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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#16
La explicación a medias del uzujin no convenció del todo a Ralexion, el cual lo escuchó con una expresión de duda bien patente. Lo único que el pelinegro creyó haber sacado en claro era que todo se reducía al orgullo de Akame, que el escuálido individuo tenía algo que demostrar y no se podía ver superado por algo tan mundano como empinar el codo. Sin embargo, Ralexion no veía necesario aportarle tanta importancia y tozudez a una minucia así.

Bueno, mucho ánimo... —afirmó, mostrando una sonrisa condescendiente.

La reacción de su compañante le arrancó, en esta ocasión sí, una buena ondanada de carcajadas. El genin le dio un par de palmadas en la espalda.

¡Como ya te dije, amigo, hay que ir acostumbrándose! —aseguró, jocoso— A mí me ha dado sake mi padre, en paz descanse, desde que tenía 12 añitos. Además, no tienes porqué beber porque tus superiores lo hagan, Akame-san. Esperaba una mayor independencia por tu parte.
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#17
El vaso de sake hizo otra vez su corto recorrido desde la barra de madera hasta los labios cortados del fino Uchiha. Tomó otro sorbo, trató —sin mucho éxito— de que el asco que sentía su lengua no se reflejase en su cara, y luego volvió a dejarlo donde estaba. Se lo quedó mirando mientras Ralexion le dedicaba unas palabras cargadas de condescendencia.

Entonces el del Remolino le miró con resentimiento.

Meh, los juicios de valor te los puedes meter por... —se detuvo, bajando la voz—. Un simple vaso de licor no va a poder con Uchiha Akame de Uzushiogakure no Sato. Pasarán mil años antes de que eso ocurra. Es sólo... Un estúpido... Vaso de sake.

Tomó el diabólico recipiente y se lo empinó de un tirón.

Lo primero que le vino a la garganta fue una arcada casi incontenible. Logró de algún modo no echar la pota, aunque sí que se encorvó sobre la barra boqueando con fuerza. Le faltaba el aire y notaba su garganta ardiendo, como si alguien hubiese encendido una hoguera en su estómago y el humo caliente le subiese hasta la boca.

Tardó un par de minutos en recobrar la compostura; cuando se irguió de nuevo tenía las mejillas rojas y los ojos cargados, pero aun así no dio otras muestras de embriaguez. Con solemne gesto tomó un par de monedas y las dejó sobre la barra, haciéndole una seña al tabernero para que las recogiese.

Bueno, Ralexion-san... Tampoco voy a emborracharme antes de una misión. Vamos a por esos libros, si no me equivoco mañana ambos partiremos hacia nuestro destino.

Y con esas, abandonaría la taberna en dirección a donde quiera que el kusajin se hospedaba.
Diálogo - «Pensamiento» - Narración

Mangekyō utilizado por última vez: Flama, Verano de 220

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#18
El joven se cruzó de brazos y quedó en silencio. «Si estás tan empeñado, adelante, ponte las botas... al menos tengo que admitir que tu voluntad es envidiable.», reflexionó en la privacidad de su mente.

Fue así que Ralexion observó a Akame con un semblante plagado de interés y un pequeño tinte de preocupación. No hizo nada cuando el uzujin reaccionó de una forma tan aparatosa; incluso aunque un trago mal dado le llevase a tirar todo lo que se encontrara en su estómago, el moreno iba a dejar que el chupado joven lo capease en solitario, con el kusajin como juicioso espectador.

La situación no llegó a tales extremos, sin embargo. Akame había cumplido su objetivo de acabar con los contenidos del recipiente y estaba satisfecho con ello. Pagó lo que debía y le aseguró al otro Uchiha que no iba a emborracharse antes de una misión. Sí, era de sentido común, pero Ralexion no pudo evitar sentir que buena parte del argumento era una excusa perfecta para el de Uzugakure. Al fin y al cabo, un vasito como el que tanto le había costado tomar a Akame no era nada para el shinobi de Kusa...

Muy bien, machote —rió entre dientes.

Con paso acelerado siguió la estela de Akame, buscando adelantarlo, ya que, después de todo, necesitaba guiarlo hasta el hostal donde se alojaba.
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