Augurio, Otoño 218

Hacía poco más de una hora que el sol estaría saludando a los aldeanos de Uzushiogakure, por mi parte me encontraba aún en mi casa, precisamente en el comer con una tostada untada con mermelada de fresa en mi mano, y en la otra un vaso con jugo de naranja, masticaba y bebía lo más rápido posible, como era raro en mi me volví a quedar dormida y ahora tenía que sumarle dos al acelerador, era un casi un milagro que me hubiera alistado en tiempo récord esta vez, quizá estaba perfeccionando algo que nunca pensé empezar a un lado, y eso era arreglarme a mi misma con un poco más de atención.

«Que llego tarde!!»

Tras unos pocos segundos más de atragantamiento y alivio, con un poco de ayuda de aquella bebida cítrica y unos golpecitos en el pecho, terminé por haber realizado todo lo que me atase a mi hogar, era tiempo de partir. —Gracias por la comida!— dije mientras me levantaba de la mesa a toda velocidad —. Me voy ya!— corrí hasta la salida y posteriormente por la calle.

—Cuídate mucho!!— Braceó mi padre desde la puerta de la casa.

«No se me queda nada, ¿no?» Recapacité mientras seguí mis rápidas pisadas hacia el edificio del Uzukage, hice una revisión rápida de mi inventario y cuando aseguré que todo estuviese ahí seguí con más calma.

Cuando llegué al edificio, pasé el portal y me dispuse a buscar con la mirada al sujeto que sería mi compañero de misión. «¿Será que ya llegó?» Caminé por la recepción por todas partes buscandole, pero ni siquiera sabía como era, y su nombre se me había olvidado...

—¿Quién será?— miré dubitativa hacia todas y cada una de las personas.

Aquella mañana Takeshi se dedico a hablar con su padre, como habian ido las cosas, como estaban. Cada cierto tiempo tenian alguna charla tipica mientras desayunaban juntos, para despues irse cada uno a lo suyo. El joven Gennin termino de comer y salio disparado de su casa.

Al salir, un agradable sol impacto en la cara del Sarutobi, que con una sonrisa se dispuso a ir a la que seria su primera misión como shinobi. Estaba bastante ansioso y aquello se notaba, su padre le había deseado suerte y el se sentía preparado.

Pero antes quiso pasar a comprarse unos buenos trozos de pizza, tenia hambre y debía empezar bien, se los comería por el camino. Tras esperar un rato y llevarse su pedido se dispuso a ir al Edificio del Uzukage, terminando la pizza antes de llegar.

Una vez dentro Takeshi miro y vio a otra persona mas, seguramente su misión seria con ella. Takeshi pensaba que seria en solitario, aunque aun no estaba seguro, así que se acerco tranquilamente, la miro y le dijo:

- Hola, mi nombre es Sarutobi Takeshi, creo que nos asignaran una misión y quizás sea juntos.

Tras decir aquello le extendí la mano mientras mantenía una sonrisa en mi cara.

El tiempo empezaba a pasar y me empezaba a desesperar, caminé de un lado a otro viendole bien la cara a cada persona que tuviese la bandana de Uzushiogakure y que no tuviera ninguna placa, evidentemente evitando contacto con el personal que ya conocía, tampoco es que hubiera mucho por dónde mirar...

«Lo más probable es que haya llegado tarde, que verguenza!»

Suspiré con resignación y me dispondría a solicitar un poco de ayuda cuando repentinamente alguien se comunicó conmigo por la espalda.

- Hola, mi nombre es Sarutobi Takeshi, creo que nos asignaran una misión y quizás sea juntos.

«¿Hmm?» Me volteé instintivamente y entonces noté que se trataba de un chico bajito, mucho más que yo, tenía el protector en su frente y casi se me dificultó notarlo porque su melena parecía ocultarlo perfectamente, ojos marrones oscuros y se vestía de lo más simple...

— Buen día, soy Aburame Mei, un gusto— saludé rápidamente e hice una reverencia, no obstante, Takeshi decidió presentarse de una forma nada tradicional, entonces por educación extendí mi mano para estrecharla —. Entonces Sarutobi-san, ¿vamos a buscar nuestra misión?

Esperaría la respuesta el chico y sí no había nada más que decir me dirigiría a la recepción.

Aquella chica se dio la vuelta y miro al Sarutobi, plantado ahí delante. Ella era mas alta que el y por lo que se veía parecía tener mucha mas edad. Si le daban una misión con aquella persona quizás seria de un rango mas alto del habitual, pero el Sarutobi estaba preparado y aunque fuera la primera no tenia ningún problema, haría lo que fuera para ser mas poderoso y honrar a su padre.

El Gennin de Uzu no se había puesto su capa aquel día, así que se veía gran parte de su cuerpo. Llevaba unos típicos pantalones que le llegaban hasta el gemelo, desde donde comenzaba un vendaje de color rojo que le llegaba hasta abajo, donde se veían unas sandalias. De cuerpo para arriba llevaba una camiseta mitad roja y mitad negra.

Takeshi escucho como la chica le decía su nombre, Mei y le daba la mano al Sarutobi. Después este se quito la bandana de su frente y se la puso en el brazo derecho, como hacia en muchas ocasiones.

- Pues claro, vamos a pedir una misión - Takeshi se adelanto sin dudarlo hacia la recepción para conseguir su primera misión. A pesar de estar nervioso, parecía que estaba de lo mas tranquilo, pero por dentro era una autentico volcán.

De haber gente esperando para ser atendido me pondría en la cola, sino seguiría de largo hasta llegar hasta el encargado de turno, ¿quién estaría hoy? ¿Sería Hyuuga Kyoko o Uzumaki Kiyomi? Sí, justo antes de verle el rostro me empezaba a preguntar cual de las dos kunoichis estaría al mostrador.

Una vez estuviese frente a ella, le saludaría cordialmente —. Buenos días, soy Aburame Mei, y mi compañero aquí — señalé con la diestra al bajito —. Sarutobi-san, venimos porque al parecer nos convocaron para una misión.

Hyuuga Kyoko, para la suerte de ambos, era la que se encontraba en el mostrador aquella mañana. Los ojos cálidos de la encargada, joven y risueña, se posaron sobre los dos novatos en cuanto se dirigieron a ella.

—Oh, chicos, pues parece que ha habido un error —comentó, mientras chequeaba las asignaciones del día. Pero ahí, en su legajo, no encontró nada debidamente asignado para aquel par de genin. Chasqueó la lengua y alzó la mirada hacia el Sarutobi—. pero no os preocupéis, tengo algunas tareas que pueden tomar, si lo desean. A ver, dadme un segundo...

Y rebuscó entre los papeles. No tardó ni medio minuto en encontrar la misión perfecta para ellos dos.

Aquí tenéis. Una misión rango D recién salida del horno.

Takeshi se acerco al mostrador junto con su nueva compañera y escucho como esta pedía la misión. Me señalo y luego esperamos. Pero la Hyuuga de detrás del mostrador puso una mala cara y les dijo que no había nada, pero les tranquilizo y busco rápidamente entre sus papeles.

Les dio su misión. Takeshi se adelanto a cogerla para leerla, dejando que su compañera también pudiera mirar. El Sarutobi leía detenidamente, una misión para destruir una plaga, en su mente pensaba como podría acabar con aquello, sabia que con sus técnicas de fuego podría acabar con casi cualquier plaga, pero aquel conjunto ardería en llamas si se le ocurría usar alguna de sus técnicas.

Absorto en sus pensamientos, una luz ilumino su cabeza de pronto, miro a su compañera y con una sonrisa

"Ella es una Aburame, antes se presento como tal, ellos son expertos en el uso de insectos"

Mientras la seguía mirando le dijo

- Tu eres una Aburame, vamos yendo hacia el complejo y cuéntame como son tus habilidades, quizás haya algo que podamos unir en conjunto con las mías para acabar con esta plaga -.

Sin esperar el Sarutobi saldría de allí para dirigirse a cumplir su misión, estaba decidido y confiado.

Nada más llegar al puesto noté que se trataba de la mismísima Hyuuga Kyoko, esperé a que corroborase la información y para desgracia de nosotros, al parecer no había nada asignado —.¿En serio?— pregunté incrédula, pero con cierto tono de decepción, no obstante, mi preocupación no pudo pasar desapercibida por parte de la encargada y rápidamente buscó resolver la problemática que acababa de manifestarse.

—Esperamos entonces, muchas gracias, Hyuuga-san— sonreí amable. Varios papeles pasaron por sus manos hábilmente, y desistí en mirar el movimiento de sus dedos entre las hojas porque creí marearme, ipso facto dio con lo que buscaba, con cierto aire de orgullo nos ofreció el pergamino —. Muchas gracias— y en cuanto me iba a hacer con el mismo se adelantó Takeshi, sin decir absolutamente nada lo tomó y abrió dejando un lado para mi, leí rápidamente, miré nuevamente a Kyoko y entonces hice una ligera reverencia en agradecimiento y despedida.

«Que mal educado es este chico»

Caminé a la par de él hacia el exterior del edificio —. Creo que tengo algo en mente, pero por favor no usemos plaguicidas — me apresuré a decir pensando en el bienestar de los míos —. Y bueno... Sobre mis habilidades, pertenezco a un clan peculiar, los miembros del clan Aburame tenemos cierto dominio sobre insectos y nuestras técnicas se vinculan a ellos, a parte de eso pues manejo un poco el elemento rayo y el taijutsu, ¿y tú?

El Sarutobi estaba nervioso y ansioso por comenzar ya su primera misión. Su compañera le contó un poco sobre sus habilidades, aunque no era nada nuevo que Takeshi no supiera. Le rogó que no usaran plaguicidas, a lo que el Gennin de Uzu asintió con la cabeza.

- No te preocupes, esperemos que no haga falta utilizarlos -.

Mientras tanto seguían recorriendo las calles y dirigiéndose hacia el hotel con paso tranquilo, pues estaba todo bastante abarrotado e incluso había zonas por donde les costaba pasar.

Tras un largo paseo al fin llegaron. Takeshi, con una sonrisa en la boca miro hacia el hotel decidido a cumplir su misión, ademas estaba con la persona idónea, miro a Mei y le dijo:

- Bueno, cuéntame cual es tu plan. Mis habilidades son principalmente de fuego y algo de genjutsu, pero creo que en este caso a menos que queramos quemar el hotel entero no son aconsejables - Al final de aquella frase soltó una risa y espero a que su compañera le comentara que estrategia tenia en mente.

Comenzamos el trayecto hacia el complejo de hoteles, nos quedarían unos cuantos minutos para trazar un segundo plan de acción. Escuché con atención las habilidades de Takeshi, comentaba que tenía cierto dominio sobre el elemento fuego y el arte de la ilusión.

«No creo que ninguna de sus habilidades sean muy útiles...»

—Te lo mostraré cuando entremos en acción, aunque no estoy segura de que logre cien por ciento el objetivo— comenté cuando llegamos al hotel —. Primero busquemos al Tonikata Fujiro y luego veamos que nos dice él.

No esperé más tiempo y tomé la delantera hacia el interior del lugar.

El Solsticio de Cerezo era un complejo hostelero bastante conocido entre los uzujin. Tenía una muy buena reputación para con los círculos locales y turistas de la aldea, contaba con excelentes reseñas de la mayor parte de su clientela —habitual, y la que no tanto también—. y durante el último verano había consolidado su posición como uno de los mejores sitios para hospedarse en Uzushiogakure.

Lo curioso de todo aquello era que no era el complejo más adinerado, ni más vistoso, o más grande. Era como quien dice, la medida justa y necesaria.

Tonikata Fujiro Padre lo había inaugurado por allá en el año 202. Se trata de un pequeño parque cerrado con vista a la costa donde se erigieron par de galpones gemelos estilizados a la infraestructura uzureña. La entrada estaba compuesta de un inmenso Tori que daba la bienvenida a un largo pasillo con jardín, y que tras un par de metros, daba ingreso a la recepción. Era un espacioso salón luminoso con vidrieras transparentes por techo que daba la sensación de estar en un luminario, más que en un hotel.

La recepción tenía un par de áreas de descanso con sofás y bufé, una barra, y luego el cubil donde una mujer parecía distraída rellenando un ... ¿sudoku?

«No había caído en cuenta de que se trataba de este hotel, espero poder resolver el problema y que no tengan que cerrar...» pensé al ver que era uno de los mejores complejos de la zona, no sería el mejor, pero no estaba mal, o eso había escuchado.

Atravesé el jardín prestando gran atención a todos los detalles del lugar, tenía un atractivo potente, la vista debía ser fenomenal desde una de sus habitaciones. Una vez en el interior miré la decoración, los muebles y posteriormente ubicaría a la persona encargada, quién parecía pasar el tiempo con un crucigrama.

—Buenos días, somos los shinobis que solicitaron para solventar sus problemas con las plagas, un gusto, soy Aburame Mei— hice una reverencia con la presentación.

Poco a poco el Gennin de Uzu avanzaba junto a su compañera de misión hacia aquel complejo. La chica le había dicho que en cuanto llegaran y se pusieran a ello le enseñaría sus habilidades, pero que no sabia si funcionarían. El Sarutobi se paso gran parte del camino callado, pensando en alguna otra opción si el plan de aquella chica fallaba.

Tras andar un buen rato y casi sin darse cuenta llegaron al sitio. Lo conocía bien, pues pasaba muchas veces por delante de este y sabia mas o menos que era un complejo importante, pues siempre veía bastante movimiento. Siguió a su compañera de misión hacia dentro a través de un gran Tori que daba entrada a un pasillo con jardín, hasta que llegaron a la recepción, donde Mei se adelanto y dijo que estaban aquí para solventar los problemas de la plaga, después se presento y luego le toco a Takeshi.

- Buenos días, mi nombre es Sarutobi Takeshi, encantado - Tras aquello el Gennin se quedo para esperando información.

A la edad de aquellos dos jóvenes genin era muy común no pensar bien lo que se dice, antes de decirlo. Por lo general un desliz de ese tipo no traía mayor consecuencia que la de un buen sermón por parte de sus padres para que aprendieran a mantener esa lengua insidiosa a ralla.

Eso servía en la seguridad de tu hogar. Pero en una misión...

En una misión, si la liabas, la liabas.

Y Mei la había liado tan parda que ni siquiera se había dado cuenta de ello. De que no había sido para nada prudente presentarse en medio del lobby del hotel con una clarificación de uno de sus mayores problemas que estaba teniendo el negocio, el de la plaga. Se suponía que a un ninja se le contrataba para ser prudente, aunque resultó ser todo lo contrario.

El rostro de la mujer se escudriñó tras su mano, que se debatía entre si darle una buena bofetada a esos dos ninja. ¡¿Cómo se les ocurría decir semejante cosa delante de los huéspedes?! y ya un par, en algún sofá cercano, había oído muy claro.

Miradas juiciosas se alargaron a través de la sala. Una reprimenda ahogada salió de aquella mujer.

—¡Malditos mocosos, pero cómo se os ocurre decirlo en voz alta! ¡¿queréis que nos vayamos a quiebra, pequeños pardillos de cuarta?!

Tras presentarme con la encargada el lugar sentí una ligera preocupación, sabía que había hecho algo mal, lo tenía en la punta del pensamiento, pero no lograba precisar específicamente en dónde había fallado, miré a mi alrededor y noté la mirada de algunos clientes sobre nosotros, evidentemente habíamos llamado la atención.

La mujer tenía la cara arrugada, parecía querer decir algo que mantenía un tanto ahogado, no obstante, sus labios no fueron lo suficientemente fuertes y dejaron una pequeña abertura por dónde la fémina recriminó con toda la razón del mundo la forma en que me había presentado, y no precisamente porque me hubiera presentado, sino por revelar el motivo de mi visita.

Mi rostro empalideció al recordar la mirada de los clientes, ahora sabía porqué me miraban tanto, podría excusarme diciendo que no los había visto al entrar, que era la mera verdad, pero el daño estaba hecho.

«No sé porqué creí que estaría desierto el lugar...»

—Disculpe, fue un pequeño desliz— uní las manos e hice una ligera reverencia —.Vinimos a todo lo contrario, sí nos dice por dónde empezar podemos terminar cuanto antes.

«Siempre y cuando mi plan funcione» me dije con cierto nerviosismo interno.