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—Aquí no muere nadie, me da igual si piensas que es un asesino o si él piensa que tú te tienes que beber sus potingues o morir. Nosotros nos vamos
¡Pero si estaba más acojonado que yo! Y eso ya es decir. No quería oír hablar de rajarle el cuello, menos aún de tomarnos la revancha, quería largarse y saber nada de la maldita chabola en la que había estado a punto de morir y donde ambos recibimos sendos bastonazos del malnacido de la máscara.
Al menos aceptó el caramelo que le había ofrecido.
—Gracias, Yota-san. Hala, ¡vámonos! —anunció, y sin esperarlo salió corriendo por el umbral de la puerta—. ¡Vamos, que como se despierte la hemos liado!
Y dale. Huir, huir y solamente huir. Aquello era todo lo que se le pasaba por la cabeza, sin siquiera darme la oportunidad de discutírselo, puesto que empezó a moverse mientras tomaba el camino de salida, atravesando la puerta y saliendo al bosque, seguramente buscando volver a los dojos.
Me resigné encogiendo los hombros al mismo tiempo que le lanzaba una mirada asesina al hijo puta ese que seguía tendido en el suelo.
*Ya volveré a por ti, desgraciado* me dije para mis adentros.
Así pues, me dispuse a seguir al gennin el cual empezó a balancearse de árbol en árbol.
-¡Hey, espera!-
—Mi sugerencia es buscar el médico en los Dojos, eres un participante. No creo que sólo tú quieras "llegar al torneo en plenas condiciones" —apuntó—. En el estadio es donde mejor te podrán tratar.
Joder, lo peor de todo es que tenía razón, habíamos actuado muy a la ligera, todo por no recibir la bronca de mamá.
-Sí...- apunté mientras seguíamos moviéndonos y los nervios, por fin iban disminuyendo a media que nos alejábamos de la chabola y el tembleque de mis extremidades cada vez era menos intenso -Supongo que es lo que debimos hacer en un primer momento. Anda demonos prisa y acabemos con esto de una vez-
A lo lejos se divisaban las murallas del asentamiento donde nos alojábamos y fue entonces cuando noté el calor de la sangre resbalando por la comisura de mi labio inferior. El mismo que me mordí a consecuencia de uno de los golpes de aquel desgraciado, o eso suponía.
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa
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—Sí... Supongo que es lo que debimos hacer en un primer momento. Anda demonos prisa y acabemos con esto de una vez.
Afortunadamente, los ánimos de Yota se fueron calmando a medida que avanzaban por el bosque, entre troncos, ramas de árboles frondosos y ocasionales claros. Daruu suspiró. Todo aquél embrollo casi les cuesta la vida, y todo por el empeño de buscar un médico allí, en medio del bosque.
Ya divisaban a lo lejos los riscos de los Dojos, de modo que no tardaron tanto en llegar. No les costó tampoco convencer al guardia de la entrada de que tenían prisa, dado el posible estado de salud de Yota y sus acreditaciones de participantes.
No fue todavía hasta quince minutos más tarde, cuando Daruu ya tocaba la puerta de un salón de medicina cercano al estadio del torneo, que el muchacho se dirigió de nuevo al posible enfermo.
—¿Y bien? ¿Cómo te encuentras? —se preocupó.
No obstante no daría tiempo a entablar mayor conversación, pues la puerta se abrió de golpe y les recibió un doctor vestido con una bata de color rosa y unas gafas redondas de color púrpura. Calvo, con los ojos muy grande y no más pelos en la cabeza que en la cola de una rata.
—Esto... ¿es algo urgente? —inquirió el médico.
Daruu, intentando tranquilizarse pero evidentemente no consiguiéndolo, intentó explicar atropelladamente lo que había sucedido.
—¿Ha bebido de un arroyo en el que había un cadáver...? Entiendo. Pasad, pasad, te voy a dar un antibiótico. Te lo tendrás que tomar durante tres días, por si acaso —dijo, y se introdujo en la consulta. Daruu lo siguió, continuando con la explicación.
...y entonces un tío muy raro nos dijo que era la picadura de la mortallis o algo así y...
De pronto el doctor estalló a reír.
—De nuevo ese chamán loco con sus paranoias. Eso no existe, hombre.
Dios mío.
Dios.
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Pero no nos detuvimos, Llegar a buen puerto y sobre todo a buen doctor. Lo segundo era realmente importante, otro loco como aquel y lo íbamos a lamentar de verdad. Bueno, el caso, que no nos detuvimos y seguimos balanceándonos por entre las ramas, en alguna ocasión algún que otro destello de luz directo a nuestras respectivas cogoteras, pero no hubo nada anormal.
Llegamos al asentamiento de los dojos de una sola pieza. Supongo que teníamos que dar las gracias a algún tipo de Dios.
Pero el guardia quería nuestra acreditación. Aquella maldita carta que mamá siempre me decía que llevase encima si salía. Menos mal que le hice caso. De todos modos éramos participantes del gran evento. El Torneo de los Dojos, no nos habría costada convencerle, pero le enseñé la acreditación y nos permitió la entrada. Había que darse prisa.
Una vez en el interior, tomamos de referencia el gran edificio que era el estadio, imponente como él solo y buscamos el dispensario que tenía que haber en sus proximidades, Daruu se adelantó e hizo sonar la puerta.
—¿Y bien? ¿Cómo te encuentras? —se preocupó.
-Mejoh- contesté como puede ya que todavía tenía el caramelo dentro de mi boca.
Pero la puerta no tardó en abrirse y un médico o lo que suponía ser un médico se dejó entrever bajo el umbral de la puerta. Ataviado con una bata rosita y unas gafas purpuras. en otra ocasión aquella imagen me hubiese hecho estallar de la risa, pero aquel día no. Aún tenía el puto chamán en la cabeza.
De nuevo, Daruu se adelantó y explicó lo sucedido. Asentí con la cabeza.
—¿Ha bebido de un arroyo en el que había un cadáver...? Entiendo. Pasad, pasad, te voy a dar un antibiótico. Te lo tendrás que tomar durante tres días, por si acaso —dijo, y se introdujo en la consulta. Daruu lo siguió, continuando con la explicación.
...y entonces un tío muy raro nos dijo que era la picadura de la mortallis o algo así y...
De pronto el doctor estalló a reír.
—De nuevo ese chamán loco con sus paranoias. Eso no existe, hombre.
*¿Qué hace tanta gracia..?*
Arquee una ceja, algo molesto por aquella risa. Tenía que tratarse de otro chamán, el que habíamos visto nosotros no hacía ninguna gracia. Todo lo contrario. ¡Casi me mata! De no ser por el de Amegakure..
-Espera, espera, espera- interrumpí ya con el caramelo fuera de la boca para que se me entendiese a la perfección -¿Ya conocéis a ese hijo de puta? ¿Y lo dejáis deambular por ahí? ¡¡CASI ME MATA!!- vociferé enervándome de nuevo -Hostia puta macho... Ese tío es peligroso, ¿Sabes? Deberíais enviar a los guardias para hacer algo al respecto- sugerí finalmente.
-¡¡Yotita!!-
Se pudo escuchar la voz de una mujer en el exterior y cuando se coló pro mis oídos no pude hacer más que tragar saliva después de que el corazón se me congelase durante unos segundos.
*Mierda, me va a caer una buena..*
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11/03/2016, 17:22
(Última modificación: 11/03/2016, 17:22 por Amedama Daruu.)
Evidentemente, lo primero que hizo fue dar un paso atrás y mirar de reojo a Yota, que, de nuevo, estaba poniéndose nervioso. Hasta ahora no le había caído precisamente mal, pero parecía que tenía arranques de ira muy preocupantes, y sabiéndose cumplido con su deber, Daruu ya no tenía nada que hacer allí. De modo que se retiró poco a poco, tratando de pasar desapercibido hasta estar a una distancia prudencial.
-Espera, espera, espera. ¿Ya conocéis a ese hijo de puta? ¿Y lo dejáis deambular por ahí? ¡¡CASI ME MATA!! Hostia puta macho... Ese tío es peligroso, ¿Sabes? Deberíais enviar a los guardias para hacer algo al respecto.
Daruu dio un paso atrás. Una mujer pasó a su lado como un relámpago, y tuvo que hacer una cabriola para recuperar el equilibrio y no caerse.
—A mí no me cuentes historias, muchacho —indicó el médico—. Yo no estoy al mando de este sitio, y en todo caso, los Dojos sólo se deberían preocupar de los Dojos. Esto es un territorio privado e independiente.
A esas distancias, Daruu ya contaba con que pudiera irse con una excusa de fácil fabricación, de modo que...
—¡Lo siento, Yota-san, se está haciendo tarde y mi madre me está esperando! Además, parece que a ti también te buscan. ¡Nos vemos, suerte en el torneo!
«Pero qué mal de la cabeza está la gente, por Dios...»
Hasta ahora sólo había conocido a dos personas de Uzushiogakure. Y tampoco se podía decir que Nabi estuviera muy cuerdo.
Decidió que por ahora tenía bastante.
Fin del post. Supongo que tienes que hacer uno final
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—A mí no me cuentes historias, muchacho —indicó el médico—. Yo no estoy al mando de este sitio, y en todo caso, los Dojos sólo se deberían preocupar de los Dojos. Esto es un territorio privado e independiente.
*Vamos, que les importa una mierda tener un asesino suelto tan cerca de su aldea*
—¡Lo siento, Yota-san, se está haciendo tarde y mi madre me está esperando! Además, parece que a ti también te buscan. ¡Nos vemos, suerte en el torneo!
-¡Gracias de nuevo, Daruu-san!- le dije al tipo que me había salvado la vida hacía unos pocos minutos -Suerte en el torneo, ¡Ojala podamos enfrentarnos!-
Alcé mi pulgar derecho antes de perderlo de vista.
¿Estaría bien, verdad? Una pelea de igual a igual contra mi salvador. Joder, lo firmaría pero a la de ya. Lamentablemente no me las iba a ver en todo el torneo contra el gennin de Ame, sino que me las vería contra un compatriota suyo, aunque claro, eso yo todavía no lo sabía.
-Gracias por su tiempo doctor-
Tomé las pastillas que me recetó y salí de la consulta. Tan solo tenía que seguir los gritos de mamá...
*Durante 3 días y ya está... Seguro que no era para tanto, ¡Quejicas!*
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