hacia atrás en una enorme y preciosa melena, también tenía la frente completamente despejada y en ella se podía ver un pequeño rombo o diamante de color rojizo que parecía pintado. Su piel era ligeramente pálida, pero solo hacía resaltar de esa forma más el color rojizo de sus ojos y el rosado de sus carnosos labios. Era una auténtica belleza difícil de describir o plasmar.
—Y se tarda mucho más, y te cansas, y hay cientos de peligros al acecho como los animales salvajes, o bandidos, o incluso el propio tiempo y el terreno — respondió con las manos en la nuca, volteándose ligeramente para mirar las vías al escuchar un claro traqueteo. — Ah, ya esta aquí
La pesada maquinaria hizo dio un pitido para avisar de su llegada; tenía una gran luz ligeramente inclinada que iluminaba a varias decenas de metros las vías, y conforme se iba acercando más y más al anden, su paso se ralentizaba progresivamente. Cuando acabó por detenerse, dejó escapar una gran cantidad de vapor, y tras un rato las puertas se abrieron, dejando bajar a algunos pasajeros. En una de las puertas, se bajó una kunoichi, pero se quedó en un lateral de la entrada dejando que bajaran los pasajeros.
La chica era bastante alta, y vestía de forma elegante, con un kimono carmesí que tenían detalles blancos de lo que parecía una flor. Para apretarlo a su cintura, llevaba un obi de color azul y parecía llevar una espada en este. Sobre su ropa, descansaba un enorme haori negro que llegaba a la altura de sus rodillas. Sus cabellos eran negros como la noche, recogidos hacia atrás en una enorme y preciosa melena, también tenía la frente completamente despejada y en ella se podía ver un pequeño rombo o diamante de color rojizo que parecía pintado. Su piel era ligeramente pálida, pero solo hacía resaltar de esa forma más el color rojizo de sus ojos y el rosado de sus carnosos labios. Era una auténtica belleza difícil de describir o plasmar.