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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
Llovía. Como siempre, como de costumbre.

Llovía, como nunca dejaría de hacerlo allá en Amegakure.

Un grupo aguardaba frente al edificio de la Arashikage la llegada del tercer integrante que compondría la inauguración oficial del equipo Tormenta. Kurozuchi, escoltado por Myu y Zōzei; listos y preparados para partir hacia una nueva aventura juntos, esperaban ansiosos la aparición de...

Roga. King Roga.

El miembro más nuevo, y la última pieza, fundamental si cabe decir; para aquél grupo.


Llevaré esta misión en calidad de Narrador, usando uno de mis huecos de rol. Evidentemente, no podré cobrarla al tener Las Náyades en curso así que sólo me llevaría la experiencia.
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#2
Había llovido demasiado desde la última vez que se vieron, demasiado. Pero era irrelevante en aquel momento. Y sin embargo el Yotsuki no parecía tener un cambio significativo en su aspecto. Seguía con el mismo brazo flaco, corriendo igual de lento. Quizás estaba un poquito más robusto pero no podrías diferenciar si era por el entrenamiento o si sólo subió de peso. Pero sí que tuvo un cambio, aunque no se notase tan fácilmente. Incluso podrías percibir un aura mucho más confianzuda, cuando creías que no era posible que su ego se desbordara aún más. Pero eso era una característica muy especial en Rōga, el ser una cajita de sorpresas.

"Ya era hora" En realidad era él quién tenía ganas de exigir explicaciones. Dado que no había recibido una llamada en mucho tiempo, se dio el lujo de pasear un poco por el exterior. Estaba agradecido de volver al trabajo después de tanto tiempo, aunque tampoco podrías decir que él estaba fuera de forma. "Siempre recuerda mantener el estilo, lobo." Sonreía al andar.

No tendrían que esperar mucho para su llegada, le gustaba ser alguien puntual cuando tenía que cumplir con un encargo. Eso sí, llegaría caminando con paso rítmico, como si desfilara mientras iba silbando suavemente en el camino. Sus gafas por sobre sus ojos, su chaqueta negra. Además de algo para el viaje, pues se trataba de una misión en el exterior. No le importaba mucho la lluvia, a nadie de Ame debería importarle.

Long time no see~ Saludaría aunque la mitad de los presentes seguramente no iban a entenderle. —¿Nos vamos? Me gustaría escuchar todos los detalles en el camino— Sonrió arrogante.

Le habían llamado de nuevo, para otra misión de Rango C. "Alguien allá arriba en los mandos me tiene mucha consideración." Agradecía por lo menos no tener que hacer trabajos de limpieza.


Actualmente tenía empezada Esta misión.Pero dado que sólo llevo un mensaje en la misma y que por ende no ha avanzado, decido pasar a cobrar esta, dejando la otra sin recompensa luego.

EDIT 27/01/2020: Como se indica en el post #8, ya no cobro recompensa de esta misión.
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#3
Kurozuchi, aquél hombre de ostentosos tatuajes cubriéndole todo el cuerpo, de cabello negro recogido en una cola que ataba con un pincel especial; fue el primero aventurarse a caminar.

—Myu-chan, dale el pergamino para que lo vaya leyendo.

Para irnos familiarizando nuevamente con esta extraña familia, Myu era una de las integrantes del equipo Tormenta. Una muchacha menuda de probablemente unos catorce años, alta y esbelta. Con la piel de un intenso color canela. Su rasgo más característico era su cabello rosa chillón que solía llevar amarrado en dos coletas en cada lado de su cabeza. De cuándo en cuándo cambiaba de peinado, pero el habitual era ese junto con su haori magenta anudado a la cintura con un cinturón negro, que hacía juego con unos pantalones cortos de lana y unas botas lo suficientemente largas como para encajar en las rodillas, con suela de tacón. Siempre vestía de forma estrambótica, y no podía faltar nunca el par de aretes con forma de rayo adornándole las orejas.

—Toma, engreído-kun. Seguro que te pondrá muy contento. Porque Roga, tendremos la oportunidad de visitar nuestro antiguo hogar.



Rango C: Catatumbo de Unraikyo


Solicitante: Tengoku Hibana
Lugar: Valle de Unraikyo, Kaminari no Kuni
Objetivo: Hibana no Kishō es un reconocido meteorólogo de ōnindo cuyas tesis e investigaciones referentes a la ciencia del clima le han llevado a la cúspide entre sus congéneres de estudio y carrera. Nuevos desafíos le conducen ahora hasta Kaminari no Kuni, en donde necesitará de la compañía de un puñado de shinobis para sumergirse en las inexploradas tierras de Unraikyo, lugar en el que hace vida un desconocido e imponente fenómeno natural que aún aguarda por ser desvelado.

El punto de encuentro será en la Villa de las aguas termales, en tres días, en su residencia. Se adjuntan direcciones específicas para dar con el solicitante.
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#4
Una vez emprendida la marcha, el de cabellos tricolor recibió el escrito y empezó a echarle un ojo mientras ignoraba las típicas puyas que la otra Yotsuki solía tirarte.

—Para ti será una visita, para mí es un regreso— Canturreó alegre.

En su corta experiencia de genin, conocía mucho mundo. Su espíritu aventurero le llevó a muchos lugares del planeta, al punto que podía alegar haber pisado cada país del continente. Aquel anhelo de libertad difícilmente ibas a arrebatárselo.

—He visto Unraikyo antes. ¡Incluso medí fuerzas contra una kunoichi en mitad del valle!— se adelantó en el andar a la pelirrosada para verla mientras hablaba. —Era alta, ¡y debiste ver las piernas que tenía!— No pensó en que se pudiesen malinterpretar sus palabras. —Se hacía llamar La Princesa Conejo y luchamos entre las rocas y el agua. Aunque empatamos, debo decir que no me gustaria recibir una patada de su parte. Me duele solo de imaginármelo.

Pese a que pareciese un relato romantizado por sus recuerdos, para él aquel encuentro estaba grabado con cariño en su memoria. Aunque omitía las partes vergonzosas.

Ya más centrado en la misión, se percató que era una operación científica y la peligrosidad seguramente recaería en lo dificultoso que es el acceso al terreno.

—Oeh. ¿Estás caminando dormido? Que no te he escuchado decir ni pio— Dirigió su hablar al de cabellos azules.

Era curioso, pues su propio padre era una clase de científico aunque con distinto enfoque. Esperaba ver que clase de investigación les deparaba, pero antes tendría que escucharlo de boca del cliente cuando llegasen a la otrora Yugakure.
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#5
Myu, la estrambótica kunoichi de cabellos magenta, se mostró inadvertida ante las incontables historias de Roga respecto al Valle de Unraikyo. De más está decir que se le vio ligeramente enfadada, no tanto por el hecho de que Roga conociera el lugar per se, sino por esa mujercita de otro mundo que tanto había impresionado al Yotsuki.

Oh, Myu no era para nada alta. Tampoco tenía las piernas de un conejo, ni tampoco podía catalogarse como una princesa ni mucho menos. Pero estaba segurísima de que a esa le podía patear el culo sin necesidad de despeinarse las coletas.

Y... ¿cuándo es la boda? —bromeó, tras una risilla molesta.

Ahora es turno de hablar de Zōzei, el segundo integrante. Y, desde luego, el que más contento estaba con que el equipo fuera catalogado como Tormenta ya que él, bueno... ya lo averiguaréis.

Zōzei era un muchacho alto, de quince años aproximadamente. Tenía buen físico, de piel paliducha y sus cabellos de color azul eléctrico estaban compuestos por largos mechones que caían frondosos sobre su espalda, aunque los laterales del cráneo los tenía rapados con degradados que emulaban ser sendos cometas, o una estrella fugaz, depende de quién lo viera. Los ojos los tenía de un pesado color púrpura, y ahí, bajo sus párpados, vestía profundas ojeras. Tenía cara de no dormir bien. Ah, y las cejas. Joder, esas cejas. Curvadas, como el ala de un jodido murciélago.

Llevaba un haori rasgado de tonalidades púrpura como vestimenta, y más allá de su portaobjetos y su mochila, no parecía ser de los que usaba armas, como Myu.

—Sí. Creo que tus historias me harían dormir como un bebé. Quizás, cuando tenga inconvenientes para conciliar el sueño, puedas echarme un par de cuentos, ¿qué dices?
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#6
Generalmente, existe un pequeño problema cuando tratas de hablar con Rōga, y ese es que normalmente ibas a toparte con una pared de ego que protegía su de por sí dura cabezota. Es ahí, que cuando tus palabras se enfrentaban a esta muralla de arrogancia, faltaban algo más que flechas de acidez o rocas de sabiduría para tumbarla abajo. Además, de que iba a regresarte cañonazos de presunción que llevados al límite podían volver al joven Yotsuki en un verdadero dolor de cabeza.

"¿Así que quieres jugar eh?" Iba a pagarle con la misma moneda, aunque cómo era de esperar, volviéndose él mismo el centro de la atención.

—Ay por favor, ¿celosa?— Contestó con risa sórdida al ver el sarcástico comentario de la pelirrosada luego de verla ligeramente enfadada. —No tienes que pelear por mi cariño darling, hay Lobo para todas~ Carcajeó. —Quizás si dejaras de usar ese tinte tan chinto y te lo dejaras natural podrías lucir como una niña que pudiese gustarme— Se cruzó de brazos.

Luego con su otro compañero, tenía el problema de que era un insípido dormilón con una cabezota igual a la suya. A él no iba a rebatirle, sino que era mejor seguirle la corriente para sacárselo de encima.

—Media vez no tenga que llevarte a tu cuna y darte biberón como a uno, con todo gusto— Sonrió con su blanca dentadura y negó con la cabeza.

Aquel equipo era algo de lo más extraño, no sólo sus compañeros, sino incluso su propio sensei tenía algo de extravagante. Tanto así, que si ponías a Rōga en medio de los demás él era el más normal, por irónico que parezca. "Ah. Pero lobo es quién tiene más estilo." Pese al poco tiempo de conocerse, por alguna razón parecían congeniar de una manera un tanto bizarra. Aún cuando el de cabellos tricolor fuese un alma rebelde que de vez en cuando se descarriaba en sus aventuras.

El asunto por ver ahora era: ¿Cómo iban a sobrellevar esta misión? Él mismo daba por sentado que iba a dar lo mejor de sí, además que era alguien que cooperaba por naturaleza. Sin embargo, era la primera vez que realmente iban a salir a terreno a poner en práctica el trabajo de equipo. "Además que pasaremos por la Villa de las Aguas Termales. ¡Malaya un bañito!." Si, las formas de perder el tiempo también rondaban en su cabeza. Quizás el simple hecho de convivir entre los tres iba a ser el verdadero reto de esta enmienda.
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#7

Rōga y yo retomamos este tema pausado. Sigo teniéndolo con hueco de rol, y como no tengo ya ninguna misión activa, paso a cobrar en caso de que resulte exitosa.

Por otro lado, Rōga y yo hemos llegado a la conclusión de que no habría problema de reprogramar el tema en el tiempo para que suceda en le estación actual y así no quede en su cronología un tema inusualmente viejo.

Y así pues, el equipo Tormenta se embaucó en un largo viaje —excepto para Zōzei, que habrá dormido al menos la mitad del mismo—. donde habrían de cruzar todo Arashi no Kuni a través de sus solemnes tempestades. Atravesaron El túnel a pié, hicieron una parada en Yachi y los cuatro adquirieron sendos pases para usar el ferrocarril y así reducir considerablemente el tiempo que les tomaría llegar hasta su ansiado destino.

El transcurso resultó ser bastante agradable, a pesar de los incómodos camarotes para la clase media, y ese constante sonido que generaban las bridas del enorme vehículo metálico chocando con los rieles. El primer tramo de la travesía duraría aproximadamente unas ocho horas, hicieron una parada en Tane-Shigai para reponer comida, baterías y utensilios, y continuaron con un viaje nocturno de otras catorce horas más hasta parar en la estación de tren de la Villa de las Aguas Termales. Yūgakure les recibió con un espléndido amanecer, donde los rayos del sol parecían revitalizar incluso al más pesimista. A pesar de ser invierno no hacía frío, aunque tampoco un calor abrumador, y y las vastas llanuras que rodeaban las formaciones naturales rocosas sobre las cuales se construían los famosos baños termales se mostraban indómitas y salvajes, listas para ser exploradas hasta sus rincones más desconocidos. Claro que, antes de sumergirse en la historia del místico País del Rayo, era obligatorio hacer una parada en las Aguas Termales.

El equipo Tormenta, no obstante, no estaba ahí para pasar unas lindas vacaciones. Eran ninjas, tenían una misión que cumplir y un solicitante al cuál encontrar.
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#8

Retomo esta misión pausada, pero como ya tengo otra en curso dejaría de cobrar la recompensa monetaria correspondiente a esta. He editado el spoiler anterior también para evitar confusiones.

El viaje en tren era una experiencia totalmente nueva para él. Pese a que su padre le habló y enseñó sobre muchos aspectos técnicos que envolvían los trenes, la experiencia de montarse sobre uno era realmente distinta. No faltaron los momentos en los que el genin cometía la leve imprudencia de asomar su cara por la venta, aunque a regañadientes sabía que debía mantenerse sentado. "Definitivamente se viaja mucho más rápido y cómodo en este chunche de fierro gigante." Sin duda la caminata a pie hubiese sido demasiado tediosa.

—Huh— El genin parpadeó varias veces al ver lo temprano que habían llegado a la Villa de las Aguas termales. —Es la primera vez que vengo aquí y no voy a poder dar un paseo— Ciertamente, cada vez que él ponía el pretexto de ir de vacaciones a algún sitio, terminaba en los lugares más raros y en situaciones aún más extrañas. "¿Cómo demonios es que nunca se me ocurrió venir a este sitio?" Se cruzó de brazos, pensativo.

—¿Vamos a ir a la casa del cliente de una vez? Es bastante temprano— Enarcó una ceja buscando con la mirada a sus compañeros. —Además no sé si Zōzei está despierto o sonámbulo— tiraría la puya por fastidiar.

A esas alturas de la vida, era increíble que aún pensase en procrastinar.

—El pergamino decía que debíamos reunirnos con él en tres días, ¿no hemos llegado un poco antes? El ferrocarril nos ahorró bastante tiempo.
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#9
—El tiempo apremia entonces, Lobo. Así podremos prepararnos mejor para la misión junto con el solicitante.

—Y yo podré dormir un poco más antes de tener que ensuciarnos las manos.

—Uhúm. Vamos.

. . .

Transitar toda Yūgakure resultó un paseo satisfactorio para la vista. La dicotomía respecto a Amegakure ya resultaba de por sí agradable, porque una vez que te acostumbras a estar rodeado de metal, luces de neón y húmedos chubascos las veinticuatro horas del día, un poquito de sol, calor y la naturaleza por sí misma ya era de por sí un plus. Las cataratas que hacían de sustento para las distintas formaciones rocosas naturales sobre las cuales yacían construidas numerosas edificaciones de aspecto feudal tronaban con los fuertes caudales de agua que provenían de lo más alto de sus montañas, mezclándose a cada tanto con algunos grupos de música local que amenizaban los lobbies de locales de comida y entretenimiento. Pasado los caminos del ocio para los turistas, Yūgakure también disponía de sendas zonas residenciales donde los locales hacían sus vidas. Muchas se asemejaban a las grandes granjas que habían visto los chicos de camino hasta la Villa sobre los vastos campos sobre los cuales transitaban los rieles del tren.

La residencia de Tengoku Hibana era, curiosamente, bastante más humilde que el resto de casas circundantes en los barrios altos de las Termales. Ellos aún no eran conscientes de este detalle, desde luego, pero aquella casona había resultado suya de una compra fugaz por su urgencia de tener un hospedaje permanente en algún lugar habitable que estuviese a unas cuántas horas de su destino de investigación. Sumido, por tanto, en el fenómeno natural que bien creía él significaría la cúspide de su carrera investigativa como aclamado meteorólogo de Ōnindo, no podía estar lejos de Unraikyo.

Los shinobi de Amegakure abandonaron los caminos principales y transitaron una vereda de adoquines perfilada con un hermoso jardín de claveles, dalias y tulipanes. También muchos árboles y vegetación. Sobre un columpio, una muchachita muy joven disfrutaba de su tiempo libre, y desde la puerta que daba acceso al hogar, una mujer de aspecto severo custodiaba de lejos a su hija. La matriarca arrugó el entrecejo y aseveró su mirada ladina sobre aquellos súbitos visitantes. La primera impresión de cualquier persona respecto al equipo Tormenta resultaba ser siempre, y justificadamente; de desconfianza. No todos los días un grupo tan colorido y estrambótico como aquél, con hombres de oscuros tatuajes, cabellos fucsias y de aspecto austero llegaba a tu casa.

—¿En qué puedo ayudarles, señores?

—Buenos días, señora. Lamento importunarla tan temprano y a destiempo, pero hemos venido a contactar con Hibana-dono. Se nos ha especificado que ésta es su residencia. Mi nombre es Kurozuchi, líder del equipo, y ellos son Zōzei, Myū y Roga.
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#10
El paisaje de la Villa de las Aguas termales terminó por encantar al joven Yotsuki. "Reitero lo dicho. ¿PORQUÉ NO VINE ANTES?" Luego de la misión, esperaba al menos luego de la misión pudiesen pasar un rato a las termas y darse un buen baño caliente. Por el momento, se entretuvieron y se dirigieron a la residencia del cliente donde fueron recibidos con una miara suspicaz. "Y no puedo culparla." Más que shinobi parecían un grupo de maleantes del rincón más bajo del Distrito Comercial, pero pese a las apariencias se podría decir que eran unos buenos tipos.

Su sensei fue el primero en dar las presentaciones, aunque el genin dudaba de que fuese suficiente. Así pues, quiso hablar en señal de buena voluntad.

—El señor Tengoku solicitó un grupo de shinobi para servirle de escolta y apoyo durante su expedición. Nosotros somos el grupo delegado para colaborar con su investigación. Le agradeceríamos si nos pudiera ayudar a contactar con él— remató con su clásica sonrisa de comercial de dentífrico.

Pese a su aspecto, el Yotsuki sabía hablar con propiedad. "Cuando me haga de fama mundial tendré que dar entrevistas a la prensa y debo practicar desde ya." Fantaseaba para sí mismo.
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#11
Ah, la expedición. ¿Había contratado shinobis? ¿No le había asegurado que iba a ser un viaje tranquilo, sin peligros y contratiempos? ¿para qué necesitaba ninjas, entonces? Bufó, indudablemente molesta. Y pensar que cuando conoció a su esposo, pensaba que su profesión era un trabajo seguro para alguien que quiere formar una familia. ¡Ahora mírense! ¡contratando a asesinos profesionales! ¡!

—Bien, si sois tan amables de acompañarme... —miró a la niña—. ¡te quiero en la ducha en diez minutos muchachita, no lo vuelvo a repetir!

La mujer les guió hasta el interior de su hogar y les ofreció asiento en una colorida y adornada casa de estar. A pesar de ser acogedora, tenía muchos vestigios de que los Tengoku eran una familia de clase alta. Sofás de cuero, grandes floreros de cerámicos artesanales, cuadros de ilustres estudiosos de la ciencia. Una gran biblioteca esotérica en la que Myū prefirió perderse, en vez de sentarse con el resto.

Acompañado de una sirvienta que trajo consigo una bandeja con limonadas para los visitantes, un hombre que aparentaba unos cuarenta años aproximadamente hizo acto de aparición. No era muy alto, pero sí delgado; y por lo visto tenía una buena forma física a pesar de los vestigios de su adultez. Vestía como esos antaños catedráticos con ropajes de colores insulsos, así que la moda no era su fuerte. Tenía lentes, que ocultaban una mirada de sabionda tenacidad. Cabello negro ligeramente atenuado de canas y que acentuaban las arrugas nacientes de las pocas horas sueño que tenía al día. Para Hibana el tiempo era un elemento apremiante y una herramienta imprescindible en la vida de un estudioso. Zōzei no pensaría lo mismo, desde luego.

Hibana no Kishō se detuvo ante los presentes con aspecto taciturno y una sonrisa de obligatoria cortesía.

—Bienvenidos, shinobi; a mi humilde morada. Llegáis con bastante premura, cabe decir. ¿Puedo saber a que se debe la antelación de vuestra presencia?

—No contábamos con la velocidad del nuevo tren, Hibana-san. Esperamos no importunarlo.

—Oh, sí, el tren. Grandiosa hazaña ferroviaria, ¿no creéis?. Tuve el placer de conocer personalmente a un buen puñado de los arquitectos que trabajaron arduamente en la creación de esa enorme bestia de hierro. ¡Una ciencia magnífica, la energía hidroeléctrica aplicada a la teoría del movimiento!

—Se dice que somos pioneros en ello, nosotros, los de Amegakure.

Hibana sonrió.

—Así es. ¡Bien, ya lo sabéis, pero me presento! ¡Mi nombre es Tengoku Hibana, afamado meteorólogo de la Corte científica de ōnindo! ésta es mi señora esposa, Yuma.

—Tagayasu Kurozuchi, Ruzutori Myū, Kosen Zōzei y King Rōga. A vuestro servicio.

Kiiing... curioso apellido, muchacho. Si mi mente no me falla, se trata de un anglicismo de un idioma ancestral y olvidado en los cánones del tiempo.
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#12
"Not again!" Ya dentro de la estancia el propio Kurozuchi se tomó la molestia de presentarlos uno a uno por nombre y apellido. "Así no puedo hacer mi pose de presentación." Ciertamente a veces tenía las ideas algo revueltas, pues para él era malo el no poder soltar alguna de sus dramáticas poses. Sin embargo, el cliente de pronto hizo hincapié en el apellido del Yotsuki e hizo que le brillaran los ojos aún por debajo de sus lentes oscuros.

"Wait. ¿ha dicho King? OH AMENOKAMI MÍO, ¿FINALMENTE ALGUIEN LO PRONUNCIA BIEN?" Descontando a Akame que lo llamaba por su propio nombre, casi todos aquellos con los que Rōga se había topado tenían la mala costumbre de llamarlo "Kingu". Algo que le chirriaba en los oídos, por lo que era casi un milagro que finalmente alguien pudiese pronunciarlo de la manera correcta. "ESTE TIPO YA ME CAE BIEN." Por fuera no se notaba, pero por dentro lo invadía la alegría.

—En efecto. Mi familia conserva el apellido desde los tiempos de la antigua Kumogakure, además que seguimos practicando el idioma en general— De pronto, ladeó la cabeza y observó de reojo a Myu. Ella también era una Yotsuki, aunque la última vez le echó en cara que aquello era algo demasiado vintage para ella. —Mi padre también se dedica a la ciencia, aunque quizá por la diferencia entre sus campos de investigación no lo conozca— Soltó aquello más que nada por ser social, mientras se levantaba las gafas y dejaba ver sus ojos a la vista. —Estamos aquí para brindarle asistencia en lo que necesite— Pese a que Kurozuchi ya los había puesto al servicio del otro, el Yotsuki trataba de empatizar para que la relación con el cliente fuese lo más llevadera posible.
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#13
«Curioso» El hombre sacó una pequeña libreta y un bolígrafo. Anotó algo y la cerró de un sopetón, para volverla a introducir en el bolsillo interno de su saco castaño.

—Congratulo a su padre, pues, por seguir los vastos caminos de la erudición —dijo. Luego alzó la cabeza y miró a cada uno de los presentes como quien está a punto de soltar un sermón—. y lo que necesito, joven Rōga y compañía... es de vuestra protección. De todos aquellos peligros que oculta el inmenso casco histórico que supone ser el Valle de Unraikyo. Para llegar hasta donde he de completar mi investigación, hay que transitar largos caminos inundados de obstáculos. Sepan que nadie ha sido capaz de introducirse en lo más profundo del Valle y ha vuelto para contarlo.

»Nuestra hazaña no sólo será llegar hasta allí, sino traer con nosotros la verdad tras el fenómeno del Catatumbo de Unraikyo.


Myū vio a Zōzei, y éste a Rōga. ¿Qué mierda era el catatánnosequé?
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#14
"Catawhat?" El genin hizo un gran esfuerzo por no mostrarse demasiado sorprendido, aunque ciertamente no pudo evitar alzar la ceja cuando le devolvió la mirada a sus compañeros que estaban visiblemente igual de confundidos que él. "¿Por qué me miran a mí como si yo supiera de qué está hablando? Sea la madre." Al final, la única manera de salir de la ignorancia era preguntando. "Y creo que va a ser Lobo el que tenga que hacerlo." Se dijo a sí mismo.

—Con las dificultades del terreno, supongo que nos tocará ayudarlo a transitarlo—. Aunque sin conocer la geografía del sitio, no podía asegurar cuál sería la dificultad en ello. Sin embargo, aquello de que nadie había vuelto con vida antes le daba un plus bastante intrigante. —Sin embargo, ¿en qué consiste eso del cata...tumbo que menciona? Dependiendo de lo que sepa podría complicarnos las cosas un poco o no—. Quizá aquello era el verdadero peligro. —Sé que justamente su investigación consiste en averiguar que es, pero he de imaginar que ya tiene algún precedente— Trató de ser lo más claro posible.
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#15
—Oh, desde luego. He hecho algunos progresos —alegó, con orgullo—. llevo estudiando el fenómeno hará hace ocho meses y hecho grandes progresos con la teoría. Entrevistando lugareños, conociendo más a fondo la leyenda detrás del rayo que nunca duerme.

—¿El rayo que nunca duerme?! ¡JAJAJA! y yo soy el rayo que siempre duerme. Ya saben. Raiton, dormilón... ¿lo han pillado? ¿no, nadie?

Kurozuchi le lanzó una mirada carnívora, como la de las serpientes tatuadas en su cuerpo, que le obligó a callar ipso facto. Myū reía en el fondo, aún perdida en la biblioteca.

—¿De qué trata el fenómeno, Kisho-san?

—Todas las noches, en lo más profundo del valle, tras una formación rocosa específica; ocurre un fenómeno natural desconocido. El argot común lleva hablando durante siglos sobre ésto, pero como ya os he mencionado antes, la naturaleza ha custodiado este sitio de manera tal que el acceso es muy limitado. Aún así, el cielo nocturno se ilumina cada noche entre Viento Gris y Caída del Pétalo con una hermosa secuencia de poderosos relámpagos curiosamente silentes, que a la distancia, parecen caer todos y cada uno de ellos en un único punto del lago que encierra una enorme concentración de nubes verticales.

»Los creyentes catalogan el lugar como La Forja de Raijin. Le rezan a las centellas como si éstas provinieran de un Dios omnipresente. Aunque lo considero, por supuesto una euforia colectiva similar a la de vuestros compatriotas con la lluvia, y Amenokami.
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