21/02/2016, 14:10
(Última modificación: 22/02/2016, 20:58 por Uchiha Akame.)
Anzu sonrió con auténtica satisfacción cuando derribó al chico con una feroz carga. Sin embargo, su oponente era corpulento -mucho más que ella- y bastante fuerte, aunque no lo aparentase. Consiguió ponerse en pie al tiempo que Ritsuko le obstruía su única vía de escape.
-¡De esta no te libras, jodido voyeur! Te voy a sacar unos cuantos kilitos a golpes -gritó la kunoichi, enbravecida, mientras trataba de golpear otra vez al niño.
Sin embargo, éste fue más listo y, aprovechando su corpulencia superior, se cargó a Ritsuko al hombro y echó a correr, bordeando el edificio, hacia la calle. Anzu no dudó un instante y corrió a perseguirlo. Está pasado de rosca con la bollería y además va cargando a Ritsuko-chan, es imposible que corra más que yo. Una vez estuviese a una distancia lo suficientemente escasa, Anzu se lanzaría contra los tobillos del pervertido y poniendo su propia pierna derecha por delante. Pensaba darle una patada baja que lo hiciese caer y, con suerte, le provocase algún tipo de leve pero doloroso esguince.
-¡Muerde el polvo, King Kong!
Ninguno de los presentes se había dado cuenta de que había alguien más observándoles. Encaramado al murete que rodeaba los baños termales, un segundo chico asistía a la escena con semblante nervioso.
Pobre Takeshi, ¡lo van a destrozar! Debería ayudarle, al fin y al cabo ha sido idea mía, pero... ¡Es que esas chicas parecen muy cabreadas!
-¡De esta no te libras, jodido voyeur! Te voy a sacar unos cuantos kilitos a golpes -gritó la kunoichi, enbravecida, mientras trataba de golpear otra vez al niño.
Sin embargo, éste fue más listo y, aprovechando su corpulencia superior, se cargó a Ritsuko al hombro y echó a correr, bordeando el edificio, hacia la calle. Anzu no dudó un instante y corrió a perseguirlo. Está pasado de rosca con la bollería y además va cargando a Ritsuko-chan, es imposible que corra más que yo. Una vez estuviese a una distancia lo suficientemente escasa, Anzu se lanzaría contra los tobillos del pervertido y poniendo su propia pierna derecha por delante. Pensaba darle una patada baja que lo hiciese caer y, con suerte, le provocase algún tipo de leve pero doloroso esguince.
-¡Muerde el polvo, King Kong!
Ninguno de los presentes se había dado cuenta de que había alguien más observándoles. Encaramado al murete que rodeaba los baños termales, un segundo chico asistía a la escena con semblante nervioso.
Pobre Takeshi, ¡lo van a destrozar! Debería ayudarle, al fin y al cabo ha sido idea mía, pero... ¡Es que esas chicas parecen muy cabreadas!