Haru detuvo a la ardilla mutante con su brazo, el cual era el objetivo de la bestia desde el principio. El ardillon clavó sus dientes sin piedad en la carne del ninja, recibiendo estoicamente el bolazo de piedra reforzada de Toshio.

Haru aprovechó que tenía al Gebijuu bien agarrado, clavado incluso, para asestarle una casi mortal penetración, llevándose él alguna que otra herida por las púas. Sin embargo, el ardillon parecía más aferrado a la vida, y a su brazo, que nunca.

Agarró el brazo con sus patas delanteras y profundizó aún más el mordisco, atravesando más carne que antes.

Estaba en su último aliento, pero se llevaría un buen aperitivo al infierno.

Incluso después del ataque suicida de Haru, que ignoró el ataque de la bestia para acertar el suyo propio, el ardillón simplemente se negaba a morir.

«¡Joder, no muere!»

Toshio corrió hacia ellos con la vaina de su kodachi en la mano. Ahora que el animal estaba en las últimas y apenas suponía un peligro real, quizás podría...

—¡Muere!

Pedírselo amablemente.

Una vez los alcanzó, el herrero levantó su arma improvisada y golpeó con el torso del ardillón (8 PV).

—¡Muere!

Una vez (8 PV).

—¡Muere!

Y otra vez (8 PV).

—¡Muere!

Y otra (8 PV).

Haru dejó el kunai incrustado en la ardilla, el dolor le había hecho intentar zafarse del mordisco del animal antes de que pudiera perder el brazo, por eso sujetaba la cabeza del bicho para no dejarle profundizar el agarre. Toshio aprovechó que la ardilla estaba ocupado con Haru para atacar.

Y atacar.

Y atacar.

Y atacar...

—¡Muere! —exclamó, aún sujetándole la mandíbula.

Pretendía que el gebijū no se escapase para por fin acabar con él.

—¡Muere!

—¡Muere!

Mientras Toshio se acercaba, vaina en mano, Haru y la ardilla mutante se aseguraron de no separarse el uno del otro. Tras la primera contusión, el resto golpearon con mucha más facilidad, mientras el Gebijuu se deshacia en ceniza.

Finalmente, sin fuerza, soltó el brazo de Haru con un suave gemido.

— iihhh...

Al menos consiguió su propósito, irse al infierno habiendo desayunado. El Gebijuu se deshizo en ceniza, esa ceniza en polvo y ese polvo desaparecio en el aire. Ahora, los dos ninjas estaban solos en el bosque y el silencio pesaba como nunca sobre sus orejas.

Justo antes de que su último golpe acabase golpeando a Haru en lugar de al gebijuu, que se había deshecho, Toshio se detuvo, jadeando.

Miró a su compañero durante un segundo. Realmente no se podía creer que siguieran vivos, pero sin embargo ahí estaban.

—¿E-estás bien? —Incluso ahora, que estaban a salvo, no podía dejar de temblar.

Para su grata sorpresa, la ardilla se deshizo en cenizas, soltando su brazo de una vez por todas. Haru dejó escapar el aliento una vez no hubo ni una mota de polvo en su brazo, y, con aquel aire, el dolor en su brazo.

—No lo sé... —gruñó después, rajándose parte de su túnica para poder limpiarse y cubrir la herida con algo para que dejase de sangrar—. ¿Sabes algo de primeros auxilios...?

Quizá él tendría más idea, aunque por su aspecto y sus nervios, no sabría muy bien determinar la respuesta.

—Sí, sí, yo me encargo. —Respondió, apresurado y preocupado mientras se arrodillaba al lado de Haru.

Empezó a mirar a su alrededor, buscando un botiquín de primeros auxilios. No lo tenían, así que cogió su bolsa y tomó una botella de agua.

—Te limpiaré un poco la herida.

Dicho y hecho, el kusajin no esperó una confirmación antes de ponerse a limpiarle la herida y tapársela con la túnica, además de utilizar algo de ropa que tenía en la mochila para terminar de aplicarle primeros auxilios.

Habían sido rudimentarios, sí, pero era lo que tenían.

—Yo... montaré la primera guardia, que pareces estar peor que yo.

—Muchas gracias Toshio, quizá me he pasado poniendo mi brazo como escudo... —Pensándolo en frío, podría haber perdido su brazo ahí mismo. Por suerte, el kusajin ya le estaba dando primeros auxilios.

Esperaba que con eso pudiera salvar su brazo.

—Yo... montaré la primera guardia, que pareces estar peor que yo.

—Está bien, pero si escuchas algo extraño o necesitas cualquier cosa, avísame, por favor.

A pesar de aquello, Haru se quedó cerca de Toshio por si precisaba su ayuda, poniendo su brazo en una posición que no le doliera demasiado —aunque la herida era bastante importante—, e intentó descansar lo que se le permitiera.

Durante el trascurso de lo que quedaba de noche no hubo ningún altercado demasiado importante. Los dos ninjas podrían dormir tanto como se pudiesen permitir y a la mañana siguiente podrían seguir con su viaje. El segundo día de viaje sería mucho más tranquilo, es decir, libre de extrañas explosiones carmesíes de chakra y animales mutantes. El brazo de Haru le dolía, vaya si le dolía, pero con el tratamiento adecuado que le había dado Toshio y sin moverlo demasiado, aguantaría el viaje. Si llegaban a tener que combatir, tendría que tener especial cuidado con recibir más daños.

Al final del segundo día, llegaron a un pequeño pueblo. Ambos podrían cerciorarse repetidamente de que el mapa señalaba ese pueblo, porque así era.

Y era un pueblo. La infraestructura estaba ahí. Había casas de madera, vallas de madera donde debían de haber habido animales, incluso un pequeño lago donde parecía que habían hecho algún cultivo. Pero todo estaba completametne abandonado. No es que todos los edificios estuviesen corroidos por el tiempo y la humedad, sino que estaban destrozados manualmente. Parecía que alguien se había dedicado a tirar abajo todas las paredes de todos los edificios.

Había una docena de casas 'normales' y después un enorme almacén. Se sabía que era un almacén porque era un edificio grande y alargado con solo una enorme puerta doble delante y ni una sola ventana. Todas las paredes de ese edificio estaban perfectamente pulidas e intactas, a diferencia del resto, y sus puertas estaban firmemente cerradas. También había un par de casas que aún se mantenían en pie.

No había nadie a la vista, ni se oía nada raro, de momento.

La noche fue completamente horrible de principio a fin, incluso aunque realmente no volvió a suceder nada desde el ataque del gebijuu, pero después de lo que sucedió... no podía dejar de temblar. Tenía miedo.

Ese miedo no se le quitó ni siquiera al día siguiente, ni durante todo el resto del viaje. Un gebijuu podía aparecer en cualquier momento y en cualquier lugar, como les había sucedido la noche anterior, o como hacía un año.

«Ahora que lo pienso... fue durante estas fechas».

Continuaron andando durante un día entero hasta llegar al pueblo, donde había... nada. Bueno, nada aparte de casas abandonadas y destrozadas. Parecía que habían llegado tarde.

Toshio miró a su alrededor y luego a su compañero. Realmente le preocupaba lo que estaba sucediendo, o mejor dicho lo que había sucedido, pero este era el momento de intentar relajarse y ser profesional.

—¿Crees que la gente se haya resguardado en el almacén? —Dijo, todavía mirando a su alrededor, en la búsqueda de bandidos—. Deberíamos acercarnos a mirar.

A pesar de los altercados recientes, esa noche pudieron descansar un poco. Haru se levantó adolorido, por eso evitó hacer movimientos bruscos con su mano herida para evitar más sustos, sin embargo; Toshio no parecía tan bien.

Haru no quiso volver al tema por si a él le hacía sentir peor, pero se mantuvo alerta por si tenían que volver a la carga.

Por suerte y tras el viaje, encontraron el lugar donde tenían que llegar, aunque... Todo estaba hecho un desastre: las casas estaban destrozadas y no había rastro de vida por ninguna parte, a excepción de un sitio, el almacén perfectamente cuidado.

—Quizá deberíamos acercarnos, pero con mucho cuidado, puede que allí se esconda el cargamento, pero también pueden haberlo asaltado, por lo que lo mejor es estar alerta.

Tras decir aquello, echó una nueva ojeada a su alrededor: casas, establos, cualquier cosa donde se pudiera esconder alguien; antes de dirigirse al almacén.

Los genin fueron acercandose lentamente al almacen mientras vigilaban con cuidado el resto de escombros. No locarizaron más que pequeños animalejos por el suelo y algún que otro pajaro sobrevolandoles. Lo que sí oyeron al acercarse al edificio fueron algunos pasos nerviosos y el rechinar de una hoja afilada contra madera.

— ¡E-Eh! ¡Quietos ahí, bandidos! ¡No sabeis quien soy yo, eh! Ni yo quienes sois vosotros, sí, ¡pero no os pienso abrir, truhanes! No importa lo que digais. — oyeron desde el otro lado de la enorme puerta doble cerrada.

Le temblaba tanto la voz como el arma que sujetaba, que por el ruido parecía que le estaba dando a todas las paredes al mismo tiempo. Sonaba como un hombre de edad incierta, no era un niño ni un adolescente, era una voz grave, pero su temblor hacía complicado estimar unos años concretos.

Toshio miró a su compañero durante un segundo. Al parecer, con todos los problemas de bandidos que tenían los aldeanos, acabaron desconfiando de todo el que pasase.

Dio un paso al frente y alzó la voz.

—¡Somos los ninja de Kusagakure que Senju Shizu contrató! —Anunció—. ¡Mi nombre es Kurogane Toshio y mi compañero es Akiyama Haru. Ahora estáis a salvo!

Al hombre le temblaba la voz cuando habló. Tenía miedo y Toshio solo podía desear ser suficiente para calmarlo.

Cuando se acercaron, pronto una voz junto a un sonido metálico que ambos ya conocían resonaron al otro lado de la puerta, completamente cerrada. Al principio, Haru se puso alerta, algo más asustado por lo vivido noches atrás. Fue Toshio quien habló primero aquella vez.

—Efectivamente, estamos aquí para ayudar, tenemos nuestras placas a la vista y si quieren podemos alejarnos un poco.

Eso fue lo que diría Haru tras las palabras de su compañero.

—¡Somos los ninja de Kusagakure que Senju Shizu contrató! ¡Mi nombre es Kurogane Toshio y mi compañero es Akiyama Haru. Ahora estáis a salvo!

—Efectivamente, estamos aquí para ayudar, tenemos nuestras placas a la vista y si quieren podemos alejarnos un poco.

— ¡Eso es justo lo que dirían unos bandidos! ¡¿Os creeis muy listos?! ¡Pues yo lo soy más! No me convencereis con bandanas falsas ni el nombre de nuestro jefe, que no soy idiota. Además, ¿Toshio y Haru? En mis tiempos cuando inventabas un nombre falso te lo trabajabas un poco. ¡Volved al Bosque, novatos!

Hablaba mucho más rápido de lo que haría una persona confiada, parecía compensar sus ganas de llorar y gritar con palabras valientes. Claro que sin la valentía para darles peso.

— Bueno, os daré una oportunidad. Si me decis algo que solo pudieran saber unos ninjas de Kusagakure, os perdonaré, digo, os dejaré pasar. — y pareció quedarse bien orgulloso de su elaborado plan.