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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#16
No tuvo respuesta alguna esa vez. Su última frase comenzó a repetirse dentro de su cabeza, rodeado de silencio, hasta un punto en el que había perdido el significado. Sus manos seguían temblando levemente pero comenzaba a acostumbrarse a la sangre en sus piernas sabiendo que estaba dentro de un genjutsu.

Pero no paró de hundirse y cuando se empezó a mojar su pecho el nerviosismo volvió. Miró a su alrededor esperando que algo pasara, no se animó a gritar pero tenía unas ganas tremendas de pedir ayuda. Entonces la sangre llegó a su cuello sin que el calvo tenga lugar donde subirse para evitarla.

Se hundió, por completo e inevitablemente. Tuvo que contener la respiración, revolear los brazos para intentar sin éxito de mantenerse a flote lo más posible. No podía abrir los ojos y la molestia y la incomodidad lo dominaban hasta que un tirón lo rescató.

Sintió bajar, pero en realidad subía la sangre como si solo fuese una capa frente a sus ojos que su piel sentía. El panorama se aclaró, su cuerpo se acomodó solo a la última posición que recordaba del mundo real. Estaba perdido, no tenía donde poner la mirada, hasta que los ojos de la mujer fueron el objetivo provocado por su voz.

No tengo nada que preguntar.— escuchó en silencio y con atención, firme, nuevamente a palabras reales del mundo real antes de contestar.

"Real" era la nueva palabra favorita en la mente del monje. Al final se terminó sintiendo feliz, cómodo, seguro en un ambiente que conocía y con una persona que lejos de hacerle daño lo protegería. Se miró sus manos ahora limpias y asintió confirmando lo dicho, preparado para seguir.

«¿Terminamos?»
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"  
-Maestro Yoda.


HabloPienso
#17
La examinadora se levantó y se acercó a la ventana mientras el shinobi declaraba su intención de no realizar ningún tipo de pregunta.

¿Nada? Bueno, es tu decisión, así que no hay nada que hacer.

Al acabar de hablar, abrió la ventana para airear la estancia. En cuanto la abrió, una fuerte explosión tumbó toda la cristalera y el muro que la sostenía, enterrando en escombros al mismo examinador y dejando al shinobi aturdido tras caer hacia atrás violentamente.

Tras unos segundos, o unos minutos, el shinobi volvió en sí, apenas oía por el zumbido que le había dejado la explosión en las orejas, tenía varias rascadas superficiales y ante él la pared derrumbada encima de su examinador, al que ahora solo se le veía un brazo inerte. Detrás de él la puerta se abrió y una voz sonó a tal volumen que la pudo escuchar perfectamente.

¡Aquí hay uno vivo! ¡Hey, chaval! ¡Tiene que salir de aquí ahora mismo! ¡Nos atacan!

Si se giraba vería al mismo manco que les había atendido en primer lugar. Era cierto que se escuchaba todo tipo de sonidos típicos de combates shinobi. Choque entre metales, el silbido de armas arrojadizas e incluso explosiones causadas por todo tipo de choque de ninjutsus. Y cada vez los oía más cerca. A un lado tenía al hombre, que parecía estar vigilando que nadie entrase por el pasillo, al otro, la pared derribada, que ahora dejaba ver uno de los patios interiores de la academia.
[Imagen: MsR3sea.png]

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#18
Un suspiro soltó el monje al escuchar a la dama. Parecía que ya todo estaba llegando su fin, que más allá de aprobar o desaprobar había pasado sin mayores problemas. Respiró profundo y todo se fue a la mierda. Al momento de sacar el aire la mujer abrió las ventanas y un golpe de aire estalló en el pecho del calvo y lo revoleó hacia la pared detrás de él. Los vidrios y la misma pared lo habían seguido en el recorrido.

Sintió la cabeza como un tambor siendo golpeado, tirado en el piso perdido sin entender que había pasado. Su mente en blanco trataba de entender que era lo que su visión borrosa no le dejaba ver, lo que sus oídos pitando no le dejaban oír. Con un poco de tiempo su vista mejoró, además de empezar a sentir algunos raspones en la piel, y sus ojos lo primeros que le dejaron ver fue el brazo de la mujer que lo había examinado.

La puta madre...— trató de levantarse para ir a buscarla, a ayudar, a lo que fuera que pudiese intentar hacer. Pero una voz lo interrumpió.

Había un ataque, tenía que correr. O eso decía la voz a la que poco caso hacía. El ruido rápidamente llenó sus oídos pero lejos de hacerles caso corrió hacia los escombros que retenían el cuerpo de la kunoichi y buscó cualquier manera posible de a la fuerza retirarlos de ahí para poder sacarla.

Para una vez que volvía al mundo real después de que se llenase de sangre y ver a un compañero siendo amputado tenía que pasar algo así.
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HabloPienso
#19
En cuanto Karamaru tomó la primera piedra que enterraba el cuerpo de su examinadora todo se detuvo y volvió a aparecer sentado exactamente en el mismo sitio donde estaba antes de la explosión. La habitación también estaba totalmente reconstruida, como si no hubiese pasado nada.

Enhorabuena, Habaki Karamaru. Has llegado hasta el final de la segunda prueba. Más adelante te llegaran los resultados y como no has preguntado nada, doy por acabada la prueba sin responderte a nada.

La mujer tenía exactamente la misma voz y el mismo tono de siempre, sin embargo, ahora sonaba más real que la última vez que se había sentado a hablar con ella.

Al mirar por la ventana, ahora abierta, del aula, vería que estaba empezando a atardecer. En la ilusión le habían parecido apenas unos minutos, pero la realidad era que habían pasado varias horas desde que entró al aula. Si el Sol no le parecía suficiente prueba del tiempo transcurrido su estomago exigiendo comida sería mucho más convincente.


Hasta aquí llega la segunda prueba, espero que hayas disfrutado y aprendido mucho.
[Imagen: MsR3sea.png]

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