4/03/2016, 13:09
—No… No hay casas ni tampoco círculos así dentro de los bosques según esto… —Respondió la rubia que iba alternando miradas entre el mapa y la gran casa.
-Debe de ser bastante reciente... - La kunoichi de Uzu se puso de puntillas para ver el mapa junto a la joven de Takigakure, intentando por todos los medios comprender la lectura del mapa, ya que, aunque hubiese aprendido a orientarse hace poco, leer aquellos pergaminos todavía le resultaba del todo difícil. Suspiró cuando volvió a su altura normal mientras la rubia miraba cual partido de tennis el mapa y la vivienda.
—¿Vienes...? — La rubia comenzó a caminar hacia aquel bulto enemigo de la naturaleza, y Eri tragó saliva, ''Mmm... Habrá que ver por qué esto está aquí... ¿No? Al menos para que lo incluyan en los mapas...'' Se dijo a sí misma mientras daba saltitos para alcanzar a la mayor.
Ya en la puerta principal, todo era absolutamente hecho para adultos, o para personas en definitiva más altas que la joven de cabellos celestes. ''Estúpido mundo hecho para gente de mayor estatura'' Hizo un puchero al aire, claramente disgustada por sus pensamientos. —¿La pensaron para gigantes? — Noemi la sacó de sus pensamientos, y enarcando una ceja, acompañó a la casi-ángel para intentar descubrir por una ventana qué se hallaba en el interior.
-¿No os han enseñado a llamar antes de...? - Una voz grave y aterciopelada salió de dentro de la estructura, y por la ventana por la que querían espiar las dos kunoichis salió una cabeza poseedora de unos ojos ámbar y cabello corto, rebelde y azabache. -¡Vaya! No me esperaba que dos jóvenes como vosotras se presentasen por aquí, y menos semejante ángeles, decidme, ¿os habéis hecho daño al caer del cielo? - Preguntó con una sonrisa ladeada mientras se apoyaba en el alfeizar de la ventana.
Eri se sonrojó e intentó ocultarse detrás de Noemi, claramente avergonzada por las palabras del moreno. Pero antes de dar posibilidad a volver a hablar, el chico volvió a hablar. -Oh, venga, ¡no seáis tímidas! ¿Queréis pasar? Esto es un restaurante, bueno, más o menos, es un lugar de paso para aquellas personas que se pierden... - Soltó mientras se carcajeaba. -Pero no os preocupéis por el dinero, yo invito - Ofreció, guiñando un ojo a la más mayor.
-Debe de ser bastante reciente... - La kunoichi de Uzu se puso de puntillas para ver el mapa junto a la joven de Takigakure, intentando por todos los medios comprender la lectura del mapa, ya que, aunque hubiese aprendido a orientarse hace poco, leer aquellos pergaminos todavía le resultaba del todo difícil. Suspiró cuando volvió a su altura normal mientras la rubia miraba cual partido de tennis el mapa y la vivienda.
—¿Vienes...? — La rubia comenzó a caminar hacia aquel bulto enemigo de la naturaleza, y Eri tragó saliva, ''Mmm... Habrá que ver por qué esto está aquí... ¿No? Al menos para que lo incluyan en los mapas...'' Se dijo a sí misma mientras daba saltitos para alcanzar a la mayor.
Ya en la puerta principal, todo era absolutamente hecho para adultos, o para personas en definitiva más altas que la joven de cabellos celestes. ''Estúpido mundo hecho para gente de mayor estatura'' Hizo un puchero al aire, claramente disgustada por sus pensamientos. —¿La pensaron para gigantes? — Noemi la sacó de sus pensamientos, y enarcando una ceja, acompañó a la casi-ángel para intentar descubrir por una ventana qué se hallaba en el interior.
-¿No os han enseñado a llamar antes de...? - Una voz grave y aterciopelada salió de dentro de la estructura, y por la ventana por la que querían espiar las dos kunoichis salió una cabeza poseedora de unos ojos ámbar y cabello corto, rebelde y azabache. -¡Vaya! No me esperaba que dos jóvenes como vosotras se presentasen por aquí, y menos semejante ángeles, decidme, ¿os habéis hecho daño al caer del cielo? - Preguntó con una sonrisa ladeada mientras se apoyaba en el alfeizar de la ventana.
Eri se sonrojó e intentó ocultarse detrás de Noemi, claramente avergonzada por las palabras del moreno. Pero antes de dar posibilidad a volver a hablar, el chico volvió a hablar. -Oh, venga, ¡no seáis tímidas! ¿Queréis pasar? Esto es un restaurante, bueno, más o menos, es un lugar de paso para aquellas personas que se pierden... - Soltó mientras se carcajeaba. -Pero no os preocupéis por el dinero, yo invito - Ofreció, guiñando un ojo a la más mayor.