No era ninguna sorpresa que Noemi partiera en un viaje sin avisar a nadie en casa, no así con los guardias y demás superiores o terminaría con problemas que en los que ni su familia podría ayudarla pero de todas maneras, los motivos por los que se iba solo ella los conocía y le parecía lo mejor para todos. ¿Por qué? A saber, puede que por esa necesidad de mostrarse como la perfección encarnada ante todos aquellos que pudieran llegar a verla.
Siendo realistas, hay muchas cosas que a esta chica se le podría cuestionar y una de ellas era la necesidad de irse tan lejos por caprichos suyos, lo que sea que se iba a hacer fuera de la villa podía hacerlo cerca, a unos metros de casa inclusive pero no, recorría buena parte del mundo tan solo para satisfacer esa necesidad de mantener todo en secreto sin chismosos que pudieran llegar a descubrirla en el momento.
Por eso, esta vez, Noemi había optado por irse a algún pueblo cercano a algún río de país del fuego donde pudiera intentar por sus propios medios el aprender a hacer aquello que nunca nadie se había molestado en enseñarle.
~Tengo que lograrlo alguna vez… ~Se decía a si misma mientras bajaba del tren al que se había subido aunque por estar sumida en sus propios pensamientos no fue capaz de percatarse de que aquella no era su parada…
Poco después de bajarse del tren la kunoichi se percató de que aquel pueblo en el que ahora se encontraba no era ni de lejos igual a Tanzaku Gai, lugar en el que había estado alguna vez en su vida pero este pueblo… Absolutamente nada parecido.
Siendo aquella la situación, la rubia comenzó a deambular por el lugar en busca de alguna posada donde pudiera pasar la noche aunque apenas si había pasado el mediodía por ese entonces. ¿Por qué…? Simple precaución, lo bueno era que con tan poca calle por recorrer logró encontrar su objetivo rápidamente y ya con algo menos de lo que preocuparse pasaría a satisfacer sus necesidades personales como lo era cepillar su preciada melena dorada.
A un lado de la posada, sentada en un banco de piedra se encontraba la kunoichi bastante cómoda cepillando su cabello una y otra vez pese a que ya no podía estar más sedoso de lo que estaba.
—Lástima que tenga que maltratarte para aprender a nadar… —Se dijo en voz alta a sí misma, sin abandonar en ningún momento su tarea. Ya luego se encargaría de armar nuevamente la trenza cuando estuviese satisfecha.
Avanzaba a gran velocidad por el Bosque de la Hoja en dirección a un pequeño pueblo llamado Minori, lugar dónde tendría que entregar un paquete a una vieja señora llamada Matsumoto Haruhi-san. No era una misión asignada por el kage de su aldea, sino más bien un encargo de su progenitora y Reih, como buen hijo, había sido incapaz de negarse. Al parecer, la mujer era una vieja amiga de su madre y se encontraba muy enferma, así que al enterarse, su bondadosa madre había decidido enviarle algunas hierbas especiales y medicina con su hijo. Reih no se quejaba, de hecho, se encontraba feliz de poder ayudar a los demás.
A medida que se acercaba al punto de llegada, comenzó a disminuir la velocidad paulatinamente hasta detenerse completamente en la entrada del pequeño pueblo. Estaba un poco sudoroso, aunque su respiración era constante y profunda. Aprovechó para acomodar la marioneta que tenía a sus espaldas, la cual estaba envuelta en vendas, ocultando su verdadera forma, y sujetó con delicadeza el paquete en sus manos, después comenzó a caminar en dirección al lugar. Ahora solo tenía que entregarlo.
Avanzó por el pueblo de forma lenta, haciendo un reconocimiento del terreno. Aunque quizá era innecesario en su situación actual, en su poca experiencia como shinobi había aprendido que lo mejor era prevenir y planear estrategias contra posibles inconvenientes y mantenerse en guardia constantemente, sobre todo en un lugar con el que no estaba familiarizado, como ese.
Para su satisfacción, Minori parecía ser un lugar bastante pacífico y armonioso. Había unos cuantos niños jugando en las calles y algunos negocios pequeños donde vendían las frutas y vegetales que cosechaban en el pueblo. "Un hermoso lugar para vivir" pensó con una leve sonrisa. Se detuvo un minuto a apreciar la vista antes de seguir su camino.
Llegó a una pequeña posada ubicada en el centro del pueblo, según la información que le había dado su madre, Matsumoto-san era la dueña y su hijo estaría en la recepción, esperando recibir el paquete. Y así fue. A penas entró, un joven muchacho se levantó de su silla y se acercó a él, preguntando sí era el hijo de Shirayama-san -su madre-.
—Sí, señor. —dijo, dando un leve reverencia mientras se presentaba.
Luego extendió el paquete y el otro joven lo tomo sin dudarlo, llamó a uno de sus empleados para que ocupará su lugar y se marchó, probablemente a atender a su madre, susurrándole un gracias al pasar por su lado. El peliblanco solo asintió y dejó que continuara su camino. Ya había cumplido con su encargo, así que podía regresar a su aldea, aunque antes abastecería algunos de sus suministros y se aseguraría de que Majestad -su marioneta- estuviera en perfectas condiciones en caso de que se presentará algún combate. Estuvo un rato en eso, y al terminar, volvió a colocar las vendas en su lugar y se puso la marioneta en la espalda otra vez, luego se despidió y salió de la posada.
Antes de continuar su camino, se fijó en que, sentada en un banco de piedra al lado de la posada, se encontraba una chica cepillando su cabello. En sí la imagen no era inusual, pero sí Reih no se equivocaba, había visto a esa chica antes. ¿En la aldea, a lo mejor? Probablemente sí. Como no quería quedarse con la duda, decidió acercarse a saludar, pero antes expandió un poco su chakra, dejando notar su presencia. A los ninjas lo mejor era no sorprenderlos con la guardia baja, porque podía resultar en encuentros letales y esa no era la clase de encuentro que Rein quería.
Luego de un buen rato cepillando innecesariamente su cabello, Noemi ya sentía que iba siendo hora de ponerse en marcha para intentar una vez más el aprender aunque sea a flotar, aunque probablemente terminaría necesitando la ayuda de alguien por mucho que a ella le desagradase la idea. ~Tendría que haberme tomado las molestias antes. ~Se lamentaba en absoluto silencio ignorando totalmente a ese extraño que por algún motivo se había detenido a observarla a una distancia respetable.
No era nada raro que alguno que otro se detuviese a observarla, al menos ella estaba acostumbrada a atraer miradas por lo que no se vio alterada en lo más mínimo mientras guardaba su cepillo en el portaobjetos y se devolvía a observar a ese desconocido de vuelta.
—¿Necesitas algo? —Fue lo primero que atinó a decir la kunoichi dándose el lujo de analizar con la mirada al albino que tenía. Siquiera se había tomado las molestias de sonreír ni nada por el estilo.
A vista de la fémina no había mucho más que destacar además del parche en el ojo y tal vez el cabello blanco pero este no era el primer albino que se topaba en su existencia. ~¿Y tú eres…? ~Pensaba en silencio la chica en lo que esperaba alguna respuesta, aunque no perdía nada con intentar conseguir la información de forma verbal, con un poco de suerte no se trataba de alguien incapaz de hablar o mismo, no estaría paralizado presa de los nervios como muchos otros.
—Eres un shinobi, ¿verdad? —Soltó Noemi reclinándose un poco hacia adelante con la intención de intentar vislumbrar el símbolo de la bandana ajena pero sin éxito. —¿De qué aldea? —Agregó puesto que a simple vista no lograba distinguir el símbolo, pues el flequillo del contrario estaba en el camino.
—No, nada, es solo que tú rostro se me hace familiar —respondió sin vacilación, mientras daba un par de pasos para acercarse más a la rubia. —. Disculpa sí mi presencia te incomoda, solo quería satisfacer mi curiosidad. —agregó al final. Ciertamente no era el más agraciado físicamente, además, tampoco se caracterizaba por ser el más carismático.
Escuchó con interés las preguntas de la kunoichi, se mantuvo en silencio durante unos segundos antes de responder: —Sí, lo soy, aunque no llevo mucho tiempo de haberme graduado de la academia —¿Hacía cuánto había sido eso? ¿Un año, dos como mucho? El tiempo había pasado tan rápido que él mismo lo había perdido de vista. Además, Reih no quería detalles de más a la rubia. Seguía sin saber quién era y existía la probabilidad de que fuera una ninja de otra aldea -aunque lo dudaba mucho-. —. De Takigakure. Soy Shirayama Reih, un gusto —se presentó cortesmente, pasando la mano por su frente levantando un poco su cabello para que viera el simbolo de su bandana. —. ¿Y tú eres...? —inquirió, mientras volvía a acomodarse el cabello. Ese pregunta era la única razón por la que se había acercado, así que esperaba encontrar una respuesta pronto.
El peliblanco comenzaba a cansarse de estar de pie, más que nada porque había hecho un viaje de varios días y no había descansado desde que llegó. A lo mejor tendría que pasar la noche ahí, en la posada, para recuperar fuerzas y volver a casa. —¿Te importa sí tomo asiento? —preguntó. El mundo era libre y lo sabía, pero no estaba de más de hacer uso de sus modales.
La primera respuesta que ella recibió no fue lo que se esperaba, siquiera se mostraba convencida y entrecerró ligeramente los ojos al mismo tiempo en que pasaba una pierna por encima de la otra y apoyaba el codo cerca de la rodilla, pura y exclusivamente para usar su propia mano como un soporte para su cabeza puesto que no tardó en apoyar su mentón en la palma de la mano.
Por mucho que el albino se disculpase, no parecía realmente interesado en aquello, es decir, se le acercaba sin ningún tipo de miedo ni consideración por lo que no terminaba de creerle las disculpas siquiera. ~¿Serás uno de esos que solo dicen las cosas por educación? ~Se preguntó la rubia que no despegaba la mirada del contrario hasta que este decidió mostrarle el símbolo dibujado en la bandana y oculto bajo el flequillo.
—Interesante… —Soltó bastante desinteresada, como si le hubiesen dicho algo que ni siquiera le importaba pese a que ella misma había preguntado. —Sakamoto Noemi, kunoichi de Takigakure. —Prosiguió reacomodándose en la banca.
Tras enderezar la espalda y cruzarse de brazos, la chica inspiró profundamente y luego suspiró lentamente. ~Se ve que tendré que empezar a moverme para recuperar la fama de la familia. ~Se planteó en su cabeza al ver como las nuevas generaciones ya ni siquiera reconocían a los miembros de la misma. Inclusive a ella deberían de reconocerla según su juicio pero que va, algún día tendría la posibilidad de hacer algo para que su nombre pasase a estar escrito en algún lado, con un poco de suerte no sería una placa en algún cementerio.
—Si quieres. —Respondió con cierta frialdad con la mirada fija en el suelo delante de sus pies. —Serás un genin supongo, como te graduaste hace poco… —Hizo una ligera pausa, simplemente para observar ese bulto que el albino traía en la espalda envuelto en vendajes. —¿En qué te especializas? —Fue la pregunta, simplemente porque cabía la posibilidad de que aquello que traía tuviese algo que ver con dicha especialidad. O puede que no y fuese por algún encargo, a saber.
¿Sakamato Noemi? Frunció el ceño ligeramente, pensativo. El nombre en sí no le era familiar, aunque el apellido lo había escuchado en la aldea en repetidas ocasiones. ¿A lo mejor su familia era de algún clan prominente? Podría ser. Aunque Reih conocía lo básico sobre los clanes de la aldea, aún tenía mucho que aprender. A fin de cuentas, el había nacido en el seno de una familia civil, así que aún tenía mucho por descubrir en el mundo shinobi. —¿Debo llamarte Sakamoto-san, entonces? —preguntó. Él era bastante formal en esos aspectos, aunque sabía que muchos no le daban importancia a los honoríficos.
En los pocos minutos que tenía conversando con la rubia, empezó a notar varias cosas sobre ella: en primer lugar, que tenía una extraña fijación con su cabello -bonito, admitía él- y en segundo lugar, que parecía una persona un tanto indiferente y desinteresada, aunque recién la conocía y podría estar equivocado.
Sí quieres. Tomó su respuesta como un sí, adelante, así que se quitó la marioneta de la espalda y se sentó a su lado, dejando cierta distancia entre ambos. Colocó su arma frente a él, entre sus piernas: dado su pequeño tamaño (apenas le llegaba a sus caderas), no tuvo problemas para mantenerla de píe. Comenzó a enfocarse en su alrededor, viendo a la personas pasar frente a ellos, aunque se mantenía atento a las palabras de la kunoichi. —Sí, claro. ¿Y estaría en lo correcto al asumir que tú también lo eres? —comentó, recostando la espalda contra la pared del banco. —. Lo digo porque no llevas el chaleco militar, así que es eso o no estás en servicio en éste momento... —explicó. O quizá estaba en una misión de espionaje o infiltración, esa también era una opción.
Arqueó la ceja ligeramente ante su pregunta, y dejó escapar una risa. — Un shinobi no debería revelar sus secretos —dijo, pero de igual forma respondió: —. Combate a distancia; uso marionetas, específicamente —suavemente tomó la cabeza de su marioneta y la alzó, para que ella la viera. —. Ésta es Majestad —dijo, con cierto orgullo. Era una de las primeras que había hecho y aún la conservaba. Quitó un poco las vendas para que la rubia fuera capaz de ver al menos su cabeza. — No es la más bonita, pero es ciertamente letal en combate.
La marioneta en sí era pequeña y tenía varios mechones blancos sobre su cabeza que vendrían a ser su cabello; sus ojos parecían los de un gatos, con el iris un poco rasgado y los ojos de color dorado. Tenía una ranura que era su boca, aunque en ese momento se encontraba cerrada; del resto, su cuerpo seguía cubierto por las vendas.
Era un serio problema que dejasen de hablar de la familia a los ojos de la rubia, después de todo en mil ocasiones se había valido de esa fama para excusarse en ciertas situaciones o mismo para sentirse superior a otros de alguna u otra manera, incluso a veces servía para intimidar especialmente si se trataba de gente testaruda puesto que los mayores en la familia tenían sus recursos. De cualquier manera, lo mejor sería centrarse en el albino que tenía a su lado.
—Noemi es suficiente. —Afirmó serena apoyando totalmente la espalda contra la pared al no existir un respaldo.
A eso el chico terminó por tomar asiento en el banco de piedra, no excesivamente cerca de la rubia por lo que no dio ninguna importancia mientras trataba de averiguar que diantres tenía dentro de ese envoltorio de gasa aunque posiblemente terminaría por averiguarlo pronto por lo que no tenía sentido impacientarse. Además, Reih parecía ser más observador de lo que aparentaba, después de todo había notado un par de detalles en ella sin siquiera hacerse mención alguna. Lo que terminó por sacarle una sonrisa de medio lado a la kunoichi
—Punto para ti, soy una genin también. —Confesó sin ningún miedo pese a su avanzada edad para poseer dicho rango. Aunque lo que siguió no le convencía demasiado. —Claro, con extranjeros, tú y yo somos compañeros y algún día podría tocarnos trabajar juntos. —Explicó pacientemente Noemi girando levemente la mirada hacia la marioneta que el chico tenía ahí. —Marionetista… —Repitió en voz baja para sí misma aunque de ahí no pasó.
~Combate a distancia, supongo que en cierto modo nos parecemos. ~Pensaba la chica aunque no había recibido mucha más información al respecto del estilo de combate, después de todo podría especializarse en combate a distancia pero en conjunto con genjutsu o alguna otra cosa que ella de momento no aplicaba.
—Yo también prefiero el combate a distancia, principalmente uso shurikens, senbons y alguno que otro kunai. —Terminó por explicar aunque no le preguntasen.
Y tenía que aceptar que la marioneta no le agradaba en lo más mínimo, era a ojos de la rubia bastante fea y no le gustaría verla en funcionamiento. ~¿Dormirá en la misma habitación que ese muñeco…? ~Se preguntaba algo perturbada la chica, pues no se imaginaba un buen amanecer junto a tal cosa.
—Noemi-san, entonces —dijo, con serenidad. sí bien no era solo el nombre, como ella había pedido, a Reih se le hacía más cómodo dirigirse a ella de esa manera: tanto porque recién la conocía cómo también parecía un poco mayor que él.
Notó la sonrisa de medio lado que esbozó la kunoichi, pero no dijo nada al respecto. Reih no se consideraba así mismo alguien gracioso, así que supuso que la causa tendría que ser algo más que él. ¿Con que era genin también? "Así que estaba en lo correcto" pensó. Aún así, sentía que la chica tenía mucha más experiencia y conocimientos que él, quizá por su aura, o tal vez simplemente por la seguridad que ella demostraba.
Su comentario lo sorprendió, pero de una forma muy grata, así que no pudo evitar sonreír genuinamente. —Eso espero —dijo. — Sería interesante trabajar contigo, Naomi-san —confesó, mirandola con su único ojo visible. No era improbable que trabajasen juntos en el futuro, pues ambos eran del mismo rango y aldea. Incluso puede que algún día el peliblanco estuviese en un escuadrón comandado por la rubia. O al revés. Las posibilidades era muchas.
Escuchó con atención como ella explicaba su especialidad: armas. La mayoría podría verlo como algo de lo más simple, pero Reih sabía que en un experto, hasta el más pequeño kunai pasaba a ser una arma fatal y asesina. —Eso es increíble. —expresó alegre, luego le vino algo a la mente y preguntó: — ¿Usas técnicas de sellado para llevar las armas? —aquello era algo que Reih tenía planeado hacer, pero más adelante. Por el momento, trabajaba en su habilidades básicas antes de pasar a aprender algunas más complejas, como esa. El peliblanco quería llevar diversas marionetas y venenos con él, así que en el futuro se enfocaría en el sellado como una especie de segunda especialidad. — ¿O simplemente llevas contigo la que puedas?.
Mientras conversaba, terminó de envolver en gasa su marioneta y la volvió a colocar en la misma posición en la que estaba anteriormente. — No soy muy bueno con las armas arrojadizas —confesó, volviendo a recostarse contra la pared del banco. No miraba nada en particular. — Me cuesta apuntar con precisión debido a mi ojo. O a la falta del mismo, más bien. —hizo referencia al parche que cubría el lugar donde debería estar su ojo izquierdo. No se avergonzaba de eso, aunque sí tenía que admitir que hacía las cosas un poco más difícil. —. Así que me demoro un poco más al apuntar, pero me las arreglo con mis marionetas. —dijo. Le había costado, pero su precisión al controlar las marionetas con sus armas era buena.
La terminación acompañada a su nombre realmente no le molestaba, llegaba a ser hasta agradable toparse con alguien de su aldea que mantuviese cierto grado de respeto pese a todo, a diferencia de otros tantos que ella bien se conocía. ~Ni siquiera me acuerdo los nombres. ~Reconoció en su cabeza, pero si recordaba bien las situaciones que había vivido con esos entes y agradecía no haberles vuelto a volver a ver las caras.
—Naomi no, No-e-mi. —Corrigió haciendo una separación por sílabas de su propio nombre por si así se le grababa en la cabeza. Del resto en verdad no tenía mucho para agregar, no podía decir que sería un gusto pero al menos se estaba relacionando con alguien relativamente normal proveniente de la misma aldea que ella. Casi parecía que todos los genins de Taki eran imbéciles o simplemente locos irremediables.
Ahora la cuestión iba en relación a las armas, le vendría muy bien eso de poder invocar armas y justamente para ello era que había decidido extender sus estudios sobre el ninjutsu además de las prácticas, pero la realidad era que todavía no se mostraba capaz de utilizar el jutsu debidamente.
—De momento no, todavía no puedo utilizar la invocación correctamente. —Confesó no muy orgullosa de sí misma y en su rostro se notaba perfectamente el descontento. —Por eso tengo que cargar con todas mis armas, lo bueno es que tengo todo al alcance de la mano en caso de emergencias. —Terminó por agregar junto a una ligera risa en un intento por elevar su propia autoestima.
Lo que le dejó algo pensativa. ~Supongo que es muy joven para eso. ~Se dijo a sí misma, después de todo no había recibido ningún cumplido por parte del chico así que la única posibilidad que se le ocurría era esa, un chico muy joven para entender lo que tenía delante suyo. ~Aunque Datsue… O bueno, es un caso especial ese tipo. ~Terminó por decirse.
De todas formas, la conversación seguía su rumbo aunque de una forma que al menos Noemi quería evitar desde el principio, simplemente por tenerle algo de consideración ya que no a todos los que han perdido algo les hace gracia el hablar de ello. En caso de Reih, supondría que el cómo perdió su ojo no le sería muy ameno y si bien, no dijo eso terminó por confesar sus problemas relacionados.
—Tiene sentido, he practicado con un ojo tapado y realmente no puedo hacer gran cosa. Aunque supongo que tendrás alguna otra cosa como respaldo por si la marioneta no es suficiente, ¿verdad? —Hizo una ligera pausa para mirarle, incluso podía llegar a notarse cierta preocupación por el chico aunque siquiera le conocía como para hacer tal cosa. —Digo, yo por ejemplo tengo una katana por si alguien acorta mucho las distancias. —Agregó refiriéndose a la wakizashi que nunca le faltaba en sus viajes.
Noemi, no Naomi. Sería mejor que recordará el nombre, aunque ambos sonaban similar.
Escuchó con atención como ella le confesaba su poca habilidad con el sellado, asintiendo de vez en cuando. — Debes ser muy fuerte, entonces. — reflexionó. —. Físicamente, digo. Porque algunas armas son muy pesadas para llevar y maniobrar — continúo. Reih, por su parte, no era el más fuerte físicamente, sabía que tenía que afincarse en esa área en particular con el fin de mejorar el uso de sus marionetas, pues algunas eran realmente pesadas. —. Aunque seguro que también eres fuerte en general. — acotó al final, solo porque sí.
Siguieron conversando con normalidad. Ahora al menos sabían el nombre del otro y su estilo de batalla, aunque solo un poco. Reih se aseguró de almacenar toda la información en su cabeza, sabía que le podía ser útil en una misión o combate, sobretodo sí trabajaba con ella en el futuro.
Para Reih, el tema de su ojo no era un asunto que le incomodará, para nada, pues había tenido tiempo para aceptarlo y trabajar con lo que tenía, pero sabía que a muchos otros sí les incomodaba tratar eso. En general por respeto, aunque para el peliblanco no era la gran cosa, sobretodo porque había muchos ninjas con peores lesiones que él. —Por supuesto, siempre tengo un plan de respaldo. Mis habilidades en genjutsu y taijutsu son decentes —le contó. No diría que era buenas porque no lo eran, aún le faltaba mucho para subir de nivel. —. Puedo defenderme en una batalla cuerpo a cuerpo y romper algunas ilusiones, aunque aún así prefiero usar mis marionetas. Me siento más cómodo con ellas, yo soy quién las hace, así que eso siempre me da un elemento sorpresa al combatir —quizá estaba diciendo más de la cuenta, pero se sentía lo suficiente cómodo en ese momento para tomar tal confianza.
Se relamió los labios. Le estaba dando un poco de sed, pero tenía la cantimplora vacía, así que tendría que ir a llenarla más tarde. — ¿Hace cuanto te graduaste, Noemi-san? —ésta vez sí se acordó de decir su nombre correctamente. —. No recuerdo haberte visto en la academia, aunque yo inicie tarde, supongo que debiste graduarte antes. —Reih no tenía memoria eidética, pero estaba seguro de recordar los rostros de todas las personas a las que había conocido en la academia; y Noemi no era una de ellas.
(Off: lamento que sea tal largo, pero tenía que llegar!).
Se acercaba el momento.
Esa mañana Nioi estaba contento. Una vez graduado en la academia, su padre le había dado permiso para comenzar a ayudar en el negocio familiar, ¡exacto! Eso significa que puede empezar a viajar.
Todos estaban sentados a la mesa, comenzando a desayunar.
Aunque el joven esperaba un viaje épico cruzando mares y montañas acompañado de la manada… la idea de sus padres era bien distinta.
-Vas a hacer tu primer pedido hoy Nioi- afirmaba su madre con delicadeza.
- Estos son los documentos que el cliente debe rellenar- su padre le acercó un cuaderno con 3 hojas, con el sello del clan Inuzuka en la esquina inferior derecha.
-Genial, ¿A dónde tengo que ir?, ¿Un bosque lejano?, ¿un pueblo recóndito en las montañas?- su cara de emoción ya indicaba que tenía una historia épica en mente.
-Iréis en ferrocarril al país del fuego, a recoger pedidos de algunos clientes habituales. Tu hermano continuará su viaje hasta algunas ruinas abandonadas. Tú volverás en ferrocarril hasta casa- Su madre, con tono calmado y cara sería, servía el té mientras explicaba estos detalles al pequeño Nioi. Akuma dormía tranquilamente acurrucado junto a un perro del tamaño de la mesa.
-¿Toryu viene conmigo?, ¡¿en ferrocarril?!- se acerca la protesta - ¡Vamos mamá, ya soy genin!- protestaba Nioi - ¡Ya puedo valerme por mi mismo!-.
Ante esta afirmación, su abuela calmadamente le lanzo un trozo de fruta, que choco contra el protector de su frente –El genin que sucumbió a un trozo de fruta, ¡Que historia tan entrañable!- La abuela Chii podía ser muy mala a veces.
Toryu comenzó a reírse, y al final todos acabaron desternillándose menos el pobre Nioi.
Habiendo hecho su equipaje, tomo a Akuma y partió junto a su hermano Toryu. Ese fue el inicio de su viaje.
Habían pasado algunas horas desde que se despidiera de Toryu en la estación, con otro sermón sobre responsabilidad y como hacer la importante tarea que su familia le había encomendado y que era tan importante o más que… Buff que aburrimiento. Al menos durante el viaje había tomado algunas notas.
-Ese debe ser el último- mencionó leyendo la dirección, descifrando la mala letra de su hermano, del último sitio al que debía ir. Una pequeña posada.
Una vez rellenos los formularios y correctamente guardados, Nioi se debatía entre volver a la estación, o dar un paseo por el pintoresco pueblo, decidiendo que quizás lo mejor era volver a casa y demostrar que puede hacer esto y lo que le manden. El pequeño Akuma… parecía no estar tan de acuerdo.
Salió de su escondite en el abrigo de Nioi, y comenzó a olisquear.
*Sniff sinff… sinff* - guau, guau- de un salto, bajo al suelo y echó a correr.
-¿Akuma?, ¡eh Akuma vuelve aquí!- Nioi lo persiguió por algunas callejuelas, al ser aún pequeño, es más difícil de atrapar.
Tras girar una esquina, lo perdió. -¡Que faena!, para una vez que no da ruido sale corriendo- murmuraba entre dientes- No hay más remedio-.
*Sniff sniff*Como todo buen Inuzuka, era capaz de percibir olores bastante bien. -¡Ha!, ya te tengo- El pequeño perro se acercaba corriendo y ladrando a una pareja sentada en un banco.
+Que vergüenza… ¡por favor que no se estén besando!+ pensó el chico mientras apuraba la carrera.
- ¡Akuma vuelve aquí!- pero el pequeño perro se detuvo junto al banco, olisqueando desde poca distancia un bulto que estaba apoyado en el banco, envuelto en gasa.
-Lo siento, lo siento- se disculpaba Nioi haciendo reverencias mientras corría a por Akuma.
De una forma u otra, el albino comenzaba a redimirse de no haberle dedicado ningún cumplido por su apariencia física dedicándolos a su habilidad que en más de una ocasión habían puesto en duda, aunque terminase demostrando que algo podía lograr por si sola pero nunca era suficiente, siquiera para que la reconozcan lo suficiente dentro de la aldea ni el mismísimo Yubiwa.
—Gracias. —Soltó con una sonrisita y rascándose ligeramente la mejilla con una mano.
Ese tipo de comentario siempre le sentaba muy bien, aunque podría ser mejor. ~Pero al menos no es como ellos. ~Pensaba la kunoichi mientras le escuchaba al contrario explicando sus recursos. ~También usas el genjutsu entonces, supongo que por tener una katana corro con ventaja. ~Se planteó tras analizar la situación, no porque fuese a pelear contra él ni nada por el estilo, pero era un hecho que en caso de que se diera, si ella se encargaba de inutilizar la marioneta del chico podría librarse de él sin demasiado problema, la única incógnita era sobre ese artefacto tan mencionado que la rubia al menos apenas logró verle la cara y por ende no tiene idea de qué tan letal podrá llegar a ser.
Finalmente llegó una pregunta que sin lugar a dudas dejaría muy mal parada a la kunoichi si es que respondía, es decir, la edad a la que se había graduado dejaba en evidencia el tiempo que llevaba como una genin y eso dejaba por los suelos su propia autoestima. ~No puedo decirle que llevo ocho años como una jodida genin… ~Se dijo a si misma mientras pensaba alguna buena excusa para no quedar mal ante el chico.
—Me gradué a los… —Antes de lograr terminar, un perro algo pequeño se les había acercado ladrando y ahora se encontraba olisqueando la marioneta de Reih, tras ello el presunto dueño del can hizo acto de presencia disculpándose. Claro que Noemi se había volteado a mirarle con una ceja en alto suponiendo que se trataba de un civil común y corriente hasta que logró vislumbrar la bandana en la frente. —No es nada, supongo. —Respondió Noemi analizando con la mirada al chico de cabellos revueltos.
~¿Es que no pueden ocuparse un poco de su cabello? ~Se cuestionó a si misma siendo una fanática del cuidado del cabello, aunque lo importante era buscar alguna bandana o algo pero nunca logró encontrar tal cosa, al menos no a la vista. ~Parece que no es un shinobi. ~Pensó al no encontrar absolutamente nada.
Esperó con ansias la respuesta de la rubia, sin embargo, ésta se vio interrumpida por la llegada de un pequeño ¿cachorro? al lugar donde estaban. Reih giró su cabeza en dirección de donde provenía el sonido y sí, era un pequeño canino que se acercaba a ellos. O más bien, a la marioneta del peliblanco. "¿Con quién estará?" pensó mientras miraba al pequeño animal peludo que estaba a un metro de ello, olfateando desde su posición. Su respuesta no tardó en llegar en la forma de un chico moreno y de cabello rebelde, que se acercó a ellos corriendo disculpándose profusamente por la interrupción. Reih sonrió e hizo un gesto con la mano, quitandole importancia.
—No importa —afirmó, mientras se inclinaba para extender su mano derecha al canino con el fin de que éste lo olfateara, quitando la atención de su marioneta. Sabía que los perros se guiaban por el olfato, así que supuso que esa sería la forma de conocerse. No pudo evitar sentirse un poco decepcionado al no haber escuchado toda la respuesta de la kunoichi, pero supuso que se enteraría luego . Soy Shirayama Reih, un gusto — se presentó, dándole un leve asentimiento. Vaciló un segundo, pero al final decidió presentar a su acompañante. —. Ella es Sakamoto Noemi. Somos gennin de Takigakure.
Reih debía admitir que lo que menos esperaba era encontrarse con dos -posiblemente- genin y un perro. Ese día estaba resultando mucho más interesante de lo que pensó en un primer momento.
Off: No se te hace a ti... parece que olvidé poner la bandana en la ficha. Genial!. A improvisar XDD.
Parecía no importarles que Akuma se acercara a olisquear.
+Me pregunto si cuando Akuma crezca y tenga un tamaño considerable, a la gente seguirá dándole igual que se acerque de esa manera+ se preguntaba para si mismo Nioi.
-Inuzuka Nioi- dijo el chico señalándose el pecho con el pulgar de su mano derecha. -Y este pequeño alborotador es Akuma, mi perro ninja- comento señalando con su mano izquierda a Akuma, que seguía oliendo, esta vez al joven simpático del parche. -Soy genin de Amegakure, pero he venido aquí por negocios familiares-.
Era la primera vez que Nioi conocía a otros genin fuera de su aldea. -¿Genin de Takigakure?, oh, perdonad, ¿hemos interrumpido alguna misión?-
Ahora Akuma, se acercaba a la kunoichi despacio, con intención de olerla también -Akuma, no seas maleducado.-
Nioi miraba el bulto con cierta curiosidad, debía ser el olor a madera que notaba en el ambiente. - De verdad, si hemos interrumpido algo, podemos irnos- comentaba Nioi con cara de preocupación. -Si no es así... ¿os importaría que nos quedaramos un rato?, ha sido un día largo, y es la primera vez que conozco a ninjas de otra aldea.-
Esperando la respuesta de los jóvenes, seguía pensando que este viaje era más interesante a cada momento que pasaba.
Los animales no eran gran problema para Noemi, siempre y cuando no intentasen hacer algo “gracioso” como orinarse sobre ella cuando no les mirase pero con un poco de suerte el dueño del perro se percataría antes de que tuviese chance de hacerlo. Por eso únicamente la rubia se dio el lujo de despegar totalmente la mirada del animal incluso cuando ella era su objetivo.
Ahora, el albino le había ahorrado una buena cantidad de palabras por lo que ella al menos no tenía mucho más para agregar, al menos a su presentación por lo que aprovechó para tomar un mechón de su cabello y comenzar a jugar con las puntas del mismo. Eso sí, el desconocido soltó una afirmación que hizo que la Senju alzase una ceja y mirase fijamente al perro. ~¿Perro ninja? ~Repitió en su cabeza ya que el animal no parecía ser tan atlético o inteligente como para hacer nada, aunque tampoco era quién para juzgar.
—No interrumpes nada. —Dijo la rubia desinteresada sin despegar la mirada del cuadrúpedo. —Quédate si quieres, mientras que Akuma no se orina en mi pierna no habrá problema. —Agregó acercando una mano al canino suponiendo que eso era lo que quería.
Ahora, si Nioi esperaba que le hicieran espacio en el banco tendría que pedirle a Reih, que la rubia ya estaba justo en el borde y si se movía terminaría en el piso indudablemente.
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