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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
Retiró el palo del fuego y se lo acercó a los labios. Sopló un par de veces, fuerte, y luego más flojo. Con cuidado, rozó con la boca la nube de azúcar y, comprobado que no quemaba, le dio un bocado. Mmh. Qué dulce que estaba. Un bocado de cielo: normal que le llamasen nube de azúcar.

Las nubes de azúcar, o malvaviscos: poco nutritivos, sí, pero deliciosos, sin duda. ¿Y qué otro mejor dulce que tostar al calorcillo de una hoguera?

Terminó de comerse el que ya tenía mordisqueado, y sin dudarlo ni un instante, pinchó otra nube de la bolsa y la puso a tostar al fuego. La llama chisporroteó y se desprendió una pequeña chispa que tuvo que esquivar retirando la mano hacia atrás. Suspiró, y sonrió como un tonto, frente al calorcillo nocturno del fuego, disfrutando del olor de las nubes tostadas y del suave chisporroteo que emitían.

Cerró los ojos, dejó la nube en el fuego, y se relajó. Después de comerse la última nube, decidió que ya era muy tarde, y qué mejor que dormir al raso, auspiciado por las estrellas...


···


—¿Huh? ¿Qué...? —musitó. Notaba un extraño traqueteo, como si estuviera subido en un carro tirado por caballos. La idea de que lo hubiera secuestrado un grupo de bandidos se le antojó terrorífica, pero el antojo se le había quedado corto. Dicen que la realidad es más cruda que la ficción, y en este caso fue verdad, sin lugar a dudas.

¿Queréis saber lo que pasó? Atended:

Imaginad que os dormís una noche feliz, sin preocupaciones, con la panza llena de malvaviscos. Visualizad como, al abrir los ojos, véis una procesión de gente delante vuestra, gente con máscaras y vestidos con faldas de hojas de roble. Vais por un camino. Pensáis que es un sueño, así que intentáis despertaros, pero no funciona. Os movéis desesperados, o mejor dicho, no os movéis porque estáis atados con una cuerda.

Os transporta un grupo de cuatro hombres enmascarados, danzando animadamente. Vosotros estáis subidos a un palo, atados en posición vertical, y a vuestro lado viaja otro chaval, de vuestra edad, debidamente sujeto como vosotros en un poste idéntico.

—Eh. ¡EH! ¿QUÉ HACÉIS? ¡SOCORRO!

El extraño ahora abría los ojos. Daruu se acababa de fijar que vestía la bandana de Kusagakure.

—¡¡UN, CHACA CHACA ÚN, CHACA CHACA ÚN!! —gritó el grupo de hombres que les llevaba a cuestas, al unísono.
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#2
Nota mental del día: Si vas a irte de acampada procura buscar un sitio seguro.

Si salia con vida del follón en el que me había metido me acabaría grabando a fuego eso en mi mollera. Y la verdad no sé qué narices se me había perdido en el País del Fuego pero, había decidido ir allí a ver lo que quedaba de Konoha. El viaje desde Kusagakure era largo y finalmente no llegué a ver el cráter que decían que había.

De hecho, me levanté con un dolor de cabeza horrible, como una de esas jaquecas en las que parece que tengas una taladradora en la maldita oreja. Gritos. Alguien estaba gritando.


— ¡Deja de chillar, joder! Nos vas a dejar sordos

Traté de erguirme al mismo tiempo que abría los ojos a la velocidad de desplazamiento de un caracol pero algo iba mal.

*¿Por qué no puedo moverme?*

A medida que iba despertando, así como las células de mi cuerpo, me di cuenta de lo que pasaba. Estaba jodido de verdad. Alguien me había capturado y ahora podía escuchar algún tipo de conjuro en algún idioma extraño. Vi al tipo de mi lado, paliducho y de ojos blancos como la nieve. Lucía el símbolo de la lluvia en su cinturón.


— ¡Eh, soltadme de una buena vez, hijos de puta! — gritaba, probablemente en vano — Eh, tú, shinobi de la lluvia, ¿Tienes idea de quienes son estos y qué es lo que quieren?

Estaba demasiado alterado. Setsuna iba a matarme si se enteraba de esto y la bronca de mamá sería de esas que acojonan a los dioses. Pasase lo que pasase estaba bien jodido.
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#3
— ¡Deja de chillar, joder! Nos vas a dejar sordos

— ¡Eh, soltadme de una buena vez, hijos de puta! — gritaba, probablemente en vano — Eh, tú, shinobi de la lluvia, ¿Tienes idea de quienes son estos y qué es lo que quieren?


—¿Qué? ¡No! Yo estaba acampando, me dormí y... y... ¡Maldita sea, nos han secuestrado!

Intentó revolverse con todas sus fuerzas, pero sólo consiguió que uno de los que le llevaban a cuestas hiciera una señal y diera una voz a uno de los del grupo de delante. Se acercó y los golpeó con un palo a ambos.

—¡ZILENZIO! —dijo—. ¡Zaquifizioz, callaz!

—¡¡CÓMO QUE SACRIFICIOS, GILIPOLLAS!! —El ceceo prácticamente hacía que no pudieran entenderlo, pero "zaquificioz" entró con total facilidad.

El miembro de la comitiva se limitó a volverle a golpear con el palo.

—¡Ah!

—¡ZAQUIFICIOZ EN ZILENZIO!
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#4
—¿Qué? ¡No! Yo estaba acampando, me dormí y... y... ¡Maldita sea, nos han secuestrado!

— Genial... entonces debo suponer como somos algo así como sus putos juguetes

Mi voz destilaba cierta resignación. ¿Acaso teníamos algo que poder hacer en aquella situación? De pronto algo estaba ocurriendo. Vino alguien de lo que parecía el grupo delantero de aquella comitiva del horror y nos propinó un bastonazo a ambos.

— ¡Agh!

El chico de la lluvia se revolvió, insultándole de nuevo. Algo me quedaba claro, el chico iba a dar guerra hasta el suspiro final. Lo mismo, con él a su lado, había un resquicio de esperanza.

Tras los insultos recibió un nuevo golpe.


— ¡Eh, tú, saco de mierda! — llamé la atención del que no dejaba de llamarnos sacrificios — Suéltanos de una puta vez y pelea como un hombre en vez de como un cobarde

Estaba furioso. Deseaba con demasiada fuerza propinarle su merecido así que estaba empezando a pensar en la manera de liberarme así que trataba de forcejear con los brazos y las piernas aunque no parecía que fuese a tener demasiado éxito.

— ¡¡¡SUÉLTAME DE UNA VEZ, MALDITO GILIPOLLAS!!!
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#5
— ¡Eh, tú, saco de mierda! — llamé la atención del que no dejaba de llamarnos sacrificios — Suéltanos de una puta vez y pelea como un hombre en vez de como un cobarde.


—Oh, karo ke vaiz a pedear —dijo el enmascarado—. —Todoz doz zakificioz pedean antez del... zakificio.

— ¡¡¡SUÉLTAME DE UNA VEZ, MALDITO GILIPOLLAS!!!

—¡YA BAFTA! —Otro palazo. Daruu gimió y gruñó por lo bajo—. ¡Yanga! ¡Ponlez laz moddazaz!

Las moddazaz resultaron ser unas mordazas. Se las pusieron desde detrás, para que no pudieran morder.

—Hada. Cadaditoz. Y ahoda, ¡MUZAZOS, ZEGUIMOZ CON ED RITUAD! ¡POD ED GRAN CHAMÁN!

«Mal, mal, mal, esto está mal... Esto está mal...»

Miró a un lado, a otro. Tenía las muñecas atadas a la espalda, rodeando un palo. Notaba el nudo firmemente atado a sus muñecas. ¿Podía hacer algo? ¿Acaso podía hacer algo?

«Puedo... intentarlo. ¡Puedo hacerlo!»

Con esfuerzo, giró la muñeca aguantando una mueca de dolor, y puso los dedos índice y corazón donde notaba que estaba el nudo que le ataba.

—¡¡UN, CHACA CHACA UN, CHACA CHACA ÚN!!

«Sólo un pulso bien fuerte de chakra con el Juuken. Pero... ¿Qué hago con el de Kusa? No puedo dejarlo aquí. Probablemente tengamos muy poco tiempo para escapar... No sabemos si esta gente sabe Ninjutsu o qué hostias...»

«En fin... Supongo que eso da igual. ¿Sacrificios? Y una mierda.»

Hubo un estallido cuando la cuerda se rompió.

Actuó todo lo rápido que pudo, consciente de que el ruido de la cuerda no había pasado desapercibido ante nadie y que debajo de él habían cuatro personas portando el palo, por no hablar de las que transportaban al ninja de Kusagakure.

Rompió la cuerda y aterrizó en la base de madera donde estaba el poste. Dio un rápido salto lateral y posó sus dedos en el nudo que amarraba al otro genin.

—¡FÁFIDO, A FOF ÁFBOLES! —Con la mordaza puesta no se entendía una mierda. Daba igual, no había tiempo de quitársela. Daruu saltó en cuanto posó los pies en la plataforma de madera del kusareño. Los hombres enmascarados de debajo ahogaron un grito, incapaces de soportar el peso. El otro chaval tendría que saltar.

Daruu aterrizó en la rama del árbol más cercano, y de ahí saltó a la siguiente. Activó su Byakugan. No había tiempo de preocuparse del otro genin, él ya había hecho todo lo que había podido por liberarlo: ahora tendría que afanarse y alcanzarlo.
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#6
Seguía sin entender una mierda de lo que hablaba el gilipollas ese. Lo único que entendía es que no iba a dejarme libre, no cometería aquel error, no conmigo. Mi visceralidad a veces podía llegar a ser un gran problema. consciente o no de esa circunstancia era algo que no podía evitar, así era yo.

Mire al chaval de Ame y suspiré resignado. No tenía ningún plan. Estaba completamente acabado.

Por sorpresa, alguien se acercó por detrás y me puso algo en la boca, sintiendo como realizaba un nudo por detrás.

*Maldito hijo de puta. Eres tan gallina que incluso me amordazas. Disfrutaré cuando te abra en canal y derrames tu puta sangre al suelo. Maldito hijo de la gran puta..*

Pero entonces ocurrió algo que no entraba en los planes.

Una pequeña ¿explosión? Venía del otro "sacrificio", del moreno de Amegakure. Giro la cara tan rápido como pude y vi como de alguna manera se había liberado de toda atadura. Excepto la de la boca. Saltó hacia mi posición y reventó las cuerdas que aprisionaban mis manos. Era libre y tenía poco tiempo de reacción. Por ahora tendría que huir. Así que eso hice. Mi impulsé con las cabezas de los 4 gilipollas que había abajo, soportando el peso de mi crucifijo antes de que pudiesen reaccionar a la incertidumbre de lo inesperado.

El moreno empezó a correr. Antes dijo algo que no llegué a comprender debido a su mordaza. Le seguí y en cuanto vi que nos habíamos alejado un poco me deshice la mordaza entre bocanadas de aire con tal de recuperar el aliento que me había quitado la adrenalina.


— ¡Joder! — exclamé con el corazón a mil y los pulmones a dos mil — No sé como has hecho eso pero te debo una de las gordas. Gracias

Un poco de silencio. Iba a decir su nombre pero... No lo sabía.

— Sasagani Yota de Kusagakure, ¿Y tu?
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#7
El compañero de Kusagakure pronto alcanzó su marcha. Daruu suspiró, más bien babeó un poco la mordaza. Con la adrenalina, no se había dado cuenta de que la llevaba todavía puesta. Se deshizo el nudo rápidamente y la escupió.

— ¡Joder! No sé como has hecho eso pero te debo una de las gordas. Gracias

»Sasagani Yota de Kusagakure, ¿Y tu?


—¡Amedama Daruu, de Amegakure! Me alegro de que hayamos escapado los dos. ¿Tienes idea de qué demonios se trataba eso? —Se agachó para esquivar la rama de un árbol—. Me quedé dormido al lado de mi hoguera, y de pronto aparecí aquí, amordazado. ¿Era una especie de tribu? ¿Todavía existen esas cosas?
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#8
—¡Amedama Daruu, de Amegakure! Me alegro de que hayamos escapado los dos. ¿Tienes idea de qué demonios se trataba eso? —Se agachó para esquivar la rama de un árbol—. Me quedé dormido al lado de mi hoguera, y de pronto aparecí aquí, amordazado. ¿Era una especie de tribu? ¿Todavía existen esas cosas?

Negué enérgicamente con al cabeza a medida que iba recuperando el aliento. Aquel había sido el sprint más duro de mi corta existencia, ¡Estuve a nada de palmarla!

— Yo tampoco recuerdo bien como me cogieron, desperté atado a ese maldito poste. No sé absolutamente nada, ni siquiera sé quién son. Lo único que sé... — decía palpándome el portaobjetos de la pierna — Es que me han quitado las armas y pienso volver para recuperarlas. Supongo que a ti también te las quitaron

Apretaba los puños impotente como si estuviese recargando mi determinación.

— Y tú... ¿qué piensas hacer?
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#9
Daruu miró a Yota como si acabase de ver a un fantasma. Frenó la velocidad y al cabo de tres ramas se había detenido por completo.

—¿Estás loco? —se quejó, incrédulo—. Te diré lo que voy a hacer: voy a correr como si no hubiera un mañana y ya ahorraré para comprarme un equipo nuevo.

Saltó a la rama siguiente y se volvió para volverle a hablar.

—Haz lo que quieras, pero no voy a ir contigo. Yo considero que es una locura.
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#10
—¿Estás loco? —se quejó, incrédulo—. Te diré lo que voy a hacer: voy a correr como si no hubiera un mañana y ya ahorraré para comprarme un equipo nuevo.

Quizás por el sobresalto de lo que acababa de decirle fue aminorando la velocidad hasta detenerse por completo al aterrizar sobre una rama gruesa.

—Haz lo que quieras, pero no voy a ir contigo. Yo considero que es una locura.

*Mierda, si quiero hacerlo le necesito. Solo no puedo ir*

Había llegado el momento de usar el típico recurso de la psicología inversa. En ocasiones me había sido útil, lo que no tenía claro era si funcionaría con él.


— ¡Oh, vamos! Podemos hacerlo. Entrar, coger las armas y salir. Nada de enfrentarnos a ellos. Además... tenía entendido de que en Amegakure se forjaban los shinobis más valientes de Onindo... ¡No hagas caer esas creencias!

Vale, ya lo había soltado ahora teníamos dos opciones. Que el moreno de Ame se tomase mis palabras a bien, se animase y acabase aceptando ir a por las armas o bien que se lo tomase mal y la cosa se pusiera más tensa.
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#11
— ¡Oh, vamos! Podemos hacerlo. Entrar, coger las armas y salir. Nada de enfrentarnos a ellos. Además... tenía entendido de que en Amegakure se forjaban los shinobis más valientes de Onindo... ¡No hagas caer esas creencias!

Daruu torció la cabeza primero, y luego arrancó a reír. Dobló el cuerpo y se limpió una lágrima con un dedo.

—Venga, hombre, a otro con ese tipo de tonterías —dijo—. Puedo ser valiente, pero no estúpido. ¿Tú has visto cuántos eran?

»Si quieres, vuelve. Pero pronto te contarán entre los shinobis más muertos de Oonindo. Por cierto... —avisó, señalando detrás de él—. Vienen tras nosotros. Los he estado contando. Son más de cincuenta. En serio, tío, larguémonos.

Movió el brazo para señalar a su izquierda.

—Hagamos una finta y vayamos hacia la izquierda, ellos seguirán hacia adelante... Con suerte, les despistaremos, y luego podremos concentrar nuestros esfuerzos en averiguar dónde estamos.

Dio un salto en la rama más cercana en esa dirección, y sin esperara que Yota le siguiera, retomó el camino de huída.
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#12
Daruu miró hacia atrás con la ayuda de su Byakugan. Yota había salido de su rango de visión. No supo qué había sido de él, quizás habría vuelto y había caído junto a la tribu. Quizás no lo había hecho. De cualquier forma, no podía arriesgar la vida por un puñado de armas.

Fin de la trama.
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