8/12/2017, 23:29
El tuerto agudizó bien la vista para detectar esos pequeños gajos medio escondidos por la nieve. Estaban endemoniadamente fríos, pero en absoluto húmedos; servirían sin problemas para alimentar la hoguera.
Se mantenía inmerso en su tarea hasta que sin motivo aparente escuchó un crujido del que él no había sido creador. De inmediato todo su semblante se tensó, llevándose la mano libre a la empuñadura de su espada, por si acaso.
Desconfiando de cuanto había a su alrededor, el genin echó mano no solo de vista, si no también de oído para tratar de dar con aquello que estuviera acechando en las inmediaciones.
Se mantenía inmerso en su tarea hasta que sin motivo aparente escuchó un crujido del que él no había sido creador. De inmediato todo su semblante se tensó, llevándose la mano libre a la empuñadura de su espada, por si acaso.
Desconfiando de cuanto había a su alrededor, el genin echó mano no solo de vista, si no también de oído para tratar de dar con aquello que estuviera acechando en las inmediaciones.