25/08/2018, 18:50
El afanado discurso de Datsue fue bruscamente interrumpido cuando la bala de agua impactó contra su espalda, arrojándole contra el suelo y obligándole a hincar la rodilla. El público enmudeció de repente, aunque Ayame escuchó algunas risillas provenientes del público de Amegakure. El Uchiha volvió a erguirse con todo su orgullo y, aunque tenía los labios ensangrentados por el golpe, todos pudieron ver aquella sonrisa zorruna.
¿Acaso tenía pensado que ocurriera así? ¿Había tanteado su paciencia a propósito?
—¡En un examen, sí! —replicó, de nuevo alzando la voz para hacerse oír. Y vaya que se le oyó—. ¡En el que se nos encomendaron dos cosas! ¡¡¡Solamente dos cosas!!! ¡¡¡Contenernos; y dar un buen espectáculo!!! ¡¡¡Pero mis gentes, oh, eso no va con mi oponente!!! —llamó de nuevo al público, y Ayame lanzó un renovado suspiro al aire—. ¡¡¡Si puede tomar ventaja atacando a traición, antes incluso del sagrado saludo previo, antes incluso de colocarnos en posición de combate, lo hará!!! ¡¡¡Porque a ella solo le importa su propio ego y ganar a toda costa!!! ¡¡¡Así es, damas y caballeros, os presento a...!!!
»¡¡¡AOTSUKI AYAME!!!
Un tenso silencio invadió el estadio. Ayame, sombría, no movió ni un solo dedo. Aunque sus ojos destilaban puro odio hacia los de Datsue. Si las miradas matasen, el Uchiha habría caído fulminado cinco veces en aquel mismo instante. Apretó los puños. Apretó las mandíbulas...
«Estás en un examen.» Se recordó, por enésima vez. «"Matar es sinónimo de suspenso", qué pena.» Se repitió, en un intento de que la broma inyectara algo de agridulce en el fuego de sus entrañas.
—No dejaré que me arrebates esto también, Uchiha —masculló entre dientes, aunque era más que probable que él no la escuchara, dada la distancia que les separaba.
Y aún con esas, esbozó una encantadora sonrisa, flexionó ligeramente una rodilla, estiró el brazo derecho hacia atrás con el sello del tigre aún formulado en su mano e inclinó el cuerpo en una elegante reverencia ante la presentación de su adversario.
—Tienes razón...
Y su cuerpo apareció de repente frente a Datsue. Inmediatamente apoyó la palma de su mano izquierda en el pecho de su contrincante y saltó hacia atrás. Esta vez era la serpiente la señal que emitían sus manos entrelazadas. El pecho de Datsue emitió un potente destello y entonces el sello explosivo detonaría con el estruendo de un potente petardo en un metro y medio a la redonda.
—¡Tienes razón! ¡Es mejor afrontar los desafíos de cara! —concluyó, jadeando ligeramente pero con una sonrisa triunfal en sus labios—. ¿Y qué mejor manera de hacerlo que sellar tus técnicas en otros para que cumplan sus infantiles venganzas en tu lugar, no? ¡¿No es esa tu especiliadad, Uchiha Datsue?!
¿Acaso tenía pensado que ocurriera así? ¿Había tanteado su paciencia a propósito?
—¡En un examen, sí! —replicó, de nuevo alzando la voz para hacerse oír. Y vaya que se le oyó—. ¡En el que se nos encomendaron dos cosas! ¡¡¡Solamente dos cosas!!! ¡¡¡Contenernos; y dar un buen espectáculo!!! ¡¡¡Pero mis gentes, oh, eso no va con mi oponente!!! —llamó de nuevo al público, y Ayame lanzó un renovado suspiro al aire—. ¡¡¡Si puede tomar ventaja atacando a traición, antes incluso del sagrado saludo previo, antes incluso de colocarnos en posición de combate, lo hará!!! ¡¡¡Porque a ella solo le importa su propio ego y ganar a toda costa!!! ¡¡¡Así es, damas y caballeros, os presento a...!!!
»¡¡¡AOTSUKI AYAME!!!
Un tenso silencio invadió el estadio. Ayame, sombría, no movió ni un solo dedo. Aunque sus ojos destilaban puro odio hacia los de Datsue. Si las miradas matasen, el Uchiha habría caído fulminado cinco veces en aquel mismo instante. Apretó los puños. Apretó las mandíbulas...
«Estás en un examen.» Se recordó, por enésima vez. «"Matar es sinónimo de suspenso", qué pena.» Se repitió, en un intento de que la broma inyectara algo de agridulce en el fuego de sus entrañas.
—No dejaré que me arrebates esto también, Uchiha —masculló entre dientes, aunque era más que probable que él no la escuchara, dada la distancia que les separaba.
Y aún con esas, esbozó una encantadora sonrisa, flexionó ligeramente una rodilla, estiró el brazo derecho hacia atrás con el sello del tigre aún formulado en su mano e inclinó el cuerpo en una elegante reverencia ante la presentación de su adversario.
—Tienes razón...
Y su cuerpo apareció de repente frente a Datsue. Inmediatamente apoyó la palma de su mano izquierda en el pecho de su contrincante y saltó hacia atrás. Esta vez era la serpiente la señal que emitían sus manos entrelazadas. El pecho de Datsue emitió un potente destello y entonces el sello explosivo detonaría con el estruendo de un potente petardo en un metro y medio a la redonda.
—¡Tienes razón! ¡Es mejor afrontar los desafíos de cara! —concluyó, jadeando ligeramente pero con una sonrisa triunfal en sus labios—. ¿Y qué mejor manera de hacerlo que sellar tus técnicas en otros para que cumplan sus infantiles venganzas en tu lugar, no? ¡¿No es esa tu especiliadad, Uchiha Datsue?!