27/10/2015, 20:31
El día había pasado y el atardecer se acercaba a las tierras de Amegakure. En su casa, en las afueras de la ciudad oculta, se encontraba el calvo tomando un té y viendo la lluvia caer tras la ventana. Era su descanso, su intervalo de entrenamientos. Ya había ido a la tienda en la ciudad y había vuelto para prepararse a hacer sus ejercicios nocturnos. Sin embargo, una idea se iluminó en su cabeza mientras estudiaba un mapa que se encontraba colgado a la pared, a la derecha del agujero vidriado.
«¿Qué tal si cambiamos esta lluvia por un poco más.... frío?» pensó Karamaru.
Le gustaba viajar y hacía tiempo que no lo hacía. Ya había ido al este en más de una ocasión pero jamás en su vida su camino se dirigió al norte, a las tierras heladas, donde la lluvia no era lo común. Si no la nieve. Por el relieve del mapa podía deducir que se encontraba una larga sucesión de montañas en el extremo del país, pero que unos cuantos kilómetros antes de llegar a ese terreno empinado había una ciudad.
Recordaba su viaje al País de la Tierra, en donde se enfrentó a la complicada altura y a su falta de oxígeno. Había que entrenarse en condiciones adversas y el frío era algo que no había probado. Al igual que con la arena, suponía que sería un buen ejercicio para sus piernas y cada vez más se sacaba las dudas de si viajar o entrenar. Había ido a comprar, así que las provisiones las tenía. Y ahí iba un motivo más que impedía el negarse al viaje.
Preparó todo en su mochila cuadrada y marrón, comida, bebida, ropa, bolsa de dormir, carpa y demás elementos que preparaba generalmente antes de cada viaje. Miró el mapa por una última vez antes de guardarlo y calculó a ojo que mas o menos tardaría tres o cuatro días antes de llegar.
Se acomodó un poco se vendaje en los brazos, revisó por una ultima vez de dejar todo en su lugar y ordenado, y se colocó su típica túnica negra que cubría todo su cuerpo. En la parte superior de este se encontraba una especie de tela que usaba para taparse sus orejas y su nariz, es decir, media cara. Nunca la usaba pero tal vez este viaje sería la excepción. Se guardó sus guantes blancos en el bolsillo de su grisáceo pantalón y mientras cerraba la puerta de su casa se puso en la cabeza su sombrero cónico de paja que se sostenía por una fina cuerda negra a su mentón.
Allá vamos...- se dijo a si mismo.
«¿Qué tal si cambiamos esta lluvia por un poco más.... frío?» pensó Karamaru.
Le gustaba viajar y hacía tiempo que no lo hacía. Ya había ido al este en más de una ocasión pero jamás en su vida su camino se dirigió al norte, a las tierras heladas, donde la lluvia no era lo común. Si no la nieve. Por el relieve del mapa podía deducir que se encontraba una larga sucesión de montañas en el extremo del país, pero que unos cuantos kilómetros antes de llegar a ese terreno empinado había una ciudad.
Recordaba su viaje al País de la Tierra, en donde se enfrentó a la complicada altura y a su falta de oxígeno. Había que entrenarse en condiciones adversas y el frío era algo que no había probado. Al igual que con la arena, suponía que sería un buen ejercicio para sus piernas y cada vez más se sacaba las dudas de si viajar o entrenar. Había ido a comprar, así que las provisiones las tenía. Y ahí iba un motivo más que impedía el negarse al viaje.
Preparó todo en su mochila cuadrada y marrón, comida, bebida, ropa, bolsa de dormir, carpa y demás elementos que preparaba generalmente antes de cada viaje. Miró el mapa por una última vez antes de guardarlo y calculó a ojo que mas o menos tardaría tres o cuatro días antes de llegar.
Se acomodó un poco se vendaje en los brazos, revisó por una ultima vez de dejar todo en su lugar y ordenado, y se colocó su típica túnica negra que cubría todo su cuerpo. En la parte superior de este se encontraba una especie de tela que usaba para taparse sus orejas y su nariz, es decir, media cara. Nunca la usaba pero tal vez este viaje sería la excepción. Se guardó sus guantes blancos en el bolsillo de su grisáceo pantalón y mientras cerraba la puerta de su casa se puso en la cabeza su sombrero cónico de paja que se sostenía por una fina cuerda negra a su mentón.
Allá vamos...- se dijo a si mismo.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘
-Maestro Yoda.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘