Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
No sabía si había sido el agua, o alguno de los genjutsu superextraños de Yubiwa, pero el jounin no tardó en volver a estar radiante como antes de la batalla. Taeko había dejado de llorar de la sorpresa.
¿Qué...? Pero... ¿cómo?"
Comenzó lentamente a expresar esa palabra en señas. "¿Cómo?". Pero apenas terminó, un muy emocionado Yota la abrazó. La peliplateada correspondió al abrazo casi automáticamente. Lo que había pasado era demasiado para digerir en un instante. Estaba casi catatónica. Luego, por si fuera poco, el chico bronceado la besó.
Taeko se apartó casi al instante, como si aquel gesto, fruto de los ánimos del chico, la regresara a la realidad. Su corazón, aunque seguía latiendo con mucha fuerza, ahora le pesaba de manera extraña. Por debajo de la tierra y las lágrimas que adornaban su cara, podía verse su piel, tornada tan roja como un tomate. Mientras Yota iba a por el sombrero de Yubiwa, Taeko se alejó unos pasos de ambos, mirando hacia el agua, apartando la mirada.
"Mi... Mi primer beso..." pensó. Sintió una molestia extraña. Intensa e irracional. Si hubiese sido en alguna otra ocasión, le habría regalado a Yota la cachetada más fuerte que pudieran otorgar sus bracitos. Pero en ese estado, tan cansados y tan llevados por la intensidad de la situación... Tal vez lo podría perdonar. Pero no podría mirarlo a los ojos por un rato.
Taeko se perdió en sus pensamientos. Odiando que su primer beso fuese con un chico al que acababa de conocer el día anterior, aunque sintiera que lo conociera hacía dos o tres vidas. ¡Ay, pero qué tragedia la de Taeko! Al menos ninguno había muerto... Aunque ella seguía sangrando muy lentamente.
Aunque Yubiwa estaba suficientemente contento con haber salido vivo de aquella refriega, no podía compartir la extrema felicidad de sus muchachos. Había quedado ciego, y quién sabe si algún día recuperaría la vista. Agradeció con un asentimiento leve que Yota le alcanzase su kasa de paja, y se lo colocó en la cabeza, bien firme, pasando la goma por debajo de la barbilla. Suspiró.
—El Jiringan le da la vuelta al tiempo —explicó Yubiwa de pronto—, no obstante deja tus ojos inservible durante un número de tiempo que crece exponencialmente a medida que uno le da la vuelta a los segundos, a los minutos, a las horas...
»Si utilizo los dos ojos y le doy la vuelta al área en el que me encuentro, puedo regenerar mis heridas sin siquiera mirarme, pero el esfuerzo de chakra es mayor y el tiempo de recuperación mucho más elevado. Puedo abrir los ojos aunque esté ciego para volverlo a utilizar, pero eso pone en riesgo mi vida y aumenta todavía más el tiempo de recuperación.
»Para poder vivir, necesitaba mirarme al lago. Porque si utilizaba de nuevo el poder del Jiringan en área, ahora mismo estaría muerto. Pero he retrocedido varios minutos. ¿Sabéis lo que eso significa?
Dio un largo y triste suspiro. Se dio la vuelta, y alzó los brazos.
—No sé cuándo podré volver a ver. Tendréis que ayudarme a volver a Kusagakure.
· · ·
Antes del amanecer del siguiente día, un estruendo lejano les despertó, y un fogonazo de luz les cegó por entre las copas de los árboles. Algo, lejano, había explotado en el cielo. Todos sintieron un pequeño vuelco en el estómago, e, inconscientemente, olvidaron un antiguo yo que dormía, latente.
También olvidaron el nombre de Taiho, y en su cabeza el recuerdo fue sustituido por el de un maleante llamado Yotsuki Kunmo, de cuyo aspecto sólo recordaban que exhibía una melena larga de color negro.
· · ·
El ayudante de Kenzou-sama les colocó tres tazas de té negro con limón delante, y se despidió de ellos con una reverencia. Kenzou suspiró y se rascó la cabeza, incómodo.
—Entonces, no pudisteis sellar el hilo, ¿eh...? —Chasqueó la lengua con fastidio.
—No, señor. Lo siento, señor.
—No te preocupes, Yubiwa-kun. Me conformo con que estéis vivos. Por lo que dices, ha debido de ser una situación horrible. Gracias por el buen trabajo. —Kenzou se agachó, y sacó de debajo de la mesa tres sobres que repartió a sus ninjas—. Aceptadlo como compensación por parte de la aldea. Os habéis expuesto a un riesgo muy grande.
»En cuanto a tu Jiringan, Yubiwa, no deberías excederte tanto.
—Tuve que hacerlo si quería salvar a los genin, Kenzou-sama.
Kenzou les dirigió una larga mirada.
—Está bien, Yubiwa. Bien. Ahora, chicos, marchad —les dijo—. Yo me quedaré un rato charlando con Yubiwa. Hay cosas que tenemos que discutir. También le acompañaré a casa.
»Gracias por sobrevivir. Como futuro de Kusagakure, no nos podemos permitir perderos. Ahora, descansad.
Debéis de hacer un post final, pero de momento, reparto:
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—El Jiringan le da la vuelta al tiempo —explicó Yubiwa de pronto—, no obstante deja tus ojos inservible durante un número de tiempo que crece exponencialmente a medida que uno le da la vuelta a los segundos, a los minutos, a las horas...
»Si utilizo los dos ojos y le doy la vuelta al área en el que me encuentro, puedo regenerar mis heridas sin siquiera mirarme, pero el esfuerzo de chakra es mayor y el tiempo de recuperación mucho más elevado. Puedo abrir los ojos aunque esté ciego para volverlo a utilizar, pero eso pone en riesgo mi vida y aumenta todavía más el tiempo de recuperación.
»Para poder vivir, necesitaba mirarme al lago. Porque si utilizaba de nuevo el poder del Jiringan en área, ahora mismo estaría muerto. Pero he retrocedido varios minutos. ¿Sabéis lo que eso significa?
— Yo...
Aquel hombre que teníamos en frente era otro Yubiwa. Serio, extremadamente serio, ¿Donde estaba el Yubiwa que me había engañado con el clon?
—No sé cuándo podré volver a ver. Tendréis que ayudarme a volver a Kusagakure.
— ¿¡Cómoooooooo?!
Ciego. Se había quedado ciego y ni él mismo sabía si podría recuperar su visión, era probable que ni la recuperase. Fue inevitable, el sentido de la responsabilidad nos golpeó en la frente, sin previo aviso.
— Y-yo... Lo siento, Yubiwa-dono. Por supuesto que le ayudaremos. El rio ha bajado su nivel, así que podremos cruzarlo a pie usando el chakra
El tiempo apremiaba más que nunca. Aquel tipo había sido vencido pero ahora teníamos un líder que se enfrentaba a una nueva vida y teníamos la obligación de llevarlo a casa de una pieza. Así sería. No tardamos en reanudar la marcha en dirección a Kusagakure.
· · ·
Muchas cosas habían cambiado. La visión de Yubiwa, mi mentalidad, ese Yotsuki del demonio staría criando malvas bajo las raíces del árbol sagrado. Pero ahí estábamos, delante de nuestro líder: Moyashi Kenzou. Yubiwa empezó a explicarle todo lo que ocurría mientras yo trataba de hacer memoria. Habñia olvidado buena parte de la batalla, como si alguien me hubiese lavado el cerebro.
—Entonces, no pudisteis sellar el hilo, ¿eh...? —Chasqueó la lengua con fastidio.
—No, señor. Lo siento, señor.
—No te preocupes, Yubiwa-kun. Me conformo con que estéis vivos. Por lo que dices, ha debido de ser una situación horrible. Gracias por el buen trabajo. —Kenzou se agachó, y sacó de debajo de la mesa tres sobres que repartió a sus ninjas—. Aceptadlo como compensación por parte de la aldea. Os habéis expuesto a un riesgo muy grande.
»En cuanto a tu Jiringan, Yubiwa, no deberías excederte tanto.
—Tuve que hacerlo si quería salvar a los genin, Kenzou-sama.
— ¡L-lo siento, Yubiwa-dojno, Morikage-sama! —decía, apretando mis puños de pura rabia. Incluso mis mandíbulas entraron en tensión por al rabia del momento.
La realidad es que Yubiwa había perdido el sentido de la vista y que era culpa nuestra.
—Está bien, Yubiwa. Bien. Ahora, chicos, marchad —les dijo—. Yo me quedaré un rato charlando con Yubiwa. Hay cosas que tenemos que discutir. También le acompañaré a casa.
»Gracias por sobrevivir. Como futuro de Kusagakure, no nos podemos permitir perderos. Ahora, descansad.
Pero había llegado el momento de pedirle una cosa al hombre que nos dirigía.
— Esto, Kenzou-sama... Me gustaría pedirle algo si me permite el atrevimiento — hice una pausa para tragar saliva y alcé la vista— Quiero decir, nos han pasado muchas cosas y es por ello que me permitiese salir de la aldea durante unos días. Me gustaría desconectar e ir al lugar que solía ir mi padre a meditar
Ya estaba hecho, la bomba había sido arrojada. Probablemente me diría que no, que había misiones por hacer en la aldea o que debería entrenar aquí, en Kusagakure, pero tenía entendido que aquel hombre que teníamos delante era alguien comprensible. Así que simplemente apelé a su bondad.
Eso explicaba todo. Y Yubiwa no podría ver por algún tiempo. El corazón de Taeko se encogió, y sintió un mar de empatía para con él. Lo tomó firmemente de la mano y se dispuso a guiarlo junto con Yota (aunque no quería verlo a la cara), de vuelta hacia Kusagakure. Se dio cuenta de que no podría comunicarse con el peliazul de casi ninguna manera. Tal vez silbando. Tal vez presionando su mano. Era tan poéticamente trágico.
Después de una travesía, una explosión a lo lejos y una sesión rápida con una doctora, Taeko se encontraba frente al Morigake, acompañada del genin y el jounin, y con una taza de té. Escuchó con atención lo que Yubiwa le explicaba al líder de la aldea, asintiendo de vez en cuando. Kenzou le aconsejó a Yubiwa no excederse con sus poderes, a la vez que les entregaba sendos sobres.
"Nuestra... ¿paga? Pero si la misión fue un fracaso..." pensó. Aunque al parecer al Morikage le importaba que llegasen vivos, aunque no en perfecto estado.
Yota quería saber si estaba bien ausentarse un rato de la aldea. Taeko solo quería regresar con su madre y darle un enorme abrazo, luego ir a entrenar más y más, hasta volverse una experta en Jiton. También quería preguntar cuánto tardaría Yubiwa en recuperar la vista, pero se abstuvo. Se acabó su taza de té y le escribió un mensaje al Morikage.
≫Gracias a usted, Moyashi-sama. Lamentamos no haber podido llevar a cabo nuestro objetivo.
Le dirigió a Yota una rápida reverencia, sin buscar sus ojos, pues seguía molesta y apenada sobre el beso. Luego fue a con Yubiwa, apretando su mano con firmeza y, según ella, esperanza. Luego le dedicó una profunda reverencia al líder de Kusagakure y se retiró del lugar.
"Espero que la próxima misión sea algo más... manejable."
Disculpen la tardanza.
Gracias a ambos por el rol Me encantó tenerlos a ambos >D