22/02/2025, 06:42
Volvió a ver la luz, sobresaltada y con la respiración agitada. Estaba en su cama, tapada casi hasta el cuello. Sacó su mano derecha de las sábanas para secarse el sudor de su cara y sacarse las lagañas de sus ojos. El sudor de su cuerpo la hacía sentir calor, por lo que de a poco se fue destapando. Acto seguido, vio sus manos. Su meñique no estaba ahí. Llevó sus piernas hacia un costado de la cama y procedió a sentarse, apoyando sus pies en el suelo. Cuando sintió el frio del piso, un escalofrío recorrió todo su cuerpo y sintió un retorcijón en el estómago de inmediato. Sentía dolor y hambre al mismo tiempo. Quiso buscar unas pantuflas o unas medias para ponerse en los pies, pero la urgencia por ir al baño fue más fuerte.
Luego de unos minutos allí dentro, salió y vio de reojo la habitación de su hermano. Se quedó inmovilizada algunos segundos, recordando lo que había pasado antes de desmayarse. Salió disparada y abrió de una forma muy brusca, haciendo que la puerta choque muy fuerte con el mueble que hacía tope.
—¡Shirō!
Aún tenía esperanza de que todo lo anterior era un sueño. Más que sueño, una pesadilla. Pero detrás de esa puerta no había nadie, tan solo una cama ordenada y una habitación bastante limpia en general.
Bajó apurada por las escaleras, buscando donde estaban los demás de la familia. Al llegar al comedor, tanto Tsubame como Hinata voltearon su cabeza, sorprendidos por ver a Jun despierta y así de agitada.
—¿Q-qué pasó? Creo que tuve una pesadilla donde Shirō no había vuelto. — Tanto su hermano como su madre se miraron y no pronunciaron palabra. Luego soltaron un breve suspiro y Hinata tuvo que mirar hacia otro lado. —Fue un sueño, ¿verdad?... — Preguntó ingenua, casi convenciéndose a ella misma de que todo eso no había sido real.
La mujer miró a su hija y tan solo cerró los ojos y negó con la cabeza, evidentemente afectada por la situación. Esta incluso intentaba ocultar su cara entre las manos.
Por unos segundos Jun se quedó petrificada, con unos lagrimones que empezaron a salir en cantidad por sus ojos. Quería gritar y vociferar a los cuatro vientos, pero un nudo en la garganta se lo impedía. Esa ira, bronca e impotencia retenida que sentía la estaba casi asfixiando. Atinó a cerrar con fuerza sus puños y caminar en dirección a la puerta que daba al patio trasero.
—¿A dónde vas?
—Voy a buscar mi equipamiento. Voy a ir a buscarlo. — Dijo sin mirarla mientras que abría la puerta corrediza.
—¡Es un suicidio! — Respondió fuerte y de manera abrupta.
—¡¿Vamos a quedarnos aquí?! ¿¡Sin hacer nada!?
—¡JUN! — Se levantó de la mesa y le tomó del brazo con fuerza. —Si Shirō no pudo volver, ¿qué piensas que puedes hacer tú? ¿Realmente, en tu estado, piensas que puedes hacer algo? — Cuando Jun la miró, notó que ella también estaba inundada en lágrimas. —Si te llegara a pasar algo también a ti, no sé si podría seguir.
La joven cerró los ojos y con furia apartó el brazo de su madre. Y después de unos segundos, terminó de explotar. Empezó a gritar tan fuerte que era probable que, a unas casas de distancias, se le haya escuchado y se lanzó directamente contra la pared. Empezó a darle puñetazos sin parar a una pared cercana.
—¿POR QUÉ? ¿POR QUÉ? ¿POR QUÉ?
Los nudillos de la muchacha no tardaron en reventarse y a comenzar a brotar sangre de ellos. Hinata al ver eso, se comenzó a levantar de la mesa.
—¿POR QUÉ NO ME MORÍ YO?
Logró dar unos cuantos golpes más, incluso cuando su madre y su hermano la tomaron de los brazos. Se le notaba agitada y con mucha tensión en su cuerpo.
—¿Te volviste loca?
—Por favor… Necesito ir a buscarlo. — Aún sus lagrimas se escapaban de los ojos y caían al suelo.
—Jun, es imposible eso. Ya hay otros ninjas especializados que van a encargarse de buscarlo, cuando se dé el caso.
La chica empezó a rebajar un poco su enojo. De hecho, estaba dejando de hacer fuerza para sostener su propio cuerpo, solo le sostenían los brazos de su familia.
—Tenemos que seguir con esperanzas. Es una mierda, sí. Pero todavía hay chances de que siga vivo.
Se notó en su comportamiento corporal como se calmó. Todo lo que el estaban diciendo ambos, le terminaba de caer. Ya se había descargado bastante, lo único que sentía era dolor y un gran vacío en su cuerpo.
Luego de unos minutos allí dentro, salió y vio de reojo la habitación de su hermano. Se quedó inmovilizada algunos segundos, recordando lo que había pasado antes de desmayarse. Salió disparada y abrió de una forma muy brusca, haciendo que la puerta choque muy fuerte con el mueble que hacía tope.
—¡Shirō!
Aún tenía esperanza de que todo lo anterior era un sueño. Más que sueño, una pesadilla. Pero detrás de esa puerta no había nadie, tan solo una cama ordenada y una habitación bastante limpia en general.
Bajó apurada por las escaleras, buscando donde estaban los demás de la familia. Al llegar al comedor, tanto Tsubame como Hinata voltearon su cabeza, sorprendidos por ver a Jun despierta y así de agitada.
—¿Q-qué pasó? Creo que tuve una pesadilla donde Shirō no había vuelto. — Tanto su hermano como su madre se miraron y no pronunciaron palabra. Luego soltaron un breve suspiro y Hinata tuvo que mirar hacia otro lado. —Fue un sueño, ¿verdad?... — Preguntó ingenua, casi convenciéndose a ella misma de que todo eso no había sido real.
La mujer miró a su hija y tan solo cerró los ojos y negó con la cabeza, evidentemente afectada por la situación. Esta incluso intentaba ocultar su cara entre las manos.
Por unos segundos Jun se quedó petrificada, con unos lagrimones que empezaron a salir en cantidad por sus ojos. Quería gritar y vociferar a los cuatro vientos, pero un nudo en la garganta se lo impedía. Esa ira, bronca e impotencia retenida que sentía la estaba casi asfixiando. Atinó a cerrar con fuerza sus puños y caminar en dirección a la puerta que daba al patio trasero.
—¿A dónde vas?
—Voy a buscar mi equipamiento. Voy a ir a buscarlo. — Dijo sin mirarla mientras que abría la puerta corrediza.
—¡Es un suicidio! — Respondió fuerte y de manera abrupta.
—¡¿Vamos a quedarnos aquí?! ¿¡Sin hacer nada!?
—¡JUN! — Se levantó de la mesa y le tomó del brazo con fuerza. —Si Shirō no pudo volver, ¿qué piensas que puedes hacer tú? ¿Realmente, en tu estado, piensas que puedes hacer algo? — Cuando Jun la miró, notó que ella también estaba inundada en lágrimas. —Si te llegara a pasar algo también a ti, no sé si podría seguir.
La joven cerró los ojos y con furia apartó el brazo de su madre. Y después de unos segundos, terminó de explotar. Empezó a gritar tan fuerte que era probable que, a unas casas de distancias, se le haya escuchado y se lanzó directamente contra la pared. Empezó a darle puñetazos sin parar a una pared cercana.
—¿POR QUÉ? ¿POR QUÉ? ¿POR QUÉ?
Los nudillos de la muchacha no tardaron en reventarse y a comenzar a brotar sangre de ellos. Hinata al ver eso, se comenzó a levantar de la mesa.
—¿POR QUÉ NO ME MORÍ YO?
Logró dar unos cuantos golpes más, incluso cuando su madre y su hermano la tomaron de los brazos. Se le notaba agitada y con mucha tensión en su cuerpo.
—¿Te volviste loca?
—Por favor… Necesito ir a buscarlo. — Aún sus lagrimas se escapaban de los ojos y caían al suelo.
—Jun, es imposible eso. Ya hay otros ninjas especializados que van a encargarse de buscarlo, cuando se dé el caso.
La chica empezó a rebajar un poco su enojo. De hecho, estaba dejando de hacer fuerza para sostener su propio cuerpo, solo le sostenían los brazos de su familia.
—Tenemos que seguir con esperanzas. Es una mierda, sí. Pero todavía hay chances de que siga vivo.
Se notó en su comportamiento corporal como se calmó. Todo lo que el estaban diciendo ambos, le terminaba de caer. Ya se había descargado bastante, lo único que sentía era dolor y un gran vacío en su cuerpo.