22/02/2016, 22:08
Parecía ser que al fin Ritsuko había logrado conseguirse una vía de escape tanto para ella como para el azabache que la acompañaba, serían libres de irse del museo o de seguir en la búsqueda por esos látigos que el chico codiciaba ver aunque lo más recomendable sería la primera opción. Ella al menos no diría absolutamente nada para que el señor Takeshi no sospechara nada pero el universo parecía ir en contra de la pelirroja este día. ~ Vieja… Muévanse mierda ~ Se quejaba la kunoichi que comenzaba a mostrarse ciertamente ansiosa.
Tres personas que fácilmente podría catalogar como de la alta sociedad, mostrándose arrogantes y toda la cosa pese a que seguramente sean una parda de inútiles ingresaron en la sala cuestionando lo que veían y realmente la kunoichi de Taki opinaba lo mismo, pero no lo diría, simplemente se quedaría a un lado esperando a que desocuparan la bendita entrada al pabellón. ~ ¿Tanto les cuesta mover el culo? ~
Fue entonces cuando una voz conocida se hizo presente y al instante hizo que a la pelirroja se le dibujara una cara de horror.
- Son... Son... - Takeshi les miró a ambos, horrorizado - ¡Mis ayudantes! Por supuesto. Se encargan de limpiar las lanzas, pero también saben mucho sobre ellas. Aqui todos estamos especializados.
Fueron las palabras del hombre que parecía obsesionado por las lanzas, claramente los planeaba arrastrar en ese asunto sin siquiera molestarse en preguntar y claro, con la mentira que le había soltado la chica daba por sentado que realmente tenían una idea de la historia de las dichosas armas. - Juro… - Dijo en un sencillo susurro tratando de llamar la atención del otro genin, tenía una idea, sencilla pero que sería eficaz, correr, correr lo más rápido posible antes de ser atrapados. Eso claro, suponiendo que lo que les vino encima no hubiese pasado. Pues ahora ambos se encontraban siendo arrastrados por el hombretón que se dedicó a suplicarles para que le ayudasen.
- Que me meo… - Fue lo único que atinó a decir la pelirroja mientras comenzaba a dar ligeros saltitos en lo que mantenía las piernas lo más juntas posibles como si le ayudase a retener líquido. - No creo que aguante hasta que se vayan… - Balbuceaba la chica a la que se le había dibujado una expresión casi de desesperación. No quería orinarse encima…
Tres personas que fácilmente podría catalogar como de la alta sociedad, mostrándose arrogantes y toda la cosa pese a que seguramente sean una parda de inútiles ingresaron en la sala cuestionando lo que veían y realmente la kunoichi de Taki opinaba lo mismo, pero no lo diría, simplemente se quedaría a un lado esperando a que desocuparan la bendita entrada al pabellón. ~ ¿Tanto les cuesta mover el culo? ~
Fue entonces cuando una voz conocida se hizo presente y al instante hizo que a la pelirroja se le dibujara una cara de horror.
- Son... Son... - Takeshi les miró a ambos, horrorizado - ¡Mis ayudantes! Por supuesto. Se encargan de limpiar las lanzas, pero también saben mucho sobre ellas. Aqui todos estamos especializados.
Fueron las palabras del hombre que parecía obsesionado por las lanzas, claramente los planeaba arrastrar en ese asunto sin siquiera molestarse en preguntar y claro, con la mentira que le había soltado la chica daba por sentado que realmente tenían una idea de la historia de las dichosas armas. - Juro… - Dijo en un sencillo susurro tratando de llamar la atención del otro genin, tenía una idea, sencilla pero que sería eficaz, correr, correr lo más rápido posible antes de ser atrapados. Eso claro, suponiendo que lo que les vino encima no hubiese pasado. Pues ahora ambos se encontraban siendo arrastrados por el hombretón que se dedicó a suplicarles para que le ayudasen.
- Que me meo… - Fue lo único que atinó a decir la pelirroja mientras comenzaba a dar ligeros saltitos en lo que mantenía las piernas lo más juntas posibles como si le ayudase a retener líquido. - No creo que aguante hasta que se vayan… - Balbuceaba la chica a la que se le había dibujado una expresión casi de desesperación. No quería orinarse encima…