Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Eri casi tropezó apenas entraron a la senda secundaria, lo que hizo a Taeko preguntarse si en serio se encontraba lo suficientemente bien como para emprender el camino hacia la ciudad. Sin embargo, solo frunció los labios en señal de preocupación, y esperó que no se desmayara a mitad del viaje, pues no sabría qué hacer.
”Debería de haberle preguntado a Iwada-san… Solo por curiosidad. Nunca está de más saber cómo cuidar de alguien que no sea mi madre...”
La pelirroja le comentó entonces que llevaba aproximadamente 5 días fuera de su aldea. En comparación, Taeko llevaba solo día y medio de viaje. Y eso porque había decidido descansar y no seguir durante la noche. Pasarían la posada donde se había quedado unas horas después.
”Tres días hasta las Aguas Termales… Eso está al ¿este? ¡Sería interesante explorar 3 días alrededor de ese lugar hasta dar con al ubicación de la Aldea de Eri! Jaja, claro que tomaría un montón de tiempo.”
Eri parecía tener algo de prisa, pues quería llegar al anochecer. Se le hizo lindo que se preocupara por su bienestar, por lo que la peliplateada sonrió cálidamente. Se preguntó si esos motivos personales que había mencionado se referían a su familia. ”Como yo” pensó, empática. Escribió una nota ligeramente temblorosa y se la mostró. Intentaba mantenerse al mismo nivel de Eri, y no estar más que un paso delante de ella. Sí, ella guiaba a la uzujin, pero no significaba que la llevaría dos metros detrás.
≫No te preocupes, Eri-san. Será un pequeño desvío. Lo más probable es que le saque provecho a una noche en Tane-Shigai y haga algunas compras.
Después había una carita muy sonriente.
Se le hizo algo curioso que Eri no le preguntara por las notas que escribía. A ese nivel, la mayoría le habría preguntado si tenía algún problema o si estaba enferma. Aunque no le importaba mucho. El caminar de Taeko se aceleró ligeramente. La chica daba pasos decididos, pues le animaba la idea de llevar a su nueva amiga-conocida a su destino, aunque significase medio día más de caminata.
”¡Es entrenamiento! ¡Caminar me hará más fuerte y resistente! Creo...”
Ir acompañada hacía que la chica se preocupase menos por llegar y por su estado de cansancio, ya que Taeko san le daba aquellas fuerzas invisibles que le hacían tener más resistencia y más ganas de lograr su recorrido. Logró mantenerse y ambas continuaron por la senda que la de la Hierba había señalado.
Taeko pareció volver a escribir algo y Eri esperó, paciente, a que la peliplateada le enseñase su cuaderno para ver qué era lo que estaba escribiendo. Por un momento echó hacia atrás aquellos pensamientos pues a lo mejor la kunoichi no quería hablar, si no... ¿Trazar algo en el cuaderno?
Sí, al final la nota era para ella.
—Bueno, Taeko-san, si insistes y es lo que quieres hacer de acuerdo —concedió la pelirroja con una sonrisa, aunque aún no estaba muy convencida si era lo que de verdad quería, después de todo la estaba arrastrando sin mayor motivo que ser su guía, y ni si quiera la estaba pagando. Aquello era demasiado amable por su parte.
Movió sus hombros un par de veces, ya que los iba sintiendo entumecidos. Luego volvió a mirar a su acompañante.
—¿Nunca has gastado el cuaderno al estar hablando siempre por ahí? Me refiero, si solo llevas un cuaderno, ¿tendrías que parar a comprar otro? —preguntó la chica, curiosa. La verdad es que el cuaderno estaba bien, pero... Últimamente había visto a niños con pequeñas pizarras y tizas donde escribían y luego borraban, así ahorraban papel y podían hacer lo mismo.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Sintió la amabilidad en el comentario de Eri, lo cual cimentó su confianza en aquella semidesconocida. Y su comentario fue, de hecho, acertado. Taeko pensó un momento, rascando su mentón. Luego escribió de nuevo en su libretita.
≫Siempre intento tener una libreta nueva lista para cualquier situación, como cuando está por acabárseme una. Ésta, por ejemplo, es reciente. La comencé hace unos días.
¿Crees que debería de cambiar de método de escritura?
Taeko le regaló una risita silenciosa. Se acercaban más y más al punto donde saldrían del área de los arrozales, y los árboles estarían más juntos. El borde de la arboleda se veía en lo alto de la colina, mientras que los campos de arroz se hacían más y más escasos, y se alejaban de las viajeras. Se recordó a sí misma que no debía de bajar la guardia en ningún momento, a la vez que intentaba no dejar la conversación con Eri de lado.
≫Dime, Eri-san, ¿qué te han parecido las tierras del Bosque hasta ahora?
Le escribió después de un momento, acompañando la nota con una carita sonriente.
Eri esperó a que la muchacha terminase de escribir en su libreta. Luego leyó atentamente lo que quería decirle a través de sus palabras y no pudo evitar sonreír.
—Eres una chica precavida —elogió la pelirroja —. Pero no sé, a lo mejor, bueno, ¿nunca has probado las pizarras que escribes con un rotulador y luego borras con un trapo? —sugirió, rascándose la nuca.
Ella ya las había utilizado, en la academia, pero a lo mejor en Kusagakure eran un poco más tradicionales.
A medida que andaban, los Arrozales del Silencio se iban quedando atrás, y los árboles parecían juntarse. Eri no cayó en estos detalles pues estaba centrada en su compañía y en las ganas que tenía de llegar a Tane-Shigai, y la verdad es que tampoco le importaba mucho, el clima era agradable y se respiraba tranquilidad en el ambiente, ¿qué más necesitaba?
Taeko la sorprendió con otra nota, y Eri, parpadeando varias veces, entendió su pregunta.
—Tranquilas, y muy agradables —contestó tras sopesar en lo que estaba pensando antes. La verdad es que sentía que era una respuesta acertada —. Dime, Taeko-san, ¿has viajado alguna vez al País de la Espiral? —preguntó ella ahora.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Eri tenía un buen argumento, y una maravillosa idea. La peliplateada se llevó un dedo a la mejilla, muy pensativa, y asintió un par de veces. Luego escribió de nuevo, acompañando la nota de una carita sonriente.
≫Oh, eso suena mucho más... Ecológico y práctico ja ja ja
Creo que lo he seguido haciendo porque me gusta cómo se siente el papel.
Tal vez lo intente después.
Después de un buen rato de caminar, habían ascendido la colina lo suficiente para cruzar el umbral que separaba la arboleda de la senda al borde de los arrozales. Ahora, árboles un poco más gruesos y frecuentes cercaban el camino. El sol de media mañana comenzaba a ser cubierto por las copas de aquellos árboles, y las personas trabajando en los campos se hacían más y más pequeños a la distancia, hasta que los troncos y otras plantas los bloquearon de la vista de las chicas. Taeko escribió alegremente de nuevo.
≫¡Así es! La brisa el bosque es tan refrescante. Y el olor a "verde" es tan maravilloso.
No, nunca he ido. Aunque ganas no me faltan. ¿Cómo es todo por allá, Eri-san?
Por un momento, Taeko se imaginó a la gente viviendo entre remolinos y tornados, como si fueran tan comunes como un día soleado. Soltó una silenciosa risita mientras se cubría los labios con los dedos.
La joven se tomó el comentario bastante bien, la verdad es que tampoco debería importarle mucho aquel asunto siempre y cuando pudiese comunicarse con los demás, pero a lo mejor gastaba demasiados ryos en cuadernos de papel.
—Bueno, es una idea, pero si a ti te gusta más en papel también mola, además Se te da bien dibujar, ¿tienes algún hobbie como dibujar?
La pregunta salió sin querer, por curiosidad y conversación, sin embargo no esperó a que fuese contestada pues era indagar en la vida privada de otra persona, y entendía que no quisiese responder.
Se fueron internando poco a poco en el bosque, donde ya casi ni veían los campos de arroz que atrás se habían quedado.
—Totalmente de acuerdo Taeko-san —respondió la pelirroja con una sonrisa —. La verdad es que también tiene bosques pero lo que abundan son las explanadas, y la comida es sin duda lo mejor... —vale, el hambre de nuevo acababa de pasarle otra mala jugada.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Taeko se sonrojó muy levemente cuando la pelirroja aduló su manera de dibujar/escribir. Se llevó una mano a la boca y soltó una risita.
"Aw, ¡qué amable es Eri-chan! ¿Serán así todos los Uzujin? No debería de pensar eso, pues podría toparme con otra Ritsuko y llevarme una decepción... Pero, por ejemplo, no me he topado con nadie con malas intenciones que sea del País de la Tormenta. ¡Y no es nada malo querer y creer que todos son buenos! ¿O sí? No, no debería ser tan crédula..."
Se distanció mentalmente de la conversación unos segundos, hasta que la Uzujin le mencionó la comida. Entonces le escribió dos notas en una hoja, separadas por un espacio.
≫¡Muchas gracias! Realmente no soy de dibujar, pero me encanta practicar la caligrafía. ¡Es bastante relajante!
≫¡Oh! ¿Y qué tipo de comida tienen? ¡Tal vez algún día mis pies me lleven hasta allá!
Le enseñó las notas con una gran sonrisa. Era tan agradable poder platicar con alguien de manera tan amena. El aire comenzaba a perder el calor de la mañana, y fue sustituido por un ambiente algo más fresco. Con el pasar de los minutos, la senda giraba levemente y hacía una curva hacia la izquierda y luego a la derecha, serpenteando gentilmente entre los árboles. A diferencia de con los arrozales, ya no podían ver hasta el horizonte.
Siento haber tardado tanto en postear, acabo de llegar de mis vacaciones. Mil perdones
Taeko pareció sonrojarse, acto que le pareció sumamente lindo a la kunoichi del remolino la cual no pudo evitar sonreír ante aquel gesto. Por un momento parecían dos chicas totalmente despreocupadas teniendo una conversación sin mucha importancia cuando eran prácticamente personas adiestradas en el combate.
—Ya lo creo, tu letra es la más bonita que había leído —sin duda alguna, si algo tenía que aprender de Taeko, era las ganas que parecía echarle a aquello de la comunicación por letra, ya que si a ella le pasase algo así nadie lograría entenderla con la letruja que tenía de especialista en Iryo-nin.
Por otro lado, la conversación dio un giro hasta la gastronomía de su país. Eri pareció meditar un poco, lo suficiente para pensar un poco sobre lo que comía normalmente en su villa.
—Ramen —alegó cuando tomaban la curva hacia la derecha, entre los árboles que se agitaban suavemente con la brisa primaveral —. Parece que el País de la Espiral está hecho únicamente para especializarse en todo tipo de fideos, a mí, por ejemplo, me gustan los fideos con carne y verduras, y el que menos me gusta es el picante, ¡luego no siento ni la lengua! —frunció el ceño tan solo al recordar los problemas que le había dado el último tazón de ramen picante que había probado.
≫¿Y en su país, Taeko-san, qué comen normalmente?
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
El halago de Eri hacia su caligrafía hizo que Taeko soltara una risita muda, luego comenzó a hablar sobre la comida de su país. Parecía que la Espiral se especializaba en fideos.
"Ooooh... Debería algún día ir a comer ramen, o udon. ¿Qué tipo de especias usarán?" pensó mientras sonreía, imaginándose una taza enorme con aquella sopa tan deliciosa. Como si fuese una conversación de lo más casual, se puso a escribir rápidamente, intentando que no pasara mucho tiempo entre cada intercambio de información.
≫¡Qué delicioso! A mí no me gusta mucho el picante, pero puedo comerlo cuando el platillo lo requiere jaja.
Y si hay algo que no como, es lo amargo. ¡Hay algunas hierbas que no puedo ni oler!
Dibujó al lado de aquella línea un rostro caricaturesco con los ojos cerrados, el ceño fruncido y con la lengua de fuera. Luego continuó:
≫En el Bosque tenemos verduras en abundancia. ¡Cualquier platillo con ellas es delicioso, si se acompaña con las especias correctas!
La sopa miso de aquí tiene un toque especial. ¡La podrás probar en Tane-shigai! Al menos su versión céntrica, con extra de katsuobushi ja ja~
Se preguntó si a Eri le gustaría esa especia con base de pez.
Caminaron por un buen rato más, y pronto las rodeó una orquesta callada. Eran los silenciosos sonidos del bosque, a los cuales ya Taeko estaba acostumbrada. El viento tocando las hojas como instrumento, las ramas como percusiones ligeras y el polvo como campanillas. El trino de algunos pájaros en la lejanía, y el andar de alguno que otro animal más grande se unían a la minúscula sinfonía. Era una miríada de pequeños sonidos que se acoplaban en un volumen tan bajo y tan agradable que podría pasar desapercibido ante una audiencia descuidada.
Taeko, por su parte, se emocionaba de escuchar tal concierto, aunque para muchos fuese solo ruido del bosque, algo que escucharías para dormir, tal vez. Y no los culpaba.
Sin embargo, hubo algo que desconcertó a la peliplateada. No supo qué, pero había algo que no sonaba bien. Tal vez era alguna criatura, tal vez una persona, tal vez un árbol que estaba a punto de caer. Tal vez fue solo una mala sensación, y nada malo pasaba en realidad. Se sacudió la expresión de preocupación que había surcado su rostro por un segundo y se volvió para sonreír a la pelirroja de nuevo, y le mostró una última nota.
—Creo que en eso estamos de acuerdo, Taeko-san, ¡no soporto las comidas amargas! Mi hermana suele utilizarlas como medio para crear medicinas, pero normalmente le echa algún que otro ingrediente para endulzar sus remedios...
Luego leyó con detenimiento como la de la Hierba le explicaba que lo que más abundaba en su país eran las verduras. No era de extrañar, claro, con la amplia vegetación con la que contaban aquellos kuseños.
—No te lo podrás creer, pero nunca probé la sopa de miso, así que... Creo que es un buen momento para hacerlo —sopesó la chica, tras unos segundos —. Así que espero volver a encontrarme contigo para afirmar que efectivamente, estaba tan bien como dices.
Aunque no sabía lo que era el Katsuobushi... Pero bueno, no quería desilusionar a su compañera de viaje. Ni tampoco quería sonar un poco ignorante.
Tras una pequeña caminata más entre aquel frondoso y tranquilo bosque, donde poco a poco el sol se movía haciendo que la luz que filtraban las hojas de los árboles e impactase de forma breve en las pieles de las kunoichi, Taeko pareció sentir algo que Eri sintió, quizá, pero no tomó como algo alarmante. Por su parte, la pelirroja solo estaba centrada en continuar el viaje que le estaba ofreciendo aquella muchacha.
—¿Ah, sí? ¿Y qué clase de postres hace Taeko-san?
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Eri hizo un comentario sobre el uso de hierbas amargas, y que nunca había probado la sopa miso. El rostro de Taeko se adornó de una ligera sorpresa, una muy juguetona, y se apresuró a escribir una nota más.
≫¡Oh, es una delicia! Normalmente tiene un sabor muy suave, pero en Tane-Shigai utilizan mucho un condimento de pescado. A veces ni siquiera parece la misma sopa. ¡Pero sigue siendo bastante deliciosa!
¡Oh, no! Disculpa. Me refería a que los postres son mis preferidos. Yo no tengo tan buena mano para la cocina.
Cosas como pan mushi o mochi. ¡Simplemente no puedo tener suficiente de ellos! ¡Ja ja ja!
Acompañó el escrito con una alegrísima sonrisa. El camino ascendía ligeramente y viraba gradualmente hacia la derecha, al noroeste. No tardó mucho en unirse con otra senda que venía del sureste, el cual Taeko creyó era el camino por el cual ella misma había llegado. Sintió al bosque tornarse un poco más fresco. Siguió escribiendo, sin perder su sonrisa amable.
≫¿Tu hermana es una médico? ¡Qué genial!
Se acordó de Ririki, quien también era parte del cuerpo médico, y de cómo la había ayudado a ella y a su madre. Justo en ese momento debería de estarla acompañando y atendiendo. Gracias a ella, la peliplateada admiraba y tenía en buena estima a cualquiera con dicha profesión.
"Como Mogura, el mejor médico del País de la Tormenta. ¿Era así?" rió mentalmente.
Aquello que le había parecido fuera de lugar a Taeko se quedaba más y más lejos. La chica dio un brevísimo vistazo hacia atrás, sin dejar de caminar. Pero no había nada extraño. Solo alguno que otro pajarillo. Frunció los labios por un segundo, pero se sacudió ese pensamiento al volver a mirar a Eri. Ella había mencionado que se había encontrado con bandidos. ¿Acaso las estarían siguiendo? Parte de la concentración de la peliplateada se fue entonces a mirar con el rabillo del ojo y a estar atenta al ambiente.
—En el País de la Espiral utilizan también el pescado, pero no suelo comerlo tanto como me gustaría... —comentó la chica, luego volvió a leer lo que la de cabellos grisáceos escribía de forma grácil en su libreta —. ¡Oh! —exclamó, al darse cuenta de su error.
«Supongo que lo he leído mal...»
Al parecer Taeko prefería el dulce por encima de las comidas saladas. La verdad es que se lo imaginaba poco, parecía que sabía de cocina un montón, más que ella al menos; y que afirmase que no tenía ni idea de cocinar pero sí de comida era como una contradicción para ella.
—Donde me pongas unos dangos... A mí ya me enamoras.
No pudo evitar sonreír. La verdad es que le gustaban mucho aquellas bolitas, ojalá pudiera tomar algunas pronto ya que desde hacía un par de meses que no había podido comerlos, ni había tenido oportunidad de hacerlo tampoco.
Poco a poco el aire se hacía algo más fresco. Sintió un par de escalofríos pero no les dio del todo importancia, centrando toda su atención en su acompañante. No sabía por qué, pero captaba toda su atención.
—Sí, mi hermana es médico —afirmó ella —. La verdad es que en mi familia todos hemos sido shinobi, solo que de diferentes especializaciones, mi hermano, mi padre y yo somos Uzumaki, mientras que mi hermana y mi madre son médicas... —tampoco pasaba nada por explicarle sus habilidades, o al menos de dónde salían, ¿no?
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Eri siguió hablando de comida, de peces y dangos -los cuales, al parecer, la enloquecían-. Taeko rió silenciosamente, con una mano en la boca. La pelirroja dijo luego ser una Uzumaki. A la peliplateada le parecía haber escuchado ese apellido alguna vez, mas esto fue solo un sentimiento vago. Su hermana y su madre eran médicos. Con gran ánimos de conocer más sobre otros shinobi, pues siempre tenía la sensación de ser una kunoichi simple y sin mucho conocimiento, Taeko escribió velozmente.
≫¡Oh! ¡Qué nobles! ¿Y en qué se especializa Eri-san? ¿También eres una médico?
Después de enseñársela y asegurarse de que la hubiese leído, volvió a poner su carboncillo en el papel, pero algo la interrumpió. Taeko se detuvo de repente y volteó hacia atrás, pero no había nada en el camino.
"Lo escucho... Alguien anda tras nosotras..."
Sin dejar de mover la mirada de un lado a otro, en busca de algún indicio, escribió en un segundo una rápida y sencilla nota.
≫Nos siguen
No sabía si Eri se habría dado cuenta, pues no mostraba seña de haber percibido algo. O tal vez Taeko no se había dado cuenta. Un segundo después, escuchó el gruñido y unos pasos suaves pero constantes desde el sureste. Las manos de la morijin llevaron su libretita a su cinto.
"¡Ay cielos! ¿Qué hacemos? Creo que deberíamos apartarnos del camino..." Pero antes de que pudiera hacer algo, el perseguidor salió de entre los arbustos hacia la luz.
Era un jabalí. Uno grande.
Se detuvo a mitad de la senda para olfatear y soltar unos suaves gruñidos. Taeko tragó saliva. Nunca antes había visto uno frente a ella, y no sabía cómo reaccionar. El animal no se veía agresivo, pero tal vez no era una conducta fácilmente distinguible en ellos. Le dirigió una mirada perpleja a Eri y se encogió de hombros. Pensó si debería de subir a uno de los tantos árboles que le rodeaban.
—Pues soy Uzumaki... Así que mi especialidad es el Fuuinjutsu.
La verdad es que no tenía ni idea de cómo explicar sus especialidades. Sabía de Fuuinjutsu y utilizaba cadenas, tampoco es que fuese una genio en todo esto. Sin embargo, a la par que la de la Hierba se paraba ella hizo lo propio, escuchando algo que parecía ser pisadas.
Pero al volverse no encontró nada.
Taeko escribió algo, y ella asintió, convencida. No era la única.
Tras unos momentos de indecisión su perseguidor salió por entre los arbustos. Un jabalí, animal que todavía no había tenido la oportunidad de ver en persona. Y tampoco hubiera querido. Taeko miró a Eri, y ésta le devolvió la mirada, sin moverse.
—¿Crees que deberíamos continuar el camino por los árboles...? —murmuró, indecisa.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Eri le había comentado que se especializaba en Fuuinjutsu, lo cual habría generado muchas preguntas de parte de Taeko, si no tuvieran a tal animal frente a ellas. Parecía tener poco más de un metro de altura, y guarreaba por lo bajo. Daba la impresión de estar olfateando.
La pelirroja sugirió seguir por los árboles, lo cual sonaba como una buena idea.
"¿Los cerdos escalan árboles? No creo que puedan hacerlo... A menos que sean cerdos ninja. ¡Tal vez si es una invocación! Aunque... parece más un animal salvaje..."
Taeko se encogió de hombros de nuevo, negando suavemente con la cabeza, dando a entender que no sabía cómo reaccionar. Le hizo un gesto discreto con la mano a la chica, señalándole que retrocedieran y continuaran lentamente. Por los primeros movimientos, el jabalí parecía no estar interesado en ellas, pero, habiendo ellas caminado un metro hacia atrás, el animal se les acercaría de nuevo. Gruñía por lo bajo. No se movía de manera amenazante, pero tampoco se veía demasiado manso. La peliplateada sacó su libretita de nuevo y escribió lentamente.
≫Creo que sí. Deberíamos de hacer eso. Solo por precaución.
A cada tanto que las chicas seguían el camino, el jabalí avanzaba lo mismo. En efecto, no quería perderles el rastro. De repente, guarreó fuertemente, y un segundo jabalí apareció de entre los matorrales detrás de él. Taeko tragó saliva de nuevo, poniéndose algo más nerviosa. Le dirigió una mirada de "no-sé-qué-hacer" a Eri.