Vaya...

Yota, como buen Shinobi, se disculpó por el fallo que tuvieron e incluso se tomó la libertad de replicarle a Toshio por su error. Su primer reflejo fue discutir, pero la misión ameritaba prudencia así que se reprimió. No quería tener malos rollos con su compañero.

-Ya... tranqui, Yota, total no puede volvernos a pasar hoy ¿no?-

Comentó esbozando una sonrisilla.

Condenado... ¿Cómo que asignado a alguien con poca experiencia? ¿Quién demonios se cree que es?

Caminaron durante unos 10 minutos antes de llegar a la casa donde, según el hombre de antes, vivía Chīzu Nezumi. La casa era grande y lujosa, con una entrada hermosa compuesta por un cobertizo de madera y dos portones. a juzgar por el tocador dorado Chīzu Nezumi era alguien importante, o como mínimo, suficientemente rico como para permitirse mucho más que un par de lujos.

-Este tío tiene que ser riquísimo-

Señaló lo obvio cual lince mientras observaba asombrado el lugar, pues siendo el hijo de un herrero y de una kunoichi ver un lugar como este era sorprendente para el joven pelirrojo. Apenas un instante después se apartó un paso de la puerta, invitando a su compañero a ser el primero en actuar.

-Ya... tranqui, Yota, total no puede volvernos a pasar hoy ¿no?-

— Eso espero, camarada, eso espero

Ya no solo por completar con éxito esa primera misión, sino por el valor económico con el que supuestamente íbamos a ser recompensados si lográbamos ayudar al tal Nezumi y no meter la pata de nuevo como con aquel hombre. Pero sobre todo por lo primero. Si algo deseaba con total anhelo era ser útil para la aldea y un primer fracaso supondría un batacazo importante.

Así pues, sin alargar más la espera cruzamos el par de campos que nos separaban de la morada de Chizu Nezumi y nos adentramos, primero cruzando aquel porche para luego enfilar la escasa escalinata hasta quedarnos en frente de aquel portón de madera ostentoso. Mi compañero decidió darme la iniciativa por primera vez aquel día. Sabia decisión vistos los precedentes.

— Bien, pues vamos allá

Repiquetee la madera de la puerta con mis nudillos un total de 3 veces.

POM

POM

POM

Luego di un paso atrás esperando a que alguien decidiese abrir la puerta y aparecer. Tan solo esperaba que aquel ogro no nos la hubiese colado y allí encontrásemos de verdad a Chizu Nezumi.

Los dos shinobi quedaron maravillados ante la ostentosa residencia. Quedaba más que a la vista que aquella casa pertenecía a alguien sumamente importante; o, como mínimo, había conseguido el suficiente dinero labrando aquellos campos como para permitirse algo de tal talla.

Toshio le cedió el turno a Yota, y este no dudó en subir los escalones del porche y acercarse a los imponentes portones de madera. Haciendo caso omiso al tocador bañado en dorado, el chico llamó utilizando sus propios nudillos hasta tres veces. En la lejanía, los perros ladraron con más fuerza. Y era tal su ímpetu que casi taparon el revuelo que se produjo al otro lado de la entrada.

Tras unos breves segundos, la puerta se abrió con delicadeza. Tras ella, un hombre alto y delgado como un palo y vestido de traje estudiaba a los dos shinobi con sus pequeños ojos grises cubiertos por unas gafas redondas. No era demasiado viejo, pero su cabello ya presentaba la decoloración típica de la edad y lo llevaba cuidadosamente peinado hacia atrás.

—¿Os puedo ayudar en algo, muchachos? —preguntó, con exquisita educación.

Mientras su compañero se acercaba para tocar la puerta, el joven pelirrojo se mantuvo admirando el lugar, pues le parecía sorprendente como una persona podía obtener tantos lujos y riquezas.

Demonios, para ganar tanto dinero cultivando maíz ese tío tiene que haber trabajado un montón

Se formó una media sonrisa en el rostro de Toshio, que tomaba el lugar como inspiración, el saber que una persona había llegado tan lejos con su esfuerzo solo confirmaba un grandioso futuro para él.

Al fin y al cabo no hay nadie que de su cien por cien más que yo

Cerró los ojos y sonrió alegre mientras se imaginaba lo que le depararía en un futuro, pues a ojos del genin a partir del día que se hizo ninja su suerte solo podía aumentar.

¿Os puedo ayudar en algo, muchachos?

Un hombre mayor, alto y muy delgado apareció de detrás de la puerta.

¿Será este Chizu Nezumi? Por las pintas que lleva no parece ser la clase de persona que se pasa el día trabajando... Pensó mientras observaba al señor durante unos segundos. Probablemente se trate de algún empleado.

Tomó unos instantes antes de hablar, pues no quería precipitarse como había hecho antes.

-Sí, ¿Es usted el señor Chizu Nezumi?-

Preguntó sin dar mucha más información, pues no estaba del todo seguro de estar hablando con la persona correcta.

La verdad, aunque no esperaba ver alguien joven como Toshio o yo, tampoco esperaba ver.. ese hombre. Se palpaba en su aspecto que había envejecido con rapidez, sus cabellos le delataban. Y desde luego, trabajar el campo con las pintas que llevaba no era ni por asomo la mejor de las ideas. Por momentos la desconfianza nublaba mi cabeza.

Esta vez fue el pelirrojo el que volvió a hablar, debo decir que esta vez actuó correctamente. Tan solo se limitó a contestar al señor y preguntarle si era Chizu Nezumi.

— Buenas tardes, señor

Lo cierto es que no tenía mucho más que añadir y de una forma u otra no podía sacar la vista de encima del propietario de la casa. No me cuadraba aquel hombre como un trabajador de campo. Tampoco es que me hubiesen enseñado muchos de ellos, pero no parecía vestir como para trabajar en unos campos de maíz de sol a sol y, la verdad, con el aspecto físico que tenía, a día de hoy le sería complicado aguantar siquiera un par de horas. Cierto era que las apariencias pueden engañar, pero lo percibía de aquella forma. Por todo ello, desconfiaba un poco y estaría bien pendiente de él.

—Sí, ¿Es usted el señor Chizu Nezumi? —respondió Toshio.

— Buenas tardes, señor —añadió su compañero.

El hombre los miró a ambos de manera alternativa con sus pequeños ojillos escondidos detrás de sus gafas de montura cuadrada. Fue entonces cuando reparó en las bandanas que lucían ambos chicos, y sus labios formaron una O perfecta.

—¡Oh! ¡Ustedes deben ser los shinobi que el señor contrató! Pasad, pasad, os estaba esperando —dijo, apartándose de la puerta para invitarles a entrar.

Nada más atravesar el umbral de la puerta, tanto Toshio como Yota se encontraron en una recepción bastante más amplia de lo que sería lo normal en una casa de campo. El suelo y las paredes parecían estar confeccionados con la madera de mejor calidad que se podría encontrar en todo el País del Bosque y, a juzgar por su antinatural brillo, había sido encerado hacía relativamente poco tiempo.

—Por favor, quítense los zapatos y déjenlos junto a la puerta. Pueden esperar aquí mientras voy a avisar a Chīzu-sama de su presencia.

Con una pronunciada reverencia, el hombre abandonó el salón a través de una puerta que quedaba tras subir unas inmaculadas escaleras de mármol.

Ambos chicos pudieron escuchar con total claridad un ligero traqueteo en el suelo tras su espalda. Pero si se giraban para ver de qué se trataba, nada quedaría a la vista de sus ojos más allá de la puerta de entrada.

—¡Vaya, ya era hora! —exclamó un hombre que no debía superar los cuarenta años desde lo alto de las escaleras, con ambas manos apoyadas en la barandilla. Era alto y bastante delgado, de piel pálida, cabellos rubios y ojos claros. Pese a su apariencia, vestía ropas de campesino. Aunque sin duda alguna la tela tenía una calidad claramente superior a la del resto de trabajadores que debía haber por allí—. ¿Qué ha pasado? Os habéis retrasado bastante. Creí haberle dicho a Morikage-sama que necesitaba que sus genin se presentaran con la mayor urgencia posible.

Aquel hombre estudió a ambos chicos con la mirada durante un momento, primero miraba a Yota, luego a Toshio y nuevamente a Yota. Parecía buscar algo con lo que identificarlos, así que Toshio pensó en mostrarle el pergamino para presentarse.

-¡Oh! ¡Ustedes deben ser los shinobi que el señor contrató! Pasad, pasad, os estaba esperando-

El hombre se apartó de la puerta y los invitó a pasar antes de que Toshio pudiese siquiera sacar el pergamino, a lo que el chico asintió y cruzó la puerta sin más dilación.

Al entrar se quitó los zapatos y los dejó al lado de la puerta a petición del señor, que luego de una reverencia se fue a buscar a Chīzu Nezumi, dejando a ambos chicos solos en el salón.

Apenas el hombre abandonó el recinto, Toshio volteó la cabeza guiado por un sonido tras de él, pero sus ojos tan solo se encontraron con la puerta por la que acababa de pasar.

Seguro que era un animal Se dijo a si mismo al darse cuenta de que no había nada.

El señor Nezumi no se hizo esperar mucho más y apareció en las escaleras. Se trataba de un hombre de mediana edad que, aunque delgado, si parecía la clase de persona que trabajaría en un lugar como este.

-¡Vaya, ya era hora!- Exclamó -¿Qué ha pasado? Os habéis retrasado bastante. Creí haberle dicho a Morikage-sama que necesitaba que sus genin se presentaran con la mayor urgencia posible-

-Mis disculpas, sufrimos unos percances por el camino, pero ahora estamos aquí a su disposición-

Se disculpó la mejor manera que pudo con una reverencia.

Al fin, Habíamos dado con el tal Chizu Nezumi y al parecer tampoco se trataba del hombre que nos había abierto la puerta. Me quité las sandalias tal y como había solicitado el que presuntamente era el mayordomo de Nezumi.

— Le esperaremos aquí entonces

Y tras aquellas palabras el hombre subió unas escaleras de mármol hasta acabar desapareciendo de nuestro campo de visión. Ahora tan solo quedaba esperar a nuevas indicaciones.

Al igual que Toshio, yo también percibí un ruido a nuestras espaldas e instintivamente me di media vuelta para ver de qué se trataba, pero allí tan solo aguardaba el silencio.

— Toshio... Esto me da mala espina, ten los ojos bien abiertos, ¿Vale?

¿Estaba siendo un paranoico? Pues seguramente, pero en los tiempos que corrían toda prevención era poca y aquel ruido extraño acabó por hacer alarmar a mis nervios.

Hasta que apareció Chizu Nezumi ara deleitarnos con una pequeña reprimenda. Toshio se disculpó mientras trataba de calmarme. Digamos que el encuentro había empezado con el pie izquierdo.

— Hemos venido tan rápido como buenamente hemos podido — respondí bastante seco — De todos modos, será mejor que nos explique cuál es la situación y nos pongamos manos a la obra, ¿No le parece?

—Mis disculpas, sufrimos unos percances por el camino, pero ahora estamos aquí a su disposición —respondió Toshio, con una educada reverencia.

Aunque su compañero fue bastante más seco a la hora de excusarse:

—Hemos venido tan rápido como buenamente hemos podido. De todos modos, será mejor que nos explique cuál es la situación y nos pongamos manos a la obra, ¿No le parece?

Chīzu Nezumi torció ligeramente el gesto ante aquella falta de diligencia. Sin embargo, terminó por sacudir la cabeza y les hizo una señal a ambos para que subieran las escaleras.

—Bien, no importa. Acompañadme, muchachos. Os explicaré de qué va todo esto.

Después de seguir sus instrucciones, guió a ambos muchachos a lo largo de un estrecho y largo pasillo bien iluminado por numerosos ventanales, el suelo era de madera reluciente y que crujía bajo sus pies entre lastimeros gañidos. Al fondo del mismo, dos portones daban paso a un amplio despacho que poco tendría que envidiar al del mismísimo Morikage. Estanterías de la mejor madera repletas de diferentes archivadores poblaban las paredes, una cálida moqueta verde cubría el suelo y, junto a un gran ventanal que daba vista a los océanos de maíz que se extendían en el exterior, un escritorio bien cuidado y ordenado. Nezumi se plantó frente al ventanal, con los brazos cruzados y sus pequeños ojos entrecerrados.

—Estos campos de maíz han sido mi vida desde que nací. Con ellos me he ganado el sustento, y esta fama que me permite ahora vivir entre tantas comodidades. He trabajado duro por él durante tantos años...

Se giró hacia los muchachos, con su gesto contraído en una mueca de rabia y desolación.

—Pero ahora una plaga de ratas está acabando con mi cosecha. Todos los días me encuentro varias hanegadas con plantas inservibles que debo desechar. ¿Podéis haceros una idea de la cantidad de ryos que pierdo a cada minuto que pasa por culpa de esas alimañas?

»Por eso necesito que me ayudéis a acabar con esta plaga de una vez por todas. ¿Tenéis alguna idea de cómo hacerlo?