Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
15/07/2021, 22:30 (Última modificación: 16/07/2021, 09:46 por Tsukiyama Daigo. Editado 2 veces en total.)
No cobro esta misión
Había pasado exactamente un día desde su última misión, una que aunque fue bien sobre el papel, realmente lo dejó hecho polvo emocionalmente, así que decidió que necesitaba una misión que lo ayudase a pensar.
Era de mañana, el momento del día en el que el joven Toshio acostumbraba hacer las cosas importantes, pero al contrario que el día anterior, esta vez sí que iba equipado para cualquier cosa que le echasen.
Estaría mal que dijese que quería acción, pues eso significaba que habían problemas, pero la verdad es que aquel día prácticamente sentía que lo necesitaba.
Al llegar al edificio, Toshio abrió la puerta y saludó como usualmente lo hacía antes de acercarse a solicitar una misión.
Haru caminaba con las manos metidas en los bolsillos de sus pantalones, ocultos bajo su túnica. No estaba cómodo ante el hecho de pedir su primera misión. Toda la motivación de ser un ninja se le escapaba por entre los dedos a cada paso que daba hasta el Edificio de la Morikage. «Debería haber sido carpintero, o algo menos social.» A pesar de sus pensamientos, Haru continuaba hacia su destino, callando a su voz interior como buenamente podía y con una calma que ya conocía y que, a veces, le sobraba.
Desde donde vivía hasta allí no es que hubiera un gran trecho, la verdad, sin embargo, no fue hasta que vio una cabellera rojiza que levantó la cabeza, dándose cuenta de que ya había llegado al lugar en cuestión.
Al menos no iba a ser el primero en ser atendido. Es más, así tenía una oportunidad para aprender a como pedir una misión en condiciones y no meter la pata. Con aquello en mente, corrió antes de que aquella persona cerrase la puerta.
«¿Y si no es un shinobi? ¿Tendré que hacerlo yo?»
El desconocido saludó, él hizo lo propio, y le siguió hasta la recepción respetando la distancia de seguridad.
15/07/2021, 23:26 (Última modificación: 17/07/2021, 10:16 por Kaminari Chika. Editado 1 vez en total.)
No cobro esta misión
Haru y Toshio se dirigían sin miedo al edificio de la Morikage a por una misión que les diese ese valioso dinero con el que se rige el sistema actual.
Sin embargo, ahora hablaremos de Neba. Neba es un joven de 34 años que recién se ha graduado como Chunnin. Orgulloso y pletorico ha aceptado su primera misión, ayudar en el edificio de la Morikage durante una mañana. Eran ocho horas de glorioso y digno trabajo para un chunnin con la capacidad militar de un niño.
Principalmente, porque detestaba la violencia. Dejaba el honorable campo de batalla al resto, él subió por la rama administrativa, pues era diligente y activo. Por eso, cuando le dieron una misión urgente y le mandaron a encontrar un par de genins libres no perdió un segundo en salir por la puerta.
Pero la puerta se abrió de golpe y un genin más cercano a su edad de lo que se esperaba en un genin le cortó el paso. Neba no era un hombre dubitativo.
— Hey. — saludó a Toshio y se asomó por encima de su hombro poniendose de puntillas. — Hey. — saludó a Haru, viendole detrás del pelirrojo. — ¿Venís a por una misión? Ésta es urgente.
Y, literalmente, agarró la mano de Toshio y le puso el pergamino en ella y se la cerró alrededor del mismo. Acto seguido, se giró y le cerró la puerta en la cara.
— ¡Misión urgente entregada!
(C) Emboscada anunciada
Publicada en: Kusagakure no Sato Solicitante: Senju Shizu Lugar: Bosque de los Hongos
Como coordinador de los pueblos del suroeste del Bosque de los Hongos he conseguido reunir diversos materiales para las reparaciones que han donado para ayudar con las reparaciones de Kusagakure. El único problema es llevar ese cargamento a la estación de Tane-Shigai. Una pequeña banda de bandidos han visto la magnitud del cargamento y se les ha hecho la boca agua.
Necesitaremos a un par de genins para amedrentarlos, no deberían suponer una amenaza, seguramente ni ataquen. Todos sus asaltos hasta ahora han sido sin heridos ni muertos. Actualmente, el cargamento está oculto en un pueblo aleatorio para evitar peligros innecesarios pero en cuanto se ponga en movimiento será imposible ocultarlo.
Adjunta un mapa de la zona con un pueblo señalado con varias flechas y un circulo y hay escrito un "Este" y un "Aquí"
—Hola —saludó justo después del pelirrojo, mientras el, por lo que parecía; encargado, le daba un pergamino al chico de delante y le cerraba la puerta en las narices.
Aquello que acababa de pasar era, cuanto menos, surrealista.
No le dio mucho tiempo para contestar, y aunque se hubiera negado, ambos genin parecían haberse envuelto en una misión que ahora les tocaría cumplir.
—Entonces... ¿viniste por una misión?
Haru apartó la vista de la puerta por donde se había ido aquel chūnin y la puso sobre su acompañante. Se fijó en su cabello, en sus ojos del color de la sangre y en su piel ligeramente bronceada.
También que era mayor que él, seguramente.
—Sí, así que parece que hemos tenido suerte —respondió, recordando que él también había venido por una misión, o eso había dicho antes—. Mi nombre es Akiyama Haru, es un placer.
Hizo una pequeña reverencia con la cabeza, recordando que era aquello lo que le había enseñado a hacer su abuela en esas situaciones.
—Supongo que hemos tenido suerte, sí. —Dijo el herrero mientras revisaba un costado del pergamino, sin abrirlo todavía—. Nos ha tocado una C.
El otro chico, un jovencito de ojos ámbar y cabellos de color miel, hizo una pequeña reverencia y se presentó como Akiyama Haru.
—Kurogane Toshio. —Dijo, simplemente tendiéndole la mano de forma amigable.
Luego de las presentaciones, el Kurogane abrió el pergamino, colocándose al lado de su nuevo compañero para que pudiese leerlo también.
—Proteger un cargamento hasta llegar a la estación ¿eh? —Dijo Toshio, mientras lo leía—. No debería ser muy complicado. ¿Has peleado alguna vez con bandidos?
Siempre había pensado que su primera misión sería una de rango D, o algo sencillo: limpiar el baño, dar de comer animales, o arreglar tejados. Tampoco se quejaba por algo mayor, pero no sabía del todo si iba a dar la talla.
Las presentaciones fueron bien, y Haru conoció a Toshio, estrechándole la mano a modo de saludo. Luego él se colocó a su lado y abrió el pergamino.
Los ojos del joven viajaron por el papel, leyendo las palabras escritas e intentando memorizar su contenido para no andar sacando y guardando el pergamino.
—No, pero siempre hay una primera vez para todo —dijo, queriendo ser positivo—. ¿Y tú?
Antes de seguir parados frente a la puerta del Edificio de la Morikage y teniendo en cuenta que aquella misión había sido catalogada como urgente, Haru le invitó, con un movimiento de mano, a comenzar el viaje hasta el lugar indicado en el pergamino.
—Más veces de las que querría. —Dijo, riéndose despreocupado—. Es tu día de suerte, entonces. Tu primera misión rango C es conmigo.
Empezó a andar junto a Haru cuando se lo indicó, pero justo entonces él también se acordó de algo importante.
—Oye, tío, que el viaje durará un par de días ¿eh? —Dijo—. ¿Quedamos en la salida en un rato? Sería buena idea coger provisiones.
Si Haru aceptaba, los chicos se separarían durante un rato. En el caso de Toshio no le tomaría demasiado tiempo, pues ya llevaba todas sus armas encima. Solo le hizo falta coger una bolsa y llenarla de cosas al azar que encontró, como usualmente lo hacía, antes de ir a esperar a su compañero en las puertas de la aldea.
Haru sonrió, más tranquilo al escuchar las palabras de su nuevo compañero de misión. Él era sincero: no tenía ni idea de nada más allá de lo aprendido en los Dojos. Por eso agradecía tener un compañero.
Aunque...
—Perdona, me dejé llevar por la emoción —soltó, llevándose una mano a la nuca, riéndose por lo ocurrido de forma despreocupada.
Aunque por dentro se sentía un poco estúpido.
Así que ambos tomaron caminos distintos para prepararse. Haru llegó a casa y tomó todo lo necesario en su vieja bolsa, la cual era heredada de su abuela, a quien dejó una nota avisándola de lo que iba a hacer mientras se movía por las habitaciones buscando provisiones, herramientas o lo que pudiera aprovechar.En una casa con más bien poca cosa, era normal que se intentara rascar por donde no había.
Una vez preparado, el joven Akiyama se dispuso a marchar hacia la entrada de la aldea.
No tuvieron ningún problema en navegar su propia villa, admirar el hermoso día de invierno que hacía. A pesar del frio y de las infinitas reparaciones que se estaban llevando a cabo, el Sol se alzaba y las gente de la villa despertaban deseosas de disfrutar de un día más en paz, después de una guerra tan costosa para todos.
Toshio y Haru se encontraron en la puerta y, sin más dilación, emprendieron la marcha. Pasaron un primer día de viaje intenso, caminando hasta que no pudieron más y acampando cuando lo vieron necesario. No es que no hubiese civilización en el bosque, pero los pueblos nunca estaban donde los ninjas necesitaban parar. Así pues, acamparon entre la espesa vegetación del Bosque de los Hongos.
Teniendo ambos serios problemas para dormir, no fue raro que ambos se despertasen en plena madrugada y sus miradas se cruzasen. Sus hermosos rostros, sudorosos por las pesadillas, brillaban bajo la luz de la luna, que se colaba ligeramente por encima de los arboles.
Pronto se darían cuenta de que no eran sus sueños los que les habían despertado, sino el alarido desgarrador que recorrió el aire un segundo más tarde.
¡GRAWRH!
Sonaba lejano y aún así, retumbaban todos los hongos de su alrededor con cada grito. Por el sonido, Haru (Percepción 40) podría localizar en que dirección estaba la criatura emisora y que se encontraba a más de dos cientos metros, para Toshio (Percepción 20) toda la información que le daba ese gruñido era que a su izquierda había algo malo y grande. A simple vista, con la falta de luz, era casi imposible distinguir nada, por ahora.
Durante un día entero, los genin andaron en dirección a su objetivo, deteniéndose solo cuando era necesario. Durante el camino, Toshio se mantuvo hablando de cosas de más o menos importancia, pero nada que valiese la pena mencionar en estos momentos.
Al caer la noche, llegó la hora de acampar en medio del bosque, pues todavía les quedaba otro día de viaje antes de llegar a su objetivo.
El chico durmió durante unas buenas dos o tres horas, durante las que un viejo conocido suyo, el gebijū que mató a sus padres y casi se lo carga también a él y a Yuki volvió para visitarlo, matando esta vez a Haru, antes de girarse a por él.
Entonces se despertó, gritando. Solo había sido un sueño. Una pesadilla. Todo estaba bien. Todo estaba...
Aunque el invierno se cernía sobre ellos, no parecía que hubiera ningún problema en su viaje, o al menos, durante lo que este estaba durando hasta el momento. Ambos jóvenes caminaban sin cesar, compartiendo de vez en cuando alguna conversación poco trivial para mantenerse serenos en el viaje, pero poco más.
Encontraron un lugar para dormir en el Bosque de los Hongos y pronto ambos se vieron durmiendo, en sus propias pesadillas. Ajeno a lo que le ocurría a su compañero, él se vio de nuevo en aquella habitación oscura, calmado, en su rincón habitual. Toshio parecía estar a su lado, pues solo podía reconocer su voz.
La luz se encendió y él ahogó un chillido. Uno de sus captores abrió la boca para hablar y...
¡GRAWRH!
Haru se levantó junto a Toshio, de golpe y tomando una bocanada de aire para recuperarse, sin embargo, sabía que aquello había sido real.
—No lo sé, pero no deberíamos seguir durmiendo aquí —Haru se levantó y miró hacia la dirección desde donde provenía el grito—. Vino de allí, por lo que tenemos varias opciones: continuar con nuestro viaje y reportar esto a la villa o... —hizo una pausa, para serenarse antes de decir lo siguiente—. Acercarnos a ello y descubrir de qué se trata.
16/07/2021, 10:29 (Última modificación: 16/07/2021, 10:29 por Kaminari Chika.)
Mientras los dos ninjas decidían su linea de acción, los ruidos aumentaron. Lo que antes había sido un rugido aleatorio sin más, ahora cogió unos coros de estruendos de arboles. Como si hubiese una bestia deforestando activamente aquel frondoso bosque.
Sin embargo, Haru podría decir que la bestia no estaba acercandose ni alejandose, pero aumentaba su ira con cada ruido que les llegaba.
¡¡¡¡GIAAAAAAAAAAAAWWWWWWWWHHHHHHH!!!!
Los estruendos aumentaron y podrían distinguir que eran de madera crujiendo. Había un árbol a punto de ceder en mitad del bosque. Si se alejaban y nadie lo oía, ¿haría ruido?
—N-no creo que debamos acercarnos. —Dijo el chico, claramente inseguro—. Probablementesetratedeunlobonohacefaltaquemiremos.
Lo dijo todo de corrido e incluso antes de terminar de hablar -que, por cierto, fue muy poco tiempo-, Toshio ya había empezado a recoger sus cosas para marcharse.
¡¡¡¡GIAAAAAAAAAAAAWWWWWWWWHHHHHHH!!!!
Un nuevo rugido lo paralizó literalmente en el sitio durante unos segundos, antes de apresurarse incluso más, temblando como un flan.
—Vámonosvámonosvámonosvámonos... —Decía, aunque parecía estar tan asustado que ni siquiera podía acabar de recoger sus cosas fácilmente.
A Toshio no pareció gustarle nada su segunda opción, y él, por dentro, lo agradeció. Bueno, por dentro y por fuera, ya que aunque no lo pareciera mucho, Haru también estaba atemorizado.
Justo cuando comenzó a recoger junto a él, aquello volvió a gritar, esta vez de forma más agresiva. Junto a aquel grito se escuchaba de forma coral numerosos árboles siendo destrozados.
Haru tragó saliva.
—Vámonosvámonosvámonosvámonos...
Haru asintió varias veces antes de agarrar su mochila como si su vida dependiera de ello y acercarse a ayudar a Toshio a guardar lo suyo. Su corazón le palpitaba en los oídos y sus ojos viajaban de las cosas del pelirrojo hacia el lugar por donde venían los estruendos.
—¡Vámonos! —exclamó—. Quizá encontremos a alguien más cualificado para esto por el camino, o en algún pueblo, pero nosotros debemos salir de aquí.
Una vez tuviera empaquetado todo, le tomaría del brazo para asegurarse de que comienza a huir junto a él y no se quede atrás.