Nivel: 40
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Tras su improvisada propuesta, la joven ladeó la cabeza para mirarle. Casi se le corta la respiración cuando los ojos verdes de Noemi se posaron en los suyos, a tan corta distancia.
“¿Por qué tiene que ser tan endemoniadamente guapa?”
- ¿Eres un shinobi...? Siquiera he visto tu bandana. - Sentenció la chica con cierta severidad a la espera de una respuesta negativa.
De haber sido otra, se hubiese tomado a mal aquella respuesta tan seca, quizá hasta arrogante. Pero era Noemi, y su belleza disimulaba cualquier otro defecto que pudiese tener. Así que en vez de fruncir el ceño y cabrearse, sonrió.
—Eso es porque no la tengo a simple vista —respondió mientras sus dedos seguían afanados en el masaje—. Sólo algunos privilegiados pueden verla, al igual que pueden ver mis verdaderos ojos —agregó, y un destello rojizo iluminó su mirada. Durante un segundo, Noemi pudo ver el sharingan reflejado en los ojos del Uchiha—. Pero no tienes por qué responderme ahora. Piénsatelo. Me voy de viaje a Shinogi-to, podremos hablar de esa misión a mi vuelta, si quieres. Ahora relájate.
Cuando Noemi volvió a enderezar la cabeza, Datsue dedicó, ahora sí, todo su empeño en hacer el mejor masaje posible. Volvió a ascender por el cuello, centró sus dos manos en el hombro izquierdo y, tras un breve tiempo, se pasó al derecho. Finalmente, sus dedos volvieron a deslizarse por ambos hombros a la vez.
Inspiró hondo, consciente de que el masaje llegaba a su fin, y la fragancia de Noemi embriagó su olfato.
—Me encanta cómo hueles —dijo sin pensar—. ¿Qué perfume usas?
Luego se mordió la lengua, temeroso de haber metido la pata. Decir las cosas sin pensarlas previamente no solía ser una buena idea. Al menos seguro que no con las chicas.
Parecía ser que algo de lo dicho o hecho había tomado por sorpresa a Datsue que permaneció un instante en silencio, aunque luego de ello comenzó a concentrarse en los masajes mejorando de una forma considerable que hizo que la chica plantase ambas manos sobre la banca para mantenerse completamente erguida.
—Eso es porque no la tengo a simple vista —
Respondió el chico con suma tranquilidad dando a entender a la chica que no había pensado lo suficiente para hacerse la idea de que había ocultado aquel objeto que entraba perfectamente en cualquier portaobjetos o que simplemente podría tener bajo su ropa quedando completamente escondido. ~ Bravo... Eres genial Noemi... ~ Dijo con ironía en su propia cabeza sin atreverse a abrir la boca en respuesta.
—. Sólo algunos privilegiados pueden verla, al igual que pueden ver mis verdaderos ojos —
Fue lo que siguió al comentario acerca de la bandana, algo que hizo obligó a la kunoichi a voltearse nuevamente para llevarse la sorpresa de que lo que la miraba eran unos ojos de un hermoso color rojo y un detalle a un lado de cada pupila. Una mirada que si bien, no le sugería absolutamente nada, la había dejado sin habla y no dudó ni un instante en desviar la vista de allí lo más rápido que pudo. ~ No era broma... Tengo a un Uchiha detrás... ~ Pensaba la rubia a la que el corazón se le había acelerado por un instante.
Para buena fortuna, la conversación se desvió completamente hasta un supuesto viaje a Shinogi-to, un lugar que según las clases de la academia estaría ubicado en algún lugar del país de la Tormenta. ~ ¿Para qué querrá ir allí...? ~ Pensaba Noemi que no iba a indagar en el tema puesto que no era asunto suyo, mientras tanto guardaba silencio y disfrutaba del masaje que había cambiado completamente a lo que era hace unos instantes, ahora si que era relajante y de una manera u otra lograba hacer que los párpados de la kunoichi comenzaran a pesarle.
—Me encanta cómo hueles —dijo sin pensar—. ¿Qué perfume usas?
Comentó el chico logrando así traer de vuelta a la realidad a la chica que estaba quedándose dormida. ~ Luego de esto iré a casa... ~ Dijo en su cabeza mientras intentaba recordar que botella había tomado aquella mañana antes de salir de casa. - Creo que fue jazmín... ¿O la de lavanda...? - Balbuceaba sin lograr recordar cuál perfume había usado ese día y como era el aroma que llevaba encima su olfato ya se había acostumbrado al mismo por lo que no lograba distinguirlo realmente.
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7/11/2015, 04:57
(Última modificación: 7/11/2015, 05:01 por Uchiha Datsue.)
- Creo que fue jazmín... ¿O la de lavanda...? - Balbuceaba sin lograr recordar cuál perfume había usado ese día y como era el aroma que llevaba encima su olfato ya se había acostumbrado al mismo por lo que no lograba distinguirlo realmente.
—Jazmín, seguro... —dijo sin estar muy convencido.
Y es que algo había reclamado su atención. Había venido de golpe, una ráfaga de inspiración que le había invadido por sorpresa. Se trataba de una idea, una loca pero divertida idea para una de sus historias.
No se lo podía creer. Allí estaba él, dando un masaje a una de las mujeres más bonitas de la villa y, en vez de disfrutar de un sueño hecho realidad, su cabeza se dejaba llevar por otras cosas.
Pero si algo había aprendido es que uno no elegía los momentos de iluminación divina y, lo que era más importante, sabía que debía anotar cada una de esas ideas antes de que se le olvidasen. Había sufrido demasiadas frustraciones por no apuntarlas en su momento como para permitirse no hacerlo, incluso en aquel instante.
—Pues creo que el masaje ya se terminó —dijo, mientras se daba la vuelta y se quitaba la mochila. Abrió uno de los bolsillos pequeños y extrajo una libretita, que contenía un lápiz entre las anillas de ésta—. Sabes, se me acaba de ocurrir una idea genial para una historia. No sé si te lo dije, pero aparte de ninja soy escritor —confesó Datsue, que abrió la libreta y empezó a garabatear palabras sueltas—. ¿Te molestaría si uno de los personajes está basado en ti? Creo que será para un relato corto —decidió, cuya historia ya estaba tomando forma en su cabeza. Luego cerró la libreta y la volvió a dejar en la mochila—. Por cierto, me encantaría seguir aquí charlando contigo, pero… Me tengo que ir. Ya sabes, lo de Shinogi-to. Iba camino de salir de la aldea cuando me crucé contigo. Te acompaño a casa, si quieres —añadió al final. Después de todo, quizá recibiese algún tipo de recompensa después del masaje, aunque sólo fuera un beso en la mejilla. No perdía nada por ser caballeroso.
—Jazmín, seguro... —
Sentenció el chico aunque ella seguía tratando de recordar que era lo que se había echado aquella mañana, aunque seguramente se le habría mezclado un poco con algo de sudor a causa de lo poco que practicó por las afueras de la aldea. ~ ¿Era jazmín...? ~ Se cuestionaba sin atreverse a abrir la boca por miedo a que se le escape algún sonidito sugerente.
Mientras disfrutaba de aquel masaje, los ojos de la kunoichi se fueron cerrando lentamente hasta que finalmente pareció haberse dormido allí mismo, hasta que Datsue volvió a hablar indicando que había terminado con su labor. Por suerte así fue, las molestias que sentía Noemi en un principio habían desaparecido, puede que de forma temporal como puede que sea hasta que vuelva a dormir sobre el suelo.
Justo cuando el Uchiha despegó las manos de la espalda de la fémina, sacó una libretita de su mochila en la cual comenzó a garabatear no sin antes pedir una especie de autorización por su parte.
—. ¿Te molestaría si uno de los personajes está basado en ti? Creo que será para un relato corto —
La kunoichi seguía algo adormilada por lo que tardó un poco en registrar lo dicho, de paso que estaba más concentrada en acomodar de nuevo la wakizashi en las argollas de su ropa para evitar tener que llevarla en la mano. - Está bien... Pero cuidado con lo que haces que haga... - Sentenció con un tono que intentaba parecer severo pero que resultó en el tono que usaba una persona a punto de dormirse.
—. Por cierto, me encantaría seguir aquí charlando contigo, pero… Me tengo que ir. Ya sabes, lo de Shinogi-to. Iba camino de salir de la aldea cuando me crucé contigo. Te acompaño a casa, si quieres —
Tras lo dicho, la chica bostezó y luego se levantó de la banca habiendo acomodado su cabello previamente. - No hace falta... Ya otro día arreglamos bien los detalles de la misión y eso... - Dijo bastante tranquila como si hubiese olvidado que previamente había rechazado la oferta. La realidad era que se había expresado mal, no era que no quisiera realizar ninguna misión con él, sino que no quería ir a una misión de las peligrosas ahora mismo principalmente porque sabe bien que sus capacidades no servirían de mucho y terminaría quedando en ridículo.
Luego de haber dicho aquello, la kunoichi simplemente comenzó a caminar en la misma dirección por la que habían llegado para así llegar a la calle 'principal' del área residencial. Al chico le iba a quedar en sentido contrario puesto que la casa de Noemi quedaba al lado contrario de la salida de la aldea por lo que no quedaba de otra que separarse... A menos que prefiriese seguirla.
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- Está bien... Pero cuidado con lo que haces que haga... - Sentenció con un tono que intentaba parecer severo pero que resultó en el tono que usaba una persona a punto de dormirse.
—Bueno, teniendo en cuenta que vas a ser la mala… Alguna que otra cosa malvada —dijo sonriendo. ¿Qué más podía decir? Sería una antagonista por la cual todos los hombres de su historia suspirarían, y ella se aprovecharía de ello para engatusarlos.
“¿Acaso una mujer perfecta no se merece a un hombre igual de perfecto?” Por eso, en su obsesión por el hombre ideal, había decidido arrebatar a cada hombre su mayor virtud: la simpatía, la amabilidad, la sinceridad, la pasión… No pararía hasta robar todos los valores que creía debía reunir su hombre perfecto y, entonces, introduciría todas aquellas virtudes en el chico más guapo que encontrase.
Todavía no había decidido si al robar dichas virtudes los hombres perecerían o simplemente se quedarían sin ella, y ni siquiera sabía cómo explicar el robo de algo tan etéreo. “¿Quizá algún tipo de fuinjutsu?” Pero lo que sí tenía claro es que la idea le gustaba, y mucho.
Sin embargo, Noemi no parecía demasiado interesada. De hecho, parecía estar quedándose dormida, así que mejor se ahorraba su explicación. No quería que se terminase de dormir.
Tras ofrecerse a acompañarla a casa, ésta lo rechazó y comentó que ya hablarían de la misión, levantándose y marchándose sin más. Datsue se quedó boquiabierto.
“Joder, ¿y esta es la recompensa que tengo tras dar lo mejor de mí con el masaje? ¿Ni un simple adiós?”
Chasqueó la lengua, se cargó la mochila a la espalda y dio media vuelta sin mirar atrás. Acababa de decidir que Noemi ya no le gustaba.
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