1/03/2016, 21:29
-No te comas mucho la cabeza por eso, antes de aceptar la misión tengo pensado tener alguna práctica con él para ver si no fue simple palabra suya. - Explicó algo desinteresada.
Así que una práctica, ¿eh? Eso no me lo pierdo por nada del mundo. El clan Uchiha parecía tener una fama considerable, ya que aunque Anzu ignoraba casi por completo cualquier cosa relacionada con el tema, su maestro le había hablado alguna vez de las antiguas Aldeas y de los grandes clanes que antaño las habitaron. Los Uchiha eran uno de ellos, avariciosos y sedientos de poder como ninguno; y muy poderosos. Anzu ya había conocido a algún que otro Uchiha, y ninguno le había impresionado, ni por asomo. Puede que antes fueran los reyes del mambo, pero ahora sólo son personas de carne y hueso, como todos los demás. El tiempo de las leyendas languidecía en aquella era de Onindo.
-Me parece una idea cojonuda, eso sí, ¡quiero estar presente mientras le tiras magma a la cara! -añadió la kunoichi con una carcajada-. Ya hablaremos de lo de la misión. ¿Qué día habéis acordado para esta... 'práctica'?
Ritsuko ya había empezado a vestirse, no sin antes lavarse la suciedad que se le había pegado en los pies, y otras partes, producto de la riña con los pervertidos. Anzu cayó entonces en la cuenta de que ella misma se vería -con total seguridad- en un estado parecido. Quitándose la toalla, la dejó sobre un banco de madera junto a las duchas. Ya iba a meterse en la más cercana, cuando un detalle llamó su atención: Ritsuko estaba de pie, absorta, mirando un colgante que brillaba con destellos rojos. Parece muy importante para ella... Seguro que tiene una buena historia detrás. En ese momento Anzu se dio cuenta de que sabía muy poco de su próxima compañera de equipo.
-Qué bonito.
Así que una práctica, ¿eh? Eso no me lo pierdo por nada del mundo. El clan Uchiha parecía tener una fama considerable, ya que aunque Anzu ignoraba casi por completo cualquier cosa relacionada con el tema, su maestro le había hablado alguna vez de las antiguas Aldeas y de los grandes clanes que antaño las habitaron. Los Uchiha eran uno de ellos, avariciosos y sedientos de poder como ninguno; y muy poderosos. Anzu ya había conocido a algún que otro Uchiha, y ninguno le había impresionado, ni por asomo. Puede que antes fueran los reyes del mambo, pero ahora sólo son personas de carne y hueso, como todos los demás. El tiempo de las leyendas languidecía en aquella era de Onindo.
-Me parece una idea cojonuda, eso sí, ¡quiero estar presente mientras le tiras magma a la cara! -añadió la kunoichi con una carcajada-. Ya hablaremos de lo de la misión. ¿Qué día habéis acordado para esta... 'práctica'?
Ritsuko ya había empezado a vestirse, no sin antes lavarse la suciedad que se le había pegado en los pies, y otras partes, producto de la riña con los pervertidos. Anzu cayó entonces en la cuenta de que ella misma se vería -con total seguridad- en un estado parecido. Quitándose la toalla, la dejó sobre un banco de madera junto a las duchas. Ya iba a meterse en la más cercana, cuando un detalle llamó su atención: Ritsuko estaba de pie, absorta, mirando un colgante que brillaba con destellos rojos. Parece muy importante para ella... Seguro que tiene una buena historia detrás. En ese momento Anzu se dio cuenta de que sabía muy poco de su próxima compañera de equipo.
-Qué bonito.