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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
Envuelto en el calor del verano, Eikyu Juro caminaba a través de un bosque que ya sentía como su propio hogar. Criado desde la niñez entre aquel ambiente natural,e el chico se sentía como pez en el agua, aunque lo curioso era que seguía sin ser capaz de orientarse. Aun así, se podría afirmar que Juro se orientaba mejor en el bosque en la tierra.

— Los templos tienen que estar en esta dirección — suspiró el chico, decidiendo hacer un alto en el camino, para consultar el mapa que llevaba.

Los templos abandonados del país del Bosque. Eran lugar ancestral y místico, quizá, el lugar más increible de su país. ¡Y aun no lo había visitado! En cuanto había escuchado de él, hacía unas semanas, se había preparado para hacer una pequeña escapada en su jornada de entrenamientos y ayuda en al tienda de su hermana. Y ahí estaba, cumpliendo sus deseos realidad.

Más o menos. Llevaba unos días de viaje, y se había perdido un par de veces. Afortunadamente, tenía suministros.

El chico vestía una simple camisa verde holgada, que le llegaba hasta la cintura, y unos pantalones cortos azulados, además de sus sandalias ninja. La bandana estaba colgada en su cuello, y en su cintura, tenía su portaobjetos. A cada lado de su cintura, tenía dos destacantes pergaminos, donde llevaba selladas sus armas.

Tras mucho caminar, Juro había logrado encontrar un sendero. A su derecha y a su izquierda solo había árboles de copas altas, que no dejaban ver mucho más allá, y que amenazaban con tapar el sol. Solo había un camino, marcado por el sendero, y era el frente.

Con suerte, si lo seguía, llegaría a alguno de los múltiples templos. O no. Pero tenía que intentarlo.

« Juro, no te salgas del sendero. No te salgas del sendero » — se repitió mentalmente.

Cinco minutos más, para recuperar fuerzas y dar un trago de su cantimplora, y el chico se levantaría para continuar el viaje. Ya debía de estar cerca, suponía. Fuese lo que fuese lo que se fuese a encontrar ahí.
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#2
De vez en cuando, una vez al mes o algo así, me gustaba visitar aquellos santuarios perdidos en los terrenos de Kusa no Kuni. Me brindaban la paz que uno necesitaba de vez en cuando y era el lugar perfecto para estar en comunión en cuerpo y alma. Así que allí estaba aquel día.

A pesar de que actualmente tan solo eran un montón de ruinas, me gustaba sentarme allí, delante de los pedazos que aún se mantenían en pie, cruzarme de piernas, cerrar los ojos y dejarme llevar. Repasaba mi vida con la ayuda de mi mente, dejando que la brisa acariciase cada centímetro de mi piel, cada poro de mi cuerpo, cada célula que me daba vida...

Y para que fuese perfecto, lo hacia sin las constantes interrupciones de Kumopansa. Debía hacer aquellos viajes en solitario. sin nada que interrumpiese el momento. Sin Kumopansa, sin mamá, sin misiones, sin entrenamientos, sin Kusagakure... el mundo no se derrumbaría por unos pocos días de desconexión, y si lo hacia tan solo era un gennin que poco podría hacer para remediar nada.
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#3
Juro continuó avanzando por el sendero. Finalmente, llegaría a su destino: uno de los templos en ruinas del noroeste de Kusagakure. Juro sabía que había más, pero era un buen comienzo.

Avanzó, con buen paso, sonriente. Era una edificación enorme. Las paredes estaban cubiertas de enredaderas, y aunque no lo viese, Juro imaginó que contaban misterios incomprensibles para él. Trozos de piedra caídos, a su alrededor, cubiertos por musgo y vegetación, le daban un aire místico. Un enorme arco de piedra daba la bienvenida a aquel lugar. Juro se preguntó, y no por primera vez, quién habitó aquellos lugares, y con qué finalidad.

« Daría lo que fuera porque estas paredes me contaran su historia » — Juro había escuchado cosas. Que había pinturas de cosas indescibrales, que albergaban un horrible mal.

Claramente le sonaba un poco fantasioso. Pero... ¿Por qué no? Tenía gana de comprobarlo.

Pero lo que se encontró fue aún más sorprendente. Sentado frente a uno de los trozos de piedra caídos, cruzado de piernas, y con una expresión de total serenidad, ahí estaba Sasagani Yota. Su compañero de equipo, y rival en el torneo, que le había derrotado. La persona con la que había regresado a casa y cuya madre le había gritado. Y que hacía ya un tiempo que no veía. Juro sonrió, mientras se preguntaba qué hacia ahí.

« Que misteriosa es la vida a veces » — pensó, con cierta diversión.

— ¡Yota! — exclamó Juro, en voz alta. Lo justo para despertarle de su extraña meditación. Tras eso, se acercaría a él —. ¡Hacía mucho que no te veía! ¿Dónde te has estado metiendo? ¿Es que has estado viviendo aquí los últimos días?

Se acercó y le tendió la mano, a modo de saludo.

— ¿Cómo estas? — preguntó, ya si burlarse. Realmente estaba intrigado por saber dónde se había estado metiendo su compañero.
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#4
— ¡Yota!

Parecía demasiado increíble como para ser cierto. Tuvo que ser producto de una paranoia mental mía, pero, sin lugar a dudas, parecía muy real. Seguí a lo mío sin hacer caso a aquella voz de mi compañero.

¡Hacía mucho que no te veía! ¿Dónde te has estado metiendo? ¿Es que has estado viviendo aquí los últimos días?

«No puede ser, no puede ser, deja de imaginarte gilipolleces» pero era tal mi curiosidad que tuve que abrir mi ojo diestro y allí estaba con su jodida sonrisa, tendiéndome la mano y como alegrándose de verme mientras intentaba ser gracioso «Joder... me cago en mi puta vida. Esto parece como orquestado por la puta araña esa del demonio»

Entonces recordé que no se conocían y que aquello salvo recontracasualidad, era algo totalmente fruto del azar y, valga la redundancia, de la casualidad.


— ¿Cómo estas?

Abrí mi segundo ojo y dejé caer mis hombros al mismo tiempo que resoplaba para tratar de tranquilizarme y no soltarle un borderío.

— Aprovechar el tiempo, mi querido Jurete — dije, e incluso yo mismo me sorprendí de la calma con la que lo dije — Parece mentira lo rápido que te has olvidado del ridículo que hicimos los gennins de Kusagakure en el Valle de los Dojos, ¿eh? He estado fortaleciendome; entrenando, prácticando nuevas técnicas, ampliar mi repertorio, fortalecer mi aptitudes físicas, realizando misiones para ser un mejor ninja... esas cosas he hecho, mi buen Jurete

Acepté su mano para no ser grosero. A fin de cuentas, aquel era casi con total seguridad mi mejor apoyo en toda la aldea, un buen amigo.

— ¿Qué hay de ti? ¿Holgazaneando?
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#5
Juro suspiró, algo decepcionado al ver la reacción de Yota. No parecía para nada sorprendido de su aparición estelar. Ni si quiera se había reído un poco. Seguía tan amargado como cuando le había dejado, una vez habían vuelto del torneo de los dojos.

— Aprovechar el tiempo, mi querido Jurete — Juro sonrió. Hacía a un tiempo que nadie le lamaba "Jurete" — Parece mentira lo rápido que te has olvidado del ridículo que hicimos los gennins de Kusagakure en el Valle de los Dojos, ¿eh? He estado fortaleciendome; entrenando, prácticando nuevas técnicas, ampliar mi repertorio, fortalecer mi aptitudes físicas, realizando misiones para ser un mejor ninja... esas cosas he hecho, mi buen Jurete

Juro hizo una pequeña mueca cuando mencionó lo del torneo. Él y Yota ya habían discutido al respecto de lo que significaba esa derrota. Pero que se lo volviese a recordar...

« Ha pasado mucho tiempo... ¿En serio aún sigue obsesionado con eso? » — Quizá él fuese una persona muy feliz, pero su comportamiento era inquietante.

— Me gusta llevar las penas en el interior — contestó Juro, sin molestarse en sonreír. Podría pensar lo que quisiera de su respuesta, la verdad es que le había salido del corazón.

Ambos se dieron un apretón de manos. Juro trató de despejar la incomodidad que estaba sintiendo. Después de todo, Yota era su amigo. De los pocos amigos que tenía en la villa, de hecho. Simplemente se había olvidado de cómo era tratar con él y lo difícil que podía ponerse a veces.

Aún recordaba la vez que le había hecho rodar por el suelo de puro dolor al infectarle con uno de sus venenos. Si. Que buenos tiempos aquellos.

— ¿Qué hay de ti? ¿Holgazaneando?

— No te creas que has sido el único que ha trabajado — murmuró. Tras pensarlo un poco, decidió sentarse —. He estado entrenando mucho con mi hermana también y he aprendido un par de trucos. También he viajado y he conocido a muchas personas.

Suspiró. Recordó su trágica aventura en la mansión embrujada, con Ayame, Riko y Jin. También sus viajes al país del fuego y los recuerdos que tenía con Eri y con Nabi.

— La verdad es que nunca había estado por aquí y tuve curiosidad. Pero no esperaba encontrate — admitió, mirando por unos momentos al cielo.
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#6
— No te creas que has sido el único que ha trabajado — murmuró. Tras pensarlo un poco, decidió sentarse —. He estado entrenando mucho con mi hermana también y he aprendido un par de trucos. También he viajado y he conocido a muchas personas.

«Vaya, vaya... Así que sabe sacarle partido al paso del tiempo»

— La verdad es que nunca había estado por aquí y tuve curiosidad. Pero no esperaba encontrate

No pude evitar explotar en una sonora carcajada. Breve, pero como digo, sonora.

— Y dime, ¿quién en su sano juicio esperaría encontrar nadie en un lugar como este? — pregunté, totalmente expectante.

Ruinas por aquí, ruinas por allá, un poco de musgo sobre lo que quedaba de las edificaciones. Los destrozos del paso del tiempo y la más absoluta soledad. Bueno, vale, también habían animalillos que disfrutaban de la calma de las ruinas, pero poco más. Alguna ardilla o algún pajarillo que pasaba para ofrecer a los presentes un poco de su canto. Si fuese un exiliado que buscase formar una banda criminal organizada, probablemente buscaría un lugar como aquel y allí me asentaría para dirigirlo todo.
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#7
Yota soltó una carcajada ante las ocurrencias de Juro. El chico quedó satisfecho por haberle quitado esa expresión tan seria, al menos por unos momentos.

— Y dime, ¿quién en su sano juicio esperaría encontrar nadie en un lugar como este? —

— Supongo que tienes razón — dijo Juro, encogiéndose de hombros.

Las ruinas estaban a la orden del día. Era un paraje desolado, al fin y al cabo. Pero eso no lo hacía tan triste como él mismo pensaba. Había gente que había vivido ahí, probablemente, pero ahora también era un ecosistema más. Pajaros y otros animales lo habitaban.

«Quién sabe. Quizá más adelante también sea habitado por alguien » — O quizá su misma villa estuviese en ruinas. Fue un pensamiento tan funesto que tuvo que alejarlo de su cabeza.

El chico se quedó sentado unos segundos, aunque al final, se sintió algo aburrido. No sabía por qué Yota estaba ahí, pero no quería quedarse sentado. Había recorrido un camino decente para explorar aquel lugar, y no se pensaba quedar en la puerta sentado.

— Pero aún no me has dicho qué haces aquí — murmuró Juro, haciendo un mohín. Él ya le había dicho que tenía curiosidad —. ¿Es aquí donde entrenas? ¿O viniste a visitarlo, como yo?
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#8
— Pero aún no me has dicho qué haces aquí — murmuró Juro, haciendo un mohín. Él ya le había dicho que tenía curiosidad —. ¿Es aquí donde entrenas? ¿O viniste a visitarlo, como yo?

Bueno, pues el chaval parecía tener un especial interés en lo que me había traído a aquel montón de escombros. Si así lo quería saciaría su curiosidad.

— No, no estoy de visita. Vengo hasta aquí habitualmente. Me va bien para desconectar y despejarme, suele venir a meditar. Deberías hacerlo de vez en cuando, va muy bien para retomar el trabajo con energías renovadas

Era bien consciente de que había gente que no creía en aquellas cosas, pero realmente funcionaban. Un par de días de desconexión, tu solo con la naturaleza, dejándote llevar, cerrando los ojos y que fuese tu mente la que guiase tus pasos para revitalizar cuerpo y mente... Funcionaba de verdad y por eso seguía haciéndolo en cuanto tenía la posibilidad.

— Suele hacerlo cada mes a no ser que no me sea disponible por aquello de que me asignen misiones o algo así

Saqué mi petaca de caramelos del bolsillo y saqué uno de mis caramelos para llevármelo a la boca, descruzando las piernas y dejándolas caer por la roca hasta tomar el contacto con la hierba del suelo.
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#9
Yota se hizo un poco de rogar, pero al final, terminó por querer contarle. Juro sonrió, complacido.

— No, no estoy de visita. Vengo hasta aquí habitualmente. Me va bien para desconectar y despejarme, suele venir a meditar. Deberías hacerlo de vez en cuando, va muy bien para retomar el trabajo con energías renovadas

Eso le sorprendió. Por alguna razón, no hubiese imaginado a Yota de las personas reflexivas que meditasen. Realmente no tenía razones para aquello, sino que más bien se basaba en sus propias percepciones. Supuso que meditar no estaba mal, si eso le ayudaba a lo que fuese.

— Suele hacerlo cada mes a no ser que no me sea disponible por aquello de que me asignen misiones o algo así

Juro asintió.

— Vaya, debo admitir que no lo esperaba. No te tomaba por una persona tan reflexiva — dijo, curioso. Después de todo, no serlo no era algo malo, ¿no? —. Venir a las ruinas de una antigua civilización para desconectar. ¡Que interesante!

Juro se agitó, casi emocionado. Su problema era que normalmente era un chico bastante movido. ¿Podría él relajarse y desconectar? Quién sabe. La verdad es que ya lo hacía, pero quedarse quieto en un asiento, poniendo cara de relajación, no era exactamente su idea.

— Nunca probé a hacer algo así. Cuando busco desconectar y relajarme, suelo ponerme a trabajar en el taller. Ya sabes, una pieza por aquí, otra por allá— dijo, mientras simulaba con las manos el estar construyendo algo —. Me olvido de todo lo que tengo alrededor.
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#10
— Vaya, debo admitir que no lo esperaba. No te tomaba por una persona tan reflexiva — dijo, curioso. Después de todo, no serlo no era algo malo, ¿no? —. Venir a las ruinas de una antigua civilización para desconectar. ¡Que interesante!

Debo admitir que ver la sorpresa de mi compañero no fue una sorpresa precisamente. Evidentemente me conocía a mi mismo, pero también sabía que la gente me veía como alguien impulsivo y, aquello de la meditación podía no encajar en alguien como yo. Pero para mí era algo normal.

— Siempre está bien tener un poco de control sobre tu propia vida, Jurete

— Nunca probé a hacer algo así. Cuando busco desconectar y relajarme, suelo ponerme a trabajar en el taller. Ya sabes, una pieza por aquí, otra por allá— dijo, mientras simulaba con las manos el estar construyendo algo —. Me olvido de todo lo que tengo alrededor.

Pero el titiritero era distinto. ¿Que mejor manera de pasar el rato y desconectar que hacer muñecos de esos? Era obvio que para él habría pocas cosas más relajantes y con las que desconectar que aquella.

— Vaya, qué cosas, ¿Eh? quién iba a imaginar que a ti lo que te relaja es hacer los muñecos esos... — dije con una evidente ironía.

— ¿Ya le has hecho un hermanito a Gen? Y, por cierto... ¿cómo le va?
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#11
— Vaya, qué cosas, ¿Eh? quién iba a imaginar que a ti lo que te relaja es hacer los muñecos esos... — dijo Yota, pero Juro pudo notar que estaba hablando con una ironía bastante marcada.

Juro solo pudo sonreír con timidez.

— ¿Ya le has hecho un hermanito a Gen? Y, por cierto... ¿cómo le va?

— Oh, muy bien. Se me ha roto un par de veces más desde los dojos, pero siempre resurge mejor — dijo, con un deje de orgullo —. Observa.

Juro sacó uno de los pergaminos enrollados entorno a su cintura, y lo deslizó por el suelo, revelando una palabra "Gen". Juro hizo una serie de sellos, y entonces, se produjo una explosión de humo.

— Aquí te presento a Gen, tan esplendido como siempre — dijo, con orgullo. La pequeña marioneta estaba sentada sobre sus posaderas sobre el pergamino, sin hilos que la controlasen. Tenía el mismo "pelo" pintado de negro, sus musculosas articulaciones de madera, y su bella capa morada tapando la mayor parte de su cuerpo —. Y...

Juro deslizó el otro pergamino que estaba en el otro lado de su cintura, y realizó la misma cadena de sellos. Tras una explosión de humo, apareció una marioneta más grande, del tamaño de Juro. Tenía forma humanoide y de mujer. Vestía una túnica negra que tapaba todo su cuerpo, a excepción de los brazos y la parte trasera de su espalda. Tenía una gran capucha que tapaba su cabeza, por lo que a penas se podía ver el "pelo" pintado de negro de ella.

Si Yota se fijaba, podría ver que a su espalda había una especie de cola de escorpión, que nacía en la parte media de su espalda, ahí donde la túnica desaparecía convenientemente.

— Supongo que te refieres a esta. Se llama Remu — dijo Juro, sonriendo. Guardó los dos pergaminos.
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