18/03/2016, 22:01
(Última modificación: 28/03/2016, 14:13 por Uzumaki Eri.)
Lo mismo que la última vez, los mismos pasillos, la misma decoración. Sí, sin duda el hospital no había cambiado desde la semana pasada en la que estuvo sanándose de aquel brazo dolorido. Ahora tenía que guardar reposo por las descargas eléctricas y no mover mucho la cabeza, si no podría volverse más tonta de lo que era y por ahí íbamos mal. Suspiró por enésima vez mientras movía la nariz, visiblemente aburida por su escasa diversión en aquellas cuatro paredes blancas. ¡Ella era médica, por el amor de Kami-sama! ¿Para que cuernos de unicornios necesitaba estar en observación?
Que les den caca de vaca, ella se marchaba a dar una vuelta, ¿dónde quedaría la habitación de Juro para hacer carreras en sillas de ruedas? Una sonrisa maligna se apoderó de su rostro cuando aquella idea se posó en su mente cual cigüeña en un campanario, y, de puntillas, abandonó su habitación a la vista de que nadie la estaba custodiando.
"Já, esto ha sido fácil, estúpidos carascaca."
Aunque su trayecto fue corto, ya que el encargado de supervisar su tratamiento prácticamente inexistente la cogió por el cogote antes de que pudiera alejarse de su propio pasillo. La joven hizo un puchero lastimero, sin embargo el enfermero permaneció impasible mientras la observaba con sus pequeños ojos café, aburrido de la actitud de la finalista.
-Mizumi, es la última vez que te escapas, a la próxima te ataré a la camilla, ¿me has oído?
-Pero yo soy la fin...
-Como si es la emperatriz, te quedas en tu cuarto.
La peliazul agachó la cabeza, sin ánimo de discutir más, hasta que un nombre inundó su mirada. "Sasagani Yota"... ¡Estaba en su misma planta! Ay, ay... ¿Qué hacer? ¿Iba a verle o no?
-Enfermero-san, ¿puedo ver a un amigo? Porfiiiiiii... - pidió, juntando sus manos a la altura de su pecho y mientras guiñaba un ojo. Y con un suspiro cansado, la pequeña huérfana sonrió feliz para ir a golpear la puerta, importando poco que el hombre siguiese o no a su lado - se había ido -.
-Yotaniichaaaaaaaan, sal a jugaaaaar. - Canturreó a la puerta del pelirrojo.