10/06/2022, 22:25
—Lamentablemente no ha servido de mucho. El jutsu nos lo comimos igual... —se lamentó Natsu, tras aceptar la ayuda de Suzaku para reincorporarse.
—¡Una ducha de vez en cuando tampoco está tan mal! —bromeó ella, tratando de quitarle importancia al asunto.
—Bueno, larguemonos de aquí
Aunque visiblemente magullados, y aunque les costaba moverse con celeridad, se pusieron en marcha a toda prisa. Para nada deseaban pasar un minuto más en aquel restaurante de mala muerte. No sólo la comida era abominable, ¡habían intentado agredirles al manifestar sus quejas! ¿Pero cómo podía aquel local estar abierto siquiera? Por el camino, Meme volvió
a utilizar sus curiosas habilidades con aquella masa metálica para darle forma de un bonito vestido corto y cuello alto y esponjoso con el que se envolvió. Cuando pasaron junto a la puerta, Natsu se volvió, entusiasmado:
—¡Vaya, al final le dí!
—Y lo suyo parece peor que una simple ducha —respondió ella, con una sonrisa torcida. Consiguieron llegar al fin a la calle, y sólo entonces Suzaku se permitió el lujo de apoyarse en las rodillas y respirar hondo—. Yo no sé vosotros... pero a mí se me ha quitado el hambre.
Y, además, se estaba haciendo tarde. Si se tardaba aún más, estaba segura de que su hermana comenzaría a preocuparse por ella. Y lo último que deseaba era que viniera a buscarla. ¡Parecería una niña pequeña!
—¡Una ducha de vez en cuando tampoco está tan mal! —bromeó ella, tratando de quitarle importancia al asunto.
—Bueno, larguemonos de aquí
Aunque visiblemente magullados, y aunque les costaba moverse con celeridad, se pusieron en marcha a toda prisa. Para nada deseaban pasar un minuto más en aquel restaurante de mala muerte. No sólo la comida era abominable, ¡habían intentado agredirles al manifestar sus quejas! ¿Pero cómo podía aquel local estar abierto siquiera? Por el camino, Meme volvió
a utilizar sus curiosas habilidades con aquella masa metálica para darle forma de un bonito vestido corto y cuello alto y esponjoso con el que se envolvió. Cuando pasaron junto a la puerta, Natsu se volvió, entusiasmado:
—¡Vaya, al final le dí!
—Y lo suyo parece peor que una simple ducha —respondió ella, con una sonrisa torcida. Consiguieron llegar al fin a la calle, y sólo entonces Suzaku se permitió el lujo de apoyarse en las rodillas y respirar hondo—. Yo no sé vosotros... pero a mí se me ha quitado el hambre.
Y, además, se estaba haciendo tarde. Si se tardaba aún más, estaba segura de que su hermana comenzaría a preocuparse por ella. Y lo último que deseaba era que viniera a buscarla. ¡Parecería una niña pequeña!