22/03/2019, 05:21
Pero no hubo respuesta alguna por parte de ella. Estaba centrada al alcanzar al ladrón y no le importaba dejar atrás al genin de la lluvia. "¡Pero carajo que debemos trabajar juntos en vez de pelear!" Había que admitir algo, ella era más rápida que Rōga. No por mucho, pero aún así no tardó en adelantarse por su cuenta hasta el peligro. "Ay por favor esto no puede estarme pasando." De juerga pasaron a un misterioso crimen a plena luz del día.
Y sin embargo, era demasiado tarde. Mei no encontraría más que una puerta abierta hacia la calle. Los escasos segundos en aquel cruce fueron determinantes. El marco del mismo, fue encontrado tirado dentro de la bodega de utensilios de la cocina. Claramente, la pintura no fue transportada entera, pero tampoco había sido el calvo quién se la llevó. No, el calvo estaba muerto en un callejón de al lado, con su saliva tintada en color anaranjado escurriéndose por las comisuras de sus labios. Quienquiera que a haya robado, no iba dejar testigo alguno.
El Yotsuki, para su terrible pesadumbre, no pudo hacer absolutamente nada. Se valió de su placa para sobornar al dueño del casino para que le dejara entrar, aunque su noche fue arruinada por lo ocurrido.
No volvió a ver a Mei aquella noche, pues entre tantos disgustos ella seguramente se había largado de regreso a dónde fuese que ella perteneciera. "Supongo que te quedarás con la duda, lobo." Caminó apretujando el metal en su monedero. Al menos, iba a poder pagar el resto de su estancia y darse el lujo de visitar el Valle de los Dojos antes de emprender su marcha definitiva de regreso a Amegakure.
El misterio del cuadro sin embargo, no era más que un fragmento de una leyenda mucho más oscura. En un futuro, quizás repercutiría en sus aventuras.
Y sin embargo, era demasiado tarde. Mei no encontraría más que una puerta abierta hacia la calle. Los escasos segundos en aquel cruce fueron determinantes. El marco del mismo, fue encontrado tirado dentro de la bodega de utensilios de la cocina. Claramente, la pintura no fue transportada entera, pero tampoco había sido el calvo quién se la llevó. No, el calvo estaba muerto en un callejón de al lado, con su saliva tintada en color anaranjado escurriéndose por las comisuras de sus labios. Quienquiera que a haya robado, no iba dejar testigo alguno.
El Yotsuki, para su terrible pesadumbre, no pudo hacer absolutamente nada. Se valió de su placa para sobornar al dueño del casino para que le dejara entrar, aunque su noche fue arruinada por lo ocurrido.
No volvió a ver a Mei aquella noche, pues entre tantos disgustos ella seguramente se había largado de regreso a dónde fuese que ella perteneciera. "Supongo que te quedarás con la duda, lobo." Caminó apretujando el metal en su monedero. Al menos, iba a poder pagar el resto de su estancia y darse el lujo de visitar el Valle de los Dojos antes de emprender su marcha definitiva de regreso a Amegakure.
El misterio del cuadro sin embargo, no era más que un fragmento de una leyenda mucho más oscura. En un futuro, quizás repercutiría en sus aventuras.