3/04/2018, 23:21
De modo que Ayame había pillado a Datsue follándose a una chavala en los Dojos, y el tío se lo había tomado tan a lo personal que había urdido toda una complicada estrategia para que cuando ellos dos se besaran una bola de fuego saliera disparada de su pecho y le achicharrara un poquito, y de paso originase potencialmente una preciosa discusión de pareja.
Si uno se ponía a pensar, resultaba realmente estúpido. Si uno repasaba su Cuaderno de Notas sobre Datsue y se dedicaba a unir puntos con líneas, resultaba realmente... probable.
Kori les lanzó una advertencia, y les prohibió tomar contacto cercano con el susodicho, así como enfrentarse a él. Daruu le sostuvo un instante la mirada, pero consciente de que sus ojos gritaban pues yo pienso ir y romperle la nariz, la apartó en un momento y en su lugar la dirigió hacia el suelo apretando los dientes y los puños.
El trío se retiró bajo el comando del jounin, dispuestos a dormir tranquilamente, ignorando el hecho de que las llamas liberadas por el sello del Uchiha habían tiznado de un negro muy feo el papel de la pared y quemado parte de la alfombra. Daruu echó un vistazo a los desperfectos, perfectamente asociables a la puerta de su habitación, antes de encogerse de hombros, entrar adentro y cerrar la puerta tras de sí.
Tras aguantar una bronca enorme de Kaniseba —durante la cual Kori se dedicó a repetir una y otra vez que ninguno de ellos sabía utilizar el fuego y a demostrar sus habilidades congelando las macetas del pasillo, cosa que tampoco es que agradara mucho al dueño del edificio—, los muchachos partieron de Coladragón y volvieron a tener la travesía de vuelta a lomos de sus transportes aéreos, cansados pero contentos de haber sobrevivido a tantas tribulaciones.
Su primera misión de rango C había sido todo un éxito y la recompensa estuvo bien, bien merecida. Pero sin duda, aquél libro tendría un estudio exhaustivo. Kori fue el único que supo, o quizás lo decidiese la propia Yui en privado, a dónde fue a parar la mayor y última obra de Shiruuba.
¿Quién sabe si todavía sigue escondida entre alguna de sus páginas?
Si uno se ponía a pensar, resultaba realmente estúpido. Si uno repasaba su Cuaderno de Notas sobre Datsue y se dedicaba a unir puntos con líneas, resultaba realmente... probable.
Kori les lanzó una advertencia, y les prohibió tomar contacto cercano con el susodicho, así como enfrentarse a él. Daruu le sostuvo un instante la mirada, pero consciente de que sus ojos gritaban pues yo pienso ir y romperle la nariz, la apartó en un momento y en su lugar la dirigió hacia el suelo apretando los dientes y los puños.
El trío se retiró bajo el comando del jounin, dispuestos a dormir tranquilamente, ignorando el hecho de que las llamas liberadas por el sello del Uchiha habían tiznado de un negro muy feo el papel de la pared y quemado parte de la alfombra. Daruu echó un vistazo a los desperfectos, perfectamente asociables a la puerta de su habitación, antes de encogerse de hombros, entrar adentro y cerrar la puerta tras de sí.
· · ·
Tras aguantar una bronca enorme de Kaniseba —durante la cual Kori se dedicó a repetir una y otra vez que ninguno de ellos sabía utilizar el fuego y a demostrar sus habilidades congelando las macetas del pasillo, cosa que tampoco es que agradara mucho al dueño del edificio—, los muchachos partieron de Coladragón y volvieron a tener la travesía de vuelta a lomos de sus transportes aéreos, cansados pero contentos de haber sobrevivido a tantas tribulaciones.
Su primera misión de rango C había sido todo un éxito y la recompensa estuvo bien, bien merecida. Pero sin duda, aquél libro tendría un estudio exhaustivo. Kori fue el único que supo, o quizás lo decidiese la propia Yui en privado, a dónde fue a parar la mayor y última obra de Shiruuba.
¿Quién sabe si todavía sigue escondida entre alguna de sus páginas?