26/02/2016, 19:06
-Yota-nii...Chan... las palabras de la kunoichi eran como caricias de alivio para mí, mi disculpa había dado sus frutos y ahora respiraba mucho más aliviado -No tengo nada que perdonarte, ¡jopetas! Pero me tendrás que compensar por haberme hecho llorar, jum... - Sugirió en voz baja, para que solo escuchase él.
-Bueno... ya pensaremos en algo.. sugerí ante aquellas palabras conciliadoras
-¡Vámonos los dos juntos, Yota-niichan!
Eri estaba contenta después de todo lo sucedido y yo no podía negar tampoco mi felicidad. Habíamos logrado distanciarnos del ambiente del lugar, no éramos conscientes ni del público ni de las expectativas, tampoco de la magnitud de lo que estábamos haciendo. hasta que algo nos pasó cerca de ambos, como si del bufido de un león se tratase, tantyo que mi coleta se removió con cierto nerviosismo golpeando la nuca de la peliazul.
*¿Qué fue eso?* pensaba para mis adentros volviendo la vista atrás.
No había nada así que volví a darme la vuelta y pude ver de lo que se trataba.
-Esto... ¿Qué está pasando aquí?-
-Eso es precisamente lo que me gustaría que me contaseis-
Ante nosotros, erguido como un palo vimos a un tipo con los cabellos tan ensagrentados como los míos, un par de jades en sus cuencas oculares y unos músculos de infarto, aquel tipo hacia 2 por 2 como mínimo. Se notaba que había cuidado su físico con el paso de los años y una cicatriz que atravesaba su ojo de arriba a abajo. Su expresión facial tampoco invitado al buen rollo precisamente, se le veía visiblemente molesto.
-¿Se puede saber que es lo que tenéis en la maldita cabeza? ¿Qué queréis? ¿Desatar la ira de Shiona-sama? ¿Convertiros en la vergüenza de la aldea? Por qué si eso es lo que queréis debo decir que lo estáis logrando. Estáis aquí para demostrar vuestra valía, vuestras dotes en el combate, ¡La gente no quiere ver abracitos y besitos!- gritaba, totalmente ofendido -Por suerte estaba yo viendo el combate para salvaros el culo. Os diré lo que va a pasar a partir de ahora, vais a volver al centro del campo de combate y vais a realizar el mejor combate de vuestra vida; vais a dejar a la gente boquiabierta hasta que uno de los dos gane, ¿Ha quedado lo bastante claro?-
Se movió, lo suficiente como para que se pudiese encarar con Eri, clavándole la mirada de una forma especial.
-Y tu, pequeñaja... ¡¿Acaso no te he enseñado nada durante todo este tiempo?!- vociferaba desde la más absoluta desesperación.
Yo por mi parte me había quedado algo boquiabierto, aunque una parte de mí me suplicaba darle un buen puñetazo, pero no era ni el momento ni el lugar.
*¿Será su sensei?*
-No sé quien eres pero la verdad me importa un bledo, ¿Si luchamos acabaremos con esta maldita farsa de una vez?-
-Solo hasta que uno de los dos gane-
Miré a mi compañera de reojo, encogido de hombros. No teníamos mucho donde elegir.
-Me temo que no tenemos mucho donde escoger...
La elección era suya.
-Bueno... ya pensaremos en algo.. sugerí ante aquellas palabras conciliadoras
-¡Vámonos los dos juntos, Yota-niichan!
Eri estaba contenta después de todo lo sucedido y yo no podía negar tampoco mi felicidad. Habíamos logrado distanciarnos del ambiente del lugar, no éramos conscientes ni del público ni de las expectativas, tampoco de la magnitud de lo que estábamos haciendo. hasta que algo nos pasó cerca de ambos, como si del bufido de un león se tratase, tantyo que mi coleta se removió con cierto nerviosismo golpeando la nuca de la peliazul.
*¿Qué fue eso?* pensaba para mis adentros volviendo la vista atrás.
No había nada así que volví a darme la vuelta y pude ver de lo que se trataba.
-Esto... ¿Qué está pasando aquí?-
-Eso es precisamente lo que me gustaría que me contaseis-
Ante nosotros, erguido como un palo vimos a un tipo con los cabellos tan ensagrentados como los míos, un par de jades en sus cuencas oculares y unos músculos de infarto, aquel tipo hacia 2 por 2 como mínimo. Se notaba que había cuidado su físico con el paso de los años y una cicatriz que atravesaba su ojo de arriba a abajo. Su expresión facial tampoco invitado al buen rollo precisamente, se le veía visiblemente molesto.
-¿Se puede saber que es lo que tenéis en la maldita cabeza? ¿Qué queréis? ¿Desatar la ira de Shiona-sama? ¿Convertiros en la vergüenza de la aldea? Por qué si eso es lo que queréis debo decir que lo estáis logrando. Estáis aquí para demostrar vuestra valía, vuestras dotes en el combate, ¡La gente no quiere ver abracitos y besitos!- gritaba, totalmente ofendido -Por suerte estaba yo viendo el combate para salvaros el culo. Os diré lo que va a pasar a partir de ahora, vais a volver al centro del campo de combate y vais a realizar el mejor combate de vuestra vida; vais a dejar a la gente boquiabierta hasta que uno de los dos gane, ¿Ha quedado lo bastante claro?-
Se movió, lo suficiente como para que se pudiese encarar con Eri, clavándole la mirada de una forma especial.
-Y tu, pequeñaja... ¡¿Acaso no te he enseñado nada durante todo este tiempo?!- vociferaba desde la más absoluta desesperación.
Yo por mi parte me había quedado algo boquiabierto, aunque una parte de mí me suplicaba darle un buen puñetazo, pero no era ni el momento ni el lugar.
*¿Será su sensei?*
-No sé quien eres pero la verdad me importa un bledo, ¿Si luchamos acabaremos con esta maldita farsa de una vez?-
-Solo hasta que uno de los dos gane-
Miré a mi compañera de reojo, encogido de hombros. No teníamos mucho donde elegir.
-Me temo que no tenemos mucho donde escoger...
La elección era suya.
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