18/03/2016, 04:28
El ave poso su mirada en Kazuma y aquellos ojos naranja oscuro le observaron de manera depredatoria. Era como si no supiera que había un chico agitando el cascabel de una serpiente muerta. Era como si creyera que se trataba de otro ofidio que se encontraba cruzando por su territorio.
«!Vamos, Takanashi!» —Sintió como si el ave planeara lanzarse ahora contra él.
Pero antes de que el peligro emplumado se cerniera sobre él, la cabeza del animal se desprendió parcialmente de su cuerpo. Aquella decapitación resultaba en extremo macabra, y no solo por la fuente de sangre en la que recién se había convertido su cuello, ni no que también porque aun con la cabeza colgando de una lánguida tira de carne el Búho jamás quitó sus ojos de él. Su cuerpo quedó de pie y observante hacia el peliblanco, como si jamás hubiera visto llegar el fin y no se diera cuenta de que había muerto.
«Que intenso…» —De pronto sentía como su habitual calma volvía a él.
Tatsuya se acercó a él con el fuuma shuriken en la mano y con una perturbadora cubierta de sangre en todo el cuerpo. Se le veía bastante agitado, aunque luego de lo sucedió era de esperarse. No todos los días eres atacado por un ave de presa gigante, pero cuando pasa es algo que te hace pensar en muchas cosas, cosas como: “¿Por qué rayos me pasan estas cosas? Ah, cierto que soy un ninja, a eso se debe”. Al menos esa era la manera de verlo de aquel de ojos grises.
—Kazuma-san... —Dijo con un tono de voz difícil de descifrar—. Perdóname, no tomé precauciones y me adentre sin fijarme por donde caminaba... Te debo mi vida —Continuó e inmediatamente se inclinó y mantenía esa postura de manera firme.
—Ok... Lo importante es que logramos apañarnosla —Para el aquéllas cosas sucedían todo el tiempo. Es más, si hubiera decidido adentrarse solo en el bosque aquello le hubiese sucedido a él y se hubiera repetido la historia animal de horas atrás—, además no necesitas ser tan solemne conmigo, jejeje —se permitió reír un poco para relajar el ambiente—. De todas formas, creo que deberíamos buscar un riachuelo para que laves tu ropa, pues el olor a sangre fresca podría atraer a otros depredadores.
El de Uzu tomó su arma y se encaminó hacia alguna parte. No estaba seguro de que se estuviese dirigiendo a un río, pero para cuando los carroñeros comenzarán a llegar cualquier lugar sería mejor que ese.
«!Vamos, Takanashi!» —Sintió como si el ave planeara lanzarse ahora contra él.
Pero antes de que el peligro emplumado se cerniera sobre él, la cabeza del animal se desprendió parcialmente de su cuerpo. Aquella decapitación resultaba en extremo macabra, y no solo por la fuente de sangre en la que recién se había convertido su cuello, ni no que también porque aun con la cabeza colgando de una lánguida tira de carne el Búho jamás quitó sus ojos de él. Su cuerpo quedó de pie y observante hacia el peliblanco, como si jamás hubiera visto llegar el fin y no se diera cuenta de que había muerto.
«Que intenso…» —De pronto sentía como su habitual calma volvía a él.
Tatsuya se acercó a él con el fuuma shuriken en la mano y con una perturbadora cubierta de sangre en todo el cuerpo. Se le veía bastante agitado, aunque luego de lo sucedió era de esperarse. No todos los días eres atacado por un ave de presa gigante, pero cuando pasa es algo que te hace pensar en muchas cosas, cosas como: “¿Por qué rayos me pasan estas cosas? Ah, cierto que soy un ninja, a eso se debe”. Al menos esa era la manera de verlo de aquel de ojos grises.
—Kazuma-san... —Dijo con un tono de voz difícil de descifrar—. Perdóname, no tomé precauciones y me adentre sin fijarme por donde caminaba... Te debo mi vida —Continuó e inmediatamente se inclinó y mantenía esa postura de manera firme.
—Ok... Lo importante es que logramos apañarnosla —Para el aquéllas cosas sucedían todo el tiempo. Es más, si hubiera decidido adentrarse solo en el bosque aquello le hubiese sucedido a él y se hubiera repetido la historia animal de horas atrás—, además no necesitas ser tan solemne conmigo, jejeje —se permitió reír un poco para relajar el ambiente—. De todas formas, creo que deberíamos buscar un riachuelo para que laves tu ropa, pues el olor a sangre fresca podría atraer a otros depredadores.
El de Uzu tomó su arma y se encaminó hacia alguna parte. No estaba seguro de que se estuviese dirigiendo a un río, pero para cuando los carroñeros comenzarán a llegar cualquier lugar sería mejor que ese.