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15/08/2018, 18:19
(Última modificación: 15/08/2018, 18:20 por Amedama Daruu.)
Habían pasado unos días desde la reunión de Datsue y Daruu. La segunda prueba del examen había tenido lugar, y aunque seguramente hubiera sido una experiencia algo traumática para alguno de los aspirantes, para Daruu había servido como una suerte de recordatorio de que lo que vendría a partir de ahora para él y sus compatriotas de no estar preparado.
De modo que como dejar los asuntos importantes en un segundo plano mientras se centraba en el examen no le parecía propio de alguien preparado, y menos en aquellas circunstancias, decidió preguntar a uno de sus superiores dónde podía encotrarse con Shanise, la general al cargo del escuadrón de ninjas que había desvanecido en la Villa Oculta del Remolino.
Era la primera vez que Daruu hablaba con alguien de tan alto rango. Según Ayame le había contado, Shanise era la mano derecha de Amekoro Yui, aunque era bastante más razonable que ella. La primera parte de la información le inquietaba, pero la segunda le tranquilizaba un poco.
Daruu llamó tímidamente a la puerta.
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Llevaban ya un tiempo dentro de aquella villa tan diferente a Amegakure, y sin embargo no había parado ni un momento a excepción de aquellos días donde las pruebas se habían llevado a cabo para ver cómo los participantes de Amegakure desempeñaban su labor, por eso, un par de días después de la segunda prueba, Shanise se encontraba allí, otra vez perdida entre el papeleo que se acumulaba frente a aquella extraña mesa que le habían prestado durante su estancia en aquel lugar.
Unos suaves golpes procedentes de la puerta resonaron en la estancia, y la jōnin se vio obligada a retirar su mirada de aquellos papelujos para escrutar aquel objeto de madera que la separaba de quienquiera que fuese el que quería retrasar su trabajo. Suspiró y se apartó ligeramente de la mesa, irguiéndose en la silla que estaba ocupando.
—Adelante. —Anunció lo suficientemente fuerte para que fuese escuchada.
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A la señal, Daruu abrió la puerta y entró en la habitación. Se dio la vuelta y la cerró, despacio. Avanzó unos pasos y clavó una perfecta reverencia a su superior.
—Shanise-senpai. Necesito comunicarle algo de extrema urgencia, importancia y gravedad. Es una situación un tanto delicada —empezó, eligiendo cada palabra con la precisión de un cirujano—. ¿Conoce usted el incidente que tuvo lugar con Watasashi Aiko, un genin y un chūnin frente a Yui? Ha llegado a mis oídos cierta información. De que Aiko está sellada en algún lugar del fondo del lago que rodea a la aldea.
Levantó la mirada lo justo para encontrarse con sus ojos.
—¿Le suena de algo?
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Shanise contempló al muchacho que había entrado por la puerta. No era ni más ni menos que Amedama Daruu, uno de los aspirantes que se habían presentado al examen de ascenso y, probablemente, el más capacitado de todo Amegakure para ostentar dicho rango.
—Shanise-senpai. Necesito comunicarle algo de extrema urgencia, importancia y gravedad. Es una situación un tanto delicada —aseguró el muchacho con seriedad, y ella cambió su rostro cansado por uno totalmente serio —. ¿Conoce usted el incidente que tuvo lugar con Watasashi Aiko, un genin y un chūnin frente a Yui? Ha llegado a mis oídos cierta información. De que Aiko está sellada en algún lugar del fondo del lago que rodea a la aldea.
Meditó las palabras del Amedama y se llevó ambas manos frente a su cuerpo, encima de la mesa, que entrelazó para hacer algo de fuerza en ellas.
—¿Le suena de algo?
—Esa no es la verdadera pregunta, Daruu-kun —contestó—. Creo que eres lo suficientemente listo para saber que venir aquí y plantear esto que estas diciendo es algo muy severo y puede traerte consecuencias.
»Sin embargo, a eso se le llama echarle huevos, por lo que te contestaré a tu pregunta: Sí, estoy al tanto de esa información, ¿y tú? ¿Cómo sabes que algo ocurrió con tu compañera Watasashi Aiko, un genin, un chūnin y Yui?Entenderás que me veo en la obligación de preguntar.
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Inicialmente, su superior le amedrentó con una advertencia que cayó como el yunque de uno de esos herreros fornidos de Shinogi-To sobre su pequeña cabeza de genin. Daruu tragó saliva y volvió a agachar la cabeza, pensando, por un momento, que estaba haciendo una estupidez.
Y sin embargo más tarde Shanise se comportó como él había previsto, con la exactitud de un reloj. Pronunció las palabras que él quería que pronunciase. Tuvo que reprimirse bien fuerte para no esgrimir una sonrisa con cierta satisfacción. En su lugar trató de permanecer lo más serio posible.
—Exacto, Shanise-senpai —respondió él—. Precisamente ese es el problema. Que no debería saberlo. Pero el caso es que lo sé. —Hizo una pausa—. Y la información llegó de los labios de un ninja de Uzushiogakure.
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—Exacto, Shanise-senpai —respondió el Amedama, con los ojos de Shanise mirándole fijamente—. Precisamente ese es el problema. Que no debería saberlo. Pero el caso es que lo sé. —Pausó su corto relato por un momento—. Y la información llegó de los labios de un ninja de Uzushiogakure.
Aquella información fue como si a Shanise le dieran una patada en el trasero. Se levantó de golpe, posando ambas manos contra la mesa de madera que tenía delante para inclinarse hacia donde estaba Daruu hablando sobre el incidente de Watasashi Aiko. Su rostro, antes serio; ahora tenía rasgos de estar firmemente cabreada por el asunto, y no únicamente con el muchacho que tenía delante.
—Mira, Daruu-kun —comenzó, con la voz más irritada que antes—. Entenderás que esa información es confidencial, algo que solo deberían saber los habitantes de Amegakure o incluso solo las personas que estuvieron delante cuando se tomó la decisión —hizo una pausa, intentando tranquilizarse—. Eres un chico listo, por eso todo esto ya lo sabrás, así que ve directo al grano: ¿qué quieres decirme con todo esto?
Siguió en aquella posición, mirándole, mientras su cabeza trabajaba a toda velocidad. Si aquella información había sido transmitida a gente ajena a Amegakure, ¿cuánto se tardaría en divulgar información que de verdad fuera importante?
—¿Quién ha sido el ninja de Uzushiogakure que te lo ha contado?
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Tiempo atrás, Ayame le había contado a Daruu que Shanise era una mujer mucho más taimada que Yui, y que durante la aventura que habían vivido juntas había llegado a apreciarla muchísimo. Pero en ese momento el shinobi no estaba seguro de que le hubieran contado la verdad. Y si se suponía que Shanise era la calmada, la paciente, no se quería imaginar qué estaría sucediendo si estuviera en otro lugar mucho más al oeste, con otra mujer diferente que acostumbraba a cortar cabezas y a sellar a subordinados en el fondo de lagos.
Tragó saliva antes de contestar. Como si diseccionara el rumbo de la conversación de forma precisa ayudándose de un bisturí, respondió sólo a una de las preguntas de Shanise. Y procuró que dichas palabras captasen su atención. Sin duda, eran el motivo por el que había venido a verla en primer lugar. El asunto urgente.
—Con todo esto quiero decir, precisamente —dijo—, que alguien debió contarle todo esto a un ninja de Uzushio. Acto probablemente que incurra cargos de traición. Y esa persona debe de ser, sin lugar a dudas, el genin al que Aiko defendió, el genin que fue reportado por el chūnin.
»Dado que probablemente esté inscrito en el examen de ascenso, consideraba prioritario informar de que podríamos tener un traidor en las filas. Quién sabe si revelará más información reservada de Ame a algún otro uzujin, aprovechando el viaje.
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—Con todo esto quiero decir, precisamente —empezó el muchacho—, que alguien debió contarle todo esto a un ninja de Uzushio. Acto probablemente que incurra cargos de traición. Y esa persona debe de ser, sin lugar a dudas, el genin al que Aiko defendió, el genin que fue reportado por el chūnin.
Shanise arqueó las cejas, claramente sorprendida de la acusación que acababa de hacer Daruu sobre uno de sus compañeros. La mujer sabía quién estuvo aquel día frente a la Arashikage e incluso qué ocurrió para que Aiko terminase en el fondo del agua, también sabía, y bien; que cuestionar las decisiones de un superior podía desencadenar en algo mucho peor, algo que, quizás, no estaban teniendo en cuenta ninguno de sus subordinados al visitarlas tanto a ella como a Yui con todo este tipo de problemas.
—Dado que probablemente esté inscrito en el examen de ascenso, consideraba prioritario informar de que podríamos tener un traidor en las filas. Quién sabe si revelará más información reservada de Ame a algún otro uzujin, aprovechando el viaje.
—Esa es una acusación realmente grave —comentó mientras se erguía en su posición y cruzaba sus brazos delante del pecho—, además, no me has contestado, aunque imagino el porqué.
»Sin embargo, no sé por qué pero si el asunto llegó hasta tus oídos a través de un uzujin, no me queda más remedio que comenzar a buscar quién de los allí presentes ese día ha comenzado a divulgar esta información que, sin duda, es estrictamente confidencial para Amegakure.
Inoue Keisuke o Manase Mogura eran quienes estuvieron allí presentes, los que vivieron todo lo ocurrido y, por ende, uno de ellos había sido el que lo había dicho todo, por lo que no tenía más remedio que hablar con ellos, uno por uno. El problema era que Mogura no se encontraba allí en esos momentos, por lo que comenzaría hablando probablemente con Keisuke sobre el asunto.
—Gracias por informarme, Daruu-kun. —Agradeció la jounin, sentándose de nuevo— ¿Hay algo más que quieras decirme?
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Shanise insistió en, una vez más, la gravedad de la información que Daruu le estaba proporcionando. Además aseguró imaginar el porqué de que el muchacho no le hubiera confesado quién había sido el que le había hecho conocedor de dichos datos. No obstante pareció dejarlo pasar, centrando la atención en el traidor que hubiera filtrado lo acontecido en la Torre de la Arashikage. Finalmente, agradeció la confidencia y le preguntó si había algo más que Daruu quisiera decirle. Éste se levantó, momentáneamente confuso y, por qué no decirlo, algo decepcionado. ¿Y ya está? ¿No se le iba a dar a conocer cuál sería el siguiente paso? ¿Se quedaría sin saber quién era el que había traicionado a la aldea?
—Lo cierto es que... —Hizo una mueca con la boca y arrastró el pie derecho por el suelo, nervioso—. Sí que hay algo más, Shanise-senpai. Verá, el ninja en cuestión... conocía dicha información porque estaba... enamorado de Aiko.
»Quiere sacarla del lago. Cueste lo que cueste. Yo he accedido a ayudarle para obtener esta información, y ahora estoy metido en un lío, porque tengo... que ayudarle, o al menos fingir que le ayudo.
«No. Quieres ayudarle.»
—Este... individuo, es bastante poderoso —aseguró—. Y propenso a meter las narices en todo. Me aseguró que Watasashi-san perdía la memoria cada vez que... cada vez que moría. Y... me pregunto si no habría alguna manera de... convencer a Yui-sama para que... ¿sacase a la chica del fondo del lago y todo empezase de cero? —Daruu se encogió de hombros, hizo otra mueca, como entrecerrando los ojos, como protegiéndose de Shanise. Se apresuró a decir atropelladamente—: además, Shanise-senpai, a lo mejor se pasó un poco, y si encarceláis o acabáis con el genin traidor no se enteraría nunca, ¿no? ¿No?
«Ay señor...»
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—Lo cierto es que... —Aquello no le gustó del todo a Shanise, pues significaba que había algo más, y no podía ser nada bueno—. Sí que hay algo más, Shanise-senpai. Verá, el ninja en cuestión... conocía dicha información porque estaba... enamorado de Aiko.
»Quiere sacarla del lago. Cueste lo que cueste. Yo he accedido a ayudarle para obtener esta información, y ahora estoy metido en un lío, porque tengo... que ayudarle, o al menos fingir que le ayudo.
Shanise soltó un largo y sonoro suspiro, incapaz de entender como prácticamente la mitad de los genin de su villa se habían metido en algún problema en el último año. Apoyó ambas manos en la mesa y se acercó al muchacho, de nuevo, con una expresión incluso más seria que antes, borrando todo signo de cansancio en su rostro.
Aquel asunto comenzaba a irritarla de sobremanera.
—Este... individuo, es bastante poderoso —aseguró—. Y propenso a meter las narices en todo. Me aseguró que Watasashi-san perdía la memoria cada vez que... cada vez que moría. Y... me pregunto si no habría alguna manera de... convencer a Yui-sama para que... ¿sacase a la chica del fondo del lago y todo empezase de cero? Además, Shanise-senpai, a lo mejor se pasó un poco, y si encarceláis o acabáis con el genin traidor no se enteraría nunca, ¿no? ¿No?
Apretó los puños ligeramente, bajo sus brazos, y frunció los labios hasta que solo parecieron unas pequeñas rayas de color blanquecino.
—Me estás diciendo que el muchacho que te contó todo lo ocurrido con Watasashi Aiko es el mismo muchacho que está enamorado de ella, y que, a parte de ir pregonando por ahí lo ocurrido en una villa ajena, también quiere rescatarla del castigo que le impuso tu Arashikage —contestó, al cabo de un rato—. Pero eso no es todo, ya que me estás diciendo que a lo mejor Yui, Amekoro Yui, la mismísima Arashikage, quizá se pasó con el castigo de tu compañera y que lo mejor que podría hacer es que se condene al traidor en vez de a Aiko.
Y entonces, soltó una carcajada.
—¡Pero qué cojones tenéis! —exclamó, entre risas, hasta que, tras unos segundos, volvió a mirarle con la misma seriedad de antes, o incluso más. No reía ni parecía contenta, no le gustaba aquella situación y Daruu lo sabía—. Tienes que saber que las decisiones de la Arashikage se toman por una razón, y ya que estás metiendo las narices donde no te llaman yo misma te lo explicaré: Aiko llegó a un límite que no tenía que haber sobrepasado, y esta, sin duda, no era la primera vez que se le llamaba la atención.
»¿O no te acuerdas de su espectáculo en el Torneo de los Dojos? ¿No? ¿Cuando se inmoló al estar perdiendo solo por dar algo de emoción? Ella pensaría que sería divertido, pero para nosotros fue una vergüenza.
Se levantó de su asiento y se inclinó hacia él.
—Esa chica podía morir todo lo que quisiese, que luego volvía a la vida a cambio de perder unos cuantos recuerdos, y ella lo sabía, por eso llegó a creerse por encima de las normas y de los demás, y eso, como comprenderás, no es nada bueno. —Explicó, aunque el Amedama ya lo supiese— Ya se le advirtió que aquello era algo muy importante, que debía llevarlo con discreción y control, pero no, esa chica se creyó más lista que nadie, y por eso Yui tomó la decisión que tomó.
»Y, como entenderás, que se cuestionen decisiones tomadas por la mismísima Yui-sama me parece impensable, y más por personas de otra villa quienes no deberían inmiscuirse en los asuntos de las demás aldeas. ¿Quieres que reporte esto frente al Uzukage, Daruu-kun? Ya he pasado por alto que no quieras decirme quién es, ya que siento que puedo confiar en ti, pero con toda esta información comprenderás que las relaciones entre Amegakure y Uzushiogakure empeoren, sabiendo, además, que ese uzujin quiera colarse para rescatar a su amada. —Paró un momento, el necesario para poder recobrar el aliento tras soltar todo aquello que tenía que decirle —¿Qué harías tú? ¿Sacar a Aiko del lago? No se podría empezar de cero, y lo sabes, porque todo lo que le digas puede olvidarlo con otra muerte, y llegaríamos al mismo punto que antes —contestó ella misma a sus propias preguntas —. Ahora, dime quién es el chico que te ha contado esto. —Exigió.
Sin duda, la generación de la que era perteneciente Amedama Daruu había sido la que más brillaba, y no porque fuese buena precisamente.
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28/08/2018, 19:59
(Última modificación: 28/08/2018, 19:59 por Amedama Daruu.)
Daruu había sido, en el fondo, como uno de esos marineros inexpertos, que contra todo consejo de sus mayores se lanza a conquistar las olas con su pequeño navío cuando las nubes auguran peligro. Dicho navegante no sabe leer los movimientos del viento como un viejo lobo de mar, y al principio, confiado, cree estar en control del timón, desplegando todas las velas y domina la marea. La tormenta se presenta entonces, más rápido de lo que espera, y lo encuentra a él en medio de la nada, de noche, rodeado de húmeda negrura. No se puede luchar contra un mar embravecido. Muy pocos de estos cretinos sobreviven a un crepúsculo entre tempestades. Y los que lo hacen, saben que lo mejor es arriar las velas rápidamente, agarrarse al mástil y rezar.
Cuando amanezca, ya será hora de seguir navegando.
El genin carraspeó, incómodo, y fingió rascarse la nuca, nervioso. Pero en realidad estaba formulando un sello del Carnero a escondidas. Un inocente sello, dedicado a una técnica aparentemente sin efecto. Pero que sería crucial. Sólo por si acaso.
—P-pues... no le vi la cara, porque iba encapuchado. Es probable que me mintiese, pero pude ver por la placa d-dorada que era jounin. Él mismo se hacía llamar Y-Yamanaka Ketsu.
«¡Claro que sí! ¡Espectacular, Daruu! El nombre más estúpido del universo.»
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—P-pues... no le vi la cara, porque iba encapuchado. Es probable que me mintiese, pero pude ver por la placa d-dorada que era jounin. Él mismo se hacía llamar Y-Yamanaka Ketsu.
Aquello a Shanise comenzaba a hacerle aguas por todas partes, y eso que no estaba en Amegakure. Se llevó una mano a la cara y se la paseó por todas sus facciones, pensando en lo próximo que le iba a decir al muchacho. Al apartar su extremidad, se llevó ambas manos al pecho, donde las cruzó, y comenzó a caminar hacia la derecha de Daruu.
—Yamanaka Ketsu es un ninja de Uzushiogakure que está enamorado de Watasashi Aiko —comentó, como si no tuviese importancia—, y que te ha contado que alguien de Amegakure le contó lo sucedido el día que su amada quedó atrapada en el fondo del lago, pero, casualmente, no sabes cómo es y lo único que recuerdas es el nombre que él mismo te dijo...
Le dio la espalda, mirando por la única ventana de la que disponía en aquel despacho que le habían otorgado. Como echaba de menos su zona de trabajo habitual, con el sonido de la apacible lluvia siempre de fondo, los colores fríos rodeándola y atendiendo a lo que realmente le importaba.
—Y... Si fuese a Hanabi-sama ahora mismo, y le contase que una persona, un jounin —corrigió—, planea colarse en Amegakure, y le diese ese nombre, ¿qué ocurriría? —preguntó al aire— Quizá le haría llamar y todo este embrollo acabaría aquí, o... —Hizo una pausa, girándose— Que dijese que no existe ni un jounin con ese nombre entre las filas de Uzushiogakure.
Cambio el peso de una pierna a la otra, sin dejar de mirar al chico.
—No sé, Daruu-kun, vienes aquí a contarme algo que parece que te inquieta, a decirme que, a lo mejor, la decisión que Yui tomó sobre la vida de Watasashi Aiko no fue la correcta y a pedir justicia sobre el traidor de tu villa, pero no entiendo el porqué de todo esto —negó con la cabeza—. Si hubiera sido solo lo primero, hubiera entendido que, como amejin, tu deber es para con tu aldea, pero lo que me está pareciendo es que hay algo más que quieres.
»En fin, puedes irte —dijo, con tono cansado—, ahora, de aquí sales tras informar a tu superior, pero ten por seguro que, si en algún momento Yui te hace llamar por estos temas, puede que no salgas de su despacho tan pancho.
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Pero hay dioses que no requieren únicamente del rezo para otorgar el favor de la supervivencia a la tormenta. Allá, lejos, al oeste en el país donde nacieron y crecieron los dos ninjas de los que hablamos, al Dios de la Lluvia había que ofrecerle algo. Una urna. La Urna de los Deseos. No bastaba con rezarle.
La tormenta arremetió contra Daruu con toda su furia.
Podría haberle hecho caso a Shanise, como quien le hace caso a una madre cuando pronuncia las temidas palabras "tú sabrás". Pero Daruu sabía lo que le pasaba a los traidores en Amegakure. La bronca de Shanise le había helado más que todas aquellas noches durmiendo en la misma habitación que su sensei cuando salían de misión.
Simplemente, no tenía voluntad para salir de allí con una mentira en el aire. No pudo hacerlo.
Aquél día, suyas no eran las piernas que elegían el Camino.
—Uchiha Datsue —dijo, con la voz quebrada—. Uchiha Datsue era su nombre. Me contó esto después de que yo mismo le buscase para darle un par de hostias. Shanise-senpai. Por lo que nos hizo.
»Sentí que debía obtener esta información. Datsue insistió en llamarnos de todo por no "ayudar a nuestra compañera". Tuve que aceptar ayudarle para que me contara todo esto. Si no, no sabría que tenemos un traidor entre nuestras filas. Ahora estoy... en una situación comprometida.
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—Uchiha Datsue. Uchiha Datsue era su nombre.
Shanise miró directamente al muchacho en cuanto pronunció aquel nombre. Mordió su labio inferior y apretó los puños ligeramente. Uchiha Datsue, cómo no, ese shinobi al final solo sabía tocar las narices a Amegakure, sin lugar a dudas. Bufó, claramente molesta e irritada por aquella situación mientras volvía a tomar asiento en aquella butaca que no le gustaba lo más mínimo.
—Con que, Uchiha Datsue —repitió, con voz venenosa—. No sé por qué, pero no me sorprende.
»Bien, Daruu-kun, gracias por confiar esta información conmigo —agradeció, sin cambiar ni su tono ni su semblante—. Sabía que podía confiar en ti, aunque al principio estuvieras convencido de que mentirme era la mejor solución. —Mencionó— Puedes retirarte, yo misma me encargaré de hablar con el Uzukage y con el traidor de Amegakure, así que no te preocupes por nada.
Hizo una pausa mientras retomaba sus asuntos, aunque de una forma más violenta que antes.
—Y suerte con el examen.
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Daruu agachó la cabeza y apretó la mandíbula.
«¿Y ya está?»
Ya estaba. A Shanise le daba igual que Daruu se hubiese comprometido con un ninja extranjero para ayudarle a sacar a Aiko del lago. A Shanise sólo le importaba la información sobre el traidor que Daruu le había proporcionado. Ella se encargaría de informar al Uzukage de las intenciones de Uchiha Datsue. Es decir: no iba a hacer nada al respecto. No le propondría nada a Daruu.
Y sobretodas las cosas, no le dejaría proponer un plan a él, ni hacer ninguna concesión a Datsue. No sacarían a Aiko del lago. Sólo importaba Amegakure.
—Y suerte con el examen.
—...muchas gracias, Shanise-senpai.
En aquél momento, Daruu no lo entendió. No entendió por qué Shanise no le tiró un poco más de la lengua.
Pero más tarde lo entendería. Más tarde, él pensaría igual que ella.
Más tarde, tan sólo unos días más tarde.
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