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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#61
Solamente los ninken se interpusieron ante el fatal destino. Lo hiceron con valentía y justo a tiempo. Tokaro ni siquiera se había movido, aquella mujer era habilidosa y Tokaro... bueno, él era un anciano. Intercambiaron una serie de gruñidos y entonces sentí la mirada de Yachara sobre mi cabeza como si se tratará de la espada de Damocles, afilada y preparada para realizar la última estocada.

Pero no llegó.

Alcé la cabeza dudoso viendo qué era lo que la hacía vacilar.


—Lo de tu padre y yo fue sólo una rivalidad por el amor de una mujer, Yachara. Sé que te hizo pasar malos momentos durante tu juventud, y por eso me disculpo. ¡Pero ha pasado tanto! ¿por qué no le damos la bienvenida a los cachorros y hacemos las paces?

—Urh, maldita sea Tokaro. ¡Maldita sea! no va a ser sencillo, pero...

—Haré el jodido intento, por Kiriya. Es primera vez que se atreve a enfrentarme, y eso sólo lo hace una madre que defiende a sus cachorros. Sólo por eso, voy a dejarlo pasar.


Suspiré de puro alivio y pude notar como mis hombros se desplazaban hacia abajo tras liberar toda la tensión. Debido a la alegría de las palabras de Yachara en mi rostro se esbozó una inevitable sonrisa.

«Objetivo cumplido»


— En ese caso debo darte las gracias, Kiriya. Ya nada se interpondrá entre vosotros — dije observando a los ninken — Te dije que lo entenderían Yiruchi-chan

Le tendí la mano a la joven para que se levantase, como cuando nos conocimos hacia unas horas.
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Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa
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#62
Yiruchi, entre todo, no se lo podía creer. Pero estaba enormemente agradecida. Con Yota, y con Kotaro. Porque sin ellos, probablemente nunca hubiese podido revelar la verdad y quitarse aquel peso de los hombros.

Aceptó la mano de Yota, y se levantó del suelo aún con la cara roja.

—Te estaré siempre agradecida, Yota-kun. Sin tu ayuda, no habríamos podido lograrlo.

Yachara se acercó a ella, y le sobó la cabeza. Gruñó para sus adentros, y bastó una mirada entre madre e hija para perdonarse mutuamente. Era la primera vez que la tocaba, y desde entonces iba a proponerse que fuese la última. Kiriya también se acercó a ellos, y se acicaló entre las piernas de su familia.

MouKou, al lado de Tokaro, observaba aquella linda escena, satisfecho.

El viejo sonrió, tumbándose en el suelo, e inquirió a Yota.

—Oh, Yota-nii. Entonces: ¿qué es lo que le sucede a MouKou? —bromeó, como si no hubiesen podido descubrir el por qué de las actitudes de su perro, que en teoría, era la razón de aquella misión.

. . .

Ambas familias volvieron a casa, por separado. Aún necesitaban tiempo, tiempo para acostumbrarse y para reparar esas heridas y rencillas del pasado. Pero el primer paso para una reconciliación entre familias rivales ya estaba dado y todo gracias a Yota, quien actuó apropiadamente a lo largo de la misión. Tomó decisiones correctas y ayudó, nuevamente, a que la aldea continuase en paz.

Por eso, y sólo por eso, su misión había resultado: Exitosa.

Fin de la misión. Puedes pedir recompensa. Un placer y hasta otra ocasión en donde pueda matarte a gusto.
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