Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Taeko no perdió detalle de las órdenes de Yubiwa. Al inicio se sorprendió de que conociera su Jiton, aunque luego le pareció lógico que alguien de su rango en Kusagakure lo conociera.
"Magnetizar al enemigo, regresar aquí, silbar." Asintió una sola vez, tomando toda la responsabilidad con un corazón acelerado, de manera que el jounin pudiese verla claramente. El ninja se veía cansado, como si de repente hubiese gastado mucha energía "Tal vez le consumió mucho chakra romper el genjutsu... ¿Pero cómo lo haré junto con Yota si él está..."
Una brisa después, el rubio se encontraba en el lugar del peliazul. Si hubiese podido hablar, la chica habría soltado un gritito. Volteó a ver a donde había estado el genin anteriormente, y vio al líder del equipo, combatiendo con aquel hombre de pantalones militares.
"¿Cómo...? ¿Cómo hizo eso?" pensó, viendo, admirada en parte, cómo Yubiwa luchaba, para luego alternar su mirada entre sus dos compañeros. Su nivel era, como lo esperaba, increíble. Luego negó repetidamente con la cabeza. "¡Concéntrate! ¡Magnetizarlo!"
Mientras tiraba de la manga de Yota, Taeko extrajo todos los shuriken de su portaobjetos, pasando sus dedos por el arillo tal como solía hacer en sus entrenamientos. La peliplateada alzó sus manos, mostrándole los objetos a su compañero e intentando que viese el chakra violáceo que rodeó brevemente a los seis proyectiles. Luego se inclinó y escribió con el filo de uno una sola palabra en la tierra. No había tiempo qué perder haciendo más notas.
磁化
MAGNETIZAR
Luego acercó los shuriken de una mano a la otra, para demostrarle a Yota cómo al acercarse vibraban como atraídos entre sí. Acto seguido le tendió los tres shuriken de su mano izquierda mientras apuntaba con un dedo al hombre que luchaba contra Yubiwa. Asintió, esperando que Yota entendiese lo que tenía que hacer. El mensaje podría haber quedado más claro con una nota escrita explícitamente, pero no consideraba tener más que unos pocos segundos. Esperaría a que su compañero tomara los proyectiles para moverse.
"Vamos, Yota-san. Tómalos y dale con ellos para magnetizarlo." pensó, deseando que su compañero comprendiese.
Intentaría acercarse al enemigo sin prisa, intentando no llamar su atención. Sabía que Yota era más rápido y fuerte que ella, y ella estaría mejor si no se acercaba lo suficiente. Subió a una de las raíces, agachándose mientras avanzaba. El uso simultáneo del Jishaku shuriken en tantos objetos la había cansado, pero podía seguir. Además, era la primera vez que magnetizaba objetos con dos técnicas de Jiton al mismo tiempo. No sabía si funcionarían ambas o si una sería sustituida, o peor, se negarían entre sí.
Sin embargo, parecían haber tardado demasiado: después de una pelea más o menos pareja, Yubiwa se había quedado paralizado por unos segundos, sin razón aparente, y luego había recibido una técnica de relámpago que había recibido en el torso. Taeko soltó un silencioso grito, con el corazón rompiendo su interior. Quería llorar. Quería encogerse y orar a los dioses. Y pedir por su madre. Le costaba mantener la compostura. ¿Qué harían sin Yubiwa? ¿Quién los defendería? No podían ellos solos, pues Yota había sido... derrotado una vez hacía un minuto, y ella, Taeko, pues...
"Una carga, sabía que no sería útil..." se dijo. Temblaba. Sin embargo, no dejó de estar atenta a Yota. Si él había entendido y lograba acertar, aunque fuese con uno solo, podría golpear al enemigo con el resto de los shuriken. Si no... ella intentaría atacarlo por detrás. Al fin y al cabo, Yubiwa le había pedido solo que lo magnetizara. Por alguna razón lo había dicho. "¡Pero ahora Yubiwa está herido! ¿Queda alguna esperanza?"
TAEKO
100/100
–
92/140
–
-48
–
Inventario
¤Shuriken: 3/6 (Yota tiene 3)
¤ Jiton: Jishaku Shuriken ¤ Elemento Magnetismo: Shuriken Magnético - Tipo: Apoyo - Rango: S - Requisitos: Jiton 24 - Gastos: 8 CK por shuriken - Daños: - - Efectos adicionales: Magnetiza a un oponente u objeto - Sellos: - - Velocidad: Instantánea - Alcance y dimensiones: -
Utilizando su Kekkei Genkai, el usuario magnetiza varios shuriken de su repertorio que serán posteriormente arrojados hacia el oponente. Cualquier individuo que entre en contacto directo con estos shuriken será magnetizado, ya sea al ser heridos por ellos o incluso al bloquearlos. Esto producirá en consecuencia un potente campo magnético alrededor de su cuerpo. Una vez que la persona ha sido magnetizada, el campo magnético se encargará de atraer cualquier otro shuriken magnetizado, por lo que un nuevo ataque con esta técnica del usuario será inevitable, que no imbloqueable.
No estuvo lo suficientemente despistado como para encajara mi ofensiva. Todo lo contrario, pues pudo reaccionar a tiempo y darme una nueva castaña que me hizo volar en dirección contraria cayendo unos metros más atrás, hecho que provocó que mi chidori se desvaneciese y mi brazo se viera encajonado en una roca.
El tipo se fue acercando dispuesto a poner fin a mi existencia mientras yo trataba de quitar mi mano de aquella prisión improvisada.
—Eres un niñato arrogante —repitió—. Pero debo reconocer que tienes huevos. Ahora dime, ¿cómo es posible que te haya cortado la cabeza y estés ahí, mirándome con esos ojos de cadáver?
— ¿Cortar la cabeza? —pensé en voz alta
»¿Ha sido un clon? ¿Un reemplazo?
Sucedió algo jodidamente extraño. De golpe me había desplazado sin yo quererlo y... había alguien donde debería estar yo.
«¿Yubiwa?»
— ¿Qué diantres..? —me di cuenta de que a mi lado había alguien, era Taeko— Menos mal que estás bien
Yubiwa y Taiho empezaron a intercambiar golpes a una velocidad flipante, observaba anonadado el alto nivel que estaban exhibiendo y fue en ese instante donde vi como era una supina estupidez intentar nada frente a Taiho. Hiciese lo que hiciese fallaría, tenía que moverme a la velocidad que l estaba haciendo Yubiwa para lograrlo y... Aún me quedaba un alrgo trecho para conseguir esa agilidad felina.
Taeko estiro mi brazo para llamar mi atención.
Obedecí a la joven kunoichi de cabellos plateados. Sostenía uan serie de shurikens con su mano y me intentaba mostrar algo. se movían entre sus dedos de una forma... antinatural. Y e el suelo había dibujado unos kanjis que formaban la apalbra magnetizar.
— ¿Magnetizar? Dejate de tonterías, lo que hay que hacer es ayudar a Yubiwa-dono —estaba confuso, no entendía a qué se refería la gennin pero luego me ofreció 3 de los 6 shurikens— No sé si que tienes algo en mente pero todo lo que he intentado para acabar con Taiho ha fracasado, sigamos tu plan
Tomé sus armas y entonces vi como Taiho perforaba el cuerpo de Yubiwa. No daba crédito... Muerto, rejodidamente muerto. Conocía lo que hacia esa técnica, era totalmente imposible que saliese con vida de aquello a no ser...
«Espero que sea un clon»
Pero e caso de ser el real, había que vengarlo. aprovechando de nuevo que estábamos en la retaguardia del villano lancé los 3 shurikens que me había dado Taeko, quizás con ellos se magnetizaría a Taiho... No acababa de comprender. Seguramente se trataba de una habilidad extraña de la kunoichi. Teía que salir bien el maldito plan, ¡El mundo dependía de ello!
«Rikudo-sama, por favor, ayudanos a salvar este mundo»
Al entrar en contacto con los shuriken, Yota quedó, sin querer, magnetizado por la técnica de Taeko. Un efecto que ella no pudo preveer, quizás porque aún le faltaba experimentar con la técnica, o tal vez porque estaba muy asustada, o nerviosa. De cualquier forma, justo cuando Yota las arrojó, las estrellas metálicas se unieron alineándose y se volvieron a separar dirigiéndose hacia él. No pasó nada grave, una dio en la pierna derecha y otra en un brazo...
...excepto que una de ellas se le había clavado en la yugular. Empezó a desangrarse.
Lejos, Yubiwa los miró un momento, y contempló con error como el plan había salido mal. Los últimos estertores de su vida se le escaparon con un aliento.
—Ajá, tus niños te han fallado, ¿eh? —Taiho miró hacia atrás, y rio cuando vio el cuerpo de Yota perforado por los shuriken de Taeko.
Sus dos ojos brillaron, y una esfera de color dorado brillante envolvió tanto a él como a su oponente. La esfera se expandió unos metros, mientras Taiho observaba anonadado como su mano salía del torso de Yubiwa y su cuerpo se movía sólo hacia atrás.
—¿Qué estás hacien...do...?
—Jiringan —anunció, con una sonrisa—. Puedo darle la vuelta al tiempo allá donde miro. Si uso los dos... Bueno, pasa esto.
La carne de Yubiwa se cerró en torno al agujero que había dejado la técnica de Taiho. Luego, la piel también se le regeneró.
Y Yubiwa cerró los ojos.
Y Taiho volvía hacia él, Chidori en ristre, a toda velocidad.
Sólo que esta vez, el jounin se agachó, haciendo que Taiho se tropezara con él y diera un par de volteretas antes de caer al suelo, magullado. Sin embargo, tenía ambos ojos cerrados, sin duda, fruto del esfuerzo al realizar su técnica. Se apoyó en el suelo, resollando con extrema dificultad. Y entonces, cometió su última imprudencia.
Se forzó a abrir los ojos y miró a Yota. Los shuriken, produciéndole un dolor terrorífico, salieron de su cuerpo. La sangre volvió a entrar. Las heridas se cerraron. Las estrellas metálicas volaron hacia adelante, luego hacia su mano, que las recogió. Luego, su mano se movio hacia Taeko, quien recogió las estrellas metálicas. Luego, el chakra magnético desapareció.
Y luego, Taiho cogió la cabeza de Yubiwa.
Luego, la reventó contra una piedra.
Sin más.
Yota estaba muy enfadado.
Yota estaba MUY ENFADADO.
Una capa burbujeante de chakra morado empezó a envolverle, dotándole de una gran fuente de energía. Al surgir, estalló y envió a Taeko a un lado.
—Toma todo mi chakra, Yota-kun. Destroza a ese hijo de puta.
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La falta de experiencia se sumó al nerviosismo y desesperación de Taeko, y le impidieron enfocarse en todos los factores de la batalla. Su corazón dio un doloroso vuelco cuando vio los shuriken volar de vuelta hacia Yota, hiriéndole de gravedad. Se quedó paralizada.
"No... No... No, no, no, no..." La peliplateada cayó de rodillas. "Lo eché a perder. Yubiwa... Yota... Es mi culpa. No pensé en magnetizarlo a él... No quería... Qué tonta. Tonta. ¡Tonta, tonta, tontaeko!"
Las lágrimas emborronaban su vista. Sus manos temblaban. Sin darse cuenta, las puntas de los shuriken se habían enterrado ligeramente en su palma. Quiso levantarse y lanzar los proyectiles al enemigo, motivada por la rabia, pero no pudo siquiera levantarse. Incluso si lo hacía, los shuriken irían en contra de Yota, pues ya estaría magnetizado. Se dobló, rostro en tierra, inundada por la desesperación. Entonces, una sensación extraña recorrió todo su cuerpo.
Cuando abrió los ojos, estaba de pie, y los 6 shuriken estaban en sus manos. Su chakra estaba rebosante, como si no hubiese efectuado jutsu alguno, y Yota estaba a su lado, sano, o lo más cercano. Las mejillas de Taeko estaban secas.
"¿Qué...? ¿Cómo...?" Miró su mano, aquella que había sido levemente dañada por sus shuriken al apretarlos de la ira, ahora sin herida alguna. "Fue... ¿Fue otro genjutsu? ¿Pero quién lo hizo? ¡No entiendo nada! ¿Cómo...? Yo lo vi... Yota-san... Yubiwa-san..."
Al levantar la mirada, vio al jounin, quien parecía seguir combatiendo contra su enemigo. Sin embargo, estaba rendido, cansado. Y no pudo hacer nada cuando Taiho aplastó su cabeza. Taeko soltó un respingo y cayó sentada, estallando en lágrimas. Se sentía enferma, y sus piernas temblaban. No podía hacer nada más. Su cuerpo aún podía luchar, sus reservas de chakra estaban al cien por ciento, y sus músculos no estaban muy cansados.
Pero su espíritu se había quebrado. Era su primera misión, y había experimentado demasiado en muy poco tiempo. Ver a Yota decapitado, ser artífice de herirlo de gravedad por segunda vez, y ahora ver a su tutor muerto. Si bien la tragedia era de esperarse en la vida de todo shinobi, Taeko no creía que fuese a ser tan temprano en su camino ninja. Mentalmente, Taeko ya se había rendido.
Y sin embargo, una sensación extraña le llegó desde un lado. Algo rodeaba a Yota, una especie de chakra morado.
"¿Pero qué...?"
Taeko apenas tuvo tiempo para preguntarse la naturaleza de tal aura, pues se vio impulsada por una repentina ráfaga de energía hacia un lado, chocando contra una de las raíces del árbol y cayendo boca abajo. Intentó levantarse, pero sus ánimos la habían abandonado casi por completo, y solo alcanzó a apoyar los codos contra la tierra. No pudo levantar la mirada, solo escuchó choques y ruidos de la batalla que seguiría.
"Ya lo sabía... no soy más que una carga..."
Taeko se debatiría si levantarse o no. ¿Habría alguna probabilidad de que en realidad fuese de ayuda? ¿O era mejor agachar la cabeza y aceptar su destino, fuese bueno o malo?
18/09/2017, 15:56 (Última modificación: 18/09/2017, 15:58 por Sasagani Yota.)
— Maldita hija de la gran puta —mascullé, como si me estuviera cagando en todos los muertos de Taeko a la vez— Estás...
Quise mirarlo y decirle lo desgraciada que era. Desafortunadamente nos dimos cuenta tarde de la realidad y por ello, tanto Yubiwa como yo estábamos condenados.
Solté un grito de puro daño cuando los shurikens se clavaron en mi cuerpo y veía a Yubiwa observando, aterrorizado, como su última esperanza de salir airosos de aquello se esfumaba como cuando el sol se pone y el último rayo de luz da lugar a la oscuridad.
Estábamos condenados.
Pero... ¿Por qué Taeko se había liado con el enemigo? ¿Qué le habían ofrecido? ¿Acaso era como un topo en la aldea?
«Me cago en mi puta vida varias veces»
Mi mano se movió directamente hasta la yugular, sujetándola y empapándose, tratando de contener aquella fuente improvisada de sangre. Pero de nuevo, mis esfuerzos eran en vano. Con cada chorro de fluido vital, se iba escapando un hilo de vida, la visión empezaba a volverse borrosa hasta el punto que los cuerpo de Yubiwa y Taiho parecían ser el mismo y el brillo del chidori lo cegaba todo.
Hasta que todo se vio envuelta en una dolorosa oscuridad.
«Venir hasta aquí fue una gilipollez, no debí aceptar la misión...» me dije para mis adentros antes de que todo se fuese a la mierda.
Entonces ocurrió algo extraño.
Volvía a estar de pie, sin shurikens, sin estar magnetizado — aunque eso yo no lo sabía, claro — sin Yubiwa perforado de lado a lado. De hecho, el jonnin tenía los ojos cerrados y estaba encarado hacia mí mientras Taiho se disponía a echar cuentas del peliazul. Le agarró del pescuezo y le estampó la cara contra una roca.
Yubiwa cayó al suelo y dejo de moverse...
Mi ceja empezó a moverse de forma involuntaria mientras observaba la confirmación de la debacle, todo por culpa de lo que hizo Taeko. si tan solo hubiese lanzado ella los shurikens, todo sería muy distinto... Detalles.
—Toma todo mi chakra, Yota-kun. Destroza a ese hijo de puta.
Era Gyuki de nuevo. Pero no era necesario que me dijese que acabase con la triste vida del verdugo del que era nuestro mentor durante aquellos días. Aquel que se la había jugado por mí.
¿Por qué? ¿Por qué se sacrificó por mí? ¡Tan solo era un gennin de mierda! Y él era la maldita mano derecha del Morikage. Aquello fue una supina estupidez pero estaba furioso. Mi respiración se volvió anormal, como si echase bufidos cada par de segundos. El pulso cardíaco se aceleró y parecía que en cualquier momento se me iba a salir el corazón del pecho, sentía cada uno de sus golpes por debajo de mi piel.
«Por supuesto que lo mataré. Y lo remataré. Y lo reremataré. Hasta que me canse»
Desprendía odio puro por mi ojos morados. Mis puños se apretaron de forma violenta y una brutal capa de chakra hizo que Taeko saliese despedida por uno de los lados. Pero ya me encargaría de ella más tarde. Ahora debía quitarme a Taiho de en medio.
Apreté los dientes y eché a correr. Mi mano derecho desplegó el fuuma shuriken que había reposado todo el rato en mi cinto, lanzandolo hasta el cuerpo de aquel mal nacido y después un brazo de chakra avanzó rápidamente donde quiera que fuera Taiho, para apresarlo y poder darle la muerte que tanto deseaba tener en aquel día, bajo el juicio del árbol sagrado.
¤ Chakura no Ude ¤ Brazos de Chakra - Tipo: Apoyo, Ofensivo - Requisitos: Capa de Chakra (Versión 1 ó 2) - Gastos:
20 CK
10 CK por metro adicional
10 CK por división
- Daños:
12 PV por contacto
25 PV por golpe
- Efectos adicionales: - - Velocidad: Rápida - Alcance y dimensiones: Los brazos pueden llegar hasta los cinco metros de longitud
Esta es una habilidad que los jinchūriki poseen mientras se encuentran en su forma de capa de chakra. Pueden utilizar el chakra bruto de su bestia para formar brazos que pueden manipular libremente para atacar a sus objetivos y golpearlos a altísima velocidad. Las manos de estos brazos de chakra poseen afiladas garras, aunque parecen carecer de cualquier tipo de articulación, por lo que pueden realizar movimientos increíblemente flexibles que serían imposibles para cualquier tipo de extremidad normal. El usuario puede formar los brazos que él desee y pueden servir a otros propósitos, como garfios, para agarrar objetos o a cualquier enemigo desde la distancia o con fines ofensivos. El mero hecho de entrar en contacto con estos brazos causará dolorosas quemaduras. Debido a que el chakra está unido al cuerpo, estos brazos pueden crecer en tamaño o, dividirse para formar más apéndices o incluso transformarse en cuernos en aquellas bestias que lo posean.
Taiho reía. Reía como un sádico loco, reía como nunca había reído. Aquél mequetrefe de pelo azul había sido un gran contrincante, pero había caído ante sus manazas. Era fuerte. ¡Volvía a ser fuerte! No se había sentido tan fuerte desde que pertenecía al Eritogado de Kirigakure. Soltó al pobre Yubiwa, que tenía toda la cara demacrada por culpa del golpe y no se movía, ni prácticamente respiraba. Y de pronto, vio por el rabillo del ojo un destello metálico...
El shinobi se apartó a un lado, y el shuriken se quedó clavado en la roca. Taiho lo quitó de la piedra, y lo lanzó en dirección a Taeko.
—¡Estáis muertos! —rio, pero algo le agarró de la cintura y le abrasó la piel—. ¡Ugh!
Sonrió.
—Hazlo... ¡Hazlo! Porque él volverá a por mi cuando todo esto haya acabado, y volverá a traerme a la vida... Y si todo falla, ¡empezaremos de nuevo! ¡Y yo volveré a caminar junto a él! ¡JAJAJA!
»Hasta que tenga la fuerza suficiente... para matarlo... y quedarme con ese amuleto.
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18/09/2017, 19:45 (Última modificación: 18/09/2017, 19:51 por Sasagani Yota.)
Malditos reflejos felinos del demonio. Se las apañó para evitar el vuelo del arma gigante. Y la devolvió dispuesto a acabar con nosotros tal y como lo había hecho con Yubiwa. Seguramente no le costaría tanto pero cometió un error.
El vuelo del fuuma shuriken dictaminó que su objetivo era Taeko pero al mismo tiempo pude apresar a Taiho con el brazo de Gyuki, osea el que me brindaba el chakra que el bijuu me había dejado en aquel conflicto.
Esbocé una sonrisa diabólica.
— Como si me importase que acabes con su vida —dije, soltando rabia en cada una de mis palabras.
—Hazlo... ¡Hazlo! Porque él volverá a por mi cuando todo esto haya acabado, y volverá a traerme a la vida... Y si todo falla, ¡empezaremos de nuevo! ¡Y yo volveré a caminar junto a él! ¡JAJAJA!
»Hasta que tenga la fuerza suficiente... para matarlo... y quedarme con ese amuleto.
No terminaba de entender, ¿Él? ¿Un amuleto? Estaba dispuesto a encontrar las respuestas que quería.
— ¿Él? ¿Quién mierdas es él? ¿Y de qué puto amuleto hablas? ¡Habla! — vociferé.
Antes de que pudiera hacer nada, siquiera de contestarme, apreté un poco más con aquel brazo de chakra morado que seguiría quemandole. Con una de las manos libres, desenfundé una de las katanas que reposaban en mi espalda y apunte a su cuello.
«Gyuki-kun, ¿De quién está hablando?»
— Ah... se me olvidaba. Será mejor que no intentes nada, no quisiera cortarte... —mis ojos se dirigieron momentáneamente a su yugular, lugar que estaba siendo apuntado por el frío metal de mi arma— cortarte eso
Taeko no podía dejar de llorar. Boca abajo, con el rostro entre los brazos, resignada a no hacer más nada.
”Lo arruiné todo… Lo arruiné, lo arruiné… Maté a Yubiwa-san…”
No dejaba de repetirse lo mismo, una y otra vez. Temblaba, y estaba demasiado enfrascada en su pensar que apenas y escuchó lo que Yota y el hombre decían en la lejanía. Su compañero (si él la dejaba llamarle así) estaba envuelto en una especie de chakra extraño, y sonaba… cruel o salvaje. Su enemigo sonaba amenazante y enloquecido.
”No.” se dijo de repente ”Debo intentarlo. Ririki-san siempre creyó que yo estaba preparada. No puedo decepcionarla… a ella o a mi madre. Vamos, Taeko, levántate. Aún puedes servir, aunque seas una tonta torpe.”
Sintió algo extraño entonces. Podía percibir los tres shuriken que había magnetizado previamente. Estaban a unos metros a su derecha y enfrente. Había notado que, al eliminar el genjutsu (o lo que sea que hubiese hecho el jōnin peliazul a la percepción de Yota y Taeko), el chakra magnético del Jishaku shuriken había desaparecido.
”Pero el Jiryoku hiki… Lo apliqué a los tres shuriken antes de toparnos con Yota-san… ¡Los shuriken todavía están magnetizados! ¡Y Yota-san ya no lo está! ¡Levántate, Taeko! ¡Aún puedes servir para algo! ¡Levántate!
Alzó a duras penas la vista, y vio cómo Yota lanzaba un fūma shuriken al enemigo, pero éste lo esquivaba y lo tomaba, para luego arrojar el proyectil directamente a ella.
”¡LEVÁNTATE YA!”
Se impulsó rápidamente con los brazos, acelerada por la adrenalina de ver un arma tan grande acercarsele. Se movió hacia su derecha, girando tan rápidamente como pudo. El shuriken impactó la tierra justo donde ella había estado, levantando una nubecilla de humo.
Quedó de nuevo boca abajo, pero sintió un repentino y agudo dolor en su hombro izquierdo. Al dar un tembloroso vistazo, se dio cuenta de que no había sido lo suficientemente rápida, y el shuriken le había hecho un corte en diagonal desde su hombro, hacia abajo, rumbo a su pecho. Su hanfu estaba desgarrado, y la herida sangraba lentamente. No había sido profunda, aunque le doliera cuando intentase mover el brazo.
Si no fuese muda, habría gritado estridentemente.
Alzó la cabeza, de nuevo, con la adrenalina dándole el único sustento a sus acciones. Había pensado atraer los shuriken y lanzarlos al enemigo, pero se detuvo al ver cómo Yota lo tomaba con un monstruoso brazo purpúreo. Lo tenía bajo control, al parecer, a punto de degollarlo. Taeko no podía escuchar bien lo que decían, así que se quedó agachada, esperando el momento adecuado para recoger y lanzar sus shuriken.
TAEKO
75/100
–
-25
–
140/140
–
¤Shuriken: 0/6
Siento tanto la tardanza D: No tengo internet en mi apartamento desde hace varios días, y la red del móvil ha estado bastante inestable. Intentaré no volverme a quedar detrás.
Yota apretó con aquél brazo hecho de chakra burbujeante. Taiho emitió un gemido de dolor, echando la cabeza hacia atrás. Aún así, cuando volvió a mirarle, estaba sonriendo. Sonriendo de oreja a oreja.
—Da igual lo que me hagas —dijo—. Soy un ninja más íntegro de lo que serás tú jamás. ¿Crees que te contaría algo que pudiera perjudicarme? ¡Jáh!
Escupió sangre a un lado.
—Que te follen. Puedes cortarme lo que quieras. Volveré a nacer. Volveré a crecer. Volveré a SER.
Dicen que hay cosas que pueden hacer enloquecer a una persona. Taiho parecía, claramente, una de esas personas a las que le han sucedido muchas de ese tipo de cosas.
—Mientras tanto, sigues siendo un poco arrogante.
Hubo un estallido azul eléctrico, y Taiho se envolvió en una capa de electricidad que chispeó un par de segundos antes de liberar un sinfín de rayos que alejaron los dedos de la garra de chakra bijuu que Yota estaba proyectando. Taiho cayó al suelo, con las rodillas flexionadas, y en un abrir y cerrar de ojos se plantó junto a Yota. Con el puño cerrado, golpeó su estómago y le hizo volar por los aires. Luego, extendió el brazo hacia él y pronunció.
—Chidori Eisou. —Una lanza de chakra eléctrico salió desde su mano y recorrió el espacio que les separaba, atravesando a Yota en el estómago. Taiho sonrió y cerró el puño con fuerza, haciendo que el ataque saliera desde múltiples puntos del cuerpo del Yotsuki, perforándolo. Por la espalda, por el costado, por el hombro, por las piernas...
Yota cayó al suelo hecho un auténtico colador.
«¡Yota-kun, no!», dijo Gyuuki desde su interior. El chakra burbujeante comenzó a cerrar sus heridas, pero de momento, apenas podía moverse. Mientras tanto, Taiho avanzaba hacia él, evidentemente cansado, sin prestar atención a Taeko, a quien había comenzado a subestimar, como si no fuera una amenaza.
...pero la muchacha estaba preparando un movimiento que podría llegar a salvar la vida de su compañero. ¿Lo conseguiría?
—Taeko
—Yota
—Master
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El agarre de Yota no fue efectivo por mucho tiempo, pues el hombre se liberó con una explosión para luego lanzar al genin por los aires de un puñetazo.
”¡NO! ¡Yota-san!” pensó con urgencia, aunque al momento sacudió la cabeza y comenzó a hacer fuerza para levantarse muy lentamente. ”No… Tengo que aprovechar mi oportunidad. ¡Está demasiado enfocado en Yota-san!”
Aunque la movilidad de su brazo no estaba afectada para nada, su hombro le escocía bastante al intentar mover el miembro. Sin embargo, logró ponerse en cuclillas, intentando que su figura no se notase contra las raíces de aquel enorme árbol. Pero algo la hizo soltar otro silencioso grito.
Yota había sido atravesado en el aire por una técnica de relámpago. Y más aún, la técnica había rezumado de su cuerpo, provocando aun más daño. El cuerpo del rubio cayó sin más, inerte ante los ojos de Taeko, quien se llevó una mano a la boca.
Pero resistió las lágrimas.
”Un tiro. Solo eso.”
Le dio un vistazo al fūma shuriken clavado a su lado y por una fracción de segundo pensó en usarlo, pero sería su primera vez. ¿Y si no era lo suficientemente diestra o fuerte para lanzarlo? Habría desperdiciado un chance con un lanzamiento mucho menos certero. Un shuriken normal, con el cual había practicado un millar de veces, sería más preciso.
Su siguiente paso fue firme, y su pie izquierdo se plantó en el suelo como si fuese a hacerlo retumbar solo con su presencia, aunque su corazón temblaba, al borde del pánico. En un instante estiró su mano derecha. Los tres shuriken magnetizados saltaron del suelo y volaron directamente a su diestra, con la que los atrapó. La peliplateada retrajo el brazo mientras concentraba su chakra magnético en ellos.
Lanzó el primero en dirección a Taiho, buscando darle en el torso.
”Solo necesito darle con uno.”
Un par de pasos hacia adelante, y acto seguido lanzó los otros dos. Imbuidos con el jutsu Jishaku, el segundo y tercer shuriken serían atraídos por el campo magnético del primero, de impactar en alguna parte del cuerpo de su enemigo. Yota no atraería los shuriken, pues no habría recibido el magnetismo en primer lugar.
Taeko rezaba a los dioses que el hombre no le prestase atención antes de que el proyectil lo golpeara, y que todo saliera a como planeaba. Si no, estaba preparada para recoger manualmente los otros 3 shuriken, y, en un pensamiento desesperado, usar el fūma shuriken a modo de cuchilla.
TAEKO
75/100
–
116/140
–
-24
–
¤Shuriken: 0/6
8~12 × shuriken (3)
¤ Jiton: Jishaku Shuriken ¤ Elemento Magnetismo: Shuriken Magnético - Tipo: Apoyo - Rango: S - Requisitos: Jiton 24 - Gastos: 8 CK por shuriken - Daños: - - Efectos adicionales: Magnetiza a un oponente u objeto - Sellos: - - Velocidad: Instantánea - Alcance y dimensiones: -
Utilizando su Kekkei Genkai, el usuario magnetiza varios shuriken de su repertorio que serán posteriormente arrojados hacia el oponente. Cualquier individuo que entre en contacto directo con estos shuriken será magnetizado, ya sea al ser heridos por ellos o incluso al bloquearlos. Esto producirá en consecuencia un potente campo magnético alrededor de su cuerpo. Una vez que la persona ha sido magnetizada, el campo magnético se encargará de atraer cualquier otro shuriken magnetizado, por lo que un nuevo ataque con esta técnica del usuario será inevitable, que no imbloqueable.
25/09/2017, 11:40 (Última modificación: 25/09/2017, 11:45 por Amedama Daruu.)
Taeko lanzó un shuriken, que golpeó en el centro de la espalda de Taiho. El hombre gimió de dolor, pero reaccionó un segundo después dándose la vuelta henchido de ira. Esquivó los otros dos shuriken con aire de prepotencia, pero la técnica magnética los atrajo sin que Taiho fuera siquiera consciente de lo que había pasado, y se clavaron en sus hombros. Pese a todo, aquella bestia humana no frenó y llegó hasta la frágil muchachita a paso acelerado.
—GRRRRRRRAAAAAAAAAAH. —Zarandeó su mano izquierda, lanzándola por los aires a una distancia increíble. Rodó hasta el cuerpo de Yubiwa, que, boca-abajo, resollaba con dificultad. ¡Resollaba con dificultad!
¡Eso significaba que Yubiwa estaba vivo todavía!
Taiho agarró el fuuma shuriken clavado en la piedra y lo desencajó con la facilidad con la que una hormiga levantaría un grano de arroz. Echó la diestra hacia atrás, sonrió sádicamente y lanzó el arma hacia Taeko. Cuando Taiho lo tocó, brilló con un resplandor de color violeta casi imperceptible.
—¡¡MUEEEREE, PUTAAA!!
...pero el fuuma shuriken dio la vuelta en medio del aire, atraído por el campo magnético que irradiaba Taiho. Sin quererlo, el guerrero había magnetizado el arma que finalmente sería su verdugo. El filo, limpio, atravesó su cuello de parte a parte y lo decapitó.
El hilo de chakra verde ya era sólo una final línea que no tardó apenas cinco segundos en desaparecer: había sido absorbido por completo. No habían conseguido sellarlo. Misión fallida.
Pero estaban vivos. Los tres.
—A... agu-a. Agua —balbuceó Yubiwa—. Llevadme a-al río. Quiero ver sus aguas por una última vez.
Yubiwa levantó la mirada.
Tenía el rostro demacrado por completo y sangraba profusamente. La alegría les duró poco: seguramente estaba apunto de morir.
¿Cumplirían sus últimos deseos? ¿Trasladarían a Yubiwa al río para que pudiera mirar las aguas de su tierra natal una última vez?
De pronto, Yota se dio cuenta de algo. Se dio cuenta de que había sido toda una injusticia que le hubieran hecho viajar a él sólo en el bote. Se dio cuenta de que no recordaba haber bajado a tierra. Se dio cuenta de muchas cosas. Pero también no se dio cuenta de otras tantas.
Por ejemplo, no se dio cuenta de que había olvidado que algo en su interior había hablado con él, de que había utilizado sus poderes. No recordaba gran parte de la pelea. Tampoco Taiko la recordaría, segundos más tarde. No se dio cuenta de que volvía a ser el genin de Kusagakure que era, no se dio cuenta de que a partir de ese entonces no recordaría, nunca más, que alguna vez había sido otro Yota, en otro lugar, en otro tiempo.
Con la influencia del hilo, se habían marchado todas esas sutilezas.
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Sentía que tenía la sartén por el mango, en aquella situación Taiho parecía estar jodido, entre la espada y la pared, literalmente. Pero el raitonero parecía aún tener algún que otro as en la manga. con confianza volvió a reírse delante de mis narices, menospreciandome y haciendo alusión a mi arrogancia y aparente estupidez. Lo cierto es que cualquiera en su sano juicio hubiera rajado su gaznate y se hubiera bañado en las angre de su presa. Pero estaba demasiado furioso como para poder razonar una mierda.
Hubo una explosión de chakra dentro del brazo de chakra morado, este cedió y aquella capa de chakra volvió a envolver al enemigo.
«Mierda»
Traté de hacerle el golpe final con la katana pero fue demasiado tarde, tanto que el arma salió despedida, clavándose en el suelo y yo empecé a recibir golpes a cada cual más potente, sintiendo como que en cada uno de ellos se iba un pedazo de mi vida hasta que me vi levitando en el aire y en el suelo, Taiho repleto de confianza y determinación. Alzó su brazo y pude ver la más absoluta de las satisfacciones dibujada en su sonrisa.
Instantes después sentí que todo se había acabado.
Aquella lanza electrificada avanzó con tanta rapidez que simplemente, una vez más, no pude hacer nada, atravesó mi ropa y mis entrañas como un palillo de madera perfora un dango.
— ¡Ugh! — grité completamente dolorido.
No llegué a caer. No todavía. Seguía en el aire, sostenido por el jutsu que iba a sepultarme al mismo tiempo que tosía sangre de forma descontrolada. con los ojos entrecerradas para paliar el dolor vi como cerraba el puño a la espera de que Taeko rectificase y abandonase a Taiho para ayudar a su aldea, a la aldea que había jurado proteger del mal luciendo aquella bandana. Pero entonces la suerte me abandonó por completo.
Los músculos se vieron perforados irremediablemente, los huesos partidos, la piel devorada y por varios puntos de mi cuerpo salieron como astillas enfurecidas lanzas electrificadas, derivadas de la original.
Fui liberado de la técnica y mi cuerpo cayó a plomo siendo mi rostro lo que impacto con el suelo, rompiendo la nariz y sangrando por ella. supe que el cálido abrazo de aquel líquido vital firmaba mi fin. Se había acabado. Finalmente había fallado. Ahora todo dependía de Taeko.
«L-lo.. siento, Gyu...ki-kun»
El bijuu también se lamentó pero en un último esfuerzo su capa morada trataba de sanarme a pasos agigantados. Sin embargo, los pasos de mi verdugo resonaban en mi cabeza y solo podía alzar la mirada como podía, descontando los segundos para mi final fatal. Como el que había sufrido Yubiwa instantes atrás. el puto Taiho iba a salirse con la suya.
— Mag...ne... — trataba de gritar, de darle una consigna a Taeko, pero apenas disfrutaba de un ápice de fuerza. Era inútil.
Taiho se detuvo en un grito y abrí dos ojos como platos. Vi dos shuriken pasar de largo y estos volvieron a su víctima, el otro estaba clavado en la espalda del enemigo. Entonces Taeko se convirtió en el objetivo prioritario a eliminar.
«¡Taeko-chan!»
El Hachibi seguía haciendo lo suyo, sanandome tan rápido como podía. Cerrando las heridas, la nariz ya no sangraba.
Taiho estaba montado en cólera y no dudaba, sabía muy bien lo que se hacía, ¿O quizás no? Tomó por el cuello a Taeko y le gritó arrojándola encima del cadáver de Yubiwa y entonces trató de manchar mi fuuma shuriken con la sangre de mi camarada pero pasó por alto su jutsu. Se había condenado por completo y el shuriken rectificó en la trayectoria cortandole el gaznate dividiendo su cuerpo e dos, justo como debería haber quedado mi cuerpo en un principio, qué irónico todo, ¿Eh?
El hilo terminó por desaparecer, el chakra del bijuu se fue disipando pero seguía en mi interior. Yo viviría para contar aquello aunque sin saber que seguía allí ni que Sid lo introdujo y lo único que rondaba mi cabeza era porque me abandonaron a mi puta suerte solo en aquella barcaza, ni como había llegado Yubiwa a estar ¿Muerto?
Habían pasado muchas cosas y apenas sabía tan pocas. Trataba de levantarme pero entonces me di cuenta de que estaba lesionado... por dentro. Dolía horrores todo y solo quería volver a casa. Finalmente lo logré y caminé como pude hasta Taeko y Yubiwa.
— ¿Estás bien, Taeko-chan? Tenemos... —Hostias, Yubiwa no estaba muerto. Estaba en las últimas pero no estaba muerto. Hizo acopió de la vitalidad que restaba en su cuerpo para pedir una última voluntad. Un par de lágrimas de tristeza y rabia descendieron por mis mejillas— ¡Yubiwa! ¿Qué? ¿El rio? Está bien...
Traté de colocar mi cuello por debajo de uno de sus brazos para levantarlo, pero iba a necesitar de la colaboración de la muchacha.
— Vamos, Taeko, ayudame
Si Taeko ayudaba podríamos llegar hasta el rio y cumplir el último deseo de aquel hombre.
¡Había resultado! Taiho había quedado magnetizado por el primer shuriken y luego había recibido los otros dos en la espalda. Sin embargo, y como era de esperarse, se había enfurecido y había arremetido contra Taeko. La fémina intentó adelantarse y tomar los otros shuriken que había soltado, pero no tuvo el tiempo suficiente. El hombre la lanzó al aire de un golpe. La peliplateada solo se dio cuenta de qué había sucedido hasta que golpeó el suelo, varios metros lejos de donde estaba antes. El golpe y el impacto la habían dejado mucho más adolorida, y hasta mareada. Su herida, aunque superficial, seguía sangrando.
Taeko intentó levantarse, pero volvió a caer. Su cuerpo le dolía demasiado. Sin embargo, al alzar la mirada, pudo ver a Yubiwa cerca de ella. Estaba recostado boca abajo, y... ¡se movía! Respiraba muy lentamente. Taeko no se había dado cuenta de que continuaba llorando, pero ver al jounin reavivó la esperanza en su herido pecho.
Escuchó entonces el grito de Taiho, y la peliplateada se viró rápidamente, viendo al voltearse el fuuma shuriken acercándosele a gran velocidad. Pero había algo extraño. En el brevísimo instante en que el enorme proyectil estuvo en el aire, sintió algo con él.
"Un campo magnético..." pensó con una levísima sonrisa. Luego vio cómo el shuriken volaba de regreso al hombre y lo decapitaba, como si de justicia poética se tratase. El corazón de Taeko dio un saltito. Había... ¿había matado a alguien?
Llevó sus fuerzas a sus piernas y brazos, y se forzó a ponerse de pie. Los golpes y el corte, aunados al cansancio del viaje previo, mermaban sus capacidades. Pero tenía que levantarse. Yubiwa les dijo entonces que quería que lo llevaran al agua. Yota, quien al parecer se había recuperado del jutsu del enemigo ("¿Habrá sido ese chakra extraño?" se le había adelantado. Taeko asintió con fuerza.
Su hanfu estaba sucio y manchado de sangre. En su rostro escurrían lágrimas que hacían lodo con el polvo. Pero se colocó del lado izquierdo de Yubiwa, y asistió al otro genin en llevar al peliazul al cuerpo de agua. Mientras andaban, Taeko volteó hacia atrás. El hilo, aquello que habían ido a proteger, se había desvanecido. La fémina escuchó la voz de aquella niña pelirroja, en forma de risita, una última vez. Y luego nada.
"Hemos... fallado... ¿pero cómo? ¿Quién lo tomó si todos peleábamos contra ese hombre?"
Sintió algo similar a lo que había sentido cuando estaba en la reunión con todos, allá en Kusagakure. Un recuerdo en el fondo de su cabeza, algo que tal vez nunca más volvería a recordar. Suspiró y se dispuso a ayudar a Yubiwa a acercarse al agua. Una esperanza tonta en su interior deseó que el agua fuese milagrosa y salvara a Yubiwa... Comenzó a llorar de nuevo, como si no fuese una kunoichi entrenada para combate, sino como la niña delicada y frágil que era.
Aquella misteriosa neblina verde se había ido con el hilo, a donde quiera que fuese. Hasta ese momento, el día había estado nublado, y el viento sacudía sus cabellos y su ropa con una furia que acompañaba al momento: a la adrenalina de la batalla, a los gritos y a la sangre.
Y ahora, como si con la muerte de aquél hombretón toda esa ira ambiental se hubiese desvanecido, sólo quedaba la calma y el silencio. Un silencio triste, a pesar de que habían sobrevivido, pues a uno de los tres integrantes la vida le pendía de un hilo. Y ahora los muchachos, que no habían comenzado su relación con su superior de la manera más afín posible, lamentaban que hubiera tenido que ser así. Cada uno a un lado del jounin, lo cogieron por los brazos y se lo echaron a los hombros, dispuestos a cumplir su último deseo:
Morir a las orillas del río que le vio nacer.
Avanzaron lentamente, aunque no por gusto, sino porque a pesar de ser un delgaducho, el cuerpo de un shinobi adulto pesaba lo suyo. Las aguas del río eran ahora un plácido charco en comparación al mar turbio y furioso que les había recibido, muy probablemente por la influencia de aquél géiser de energía natural. Las barcas habían sufrido su oleaje, y se habían encallado en unas rocas cercanas, inservibles e inertes. Afortunadamente, ya no las necesitarían para cruzar.
—De... dejadme aquí. Aquí mismo —pidió la boca sangrienta y destrozada de Yubiwa, casi arrastrando las sílabas.
Cuando los muchachos lo soltaron, avanzó, arrastrando también su cuerpo. Arañó la tierra y se rompió las uñas, todo para quedar frente a las aguas de su tierra natal. Se miró al reflejo en la superficie. Allí, un monstruo le devolvía la mirada. Una triste deformación de lo que había sido. Yubiwa chasqueó la lengua, cerró los ojos, y negó con la cabeza.
Tenía un aspecto horrible.
· · ·
Entonces, los abrió. Y los anillos, dorados, volvieron a brillar como la luz del Sol. Una esfera de energía del color de la miel envolvió al jounin y derribó a los muchachos unos cuantos metros atrás. Brilló con la intensidad de una estrella, y luego... se apagó.
La piel volvió a su sitio, la carne creció, los dientes volvieron a formar una sonrisa perfecta y el pelo quedó inmaculado como si nunca hubiese vivido una pelea. Los párpados se cerraron.
Y sus ojos se apagaron.
Yubiwa se levantó, resollando con dificultad, y se dio la vuelta, con los ojos cerrados y la piel de los párpados enrojecida, pero vivo. Vivo, por ahora y, deseaba con todo su corazón, por mucho tiempo más.
—Jóvenes. —Sonrió—. ¿Alguno de los dos sería tan amable de buscar mi kasa, por favor?
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Taeko accedió y no tardo en hacer lo mismo que estaba haciendo yo, pero por el otro lado. Así, entre ambos, y haciendo acopió de las fuerzas que permanecían en nuestros magullados cuerpos levantamos como pudimos el cuerpo del jonnin, caminando a trompicones en dirección al rio, al cual Yubiwa tantas ganas de ir, para despedirse de este mundo.
—De... dejadme aquí. Aquí mismo
El rio, por su parte, presentaba un aspecto muy distinto al que recordaba de antes de la pelea. Como si la marea hubiese descendido dramáticamente o hubiesen cerrado el grifo y por ello su nivel era bastante inferior a entonces.
Yubiwa, ajeno a todo se fue asomando al líquido hasta ver la masacre que le habían hecho en el rostro. Se me hizo un nudo en la garganta viendo su reacción, como si no se reconociera. Sentía la necesidad de hacer algo, pero no podía hacer nada, en su lugar mis pies se movían para atrás, mirando a Taeko, con miedo por como pudiese reaccionar nuestro mentor.
Entonces, hubo un brillo y una especie de chakra extraño abrazó el cuerpo de Yubiwa mientras él seguía observándose gracias a aquel espejo natural. Aquel chakra emitió una especie de explosión e irremediablemente me vi expulsado hacia atrás. Sin poder hacer nada para evitarlo, me golpee al aterrizar con una roca en la espalda y emití un gemido mientras mi mano diestra se dirigía a la zona del impacto, acariciándola para aliviar el dolor. Mi vista, seguía fijada e intrigada en nuestro superior. Su pelo había cambiado, como si no hubiera luchado y entonces se dio la vuelta con los ojos cerrados y los párpados enrojecidos.
«¡Se ha curado!» fue lo único que llegué a pensar
Rápidamente traté de localizar a Taeko. Estaba cerca, también habíasido arrollada por la onda expansiva así que fui hacia ella y le tome las manos con delicadeza para levantarla
— ¡Estamos todos vivos, Taeko-chan! —la abracé con fuerza, la fuerza de la que disponía mi magullado cuerpo — ¡TODOS VIVOOOOOOS!
Estaba tan feliz, tan, pero tan feliz que no pude evitarlo.
Nuestros cuerpos se separaron y acto seguido uní mis labios con los suyos en un fugaz beso. Fue repentino, o estaba planeado, mi conciencia había actuado sola y... yo qué sé, fue instintivo.
— Esto... jeje... lo siento... —
—Jóvenes. —Sonrió—. ¿Alguno de los dos sería tan amable de buscar mi kasa, por favor?
— ¿Eh? Claro, claro, aguarda un momentito, Yubiwa-dono
Era la excusa perfecta para no recibir el odio de Taeko por lo que acababa de hacer. ¿Por qué lo hice? No... no sabría decir, pero la verdad es que lo hice y lo más preocupante, me había gustado hacerlo. En cualquier caso, volví a la zona donde hubo la pelea, recogí mi espada, que seguía clavada en el suelo y la guardé en su funda, lo mismo hice con el arma del crimen, mi fuuma shuriken y luego vi que el kasa de Yubiwa estaba cerca del árbol sagrado, lo recogí y me dispuse a regresar donde había dejado a mis camaradas.
— Aquí tienes el kasadije, entregándoselo con una sonrisa