8/02/2018, 20:16
La explicación a medias del uzujin no convenció del todo a Ralexion, el cual lo escuchó con una expresión de duda bien patente. Lo único que el pelinegro creyó haber sacado en claro era que todo se reducía al orgullo de Akame, que el escuálido individuo tenía algo que demostrar y no se podía ver superado por algo tan mundano como empinar el codo. Sin embargo, Ralexion no veía necesario aportarle tanta importancia y tozudez a una minucia así.
—Bueno, mucho ánimo... —afirmó, mostrando una sonrisa condescendiente.
La reacción de su compañante le arrancó, en esta ocasión sí, una buena ondanada de carcajadas. El genin le dio un par de palmadas en la espalda.
—¡Como ya te dije, amigo, hay que ir acostumbrándose! —aseguró, jocoso— A mí me ha dado sake mi padre, en paz descanse, desde que tenía 12 añitos. Además, no tienes porqué beber porque tus superiores lo hagan, Akame-san. Esperaba una mayor independencia por tu parte.
—Bueno, mucho ánimo... —afirmó, mostrando una sonrisa condescendiente.
La reacción de su compañante le arrancó, en esta ocasión sí, una buena ondanada de carcajadas. El genin le dio un par de palmadas en la espalda.
—¡Como ya te dije, amigo, hay que ir acostumbrándose! —aseguró, jocoso— A mí me ha dado sake mi padre, en paz descanse, desde que tenía 12 añitos. Además, no tienes porqué beber porque tus superiores lo hagan, Akame-san. Esperaba una mayor independencia por tu parte.