Este foro utiliza cookies
Este foro utiliza cookies para guardar tu información de inicio de sesión si estás registrado, y tu última visita si no lo estás. Las cookies son pequeños documentos de texto guardados en tu ordenador; las cookies establecidas por este foro sólo pueden ser utilizadas en este mismo sitio y no poseen riesgos de seguridad. Las cookies de este foro también llevan un registro de los temas que has leído y cuándo fue la última vez que los leíste. Los administradores NO tienen acceso a esta información, sólo TU NAVEGADOR. Por favor confirma si aceptas el establecimiento de estas cookies.

Se guardará una cookie en tu navegador sea cual sea tu elección para no tener que hacerte esta pregunta otra vez. Podrás cambiar tus ajustes sobre cookies en cualquier momento usando el link en el pie de página.
Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1

Akame ha accedido a masterizarnos esta misión.

Ocho de la mañana. Un fastidioso despertar, más que deseoso de retornar al retargo del que se le había arrancado.

Uchiha Ralexion peleó y peleó, quitándose de encima la funda del futón, que en aquel instante le parecía más pesada que una losa de mármol puro. La luz le acariciaba los ojos pero ellos no querían saber nada de ese batiburrillo matutino. Se incorporó cual muerto que escapa de su tumba.

Misión... hoy... un lunes por la mañana... hay que joderse... —dijo para nadie, su voz ronca.

Malgastar el tiempo del que disponía era un lujo que no podía concederse. Tenía media hora y no albergaba intención alguna de llegar tarde; era consciente de que le caería una buena por parte de Raiden-sensei si cometía tal error.

Una vez lejos de las garras de ese cómodo féretro que llamaba cama sus sentidos se fueron activando en breve cuestión de minutos. Con la prisa característica de aquel que tiene un deber que cumplir el Uchiha se aseó, vistió y desayunó. Se aseguró de tomar consigo su hitai-ate de tela verdosa, atado a la frente, así como sus armas. Se echó una capa de viaje, azulada, sobre sus usuales ropajes en pos de resguardarse del frío.

Antes de partir, echó un vistazo al aspecto de la aldea desde el ventanal de su habitación. Llovía. Era consciente de ello desde hacía un buen rato gracias al característico repiqueteo de las gotas estrellándose contra la fachada. Se miró a sí mismo, la imagen reflejada en el cristal, y suspiró.

Sin mayor demora se puso en marcha. Habían quedado a las puertas del edificio del Morikage. El moreno quedó frente a la entrada, bien visible, sin molestarse en buscar refugio. Su capa disponía de una capucha y cubría casi la totalidad de su figura, por lo que el chaparrón no le inoportunaba en absoluto.

Ocho y media.

«¿He llegado el primero?».
Responder
#2
Un estruendoso sonido metálico interrumpió la fantasía que ocurría en su mente ensoñadora. Aquello interrumpió el sueño y despertó a su propietaria, la cual, golpeó sin cuidado al reloj para que detuviera sus vibraciones. Su despertar fue programado, pero le había cortado la mejor parte.

Se incorporó. La habitación donde se encontraba era amplia. Demasiado. Se incorporó sin muchos problemas, frotándose los ojos para apartar las legañas de esos. Cogió las gafas que se encontraban al lado del futon donde hasta hacía varios segundos dormía plácidamente. Sin poder ver con claridad, se movió por la habitación, manteniendo las gafas en su mano. No veía, pero si escuchaba además de saberse de memoria su habitación.

Cuando se acercó a la ventana, limpió con un poco de su aliento y frotando con su ropa las gafas, para colocárselas y mirar el paisaje. La imagen se fue clareando con los milisegundos, pasando de no ver bien y borroso a una imagen perfecta de la aldea. Tras comprobar que el tiempo estaba caprichoso.

Tras haberse vestido, cogido su material Descendió las escaleras y tomó su material shinobi así como las herramientas pertinentes. Se colocó la capa para protegerse de la lluvia y se dispuso a salir de casa.

- ¿Te vas ya? – La interrumpió la voz de Nemu. –Desayuna al menos, necesitarás energías.

Él tenía razón, se dio la vuelta y se acercó hasta la cocina, donde en una mesa, estaba el genin peliblanco comienzo unos cereales y además, bebiendo zumo. Extrañamente, él había colocado lo mismo para ella. Sin mediar palabra se sentó y comenzó a engullir rápidamente, no quería llegar tarde. Nemo había pasado la noche allí, en otra habitación como Rika le había ofrecido.

- No puedo llegar tarde a la misión. – Comentó con los cereales en la boca y excusándose de que no hablara sobre otro tema.

Nemu se encogió de hombros. No le había dado importancia al detalle de ella. Le dio un poco igual.

Corrió. Rika corrió mucho. Pensaba que llegaría tarde al edificio del Morikage, pero en realidad, solamente llegó a la hora. Tenía puesta la capucha, que cubría su cabellera particular de las gotas de agua, humedeciendo la tela de la indumentaria. Cuando llegó, solo vio a su compañero Ralexion. Sin quitarse la capucha, saludó, levantando una mano, y después con palabra.

- Buen día para nuestra primera misión… – Articuló. En efecto, la lluvia seguramente no sería del agrado de todos.
Responder
#3
Finalmente le tocaría su primer encargo como parte de un equipo, uno conformado por otras tres personas además de ella con las que… no podía decir que tenía buena relación, tampoco mala con alguno, pero es que aquel instructor no la convencía en lo más mínimo y días atrás había tenido lo que probablemente podría catalogarse como ‘problema’, con Ralexion.

«Si también ocurre con Rika probablemente me convenga dejar el equipo »pensaba la melancólica kunoichi, adjudicándose así la responsabilidad de cualquier posible problema que se pudiera dar durante alguna misión, o incluso entrenamiento.

Seguía siendo un desastre para orientarse, pero por suerte, uno de sus vecinos tenía que pasar cerca del edificio del Morikage, así fue como logró llegar a tiempo, no la primera, pero definitivamente no había llegado tarde.

—Gracias —dijo con una reverencia, dedicada justamente a la anciana que su compañero había tenido el gusto —o disgusto— de conocer días atrás.

La anciana simplemente se despidió y siguió su camino a paso lento y con un paraguas protegiéndola de la lluvia.

Ritsuko por su parte solo llevaba su capa para refugiarse de la lluvia, poco le importaba que su cabello se mojase y por ello nunca se consiguió una capa con capucha ni nada similar, pero el resto de su cuerpo estaba perfectamente seco, así que la prenda cumplía muy bien con su trabajo incluso a pesar de carecer de un pequeño trozo que había sido rasgado.

Al acercarse al edificio, la joven vio a sus compañeros a los cuales saludó vagamente y evitando el contacto visual directo. No se sentía cómoda como para mirarles a la cara.

—Hola —dijo con su melancólica expresión en el rostro.

Tras ello, simplemente se haría a un lado donde no estorbase, no muy cerca de sus compañeros pero tampoco muy lejos. Simplemente estaba a la distancia perfecta para ser escuchada y escuchar a los demás.
Responder
#4
Sobre las cabezas de los genin allí reunidos y bajo la incesante manta de agua que cubría aquella mañana Kusagakure, un cuarto invitado no tardó en sumarse a la reunión. Anunció su presencia con un graznido que se hizo oír por encima del rumor de la lluvia; si alguno de los muchachos prestaba atención a la llamada y alzaba la vista al cielo, vería una figura sobrevolar la entrada del Edificio del Morikage.

Se trataba de un pájaro o, más concretamente, un halcón. De pelaje blanco y pico amarronado, la majestuosa ave planeó a través de la lluvia para pasar, casi a ras, sobre las cabezas de los genin.

¡Kyaaa! ¡Entrega especial para los tres patitos de parte de Mamá Pato! ¡Kyaaaa!

En ese momento dejó caer el objeto que llevaba entre sus garras sobre la cabeza de Ralexion, golpeándole con cierta contundencia y provocándole seguramente lo que más tarde sería un pequeño chichón. Aquel regalito acabó cayendo al suelo entre los pies del Uchiha, y entonces pudieron distinguirlo; era un pergamino de misión.

¡Kyaaa! ¡Hay que mejorar esos reflejos, patito! ¡Kyaaaa! —graznó de nuevo el halcón, remontando el vuelo para alejarse de allí...

... no sin antes dejarles otro paquetito a los chicos. Esta vez, en forma de una cagada alargada, blanecina y amarillenta, justo en el hombro derecho de Ritsuko.




Rango D: ¡Dios ha muerto!


Solicitante: Akino Tomasuchi
Lugar: Alrededores de Kusagakure
Asignado a: Ryōtarō Ritsuko, Sarutobi Rika, Uchiha Ralexion
Objetivo: El monje Akino Tomasuchi es el encargado del cuidado y mantenimiento de los múltiples santuarios que se ubican en los caminos que recorren el bosque entre Kusagakure no Sato y Tane-Shigai. Estos santuarios son muy importantes para la salud espiritual del país, dado que están especialmente construídos para que los caminantes —oriundos o extranjeros— puedan rezar por el favor de los dioses en sus viajes.

Recientemente estos lugares de fe se han visto vandalizados y destruídos con alarmante frecuencia, llegando hasta el punto de que el monje Tomasuchi y sus discípulos son incapaces de mantenerlos en buen estado. Se solicita pues que los genin ayuden a los religiosos en la reparación de los santuarios dañados.
Responder
#5
Los tres se reunieron al fin, casi como si se tratase de los tres mosqueteros. Nadie había arribado con un retraso sustancial así que, con suerte, podrían respirar tranquilos.

Buenos y lluviosos días —saludó a ambas con su habitual actitud vivaracha.

La lluvia albergaba un significado para Ralexion que, quizás, contrastaba con el de la mayoría de habitantes de la ciudad. Cuando vives de la tierra, la lluvia es una bendición. Una época de sequía solía equivaler a hambre y en algunas ocasiones, muerte. Su familia nunca había pasado rachas tan malas, pero habían sido testigos de ello. Por ende, agradecía el contacto de la lluvia con su piel, así como el sonido que esta producía. El único motivo por el que vestía tan protegido era para no ir empapado a trabajar.

Si hubiera terminado en Amegakure, habría sido, sin lugar a dudas, muy feliz. No obstante, el destino guarecía un camino distinto para él.

No podían haber tres mosqueteros sin un D'Artagnan. Este se personó en la forma de un ave de caza bien insolente. El potente graznido del animal le llevó a alzar la vista, y entonces fue testigo de él. El halcón se precipitó sobre sus cabezas en una maniobra arriesgada, a lo que el Uchiha se inclinó un poco al lado y se cubrió las cabeza con las manos en un cómico acto reflejo.

¡Kyaaa! ¡Entrega especial para los tres patitos de parte de Mamá Pato! ¡Kyaaaa!

Entonces dejó caer lo que llevaba entre sus garras, un objeto que le acertó de lleno en la parte trasera del cráneo, donde sus dedos no alcanzaban, produciéndole un inesperado y punzante dolor que le llevó a tensar la mandíbula.

¡Kyaaa! ¡Hay que mejorar esos reflejos, patito! ¡Kyaaaa! —se jactó de él mientras ejecutaba su escapada.

¡Cabronazo! ¡Más cuidado la próxima vez! —maldijo a su vez el Uchiha, agitando el puño derecho.

Aún protestando entre dientes, el kusajin se agachó para recoger aquello que el halcón había utilizado cual bomba improvisada. De inmediato pudo comprobar que se trataba de un pergamino de los que se usan para registrar misiones. Hojeó los contenidos con interés, y entonces se dispuso a poner al día a sus compañeras.

Supongo que ese pajarraco venía de parte de Raiden-sensei. Esto es una misión de rango D. Tenemos que ayudar a unos monjes a restaurar varios santuarios localizados en caminos entre la aldea y Tane-Shigai —explicó con tono nítido—. Si queréis echarle vosotras mismas un vistazo, os lo paso.

En cualquiera de los casos, el muchacho estaba listo para partir tan pronto las otras dos féminas lo estuviesen.

Cuanto antes empezaran, antes terminarían.
Responder
#6
Una vez los tres estaban reunidos, el paquete llegó a su hora. Nada más y nada menos que volando, y no por la rapidez de este, sino porque un ave, de la especie de los halcones se acercaba a una moderada velocidad a ellos para dejar caer el portentoso pergamino que contenía los datos de la misión sobre la cabeza del uchiha. Rika se llevó la mano a la mandíbula y tapó su boca, que lentamente y progresivamente comenzaba a esbozar una sonrisa que acabó en disimulada carcajada.

Ralexion pedía más cuidado para la próxima entrega, pero era gracioso porque estaba casi seguro de que aquello lo había hecho a propósito y no un fallo de cautela. Raiden sensei había cuidado los detalles. Rika estaba segura de ello, y no ponía en duda aquello. Lo único que le impactó fue ver a un halcón hablar, pues para ella, eso era nuevo.

Iba a recuperar la compostura, cuando llegó el segundo regalo. Este fue para Ritsuko. Entonces no pudo contenerse más y echó a reír. A carcajada limpia la sarutobi se mofaba de la situación que allí acababa de ocurrir, habiendo olvidado incluso porqué estaban allí y el tipo de día que era aquel lluvioso.

-Jajajajajajaja – Rió, hasta que se detuvo de golpe, dándose cuenta de que ella podía ser el tercer objetivo de las travesuras. Se intentó poner a cubierto por si acaso ocurría algo, pero no fue el caso, por alguna razón ella se había salvado, aquella vez.

Recuperó el hilo de la conversación, introduciéndose en ella cuando Ralexion comenzó a explicar la misión. Rika no necesitaba volverlo a leer, pues le había quedado claro el objetivo de la misión aunque se lo pidió por cortesía y lo releyó un par de veces más.

- Vamos, que nos toca trabajar como albañiles… – No le hacía mucha gracia, le parecía algo aburrido y ella en concreto no tenía especial interés con ello. – Pero dice que han sido vandalizados y destruidos, ¿qué hay de esa gente que lo hizo? ¿Vamos a buscarlos? – Eso último ya le gustaba más, y pensaría en que podría encontrar a los culpables de aquel acto como la excusa para sentirse a gusto con aquella misión.
Responder
#7
Antes de que nadie le respondiera —si es que eso iba a ocurrir— un ave pasó volando demasiado cerca de las cabezas de los genins y le lanzó un pergamino a Ralexion. Le dio de lleno en la cabeza y justo después, cuando se retiraba por donde vino, decidió hacer una última cosa teniendo por víctima esta vez a Ritsuko.

Una masa semi-líquida cayó sobre el hombro de la kunoichi que por suerte tenía la capa puesta. Cuestión que a Rika le causó gracia pero para la pelirroja fue peor que un insulto. «Pienso exactamente lo mismo de ti, Raiden »pensó en lo que se quitaba la capa ignorando completamente la lluvia.

Por primera vez sus compañeros podrían ver a la pelirroja con una expresión diferente de la habitual. Ahora tenía el ceño fruncido mientras refunfuñaba sin dejar de apretar los dientes mientras frotaba la capa contra el suelo en un intento por quitar la porquería que el ave le había dejado caer.

Luego de un momento de lucha, la chica decidió que era inútil así que ató la capa donde pudo, al regresar de la misión la buscaría y la lavaría como correspondía.

—Lista —afirmó reincorporándose mostrándose aún enojada.
Responder
#8
La lluvia seguía azotando a los tres genin, inclemente, mientras Ritsuko embarraba su capa al tratar de limpiarla contra el suelo encharcado de la calle. Al final terminó dejándola atada al poste de un farol de aceite que había a la Entrada del Edificio del Morikage.

Junto al pergamino de misión había un pequeño mapa de confección casera —probablemente obra de los monjes— en el que se señalaban todos los santuarios que los ninjas debían reparar. Se componía de un total de cuatro puntos situados en un sendero, marcado a propósito, entre Kusagakure y Tane-Shigai.

Tardarían aproxiadamente treinta minutos en llegar al primero desde la Aldea, unos cincuenta hasta el siguiente, una hora para alcanzar el tercero y media más para el último. Afortunadamente todos conocían aquella senda, y sabían que así como pequeños santuarios de madera y lugares dedicados al espíritu, también podrían encontrar algunos puestos de comida ambulante y restaurantes donde descansar a lo largo de la caminata.
Responder
#9
No había sido la única "víctima" del vuelo del terror del ave parlante. Ritsuko había sufrido una humillación doble que la del Uchiha, lo que la llevó a deshacerse de su prenda protectora, atándola a un farol. Todavía le era algo difícil relacionarse con la pelirroja dado los innecesariamente complicados problemas sociales que había entre ellos, pero aquello no le impidió quitarse su propia capa y acercarse a ella para tendérsela con una expresión de circunstancias.

Toma, anda —masculló, casi echándole la prenda encima.

Sabía que la fémina pondría pegas pero no estaba dispuesto a aceptar un "no" por respuesta.

Será mejor ponerse en marcha, nos toca caminar un rato —indicó al resto del equipo de inmediato, con la intención de no dejarle tiempo a Ritsuko para protestar— Y me temo que no dice nada sobre los vándalos en sí, Rika-san. Si nos topamos con alguno de ellos nos aseguraremos de que aprendan modales.

Echó a andar con la esperanza de que ambas lo siguiesen. Conocía de sobra la senda que necesitaban tomar para llegar a los cuatro santuarios, así que no contaba con necesitar los documentos de nuevo. Ahora eran problema de Rika.
Responder
#10
Ritsuko parecía haberse enfadado por el regalo que le había hecho el ave. Razón tenía, si a Rika le hubiera pasado aquello, no sabía cómo hubiera reaccionado. Lo que estaba claro es que le había molestado, así que se quitó la capa y se quedó sin esta. ¿Tanto le molestaba una cagada de pájaro para abandonar la prenda? Sería que el olor de esta era demasiado fuerte para el olfato de ella. Pensó.

Rika se quedó sorprendida cuando, en un acto desinteresado Ralexion ofreció su capa a la joven. Entonces, varias preguntas rondaron la mente de la kunoichi. ¿Debería haber ella ofrecido su capa a Ritsuko? ¿Era un procedimiento? ¿Había incumplido en algún tipo de formalidad y estaba faltando al respeto? No había tiempo para resolver las dudas, había que ponerse en marcha. Aun así, le iría dando vueltas al asunto durante el trayecto.

- Bien, bien, espero toparme con ellos. – Realmente lo deseaba porque entonces no se aburriría construyendo casitas.

Agarró bien los mapas, pues se los había pedido a Ralexion y ahora estaban bajo custodia suya. Su expresión cambió. Ahora tenía otra responsabilidad más. A pesar de ello, el chico ya había comenzado a andar. Ella lo siguió, aunque dudando un poco.

- Los mapas los llevo yo…¿Sabes llegar? – Le pregunto. Les echó un vistazo rápido y parecía que iban en buena dirección así que se encogió de hombros sin esperar la respuesta de él.

Por un instante pensó en echar a correr pues llegarían mucho antes que, caminando, pero en la misión no ponía que fuera urgente ni ningún dato acerca de ello, así que podían continuar su marcha bajo la lluvia, de la cual las dos jóvenes estaban protegidas pero él, no tanto.

- Te vas a constipar. – Le indicó Rika, pues el pelo de Ralexion de un momento a otro estaría realmente empapado.
Responder
#11
Ralexion no pareció muy feliz con la decisión que la pelirroja había tomado y le prestó su propio abrigo, no de forma delicada y amistosa, más bien parecía algo enojado y casi se llevó un golpe al no reaccionar a tiempo.

—Au… —protestó sobándose.

Por mero reflejo llegó a atrapar el abrigo del contrario, pero cuando se planteó el quejarse y devolver la prenda el chico comenzó a hablar. Ya no había lugar a quejas ni protestas, pero nadie nunca dijo que tenía que ponerse el abrigo, ¿verdad?

Así que si bien, Ritsuko tenía en su poder algo que la protegería del frío, optó por doblar la prenda y llevársela entre brazos en lugar de ponérsela, además de que mantenía la mirada centrada en Ralexion a la espera de que este se volteara y viera la expresión de frustración en su rostro.

«Mírame »pensaba sin siquiera prestar atención a su entorno. Aunque si prestaba atención a la conversación.

—Sería bueno que te abrigues —sugirió la pelirroja, secundando lo dicho por la propia Rika.

Para empezar, la chica no entendía por qué el Uchiha le había dejado el abrigo si ya se había empapado mientras intentaba quitarle la mierda de pájaro a su capa.
Responder
#12
Seguía lloviendo.
Responder
#13
Los mapas los llevo yo…¿Sabes llegar? —cuestionó Rika.

Ralexion asintió.

Sí, sé dónde es. No está muy lejos, no te preocupes, no tiene pérdida —respondió con seguridad.

Cuando se topó con la expresión de Ritsuko se aseguró de devolverle la misma mueca que se le mostraba a él, en especial tras ser consciente de que la fémina no tenía intención alguna de utilizar su prenda de una forma efectiva. «¡Ella verá!», exclamó en su interior, dispuesto a olvidarse de lo demás y centrarse en la misión.

No obstante, sus dos compañeras le instaban a que se protegiese del azote de los elementos, pero a él no le parecía para tanto. Rika albergaba algo de razón con el argumento de que cabía la posibilidad de que sufriera un resfriado en el proceso, pero él solo lo veía como una molestia menor, algo sin importancia que no podía compararse con ser caballeroso con la pelirroja, aunque fuera con actitud aparentemente enojada.

Menos preocuparse y más ponernos en marcha, hay que hacer lo que se espera de nosotros, ¡vamos! —afirmó con semblante tenaz, a pesar de que su cabello estaba empapado de tal manera que se le quedaba pegado al rostro, y sus ropas necesitarían de un buen secado cuando la lluvia amainase.

Espera que le siguieran, porque él no iba a bajar el ritmo. Echó a caminar con el vigor digno de un soldado entregado a la causa, en dirección al primero de los santuarios marcados en el mapa.
Responder
#14
Por lo menos alguien sabía llegar, porque ella definitivamente no les iba a servir en lo más mínimo ni siquiera con mapas por lo que prefirió mantenerse en absoluto silencio.

Al menos en relación a ese tema porque no tenía nada para aportar, salvo dedicarle una mirada de desaprobación al Uchiha que seguramente la ignoraría durante el resto de la misión, o al menos hasta que deje de llover. A saber, pero Ritsuko no se iba a poner la capa. Tampoco protestaría, se estaba haciendo a la idea de que el chico había entendido como mantenerla callada y… no le agradaba.

Por otra parte, Rika tenía los mapas. «Pero ella seguramente sepa leerlos »pensaba mirándole de reojo. En cualquier caso, los mapas estaban mejor en poder de cualquiera menos en el de la pelirroja.
Responder
#15
Ralexion afirmaba que tenía el mapa en su propia mente, sabía cómo llegar hasta el lugar, así qué, Rika guardó el pergamino en uno de sus bolsillos, bajo la capa y cercano al portaobjetos, donde llevaba su kunai. Era gracioso que en aquel grupo solamente ella fuera protegida de la lluvia, y a pesar de insistirle a Ralexion con que se abrigara, él había hecho caso omiso de las advertencias.

Rika se encogió de hombros cuando él comentó que no había que preocuparse tanto por él sino por la misión. En ello tenía razón, debíamos llegar cuanto antes, nos gustase o no. La kunoichi aceleró el paso, aumentando el ritmo y poniéndose al nivel de que compañero. Para ella era su primera misión en equipo y a pesar de no compartir el trabajo que tendrían que realizar, debía dar una buena imagen.

- Estamos cerca. – Comentó la joven de la cabellera multicolor, e indicando con la mano y el brazo levantado un lugar que pronto sería más cercano para todos.

Sintió como una pequeña emoción creciendo en su interior, unos pequeños nervios, puesto que aún, la idea de que pudiera haber malhechores por la zona no había abandonado su mente. Seguía pensando que, si eliminaban el problema de raíz, cazándolos, sería más efectivo que reparar templos habiendo dejado aquella gente campar a sus anchas, pues volvería a atentar cuando menos se dieran cuenta.

Se quitó la bandana del cinturón, y retirándose la capucha hacia atrás, dejando ver su pelo, se colocó como pudo la bandana en su frente, dejándola a la vista para su fácil identificación pues el primer objetivo de la misión estaba cercano
Responder



This forum uses Lukasz Tkacz MyBB addons.