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Keisuke abriría los ojos y vería a través de la tela que le cubría el rostro un fuego delante suya, mucho mayor que el que la pequeña fogata que habían encendido él y Riko un rato antes. También vería unas figuras que pululaban alrededor del fuego, aunque no podría distinguir ninguna y, si miraba a su derecha, vería a otro chico de rodillas a su lado, con la cabeza cubierta con una bolsa de tela negra, igual que él.
— ¿Qué estaban haciendo estos dos aquí?
— Y yo qué sé, pero bueno, nos pueden servir, ¿no?
El silencio reinó el lugar en ese mismo momento, la pregunta se quedó sin respuesta verbal, pero ambos genin podrían ver como una de las figuras se acercaba a ellos, primero quitándole la bolsa a Keisuke y agachándose para quedar al mismo nivel que éste.
— ¿Por qué estás aquí? ¿Quién te manda? ¿Sabes? Más te vale contármelo todo, porque ooooojojojo, soy muuuuuy bueno sacando las cosas a las malas, ¿me entiendes?
El hombre tenía los ojos de un color dorado que te incitaban a mirarle fijamente a ellos, su piel era de un tono canela y tenía una barba típica de llevar sin afeitarse un par de días. Su cabeza estaba rapada casi en su totalidad, dejando una cresta mohicana de un color negro como el azabache.
Vestía una camiseta de tirantes blanca que estaba sucia y tenía algún que otro roto, unos pantalones negros largos y unas botas de montaña negras. En su mano derecha tenía un cuchillo que tenía un filo liso en un lado y uno serrado en el otro.
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Después de quien sabe cuánto tiempo, recuperé la conciencia, lamentablemente todo no era parte de una mala pesadilla, no; sino que mi cabeza sí se encontraba cubierta por aquella bolsa de tela, mucho no podía ver, pero de lo que sí estaba seguro es que una potente flama se alzaba a pocos metros delante de mi, sombras se movían danzantes alrededor de aquella fogata y múltiples e incomprensibles eran los murmullos que llegaban a mis oídos. Traté de mantenerme en calma y en silencio, no quería llamar más la atención o hacer algo que pudiese molestar a mis captores, sin embargo, intenté contemplar mis alrededores de la manera más sutil que pude , obteniendo como resultado que me topase con la figura de otra persona a mi derecha, se encontraba de rodillas y con una bola de tela idéntica a la mía, o vamos eso es lo que podía especular desde mi posición.
— ¿Qué estaban haciendo estos dos aquí? Cuestionó una voz, era evidente que no hablaba conmigo, sino con uno de sus aliados, más no sabía a cual de ellos, no tenía conocimiento de porqué estaba ahí ni para qué y era algo que sí me asustaba.
— Y yo qué sé, pero bueno, nos pueden servir, ¿no? Respondió sin mucha importancia su colega, al parecer pensaba que podían sacarme algún tipo de provecho y eso era peor, a mi mente solo venían pensamientos negativos, ¿qué clase de actividades paranormales llevaba acabo esa gente? ¿Sería el tributo a un dios pagano? Tragué grueso y con cierto nerviosismo ante aquellas declaraciones.
Hubo un instante de silencio que se me pareció eterno, nadie decía nada, nadie se movía, lo único que podía percibir era la silueta del fuego danzando a través de la tela; llegado el momento una sombra se plantó justo frente a mi y me liberó de aquella cárcel de oscuridad, mis pupilas tardaron un par de milisegundos en adaptarse a la iluminación del lugar, aquel sujeto se agachó y quedó a mi misma altura, sentí como sus ojos dorados miraban con firmeza los míos.
— ¿Por qué estás aquí? ¿Quién te manda? ¿Sabes? Más te vale contármelo todo, porque ooooojojojo, soy muuuuuy bueno sacando las cosas a las malas, ¿me entiendes? Se apresuró a exigir.
Dudé un momento en los cuales pude visualizar mejor la imagen de mi captor, piel mestiza, pelón con una cresta en el centro de su cabeza, barba de pocos días y aquellos ojo dorados, esos orbes que demandaban toda mi atención... Pude notar su vestimenta también, botas gruesas y negras, camisa blanca con agujeros y un tanto sucia y unos pantalones del mismo color que su calzado. Sï no me hubiese tomado aquellos segundos para detallarle no me hubiera percatado de aquella cuchilla en su diestra que se alzaba amenazando, con un borde dentado y el otro totalmente liso.
Inspiré profundo y cerré los ojos, al espirar los abriría y trataría de hablar lo más calmado posible. —Yo le puedo decir la verdad, pero no son las palabras que usted quiere escuchar, no por ello quiere decir que le estoy mintiendo y sugiero que no se enfrasque de sacar agua de un pozo seco.— Manifesté primeramente, aquel abreboca debería ser más que suficiente para que él, o mejor dicho ellos, entendieran a lo que me refería.
No obstante, no tardé en responder directamente las respuestas que me plantearon.—Estoy aquí porque es una zona turistica por así decirlo, hay mucho rumores y vine a curiosear un poco, y no me manda nadie.— Directo y conciso. —Ustedes... ¿Quienes son? ¿Por qué me secuestraron?— Pregunté mientras paseaba mis ojos para saber cuantas personas era y tratar de ubicar mi localización, o tener alguna idea de dónde estábamos, sí el pasaje habría cambiado o algún otro dato de interés que pudiera recolectar.
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—Yo le puedo decir la verdad, pero no son las palabras que usted quiere escuchar, no por ello quiere decir que le estoy mintiendo y sugiero que no se enfrasque de sacar agua de un pozo seco.
El mohicano soltó un sonoro bufido que fue seguido de una aún más sonora carcajada. Sus ojos estaban abiertos al completo mientras reía lo cual le daba un aspecto de locura que ninguno de los dos genin podrían haber visto nunca antes en ninguna otra persona.
— Tiene pelotas este muchacho. — Dijo mientras se incorporaba y miraba de nuevo a sus compañeros, dándose la vuelta mientras soltaba una nueva carcajada. — Me gusta. — Y en ese momento se volvió más serio, miró de nuevo a Keisuke, sin darse la vuelta del todo mientras le apuntaba con su cuchillo.
—Estoy aquí porque es una zona turistica por así decirlo, hay mucho rumores y vine a curiosear un poco, y no me manda nadie. Ustedes... ¿Quienes son? ¿Por qué me secuestraron?
El secuestrador volvió a acuclillarse frente al pelirrojo y le llevo la mano zurda al mentón, sosteniéndoselo arriba asegurándose de que le mirara directamente a los ojos.
— ¿Sabes qué? Te creo, de verdad, ¿eh? ¡Pero las preguntas las hago yo! ¿Entendido? — Y se levantó empujando el rostro del shinobi hacia detrás. — Veamos este... ¡Tú! ¡Albino! — Gritó al quitarle la capucha a Riko. — ¿Tú por qué estás aquí?
Riko le miró de arriba abajo y sus ojos se detuvieron en los orbes dorados del hombre, quedando atrapado.
— Yo-Yo he venido porque había oído rumores de que éste sitio tenía algo especial y quería verlo yo mismo.
De nuevo una carcajada del mohicano.
— Vaya, vaya, vaya, así que tenemos dos curiosos que se han encontrado aquí, ¿eh? ¿Y qué queríais averiguar? ¿Algo sobre los supuestos rituales que se hacen aquí o algo así? — Dijo mirando a ambos.
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Él soltó reverenda carcajada tras escuchar mis palabras, sus órbitas se expusieron más de lo normal y eso, sumado a aquella risa, le daba un aspecto de lo más perturbador, un escalofrío recorrió mi espalda.
"La cague, la cague!!" Me repetía mientras sentía como mi corazón se aceleraba y miraba disimuladamente a mi alrededor, por sí tenía que intentar escapar de ahí en cualquier segundo.
— Tiene pelotas este muchacho.Me gusta. — Anunció entre carcajadas, pero luego siguió alzando el cuchillo de forma amenazante.
"¿Qué..." Quedé totalmente sorprendido por ello. No obstante, mis próximas palabras no corrieron con tanta suerte como las primeras.
El hombre se agachó quedando a mi altura y entonces tomó mi mentón, lo elevó buscando que mis orbes se hicieran frente a aquellas esferas doradas que tenía como ojos, tragué grueso y me mantuve en silencio, nuevamente pude sentir como el corazón latía cada vez más fuerte.
— ¿Sabes qué? Te creo, de verdad, ¿eh? ¡Pero las preguntas las hago yo! ¿Entendido? — Aseguró y luego me empujó hacia atrás, caí sobre mis glúteos y me quedé totalmente en silencio.
— Veamos este... ¡Tú! ¡Albino! — Gritó al quitarle la capucha a Riko. — ¿Tú por qué estás aquí?
Mis ojos se abrieron de par en par al ver la imagen del peliblanco, tenía la esperanza de que a él no lo hubieran atrapado y que estuviese buscándome o algo por el estilo, ahora podía decir que mis esperanzas habían quedado enterradas... Riko contestó lo mismo que yo y nuestro captor soltó otra carcajada desde lo más profundo de su ser, esperaba que por lo menos le doliera el abdomen de tanto reírse...
— Vaya, vaya, vaya, así que tenemos dos curiosos que se han encontrado aquí, ¿eh? ¿Y qué queríais averiguar? ¿Algo sobre los supuestos rituales que se hacen aquí o algo así? —
—Puueees... ¿Nunca ha ido a un lugar por curiosidad o porque llame su atención?— Comenté primeramente, no era una pregunta directa, ya que yo mismo le daría respuesta. —Es como aquella persona que se adentra en el bosque en busca de alguna fruta o fuente, mejor un estanque mágico, y que va a buscarlo, pero sabe que las posibilidades de que lo consigan son mínimas y que solo va por capricho, aunque en el fondo sabe que no lo va a encontrar, porque el estanque es quien decide quién lo encuentra.— Expliqué tratando de no enredarme yo mismo con mi argumento. —Lo que quiero decir es que vine por los rumores, pero no esperaba encontrar nada, simplemente venir, ver que había, como era y luego decir que vine y ya.— Entonces miré a Senju, dando a entender que él podría dar su propia respuesta.
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—Puueees... ¿Nunca ha ido a un lugar por curiosidad o porque llame su atención? Es como aquella persona que se adentra en el bosque en busca de alguna fruta o fuente, mejor un estanque mágico, y que va a buscarlo, pero sabe que las posibilidades de que lo consigan son mínimas y que solo va por capricho, aunque en el fondo sabe que no lo va a encontrar, porque el estanque es quien decide quién lo encuentra. Lo que quiero decir es que vine por los rumores, pero no esperaba encontrar nada, simplemente venir, ver que había, como era y luego decir que vine y ya.
De nuevo el mohicano clavó sus orbes en los de Keisuke, pero esta vez, además, enseñó su dentadura, perfectamente colocada y blanca, en contraposición a sus ropas, sus dientes estaban perfectamente cuidados.
— ¿Pues sabéis qué? ¡Éste es vuestro día de suerte! Porque esta vez, y sólo por esta vez, el estanque mágico ha decidido aparecerse ante vosotros, ¡TACHÁAAAN! — Y abrió los brazos dando a entender que él era el estanque. — Vais a vivir en primera persona uno de esos ''rituales mágicos'' de los que tanto se habla. — Y soltó una nueva carcajada mientras se daba media vuelta y se alejaba de los dos genin.
— Keisuke, ¡tenemos que salir de aquí como sea! — Susurró Riko sin que nadie le oyera excepto su compañero.
El de los ojos dorados se acercó a una especie de mesa de piedra que habían colocado frente a la gran fogata y se colocó una túnica de color rojo, que le cubría todo el cuerpo menos la cabeza.
— ¿Está todo listo, Shunō?
Y el mohicano se giró encarando a su interlocutor.
— No, aún no, ellos no lo están todavía, preparadles.
Y un par de hombres fornidos y ataviados con las mismas capas que se acababa de colocar Shunō se dirigieron hacia ellos, colocándoles de nuevo las bolsas en la cabeza y llevándoselos a rastras.
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Nuevamente sus ojos buscaron los míos, que fueron cautivos y cedieron ante la demanda de los dorados, esta vez no río de lleno, sino que contuvo su risa y mostró su dentadura, blanca, alineada, perfecta, pero... intimidante.
— ¿Pues sabéis qué? ¡Éste es vuestro día de suerte! Porque esta vez, y sólo por esta vez, el estanque mágico ha decidido aparecerse ante vosotros, ¡TACHÁAAAN! — Y abrió los brazos dando a entender que él era el estanque. — Vais a vivir en primera persona uno de esos ''rituales mágicos'' de los que tanto se habla. —
"Oh... Rayos..." Y como fondo de mi lamento se escuchaban las carcajadas, de nuevo.
— Keisuke, ¡tenemos que salir de aquí como sea! — Murmuró Riko.
Yo lo sabía, sabía que el albino tenía razón, pero... ¿Cómo? Estábamos rodeados y eran superior en cantidad, no sabíamos cuánto de ninjutsu eran capaz de manejar. —Cuando tengamos una brecha lo hacemos, huimos y evitamos confrontación.— Musité en el mismo tono para que solamente él me escuchase, posiblemente fuese el mejor plan a realizar.
Seguí los pasos del tipo con cresta hasta aquel mesón de roca que se encontraba frente al fuego, lo que más llamó mi atención y perturbó fue cuando se puso una túnica roja como la sangre, no lograba ver sí tenían alguna insignia o logo, pero lo que sí era seguro es que ellos eran la secta.
— ¿Está todo listo, Shunō?
— No, aún no, ellos no lo están todavía, preparadles.
Fue escuchar su orden y sentir como la oscuridad volvía, ahora venía acompañada de la caricia de la tierra.
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Cuando por fin se detuvieron, les habían metido en el interior de una tienda de campaña de un tamaño considerable, podía verse que estaba debidamente amueblada, tenía lo justo y necesario para pasar unos días viviendo allí y, en un costado de la tienda, una cremallera que, al abrirla, daba a una nueva tienda, más pequeña, pero que únicamente servía de baño y allí les llevaron.
En ésta segunda tienda podrían ver dos bañeras de madera que rebosaban de agua de la que salía un humo que dejaba ver que estaba bastante caliente, dos banquetas de madera y un par de esponjas.
— Tenéis que lavaros, vamos. — Exigió uno de los que les había llevado hasta allí, quitándoles las bolsas de la cabeza.
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Sentí cada piedra, cada hueco o irregularidad del suelo por un tiempo que a lo mejor no fue mucho, pero dada la situación en que me encontraba parecía ser una eternidad. "¿Qué será eso de prepararnos?" Intentaba meditar sobre ello, sobre qué podría ser lo que tendríamos que hacer, o qué nos harían.
No obstante, nos detuvimos, no hubo más tiempo para dar rienda suelta a la imaginación, hecho que agradecí, porque torturarme mentalmente era una de las peores sensaciones. La tierra ya no eran tan tierra, bueno sí era tierra pero ahora había una lona sobre ella y pude confirmar que nos encontrábamos en una tienda cuando mi visión así me lo permitió. ¿Cual era la idea de secuestrar a alguien con bolsas de tela que no cubrían al cien por ciento la visión? Seguro era parte de su plan de tortura...
El interior parecía cálido, estaba medianamente amueblado, era un lugar cómodo para acampar. Mi opresor me llevó a una segunda tienda que quedó expuesta a nosotros con el inconfundible ruido que hizo el cierre al abrirse, lo primero que noté fue el cambio de temperatura, estaba mucho más cálido, pude notar unas cubetas de madera o algo así, no estaba del todo seguro.
— Tenéis que lavaros, vamos. — Exigió liberándome de la oscuridad.
Ahora que podía ver mejor, constaté que estaba frente a un banco de madera y dos esponjas estaban a nuestro merced.
—¿Supervisará que nos restreguemos bien?— Pregunté, no esperaba que me dieran privacidad o algo por el estilo, pero un par de minutos a solas con Riko podrían valer más que el oro en ese momento.
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7/05/2018, 21:55
(Última modificación: 7/05/2018, 22:04 por Riko.)
—¿Supervisará que nos restreguemos bien?
El hombre no le contestó, ni si quiera le miró, simplemente cerró la cremallera que unía ambas tiendas y se puso delante de la misma con los brazos cruzados, dando un mensaje suficientemente claro de que no iba a irse de allí hasta que no hubieran terminado.
Riko, sin hacer más preguntas, pues no quería saber más respuestas comenzó a desvestirse y, una vez hizo esto se sentó en la banqueta de madera que tenía más cerca, sintiendo el calor que desprendía.
Una vez Keisuke hiciera lo mismo, dos de los que les habían arrastrado hasta allí les brindarían unos cazos de madera con los que echarse agua de la bañera encima. El peliblanco no rechistó e hizo lo que tenía que hacer y una vez se había echado el agua por encima comenzó a frotarse con la esponja. No levantaba la cabeza, pero estaba maquinando algo y esperaba que le funcionara.
Cuando se terminó de frotar con la esponja se dispuso a sumergirse en la bañera, poco a poco puesto que el agua estaba bastante caliente y, una vez se acostumbró se metió hasta el cuello, mirando a Keisuke y guiñándole un ojo antes de meter la cabeza por completo también.
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Mi única respuesta fue el silencio, aquel hombre cerró el cierre desde el interior de la tienda-baño, se quedó plantado en la puerta con cara de pocos amigos y con los brazos cruzados, no había forma de disuadir aquello.
Volteé a ver mi banquito y Riko ya había comenzado a obedecerles, él fue el primero en desvestirse y solo me quedó suspirar con resignación. Me despojé de mi vestimenta con rapidez y me senté en aquel trozo de madera, no tardaron en darme un cucharon y lo único que me faltaba era la esponja y eso ya lo teníamos a la mano.
Liberé el agua sobre mi cuerpo, sintiendo su calor, su sensación intentando relajar mis músculos, lancé una mirada a Riko, pero él se encontraba con la cabeza gacha. "Ha de ser algo muy vergonzoso para él..." Concluí y entonces retiré mi mirada para evitar incomodarle más.
Riko, sin hacer más preguntas, pues no quería saber más respuestas comenzó a desvestirse y, una vez hizo esto se sentó en la banqueta de madera que tenía más cerca, sintiendo el calor que desprendía. Procedí a restregar mi cuerpo con aquella esponja, posiblemente usada por todos los miembros de esa secta, ¿realmente me estaba limpiando? Podría estar contagiándome con todos sus gérmenes. Pero no quedaba nada más que resignarme...
Senju fue el primero en adentrarse en la bañera, le seguí con la mirada una vez más, quería decirle algo, pero no podía, no sabía, entonces le vi guiñarme el ojo, tenía un plan, sin embargo, ¿cual era? Entonces él se escurrió totalmente bajo el agua.
"¿Qué hago...? ¿Que hago?" Dudaba.
Moví sutilmente mis ojos viendo a los sujetos, no enfocaría mi visión en ellos más que un par de segundos, para luego mirar a la bañera del peliblanco.
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— ¡EH! ¡No te metas entero, tienes que estar a la vista en todo momen... — El hombre se había acercado hasta la bañera de Riko pero, al asomarse, no vio nada, el peliblanco no estaba metido allí. — ¡Joder! ¿Dónde coño se ha metido? ¡Si estaba ahí hace un segundo! ¡Tú! — Gritó a uno de los guardas. — Quédate vigilando a éste, y tú sígueme.
En la sala, en ese momento quedaron únicamente Keisuke y uno de los guardas, con un cuchillo de pequeñas dimensiones en el cinto que sujetaba la túnica y que se había posicionado entre las dos bañeras, mirando a Keisuke directamente.
El pelirrojo, si se fijaba bien en la bañera en la que debería estar Riko, sería capaz de ver como media cabeza de éste asomaba del agua y, de repente, le quitó el cuchillo del cinto y, con un golpe seco del mango del mismo en la nuca del guardia, le dejó fuera de combate.
— Vamos, hay que darse prisa y salir de aquí, ¡ya! — Diría en un tono de voz bajo mientras se ponía su ropa.
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Y en cuanto Riko se sumergió en su totalidad, nuestro guardián comprendió que habían cometido un error...
— ¡EH! ¡No te metas entero, tienes que estar a la vista en todo momen... — El hombre se apresuró en ir a la bañera para asegurarse de que el albino seguía ahí. — ¡Joder! ¿Dónde coño se ha metido? ¡Si estaba ahí hace un segundo! — Vociferó, no había duda alguna, Senju le engañó de la forma más fácil y estúpida. —¡Tú! Quédate vigilando a éste, y tú sígueme.— Ordenó al par de hombres a su servicio.
Un único guardia quedó custodiandome, y su mirada se posó directamente en mi, su único rehén, seguramente no me perdería de vista, sí yo también desaparecía podía considerar un buen castigo hacia su persona... —No me mires así, no he hecho nada!— Exclamé ante la presión que sentía con su mirar.
No sabía sí por la conmoción del asunto, o porque el tipo era un idiota, bajó la guardia y el peliblanco logró desarmarlos y inhabilitarlos con un simple golpe; el cuerpo de aquel sujeto cayó directo al suelo, inconsciente.
—Genial.— Murmuré y en mi rostro se dibujó una sonrisa de satisfacción y me puse del pie con alegría, levantando ambas manos.
— Vamos, hay que darse prisa y salir de aquí, ¡ya! — Ordenó, mientras se vestía.
Me vestí lo más rápido posible, busqué mis armas para saber que estaban en su lugar porque probablemente debería usarlas. —Podemos abrir un agujero en la tienda y escapar con el sunshin, ¿lo sabes?— Pregunté antes de utilizar aquella técnica y dejar varado a mi salvador.
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—Podemos abrir un agujero en la tienda y escapar con el sunshin, ¿lo sabes?
Riko, a pesar de haber ideado todo el plan que les permitiera salir de aquella tienda sanos y salvos, no había sido capaz de pensar en eso, era cierto que podrían usar el Sunshin no Jutsu para huir de aquel lugar de una vez por todas, por lo que el peliblanco asintió.
— Está bien, ya nos veremos en la próxima aventura, que esperemos sea una menos peligrosa, ¿eh?
El peliblanco hizo el sello necesario pero, sin saber por qué, seguía en el mismo sitio, miró a su alrededor, nada parecía sujetarle y aún así la técnica no hacía efecto y lo mismo sería para Keisuke, por mucho que intentara realizar la técnica, su posición no cambiaría ni un milímetro.
— N-No sé qué pasa, no funciona, vamos, ya pensaremos en algo.
Dijo Riko, tomando las riendas de la situación y comenzando a avanzar con cautela, mirando a los alrededores para evitar cruzarse con nadie y poder irse de manera segura.
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Riko no dudó en seguir mi sugerencia y con, el filo de la cuchilla, abrió el interior de la tienda; dejé que fuese él el primero en salir y le seguí de cerca, ahora estábamos en el exterior, en compañía de la noche y eramos libres.
— Está bien, ya nos veremos en la próxima aventura, que esperemos sea una menos peligrosa, ¿eh?
—Rezaré porque así sea, Riko.— Sonreí en modo de despedida. Esperé a que él hiciera el sello primero, quería asegurarme de que se marchase, Senju unió sus manos pero su cuerpo seguía ahí, por algún motivo no se marchaba.
—¿Pasa algo?— Me apresuré a preguntar.
— N-No sé qué pasa, no funciona, vamos, ya pensaremos en algo.—
No es que dudase de la palabra del albino, no es como sí pensase que él quería quedarse ahí para averiguar el final del ritual, pero uní mis manos para formar el sello por mi parte y corroborar que era totalmente cierto, no lograba salir de ahí, no me moví nada...
Tendríamos que buscar alguna otra forma de largarnos de ahí, al parecer mi compañero de aventuras quería hacer de líder, por lo que me quedó el rol del seguidor, tomé las mismas precauciones que él y recé para que no fuéramos descubiertos.
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Keisuke corroboró el mismo que las palabras del peliblanco eran ciertas y que, por algún extraño motivo, no eran capaces de realizar el Sunshin no Jutsu en aquel lugar.
Riko comenzó a caminar y el amenio le siguió, al menos, la zona en la que se encontraban era ligeramente conocida por el peliblanco debido a la proximidad que tenía ésta con su aldea, por lo que se podía orientar relativamente bien, así que solo tuvo que caminar alejándose un poco del lugar.
— Creo... Creo que estamos más o menos seguros por aquí. — Diría escondiéndose detras de una roca lo suficientemente grande.
Todo parecía en calma, pero como se suele decir, la calma precede a la tormenta.
— ¡Hola, hola pequeñas ratitas! — La voz del mohicano les sacó del momento y obligó al peliblanco a mirar a todos lados, buscándole de manera fallida. — ¡Oh perdón, perdón! ¿Os he asustado? No era mi intención. — Y pudieron escuchar una pequeña risa entre dientes en sus cabezas. — ¡Teneis huevos, eso sin duda! Habéis conseguido escapar, pero éso solo da pie al inicio de una caza, me encanta cazar, ¿sabéis? — De nuevo aquella risilla sonó en sus cabezas. — Os dejaré... Sí, cinco minutos de cortesía, después de éso, me toca a mi, si aguantáis... ¿qué sé yo? ¿Un par de horas? Sí, un par de horas sin que os atrape, os dejo en paz, ¿vale? El tiempo empieza en cinco, cuatro, tres.... ¡YA!
Y ambos escucharon una estridente carcajada en sus cabezas.
— ¡Joder, vamos, vamos!
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