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Abrí los ojos otra vez para ver un nuevo amanecer. Sería la frase perfecta para despertarme si no viviera en Amegakure, donde la diferencia entre la noche y el día apenas era perceptible debido a las intensas lluvias que nunca cesaban y por consecuencia, a las nubes que siempre cubrían nuestro cielo.
Aun así, eso no evitaba que cada mañana sonara el despertador que tenía programado. Me gustaba la organización, la planificación. No es que fuera un maniático del orden, pero no me gustaba perder el tiempo, pues era algo imposible de recuperar. Claro que, a veces las cosas no salían como uno las tenía planeabas y aquello era de lo más normal en la vida de un shinobi.
De cualquier modo, tocaba desayunar, entrenar, ducharse y luego el capítulo de los Ame Ranger. Aquello eran las dos primeras horas y media de mí día a día. La segunda parte era la más importante, porque un buen capítulo de los Ame Ranger siempre era importante. Y los Ame Ranger no tenían capítulos malos. Tal vez alguno peor que otro, pero no malos.
Me estaba vistiendo cuando lo vi. Sobre la mesilla de mi mesa había un pequeño papel, no más grande que el rectángulo que sea podía formar con el dedo gordo de índice de ambas manos. El papel decía lo siguiente:
La solución se encuentra donde tu vista no alcanza. Para resolverlo, esto no podrás leerlo.
Buena suerte.
El que había puesto ese papel ahí sabía cosas sobre mí. Tal vez habían sido mi madre o mi padre, incluso podía sospechar de mi pequeña hermana. Pero un algún interruptor muy dentro de mí se encendió. No podía pensar más allá de aquel pequeño acertijo. Un impulso muy fuerte me instaba a resolverlo, por encima de todas las cosas que ya tenía planeadas, incluso por encima del capítulo de los Ame Ranger.
Pero la respuesta, con la que di unos minutos más tarde, solo consiguió captar más mi interés. Terminé de vestirme y salí de casa.
En otro lugar de Amegakura, otra persona que estaba por levantarse, recibiría la misma nota, con exactamente el mismo tamaño y texto. Sin embargo, ¿Seria esa persona capaz de dar con la respuesta?
Nivel: 9
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La alarma sonó a las 6:30Am como todos los dias, la kunoichi se lavantó y caminó hasta la ventana para abrirla y dejar entrar...¿La luz del sol? - Supongo que debe estar alli arriba de alguna nube- se dijo refregándose los ojos y bostezando, aquella mañana la chica estaba sola en casa, sus padres y hermanos estaban ocupados en sus quehaceres fuera de casa, algunos fuera del país incluso.
Camino medio tambaleandose por el sueño hacia el baño, para darse la higiene matutina, cerro la puerta del mismo e inicio el proceso. Se vistio con su atuendo que, aunque ya estaban en los primeros meses de primavera, los últimos fríos aun se sentían por esa razon aun contaba con algo de abrigo con un hoodie de color morado con capucha.
Justo cuando estaba por volver a su habitación vio que en la puerta había pegada un papel que decía los siguiente:
La solución se encuentra donde tu vista no alcanza. Para resolverlo, esto no podrás leerlo.
Buena suerte.
- ¿El que?- se le escapó en voz alta, por suerte estaba sola en casa....o eso pensaba - Vale! ya esta la broma- dijo yendo a la habitación de sus hermanos del medio, los gemelos, abrió la puerta de súbito y se encontró que ellos no estaban.
Lo leyó una y otra vez y se dio cuenta de que se trataba de un acertijo o algo así - Estos dos no se como llegaron a chuunin, no les da como para hacer acertijos- pensó en voz alta acerca de sus hermanos del medio, su hermano mayor y sus padres estaban muy ocupados como para estos juegos.
Estaba decidida a resolver ese misterioso acertijo, pero no le venia la respuesta a su mente - Donde mi vista no alcanza...¿sera el horizonte? dentro de Amegakure no puede verse por los edificios ¿Tendre que ir a las puertas de salida?- se dijo la chica pensando en voz alta y salio de su hogar cerrando la puerta con llave
Hablo - Pienso - Telepatía
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Inteligencia=35, dificultad 5,3d10:
Resultados: 2,5,2. 1 Exito
Tal vez no fue gracias a su inteligencia, tal vez ese día estaba bendita por el dios de la lluvia. Tal vez, fue solo casualidad. Desde luego, no fue gracias a su ingenio como descubrió el secreto de aquel papel.
La muchacha estaba tan embelesada con el acertijo, o tal vez tan acostumbrada a la lluvia, que salió de su casa sin coger el paraguas. Y fue, la primera gota de agua que cayó sobre el pedazo de papel, la que le revelo el secreto del acertijo.
El papel mojado hizo que la cara trasera del papel se transparéntese, y la joven muchacha pudiera ver que, al otro lado, también había tinta. Si le daba rápido la vuelta a la hoja, antes de que el papel terminara por deshacerse, encontraría el siguiente mensaje:
Bien hecho,
Tu siguiente destino es la academia, no pierdas el tiempo.
Si se paraba a pensarlo, su vista no alcanzaba el otro lado del papel y si le daba la vuelta, dejaba de poder ver el acertijo. Tal vez tenía que continuar. Tal vez debía demostrarle a quien fuera que le había dejado aquel mensaje, que no solo tenía suerte, si no que tenía cierta habilidad.
No había prisa. Era un juego de inteligencia. Mejor dicho, yo era la pieza de ajedrez del tablero de alguien, alguien que me movía de casilla en casilla a través de lo que a primera vista parecía un juego de acertijos. Si me conocía para saber que iba a llamar mi atención con eso, también debería conocerme para saber, que si el juego se volvía sencillo, me daría media vuelta.
En realidad no, era incapaz de resistirme a cualquier tipo de acertijo o puzle, por sencillo de resolver que fuese. Pero mi yo interior lo sabía. Necesitaba algo que me estrujase el cerebro, algo que me obligara a sacar lo mejor que había en mí. ¿Estaría de verdad ese algo en la academia? ¿Quién era el que estaba jugando conmigo?
Para saber la respuesta, me planté frente a la puerta de la academia.
Nivel: 9
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Contenía aquel pequeño trozo de papel en su mano mientras que con la otra cerraba la puerta con llave, tal era su curiosidad por saber de que se trataba aquello que salió de su hogar sin paraguas o capa impermeable. Tan rápido como pudo quitó la llave y tomó la capa que estaba en el perchero cercano a la puerta, una vez puesta la capa y cerrada la puerta, notó que la nota se estaba humedeciendo, pero cuando la vio sus ojos se abrieron como platos
Bien hecho,
Tu siguiente destino es la academia, no pierdas el tiempo.
El reverso del papel tenía un segundo mensaje oculto, el acertijo ya estaba resuelto, pero no por la astucia de la kunoichi, quizá fuera El Dios de la lluvia dándole una mano o lo más factible: simple suerte.
Se puso a pensar mientras iniciaba y dirigía su caminar en dirección a la academia de Amegakure. «Ahora lo entiendo, la solución estaba donde no daba la vista en el reverso y por tanto no podría leer el acertijo...despierta Reika» se dijo la kunoichi a sí misma. Alguien estaba jugando un juego, esperaba que nadie estuviese en peligro, la curiosidad la podía y aceleró el paso y sin saber que en otro punto de la urbe otro ninja también jugaba el mismo juego «¿Será que alguien me esta poniendo a prueba?¿Habrá más personas involucradas en esto?» eran preguntas que rondaban en la cabeza de la chica.
Hablo - Pienso - Telepatía
Nivel: 17
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El torreón de la academia. Uno de los edificios más impresionantes de Amegakure. Solo superado en tamaño por el edificio del Arashikage. La academia era el lugar donde se entrenaba a los más jóvenes para convertirlos en guerreros al servicio de la nación. No era un lugar donde ibas a jugar. Las clases eran fáciles para mí, pero los entrenamientos físicos fueron muy duros.
Hoy no era un día de clase, la academia tenía que estar vacía. El que había dejado la nota tenía que saberlo, tenía que ser un shinobi. Empecé sospechando por mi padre, era una persona muy bromista y le gustaba hacer cosas como aquellas. Sobre todo porque él conocía mis debilidades y le encantaba picarme.
Allí no había ni un alma. Los niños y los maestros debían estar en sus casas, o haciendo otras cosas. Probablemente, y por las horas, muchos de ellos dormir. Pero nadie estaba esperando por mí en aquel lugar, y allí era donde la nota decía que tenía que ir.
Entonces me fije. En las puertas de cristal que se empujaban para poder acceder al edificio había algo pegado. Cuando me acerqué más, pude verlo. Otra notita, como la que había sobre la mesa. Aunque no igual, estaba vez era un papel plegado. Y en la parte visible había un nombre: “Reika”
—¿Quién es Reika? Mi nombre es Reiji, -ji, no –ka
¿Después de aquel comienzo tan interesante, aquella persona se había equivocado al escribir mi nombre? Venga ya…
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