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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
Hueco de nuevos Sonrisa

—¡Vuelve aquí mono ladrón! —

Gritaba una veterana furiosa al animal peludo que le había arrebatado unas frutas de su tienda. Quizá no le hubiera importado tanto si esto fuera un hecho ocasional. Pero algo fuera de lo habitual estaba pasando en Tanzaku Gai, la ciudad había sido invadida, pero no por un enemigo, sino por un grupo de simios que estaban haciendo desmanes en la misma.

Jugueteaban con los carteles, se adueñaban de todo lo que les llamara la atención y obviamente se alimentaban de lo que pudieran. Quizá una conducta inocente para el reino animal, pero ya estaba empezando a colmar la paciencia de los vecinos de la zona.

Geki ya había sido victima de estos incordiosos visitantes, que varias veces le habían saqueado la comida que intentaba almorzar los días de visita que estaba en la gran urbe.

—¡Ya vas a caer, voy a poner trampas ya verás! — Los amenazó una vez más la señora—Y tú ninja, ¿Por qué te le quedas viendo mientras me roba esa bestia y no la detienes? ¿Acaso no es tu deber? — Refunfuño mirando al genin que seguía con la vista al mono. Sus ojos encarnaban la misma furia y el desprecio, que si de seguro tuvieran brazos estrangularían al kusajin.

— Señora ya debe haber alguna petición a alguna aldea, yo estoy aquí de vacaciones — Respondió rápido atajándose de la acusación.

—Tss estos ninjas jóvenes ya no quieren trabajar. Y la policía tampoco hace nada ¡¿Alguien por dios quiere hacer algo?! — Había dicho las palabras de la última frase tan fuerte que todos en la calle se habían girado a ver qué pasaba. El temperamento de la frutera era conocido en la vieja feria de la calle. Pero últimamente con los robos estaba más nerviosa que de costumbre.
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#2
Para la joven kunoichi seguían aquellos encargos de su sensei para viajar y empezar a conocer un país que era mucho más grande que la aldea donde se había criado y había pasado toda su infancia. Eran los únicos momentos de esparcimiento que tenía entre los entrenamientos y aquellas misiones tan absurdas que le comían la poca paciencia que tenía, ella necesitaba algo que pusiera sus habilidades a prueba ¿Cómo iba a mejorar si no?

Sumida en sus pensamientos rechazó otra vez una invitación de otro amable y pesado chico para que entrara en otro dudoso bar de apuestas y juegos. Su delicada sonrisa cambió a una mirada tremendamente enojada en el momento que otro de aquellos publicistas insistió demasiado, una mirada suficiente para que se alejara y pudiera recuperar su agradable expresión de siempre. Aquella ciudad estaba resultando bastante desesperante, si volvían a ofrecerle un boleto de lotería prometiéndole un dinero fácil iba a quemar el bombo y al lotero empezando por su pañuelo atado a la frente.

Con alivio, salió a una calle de un mercado bastante más honesto, con sus puestos con productos de todo tipo menos aquellos que prometían una fortuna encerrada en una bola de colores. Aunque en aquella ciudad parecía que la tranquilidad no estaba bien vista, los gritos de una mujer llegaron a sus oídos con estruendo. Al levantar la vista a los tejados observó a un grupo de monos con una expresión curiosa, observando los gritos de aquella tendera.

La pelirroja se acercó al puesto paseando ajena al bullicio “¿Cómo puede ponerse alguien así por unos inocentes animales?” se preguntó pensando en que aquella mujer exageraba cuando un golpe de algo tibio y poco consistente golpeo la falda de su kimono. La sonrisa de la joven se congeló unos pasos antes de llegar al puesto, haciendo que bajara lentamente su rostro, sin querer comprobar que de verdad le había ocurrido aquello. -Los mato – susurró apenas levantando la vista hacia aquel demonio peludo que aún la miraba con aquellos ojos negros lleno de la más retorcida maldad -¡BAJA AQUÍ MALDITO DEMONIO CON PELO, VOY A DEVOLVERTE LO QUE ME HAS TIRADO DE DONDE HA SALIDO! – grita sintiendo como el creciente enfado tiñe sus mejillas del mismo color de su pelo, al menos hasta que un grito aún más grande hace que mire a la tendera con sin perder la expresión de enojo.

-¡Menos gritos y más ayudar! ¿Para esto queremos ninjas por aquí?¡Como no hagáis algo no quiero volver a veros más por esta calle Nunca! – riñe a ella y a un chaval que descubre a su lado con la misma expresión de extrañeza que tiene ella en ese momento.
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#3
Geki sentía cómo aquellos gritos le retumbaban la cabeza y apretaba fuerte los ojos intentando defenderse de los chirridos insoportables de la mujer. Sin duda aquel no había sido un buen día para pasear por la feria, pero la suerte estaba cambiando.

Al incorporarse y abrir los ojos lentamente de nuevo, el Senju se encontró con la fea cara de la señora del comercio pero un color rojizo que pudo ver de refilón le llamó la atención. A su lado, una muchacha joven y bonita qué también maldecía a los traviesos animales había aparecido en escena.

En tanto, los primates se perdían entre los balcones colgándose, tambaleándose y chillando como si se burlaran de todo el mundo después de cometer sus travesuras.

El Kusajin sonrió y se rascó de tras de la oreja. ¿Así qué habían acudido a Uzushiogakure para resolver el lío que se estaba montando en la ciudad?. Se volvió a la chica, quedó un momento en silencio evaluándola con sus ojos. Bueno era lógico, era la villa más cercana al poblado y a veces la inmediatez jugaba un papel importante y más con temas que se necesitaba urgente resolver, aunque aquel no lo pareciera. Se tomó unos segundos hasta que finalmente se decidió a interrumpir.

—Bueno señora, al parecer a llegado la caballería. Y miren de qué villa nada más. Esto seguro lo resuelven en un abrir y cerrar de ojos.

Dijo en un tono sarcástico. La señora seguía con su cara agria, lanzó un suspiro al aire como si aquellos dos ya le hubieran robado demasiado tiempo. Rendida, tomó una escoba que estaba allí cerca y comenzó a barrer la fruta mordisqueada y desperdiciada por los animales.

Geki se agachó y tomó una de las frutas que habían rodado por el suelo, era una manzana roja qué a simple vista, no parecía estar en mal estado. La frotó contra su pecho para quitarle un poco de tierra y la mordió.

Mientras masticaba se acercó unos pasos más hacia la otra chica, para poder conversar con ella.

—Edta dica ¿Quiedes? — Le ofreció con la boca llena, mientras la acercaba a la parte mordida a la cara.
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#4
-¿Cree que he venido aquí a encargarme de unos sucios y maleducados monos?- preguntó la pelirroja aún terriblemente enojada como para aguantar con buena cara los gritos de aquella señora. No obstante una voz a su lado fue igualmente irritante ¿ ”Todo el mundo en aquella ciudad pensaba que trabajaba para el zoológico” ? Miró casi estupefacta como el muchacho se agachaba a por una manzana y se la tendía en una actitud que quiso interpretar como amable antes de que sus ganas de asar aquella manzana aumentaran aún más.

-No, no me apetece una manzana cuando… ¡tengo caca de mono en el kimono! – volvió a enfadarse la kunoichi ante aquella desfachatez, girando la cara hacia los monos que huían antes de girarse de nuevo hasta mirar al chico. Al parecer venía de Kusagakure nada menos, desde luego no era la única ninja que mandaban viajar desde luego. - ¿Tienes algo para que pueda limpiarme este estropico?- pregunta apenada la pelirroja recuperando la compostura, ensayando su mejor mohín de disgusto para la ocasión.
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#5
—¡Wow wow wow! — Retrocedió el genin cubriéndose cómicamente de los gritos de la peliroja —¡Señorita usted si qué tiene temperamento!, pero no te preocupes por eso — Se agachó a ver la parte sucia del kimono.

—Algunos dicen qué trae suerte —

Acto seguido le dio otra mordida a la manzana mientras se erguía nuevamente y escuchaba las interrogantes de la muchacha. Al tener la boca llena atinó a sacudirle la cabeza y las manos, dejándole entender qué no tenía nada para ayudarla con el accidente...

Pero de todas formas quería darle una mano para solucionar el asunto, aquello comenzaba a apestar. Y si ya de paso podía, averiguar que hacia uzu en aquel lugar.

—Do tendgo cómo ayudadte — Hizo un esfuerzo por tragar la manzana, la gula le había hecho morder un pedazo grande que le costó trabajo hacer pasar por su garganta y entre lágrimas comentó —Pero si quieres te acompaño a no sé...¿Una fuente? —

Cerró el kusajin que no tenía mucha idea de cómo diablos se limpiaba un kimono
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#6
Tuvo que respirar dos veces para no volver a chillar a aquel muchacho por comentarios inadecuados ¿Qué se creía para hablarle así a una dama como ella? Se preguntó a si misma impaciente, aunque al menos él no le había tirado excrementos a su bonito vestido, solo lo olía y lo veía de cerca… ¿ Por qué me encuentro siempre gente tan extraña?

Suspiró después de contar hasta 10, 20 mentalmente -Con algo se tendrán que consolar cuando un mono piojoso te tira su mierda al vestido. – respondió lo más amable que pudo la pelirroja, intentando obviar el comentario posterior. La propuesta del muchacho no parecía mala, tal vez incluso supiera donde podría haber una fuente en aquella ciudad de locos. - Sabes donde hay una fuente- preguntó esperanzada ante la perspectiva de quitarse aquella porquería de su kimono.
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#7
Sorry se me había ido la luz

—Mmm... la verdad qué no — Contentó el otro mientras se llevaba una mano a la pera, mientras intentaba bucear en sus ideas.

—Yo sé dónde hay una fuente — A la izquierda había hecho acto de presencia un anciano, bastante delgado, con una voz gastada. Los pocos pelos que tenía en la cabeza eran blancos, estaba encorvado de seguro por el peso de los años pero se sostenía usando un bastón de madera rustico.

—Pero creo que te será de más ayuda esto — El veterano había llevado hasta en lugar un pequeño balde de madera con agua dentro y un trapo, que a simple vista quizá tendría la misma edad que el dueño.

—Por favor ¡Se los suplico! — Dijo algo desesperado —No puedo pagarles, los monos están haciendo estragos en mi mercadería y hasta las compras bajaron porque los pobladores evitan venir a esta zona para cruzarlos.

Geki ya se imaginaba por dónde venía la mano. Pero trabajar cuando estaba de vacaciones y encima ¿Gratis? no sabía si aceptar tal propuesta.

—Desháganse de ellos, les puedo pagar con fruta. Por favor, clemencia, voy en bancarrota —

El viejo empezó a sollozar, aunque sinceramente parecía más un gato escupiendo una bola de pelos.
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#8
Queridos ancestros, pese a pertenecer a un linaje de grandes y eminentes ninjas y kunoichis, de momento solo he realizado misiones que podría realizar un niño sin ningún tipo de entrenamiento. Pero no solo, en mi primer combate real he sido abatida por la caca de un mono. ¿Qué iban a pensar de ella?¿De su clan? No, definitivamente aquella no podía ser su historia, tenía que demostrarles a todos en casa que aquella senda era su senda, la senda de sus antepasados y sus grandes guerreros, aquella racha tenía que terminar ya.

Con un suspiro, intentó serenarse -Veintiuno, veintidós…- acabó contando en voz alta la pelirroja intentando serenarse y apagar las llamas que amenazan con consumirla de nuevo - Muchas gracias señor- respondió con una de sus grandes sonrisas empezando a lavar aquel estropicio lo mejor posible con los medios a su alcance, al menos aquel mono no parecía ser adicto a la fibra.

- Entiendo que es una situación horrible señor y por mi parte esos pequeños demonios con rabo me tienen harta y llevo en esta ciudad una hora ¿Cuándo aparecieron en la ciudad?¿Sabe si ha ocurrido algún cambio en la ciudad o los alrededores para que de repente estén tantos monos por aquí?- preguntó pensando que aquel era un gesto como otro cualquiera para empezar a cambiar su imagen ante sus ancestros.
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