23/03/2016, 21:22
A pesar de lo obvia y redundante que era la pregunta de Tatsuya, Kazuma la respondió con un tono frío, el joven Takanashi realmente hubiera preferido creer que ese destrozo no había sido producido por la bestia que estaban buscando. Pero ante la evidencia era innegable el hecho de que aquel jabalí sería todo un reto, pues pudo fácilmente acabar de un sólo envite uno de esos búhos gigantes que a Tatsuya y Kazuma les había costado derribar. El joven de Takigakure a su vez se sentía extrañado, no era normal que un animal fuera tan pero tan violento, había algo raro, algo que no cuadraba en su mente y eso le perturbaba. Desde un inicio la historia de los aldeanos parecía de ciencia ficción, pero ahora parecía una verdad irrefutable.
"Hay algo que no encaja..."
Entre tanto Kazuma se puso al frente por primera vez durante todo el recorrido, había un sendero de desastre dejado por el jabalí y el peliblanco creía que por ese camino llegarían al corazón del bosque, Tatsuya odiaba admitirlo pero tenía razón. Quizás era el miedo, era una sensación de peligro que le decía que se retirase, pero no podía hacerlo, por el bien de su madre no podía. Ya habían llegado demasiado lejos para retractarse en estos momentos, el ninja de Taki sacó valor de saber ni donde y se dispuso a seguir al Ishimura que a diferencia de él se le notaba más tranquilo mientras caminaban por la senda de ramas y hongos aplastados.
Caminaron por un buen rato, mientras más se adentraban más era la oscuridad que los rodeaba. En aquel lugar existía una carencia total de sonido, no había aves cantanto, tampoco aullidos ni gruñidos de animal alguno, quizás todos se mantenían lejos debido a la prescencia del gran jabalí. Entre tanto desorden Tatsuya respiró profundo para tranquilizarse, pues aquella calma que persistía en aquel lugar lo único que hacía era alterarlo. Lo único que rompió la tensión fue la voz de Kazuma.
—Hemos llegado. —Luego de un largo rato de silencio consiguieron llegar al centro de aquella región.
Un gran árbol, podía verse que con ese tamaño tendría varios siglos de existir, había varios caminos creados por el pasó feroz del jabalí que se dejaban ver, pero lo único en lo que pensaba ahora Tatsuya eran esos diminutos hongos de colores brillantes que se encontraban en aquel lugar. Después de tantos problemas al fin los tenía delante de sus ojos, las setas milagrosas que la criada le había dicho que podrían ayudar a su madre, la razón del viaje del joven ninja a ese hostil y tétrico lugar.
—Hay que darnos prisa… hemos entrado en la guarida de la bestia.
-De acuerdo- Respondió mientras se disponía a arrancar una hoja grande de una planta del lugar.
No había traído una bolsa adecuada para meter los hongos pero aquella gran hoja le serviría para envolverlos en paquete y poder trasnportarlos, no sabía a ciencia cierta que tantos hongos iba a necesitar pero llevaría la mayor cantidad posible sólo para asegurarse. Se dedicó a observarlos un poco mientras los recogía, sus colores chillones sumados a su tamaño que no era mayor al de la falange de uno de sus dedos les daba un aspecto un tanto tierno. Vaya capricho de la naturaleza que tal forma de vida creciese en el lugar más escabroso de todo el Bosque de los hongos. Cuando creyó que era suficiente se dispuso a envolverlos y amarrar con una liana el paquete.
"Espero que de verdad ayuden a que mi madre se sienta mejor"
Pronto un sonido pondría en alerta a los dos shinobis, un sonido de algo que se acercaba a gran velocidad, aquellas pisadas a gran velocidad hacían eco en todo el lugar volviendo casi imposible determinar la dirección de la que provenía, la única certeza es que era grande y se dirigía a la posición de ellos. Tatsuya se paró y se puso en guardia rápidamente, su única arma era su katana y nada más, su cuerpo estaba tenso preparándose para reaccionar ante un enemigo que pudiera aparecer, aunque claro sus enemigos no solían doblarle o triplicarle el tamaño.
-¡Kazuma-san!- Dijo para llamar la atención del Ishimura. -No logro saber por donde viene exactamente- Añadió con un tono de voz serio.
Tatsuya se encontraba parado sin cambiar su pose de guardia, el único movimiento que realizaba era el de sus ojos moviéndose de lado a lado examinando cada uno de los agujeros que conducían hacia el lugar, la mentada bestia podía salir por cualquiera de ellos y en cualquier momento. Era la hora de la verdad, aparentemente no podría evitar lastimar al animal como el planeaba en un inicio, era obvio que se trataba de un animal violento y que probablemente aniquilaría a cualquier intruso en su territorio.
"Hay algo que no encaja..."
Entre tanto Kazuma se puso al frente por primera vez durante todo el recorrido, había un sendero de desastre dejado por el jabalí y el peliblanco creía que por ese camino llegarían al corazón del bosque, Tatsuya odiaba admitirlo pero tenía razón. Quizás era el miedo, era una sensación de peligro que le decía que se retirase, pero no podía hacerlo, por el bien de su madre no podía. Ya habían llegado demasiado lejos para retractarse en estos momentos, el ninja de Taki sacó valor de saber ni donde y se dispuso a seguir al Ishimura que a diferencia de él se le notaba más tranquilo mientras caminaban por la senda de ramas y hongos aplastados.
Caminaron por un buen rato, mientras más se adentraban más era la oscuridad que los rodeaba. En aquel lugar existía una carencia total de sonido, no había aves cantanto, tampoco aullidos ni gruñidos de animal alguno, quizás todos se mantenían lejos debido a la prescencia del gran jabalí. Entre tanto desorden Tatsuya respiró profundo para tranquilizarse, pues aquella calma que persistía en aquel lugar lo único que hacía era alterarlo. Lo único que rompió la tensión fue la voz de Kazuma.
—Hemos llegado. —Luego de un largo rato de silencio consiguieron llegar al centro de aquella región.
Un gran árbol, podía verse que con ese tamaño tendría varios siglos de existir, había varios caminos creados por el pasó feroz del jabalí que se dejaban ver, pero lo único en lo que pensaba ahora Tatsuya eran esos diminutos hongos de colores brillantes que se encontraban en aquel lugar. Después de tantos problemas al fin los tenía delante de sus ojos, las setas milagrosas que la criada le había dicho que podrían ayudar a su madre, la razón del viaje del joven ninja a ese hostil y tétrico lugar.
—Hay que darnos prisa… hemos entrado en la guarida de la bestia.
-De acuerdo- Respondió mientras se disponía a arrancar una hoja grande de una planta del lugar.
No había traído una bolsa adecuada para meter los hongos pero aquella gran hoja le serviría para envolverlos en paquete y poder trasnportarlos, no sabía a ciencia cierta que tantos hongos iba a necesitar pero llevaría la mayor cantidad posible sólo para asegurarse. Se dedicó a observarlos un poco mientras los recogía, sus colores chillones sumados a su tamaño que no era mayor al de la falange de uno de sus dedos les daba un aspecto un tanto tierno. Vaya capricho de la naturaleza que tal forma de vida creciese en el lugar más escabroso de todo el Bosque de los hongos. Cuando creyó que era suficiente se dispuso a envolverlos y amarrar con una liana el paquete.
"Espero que de verdad ayuden a que mi madre se sienta mejor"
Pronto un sonido pondría en alerta a los dos shinobis, un sonido de algo que se acercaba a gran velocidad, aquellas pisadas a gran velocidad hacían eco en todo el lugar volviendo casi imposible determinar la dirección de la que provenía, la única certeza es que era grande y se dirigía a la posición de ellos. Tatsuya se paró y se puso en guardia rápidamente, su única arma era su katana y nada más, su cuerpo estaba tenso preparándose para reaccionar ante un enemigo que pudiera aparecer, aunque claro sus enemigos no solían doblarle o triplicarle el tamaño.
-¡Kazuma-san!- Dijo para llamar la atención del Ishimura. -No logro saber por donde viene exactamente- Añadió con un tono de voz serio.
Tatsuya se encontraba parado sin cambiar su pose de guardia, el único movimiento que realizaba era el de sus ojos moviéndose de lado a lado examinando cada uno de los agujeros que conducían hacia el lugar, la mentada bestia podía salir por cualquiera de ellos y en cualquier momento. Era la hora de la verdad, aparentemente no podría evitar lastimar al animal como el planeaba en un inicio, era obvio que se trataba de un animal violento y que probablemente aniquilaría a cualquier intruso en su territorio.