3/10/2017, 20:08
La final del torneo había llegado al fin y los participantes por fin tuvieron chance de ver el espectáculo.
Uchiha Akame por un lado y Aotsuki Ayame por el otro. El resultado final fue… Hasta cierto punto similar al combate que la propia Kageyama Koko había tenido contra el Uchiha, una victoria aplastante en la que la kunoichi no pudo asestar ni un solo golpe.
Aquel hecho fue suficiente para subirle bastante el ánimo a la rubia, pero analizándolo desde otro punto de vista, significaba que tanto a ella como a la tal Ayame aún les faltaba mucho por mejorar, después de todo, no podía ser que un shinobi les superase de tal manera.
Sea como fuere, el combate había terminado y Akame salió vencedor, trayendo la gloria a Uzushiogakure.
A pesar de haber perdido contra él, la alegría de la rubia era inmensa, tanto como para verse tentada a aparecerse en el medio del ring y propiciarle un candente beso en vista de todo el mundo, pero al final se contuvo, pues aquello iba completamente en contra de las enseñanzas de la aldea.
Poco después del suceso, el evento terminó y cada shinobi debía de emprender la vuelta.
Justo para ese último día llegaron dos de sus hermanos, principalmente para acompañarla. Aquellos personajes eran Sakamoto Hideo —un hombretón con músculos muy marcados y de poco más de dos metros de altura— y Sakamoto Noemi —exkunoichi de Uzushiogakure, quien renunció tras perder dos miembros en una misión—, que a pesar de ser conscientes de que la pecosa había perdido, se mostraron felices de que haya sido seleccionada para participar de tal evento.
Antes de emprender la partida de los Dojos, Koko pensó en llevarse un pequeño recuerdo que no le duraría más de dos días, un pastel que días atrás había probado junto a un shinobi de Kusagakure, otro de los participantes del torneo. Tanto le había gustado que necesitaba probarlo una vez más.
Probablemente haya sido por eso que, cuando se dispuso a ir a buscar a su pareja en Nantonōnoya, no le encontró, se habría tardado más de lo que supuso y él ya estaría de camino a Uzushiogakure. Eso era lo que quería pensar pero… Solo sabría la verdad una vez se reencontrase con Akame, aunque no era algo de suma importancia, o eso suponía ella.
Durante el viaje, la Kageyama tuvo mucho tiempo para reflexionar, si bien mantenía conversación con sus dos hermanos, no trataron temas de mayor importancia como para centrar la atención en ello.
Fue entonces cuando, recapitulando lo que había estado ocurriendo en los últimos días, pudo darse cuenta de un gran fallo en ella misma.
«Tengo que cambiar varias cosas… »Se dijo a sí misma, algo cabizbaja.
En el último mes había engordado casi quince kilos, solo había estado comiendo dulces y había descuidado completamente su rutina diaria, lo único que no alteró pero para nada fue la limpieza. Pero… ¿Y lo demás?
No había entrenado como correspondía, no había estado estudiando ni haciendo absolutamente nada que pudiera beneficiarla y ayudarla en el oficio, por el contrario, se había hinchado de comida chatarra y dulces durante todo ese tiempo hasta que se echó novio, un tío flacucho que si bien, ganó el torneo de los dojos, si ella sigue engordando va a llegar un punto en que no va a ser capaz de soportar su peso. Sin mencionar que este individuo había sido el que la sacó del torneo en la primera ronda, con una victoria aplastante.
Había demasiadas cosas que tenía que cambiar si pretendía ser de ayuda a Uzushiogakure, o a la mínima, no estorbar a Uchiha Akame si algún día coincidía con él en algún encargo de importancia.
Tenía que entrenar, no solo para mejorar su condición física, sino que también tenía que practicar en combate, ¿y qué mejor maestro que un jounin?
—Hideo… Necesito que me hagas un favor… —dijo seriamente, al mastodonte que tenía por hermano. Persona que llevaba a caballito a una Noemi incapaz de caminar por sus propios medios.
Para el momento en que Kageyama Koko pisó nuevamente Uzushiogakure ya tenía sus objetivos muy claros.
Por un lado, tenía que adelgazar, esos rollos que se le formaron en el vientre solo iban a molestarla.
En otra instancia, tenía que estudiar mucho, su falta de imaginación e ideas iban a jugarle en contra infinidad de veces si no hacía algo con ello.
Otra cosa de importancia, el entrenamiento en combate, tanto en cortas como en largas distancias pero más urgentemente sería lo segundo.
Finalmente, algo sumamente importante y que debería de haber hecho hace mucho. Dejar los jodidos dulces y la comida chatarra. Si no es por el entrenamiento, que lo sea por su salud.
Uchiha Akame por un lado y Aotsuki Ayame por el otro. El resultado final fue… Hasta cierto punto similar al combate que la propia Kageyama Koko había tenido contra el Uchiha, una victoria aplastante en la que la kunoichi no pudo asestar ni un solo golpe.
Aquel hecho fue suficiente para subirle bastante el ánimo a la rubia, pero analizándolo desde otro punto de vista, significaba que tanto a ella como a la tal Ayame aún les faltaba mucho por mejorar, después de todo, no podía ser que un shinobi les superase de tal manera.
Sea como fuere, el combate había terminado y Akame salió vencedor, trayendo la gloria a Uzushiogakure.
A pesar de haber perdido contra él, la alegría de la rubia era inmensa, tanto como para verse tentada a aparecerse en el medio del ring y propiciarle un candente beso en vista de todo el mundo, pero al final se contuvo, pues aquello iba completamente en contra de las enseñanzas de la aldea.
Poco después del suceso, el evento terminó y cada shinobi debía de emprender la vuelta.
Justo para ese último día llegaron dos de sus hermanos, principalmente para acompañarla. Aquellos personajes eran Sakamoto Hideo —un hombretón con músculos muy marcados y de poco más de dos metros de altura— y Sakamoto Noemi —exkunoichi de Uzushiogakure, quien renunció tras perder dos miembros en una misión—, que a pesar de ser conscientes de que la pecosa había perdido, se mostraron felices de que haya sido seleccionada para participar de tal evento.
Antes de emprender la partida de los Dojos, Koko pensó en llevarse un pequeño recuerdo que no le duraría más de dos días, un pastel que días atrás había probado junto a un shinobi de Kusagakure, otro de los participantes del torneo. Tanto le había gustado que necesitaba probarlo una vez más.
Probablemente haya sido por eso que, cuando se dispuso a ir a buscar a su pareja en Nantonōnoya, no le encontró, se habría tardado más de lo que supuso y él ya estaría de camino a Uzushiogakure. Eso era lo que quería pensar pero… Solo sabría la verdad una vez se reencontrase con Akame, aunque no era algo de suma importancia, o eso suponía ella.
Durante el viaje, la Kageyama tuvo mucho tiempo para reflexionar, si bien mantenía conversación con sus dos hermanos, no trataron temas de mayor importancia como para centrar la atención en ello.
Fue entonces cuando, recapitulando lo que había estado ocurriendo en los últimos días, pudo darse cuenta de un gran fallo en ella misma.
«Tengo que cambiar varias cosas… »Se dijo a sí misma, algo cabizbaja.
En el último mes había engordado casi quince kilos, solo había estado comiendo dulces y había descuidado completamente su rutina diaria, lo único que no alteró pero para nada fue la limpieza. Pero… ¿Y lo demás?
No había entrenado como correspondía, no había estado estudiando ni haciendo absolutamente nada que pudiera beneficiarla y ayudarla en el oficio, por el contrario, se había hinchado de comida chatarra y dulces durante todo ese tiempo hasta que se echó novio, un tío flacucho que si bien, ganó el torneo de los dojos, si ella sigue engordando va a llegar un punto en que no va a ser capaz de soportar su peso. Sin mencionar que este individuo había sido el que la sacó del torneo en la primera ronda, con una victoria aplastante.
Había demasiadas cosas que tenía que cambiar si pretendía ser de ayuda a Uzushiogakure, o a la mínima, no estorbar a Uchiha Akame si algún día coincidía con él en algún encargo de importancia.
Tenía que entrenar, no solo para mejorar su condición física, sino que también tenía que practicar en combate, ¿y qué mejor maestro que un jounin?
—Hideo… Necesito que me hagas un favor… —dijo seriamente, al mastodonte que tenía por hermano. Persona que llevaba a caballito a una Noemi incapaz de caminar por sus propios medios.
«Soy la representación de todo mi esfuerzo o la falta del mismo…»
Para el momento en que Kageyama Koko pisó nuevamente Uzushiogakure ya tenía sus objetivos muy claros.
Por un lado, tenía que adelgazar, esos rollos que se le formaron en el vientre solo iban a molestarla.
En otra instancia, tenía que estudiar mucho, su falta de imaginación e ideas iban a jugarle en contra infinidad de veces si no hacía algo con ello.
Otra cosa de importancia, el entrenamiento en combate, tanto en cortas como en largas distancias pero más urgentemente sería lo segundo.
Finalmente, algo sumamente importante y que debería de haber hecho hace mucho. Dejar los jodidos dulces y la comida chatarra. Si no es por el entrenamiento, que lo sea por su salud.