Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
—Hmm… —No supo qué más añadir al comentario de Noemi, que aseguraba irse en seguida. Por una parte no quería que se fuese, pero por otra... se encontraba demasiado espeso como para soltar ninguna ocurrencia para convencerla de lo contrario. Su mente, simplemente, todavía estaba en proceso de activarse.
Distraído, su mirada se desvió hacia el escritorio, y por un momento su corazón se agitó. Sus ojos fueron directos hacia el marco con la fotografía, que por suerte seguía boca abajo. Emitió un suspiro de alivio. No había nada de lo que preocuparse…
—Mañana te devolveré la ropa ya lavada y… —hizo una ligera pausa—. Lamento todo lo ocurrido.
Datsue hizo un ademán con la mano, como quitándole importancia.
—Bah, no te preocupes. Me dejaste la espalda dolorida, pero… —se frotó la espalda con la mano, mientras la estiraba un poco inclinándose hacia atrás—. No estuvo tan mal —esbozó una débil sonrisa, tratando de ser amable.
«Me pregunto cuál sería el momento adecuado para recomendarle mi tienda… Definitivamente no éste»
—Oye, ¿te preparo algo para desayunar? Un zumo… Un vaso de leche… —Teniendo en cuenta lo vacía que estaba su nevera, tampoco había muchas más opciones—. No te irás con el estómago vacío, ¿no?
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Cuando la kunoichi salía de la habitación, el dueño de la casa comenzó a hablarle seguramente en un intento por aliviar un poco a la joven que se notaba a leguas un tanto dolida por lo sucedido, pero había tenido la mala fortuna de escoger las palabras equivocadas en el momento equivocado.
— No estuvo tan mal
La chica todavía tenía a Haskoz muy presente en su cabeza, no podía simplemente olvidarse de la noche a la mañana de él y peor considerando que había intimado con alguien más a pocos días de enterarse de su muerte.
Por ello y los recuerdos de la rubia sobre lo que escuchó del propio Datsue aquella mañana, no pudo evitar que sus ojos se inundasen de lágrimas en un parpadeo y soltar un gemido que ahogó al llevarse ambas manos a la boca. Sin dirigirle la palabra ni una simple mirada, la chica se dirigió rápidamente a la puerta de entrada y tras cruzarla sencillamente corrió sin saber a dónde, luego de haberse alejado lo suficiente podría orientarse, pero primero tenía que desaparecer del rango de visión de Uchiha Datsue, de ser posible a un lugar donde pudiese llorar sin temor a ser escuchada por nadie.
—Perdón Haskoz... —repetía una y otra vez mientras se alejaba del departamento tan rápido como podía.
14/05/2017, 17:32 (Última modificación: 14/05/2017, 17:35 por Uchiha Datsue.)
—Pero…
Datsue ni tiempo había tenido de ofrecerle un desayuno. Sin ningún tipo de aviso previo, la kunoichi se había puesto a sollozar, desconsolada, como si el mal trago que pensaba había hecho pasar al Uchiha fuese demasiado para su conciencia.
—¡Pero no llores, mujer! Ya te dije que tampoco fue para… —Ni pudo terminar la frase. La Sakamoto, tapándose el rostro para ocultar las lágrimas, había puesto pies en polvorosa, incapaz de resistir ni por un segundo más la gran culpa que le carcomía...
La culpa de haberle fastidiado la noche a Uchiha Datsue, intrépido shinobi de Uzushiogakure no Sato.
—¡N-noemi! —gritó, llamándola, tras alcanzar el pasillo del edificio y asomarse por las serpenteantes escaleras. La kunoichi le respondió con un ¡plaf!. El sonido del portal al cerrarse de un portazo.
•••
—Ah, mujeres… ¡Más complicadas que un Kusareño carnívoro, ya lo creo que sí! —exclamó, minutos más tarde, recostado en el sofá. Abrió el libro por la página doscientos cincuenta y cuatro y se dispuso a leer—. Veamos, Genji Monogatari… A ver si me das alguna explicación a esto. Confío en ti.
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