"Así que Ishimura Kazuma y Bohimei... Interesante"
A Tatsuya se le podían ocurrir cientos de razones por las cuales la espada se llamaba así, quizás porque había escrito el destino final de muchos hombres o quizás llevase una maldición sobre su portador, la imaginación del muchacho podía inventar un sinnúmero de leyendas fantásticas para aquella arma; Quizás podría salir de duda si le preguntaba a su poseedor por ello y así quitarse la curiosidad, pero por ahora era mejor concentrarse a lo que vino, no sabía sí su madre empeoraría más, dudaba que mejorase de la nada. Ya tendría tiempo luego de interrogar a Kazuma sobre la katana cuando el asunto del jabalí estuviera resuelto, lo cierto era que no podía sacarse de la cabeza el momentó en que percibió el extraño brillo carmesí que emanaba de la misteriosa arma.
—Bien, compañero, cómo utilicemos el tiempo es vital así que tendremos que charlar y conocernos sobre la marcha —aseguro mientras observaba los alrededores, como si hablara con él y con el bosque al mismo tiempo—. Por ahora dime algo ¿tienes ideas de cómo se ven o donde están los hongos que buscas?
Kazuma no perdía el tiempo para nada, inmediatamente propuso empezar la búsqueda de los afamados hongos medicinales. La criada de la familia le había dicho que eran unas pequeñas setas de no más de dos centímetros de alto, de color rosado con leves manchas verde claro en el sombrero y pié color violeta, sí, muy muy llamativas pero no fáciles de encontrar; Tatsuya previamente había preguntado a los aldeanos por la localización de los hongos, y resulta que las caprichosas setas sólo crecen en las raíces de árboles centenarios en lugares donde nunca llega la luz del sol, sí, todas unas joyitas.
-Puedo decirte que en base se ven como un hongo normal pero tamaño miniatura, de color rosa y manchitas verdes- Mencionó mientras observaba los alrededores. -Sin embargo por lo que me dijeron los habitantes del pueblo sólo crecen sobre árboles de más de un siglo de vida y donde siempre esté oscuro.- Terminó de añadir.
Aquella tarea requeriría mucha paciencia, probablemente tendrían que internarse en lo más profundo del bosque y quién sabe cuanto tiempo tardarían, era poco probable de que lograsen encontrarlas antes de que el manto de la noche los cubriera con su abrazo de tinieblas. Había muchas otras bestias peligrosas en el lugar aparte del mencionado jabalí, pero él confiaba en el hechobde que como eran dos shinobis podrían hacerles frente de manera más efectiva, aunque por ahora Kazuma desconocía el status de Tatsuya.
-Nunca había puesto un píe antes en estos terrenos, pero puedo asegurarte que sé como guiarme a través de sitios como este- Afirmó con confianza.-Deberíamos irnos con cuidado, por sí nos topamos al jabalí o algo peor.- Indicó mientras hacía un ademán con la mano invitando a Kazuma para que lo siguiese.
A Tatsuya se le podían ocurrir cientos de razones por las cuales la espada se llamaba así, quizás porque había escrito el destino final de muchos hombres o quizás llevase una maldición sobre su portador, la imaginación del muchacho podía inventar un sinnúmero de leyendas fantásticas para aquella arma; Quizás podría salir de duda si le preguntaba a su poseedor por ello y así quitarse la curiosidad, pero por ahora era mejor concentrarse a lo que vino, no sabía sí su madre empeoraría más, dudaba que mejorase de la nada. Ya tendría tiempo luego de interrogar a Kazuma sobre la katana cuando el asunto del jabalí estuviera resuelto, lo cierto era que no podía sacarse de la cabeza el momentó en que percibió el extraño brillo carmesí que emanaba de la misteriosa arma.
—Bien, compañero, cómo utilicemos el tiempo es vital así que tendremos que charlar y conocernos sobre la marcha —aseguro mientras observaba los alrededores, como si hablara con él y con el bosque al mismo tiempo—. Por ahora dime algo ¿tienes ideas de cómo se ven o donde están los hongos que buscas?
Kazuma no perdía el tiempo para nada, inmediatamente propuso empezar la búsqueda de los afamados hongos medicinales. La criada de la familia le había dicho que eran unas pequeñas setas de no más de dos centímetros de alto, de color rosado con leves manchas verde claro en el sombrero y pié color violeta, sí, muy muy llamativas pero no fáciles de encontrar; Tatsuya previamente había preguntado a los aldeanos por la localización de los hongos, y resulta que las caprichosas setas sólo crecen en las raíces de árboles centenarios en lugares donde nunca llega la luz del sol, sí, todas unas joyitas.
-Puedo decirte que en base se ven como un hongo normal pero tamaño miniatura, de color rosa y manchitas verdes- Mencionó mientras observaba los alrededores. -Sin embargo por lo que me dijeron los habitantes del pueblo sólo crecen sobre árboles de más de un siglo de vida y donde siempre esté oscuro.- Terminó de añadir.
Aquella tarea requeriría mucha paciencia, probablemente tendrían que internarse en lo más profundo del bosque y quién sabe cuanto tiempo tardarían, era poco probable de que lograsen encontrarlas antes de que el manto de la noche los cubriera con su abrazo de tinieblas. Había muchas otras bestias peligrosas en el lugar aparte del mencionado jabalí, pero él confiaba en el hechobde que como eran dos shinobis podrían hacerles frente de manera más efectiva, aunque por ahora Kazuma desconocía el status de Tatsuya.
-Nunca había puesto un píe antes en estos terrenos, pero puedo asegurarte que sé como guiarme a través de sitios como este- Afirmó con confianza.-Deberíamos irnos con cuidado, por sí nos topamos al jabalí o algo peor.- Indicó mientras hacía un ademán con la mano invitando a Kazuma para que lo siguiese.