Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
18/03/2016, 22:01 (Última modificación: 28/03/2016, 14:13 por Uzumaki Eri.)
Trama sin experiencia, justo después de las semifinales.
Lo mismo que la última vez, los mismos pasillos, la misma decoración. Sí, sin duda el hospital no había cambiado desde la semana pasada en la que estuvo sanándose de aquel brazo dolorido. Ahora tenía que guardar reposo por las descargas eléctricas y no mover mucho la cabeza, si no podría volverse más tonta de lo que era y por ahí íbamos mal. Suspiró por enésima vez mientras movía la nariz, visiblemente aburida por su escasa diversión en aquellas cuatro paredes blancas. ¡Ella era médica, por el amor de Kami-sama! ¿Para que cuernos de unicornios necesitaba estar en observación?
Que les den caca de vaca, ella se marchaba a dar una vuelta, ¿dónde quedaría la habitación de Juro para hacer carreras en sillas de ruedas? Una sonrisa maligna se apoderó de su rostro cuando aquella idea se posó en su mente cual cigüeña en un campanario, y, de puntillas, abandonó su habitación a la vista de que nadie la estaba custodiando.
"Já, esto ha sido fácil, estúpidos carascaca."
Aunque su trayecto fue corto, ya que el encargado de supervisar su tratamiento prácticamente inexistente la cogió por el cogote antes de que pudiera alejarse de su propio pasillo. La joven hizo un puchero lastimero, sin embargo el enfermero permaneció impasible mientras la observaba con sus pequeños ojos café, aburrido de la actitud de la finalista.
-Mizumi, es la última vez que te escapas, a la próxima te ataré a la camilla, ¿me has oído?
-Pero yo soy la fin...
-Como si es la emperatriz, te quedas en tu cuarto.
La peliazul agachó la cabeza, sin ánimo de discutir más, hasta que un nombre inundó su mirada. "Sasagani Yota"... ¡Estaba en su misma planta! Ay, ay... ¿Qué hacer? ¿Iba a verle o no?
-Enfermero-san, ¿puedo ver a un amigo? Porfiiiiiii... - pidió, juntando sus manos a la altura de su pecho y mientras guiñaba un ojo. Y con un suspiro cansado, la pequeña huérfana sonrió feliz para ir a golpear la puerta, importando poco que el hombre siguiese o no a su lado - se había ido -.
-Yotaniichaaaaaaaan, sal a jugaaaaar. - Canturreó a la puerta del pelirrojo.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
-Qué me dejéis en paz, cojones-gritaba desesperado desde aquel cubículo de mala muerte con olor a lejía por todos sus rincones.
Pinchazos, vías, sueros, enfermeras toqueteandome de arriba a abajo y mareandome incluso más que aquel maldito veneno. Eso se suponía que era cuidarme. A mi lado estaba mamá, por supuesto, ella no iba a separarse de mí. ¿Cómo iba a permitir dejar a su Yotita solo en un momento como aquel? Ojalá lo hiciese, ella solo hacia que todo fuese más pesado. su mirada clavada en mí, como si la mismísima espada de Damocles fuera me avisaba de que si hacia un berrinche más lo iba a pagar pero aquello era superior a mí. No entendía que me hicieran tantas cosas. Ya había pasado pro cosas así y simplemente con reposo mejoraba.
Putos pesados.
-¡¡QUÉ ME DEJÉIS EN PAZ DE UNA PUTA VEZ, JODER!!-vociferé en cuanto me cambiaron la maldita via
-Vamos, vamos, solo es una via, deja de quejarte-
¡PLACA!
La mano abierta de Naomi viajó a toda velocidad impactando en mi mejilla, dejandome el lado izquierdo de la cara al rojo vivo.
-Deja de quejarte, lo hacen por tu bien-
-Yotaniichaaaaaaaan, sal a jugaaaaar.
Genial. Ahora teníamos invitada de ecepción. Mi verdugo en el torneo, la chica que no puse superar. Mizumi Eri. Y quería jugar. en menudo momento más oportuno se le había ocurrido venir a jugar. La cara de mi madre cambio y creo que llegué a ver sus incisivos durante un instante en cuanto el dolor se adueñó de su rostro. Agarré su brazo antes de que hiciese alguna estupidez.
La infermera por su parte ya había acabado con aquellos peculiares cuidados, al menos por el momento.
-Me temo que no puede jugar pero.. ¿Por qué no haces algo por tu amigo? ¿Podrás cuidarle hasta que vuelva?-
Eri se encontró con aquella enfermera que lucía una bata rosa pálido y cargaba con la via que me había quitado anteriormente la cual le ofreció una sonrisa amistosa y le invitó a entrar antes de irse a cuidar a otro paciente. Aquellos días, sobre todo en aquel evento, el hospital estaba a reventar. Entre el torneo y las peleas callejeras de los que hacían su propio torneo por las calles... El hospital se había convertido en un lugar de visita obligada.
-Me temo que no puede jugar pero.. ¿Por qué no haces algo por tu amigo? ¿Podrás cuidarle hasta que vuelva?-
Aquello es lo que escuchó justo cuando alguien - una enfermera al parecer - abrió la puerta que andaba aporreando para librarse de las ataduras de su solitaria habitación, y es que Nabi si quiera había ido a verla... Estúpido, ¡ya verá cuando se haga daño y ella no vaya a curarle! ¡Ojalá le pinchasen mal y estuviese sin andar dos semanas! Hinchó el moflete ante tales pensamientos, pero pronto cambió su semblante al ver que Yota no se encontraba solo, sino que una mujer lo acompañaba.
-¡Claro, no se preocupe! - Contestó sin pensar a la enfermera antes de que ésta se fuera, y luego se acercó a su compañero y anterior rival del torneo.
''Debe de ser algún familiar, ¿su madre, quizás?'' Pensó mostrando una sonrisa a la que ocupaba sus pensamientos, luego se acercó aún más a la camilla y movió la mano en señal de saludo. -
-¿Cómo estás, Yota-niichan? - Preguntó sentándose delicadamente sobre la cama, arrugando las sábanas blancas bajo ella. -No quiero molestarte, es más, no hace falta que juguemos, pero me sentía tan sola en mi habitación que cuando he visto la tuya no he podido resistirme a intentar hablar contigo... - Explicó mientras rascaba con su dedo índice su moflete izquierdo, luego miró a la mujer -Disculpa mis modales, soy Mizumi Eri, la contrincante de su- Paró cuando iba a decir hijo, a saber si era su madre o no, ¡quizá la ofendía y todo! -De Yota, ¡pero no fue con malas intenciones! - Exclamó en un estado de nervios que crecía por momentos.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
-¿Cómo estás, Yota-niichan? - Preguntó sentándose delicadamente sobre la cama, arrugando las sábanas blancas bajo ella. -No quiero molestarte, es más, no hace falta que juguemos, pero me sentía tan sola en mi habitación que cuando he visto la tuya no he podido resistirme a intentar hablar contigo... - Explicó mientras rascaba con su dedo índice su moflete izquierdo, luego miró a la mujer -Disculpa mis modales, soy Mizumi Eri, la contrincante de su- Paró cuando iba a decir hijo, a saber si era su madre o no, ¡quizá la ofendía y todo! -De Yota, ¡pero no fue con malas intenciones! - Exclamó en un estado de nervios que crecía por momentos.
-Ya sé quién eres-
Alcé la mano para que se callase antes de que optase por montar un numerito de madre protectora. No tenía puto sentido que protagonizase el papel protagonista en su particular película de ciencia ficción. Fue un simple combate y no lo gané por qué Eri era mejor que yo. cuanto antes aceptásemos todos la realidad, mucho mejor.
-¿Puedes dejarnos solos? Es más, ¿Por qué no vas a dar uan vuelta? Seguro que te va bien-indiqué, mirando a Naomi y aunque realmente hice una pregunta, era totalmente retorica, le estaba exigiendo que se marchase, al menos por un rato.
La mujer chasqueó al lengua y finalmente aceptó.
Qué alivio.
Simplemente esperé a que se fuera y cerrase la puerta antes de abrir la boca.
-No se lo tengas en cuenta. Es demasiado impulsiva, supongo que es normal en una madre querer ver a su hijo triunfar y no al revés, pero a veces lo lleva al extremo- trataba de disculparla como podía, mientras reacomodaba las putas arrugas de la cama que me dejaban el culo con una sensación de incomodidad terrible
-Bueno, ¿Cómo lo llevas? ¡Tienes que darle una paliza a Ayame!-
''Woh, vaya, Yota... ¿Cómo puede tratar a su madre así? ¡Jopetas! Pobre, si solo...''
-No se lo tengas en cuenta. Es demasiado impulsiva, supongo que es normal en una madre querer ver a su hijo triunfar y no al revés, pero a veces lo lleva al extremo- '' Aaaah, vale, entonces es porque Yota perdió... Si hubiese sabido que tenía una madre así no hubiese hecho nada en la arena... Total, yo... No haría orgulloso a nadie.''
También tenía que dejar de pensar que todo el mundo no tenía padres como ella, pero bueno, eso era otro asunto. Negó varias veces con la cabeza y sonrió al Sasagani - Tienes razón, pero es normal, ¿no? No te preocupes, ¡la próxima vez ella verá a su hijo triunfar! - Afirmó levantando la mano de las sábanas, cerrándola en un puño y apuntándolo al blanco techo de la estancia. - Así que no te disculpes por ella, Yota-niichan, es comprensible, ¡pero no hables así a tu madre! ojalá tuviese yo a la mía... - Divagó en voz alta, perdiendo su verdosa vista en los pliegues de las sábanas, intentando evadir la mirada carmesí de la cría de araña.
-Bueno, ¿Cómo lo llevas? ¡Tienes que darle una paliza a Ayame!- Forzó una sonrisa, no le apetecía hablar del torneo, solo quería jugar un rato y evadir sus propios pensamientos que la comían por dentro encerrada en sus cuatro paredes asignadas en el hospital. No quería ganar, pero tampoco quería perder, simplemente quería dejar de pelearse con aquellos que atesoraba tan fuerte en su corazón, contra sus amigos. -Y yo estaré allí para animarte-
-No... No voy a darle una paliza a Ayame, ¡qué... Qué cosas dices! - Exclamó, inquieta mientras se tocaba el mechón derecho con avidez. - Ella lo hará bien, ganará el torneo y se llevará la gloria. - Afirmó, cerrando los ojos. -Se lo merece, estoy segura -.
Se levantó de un salto y terminó de acostumbrarse a su equilibrio sobre sus dos piernas, luego volvió a mirar a Yota.
-Lo hiciste bien, ¿sabes? Seguro que tu madre está muy orgullosa ya que su pequeña arañita no se pudo ir sin envenenar al contrincante con su propio veneno, el veneno de la araña, ¿no, Yota? - Su voz sonaba neutra y una sonrisa falsa adornaba su rostro. No creía que estar ahí le sentaba bien, su mente volvía a jugar con las palabras, palabras que formaban frases hirientes para ella y no podía soportarlo, no aquí, ni ahora. - Gracias por haberme dejado pelear contigo, Yota-niichan
Lo mejor sería huir de la escena y esconderse cual avestruz en algún lugar sin luz.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
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Joder, menos mal que se había ido sin rechistar, me temía lo peor. Quizás una escenita de madre coraje totalmente innecesaria. Afortunadamente cedió y se fue.
Respiraba algo más aliviado.
- Tienes razón, pero es normal, ¿no? No te preocupes, ¡la próxima vez ella verá a su hijo triunfar! - Afirmó levantando la mano de las sábanas, cerrándola en un puño y apuntándolo al blanco techo de la estancia. - Así que no te disculpes por ella, Yota-niichan, es comprensible, ¡pero no hables así a tu madre! ojalá tuviese yo a la mía...
*Sigue sin ser excusable su berrinche*
Tenía que dejar que pensar que su hijo era el más mejor, no era perfecto y aunque podía tener mis puntos fuertes, tenía muchos otros débiles tal y como había evidenciado Eri en las semifinales. Lo que era una obviedad era que podía sentirse orgullosa, mi paso por aquel torneo había sido bastante satisfactorio. Era la primera vez que asistía a una cosa como aquella y no hice el paripé, sino que luché con todas mis fuerzas y mostré mi mejor versión.
Casi logró colarme en la final, pero estaba convencido de que la chica que tenía a mi lado lo haría genial y dejaría a Uzushio en lo más alto, donde debía estar.
Aunque ella no lo veía así.
-No... No voy a darle una paliza a Ayame, ¡qué... Qué cosas dices! - Exclamó, inquieta mientras se tocaba el mechón derecho con avidez. - Ella lo hará bien, ganará el torneo y se llevará la gloria. - Afirmó, cerrando los ojos. -Se lo merece, estoy segura -
*Ya estamos con el positivismo*
La muchacha se alzó de un simple saltito, como si fuera un resorte.
-Lo hiciste bien, ¿sabes? Seguro que tu madre está muy orgullosa ya que su pequeña arañita no se pudo ir sin envenenar al contrincante con su propio veneno, el veneno de la araña, ¿no, Yota? - Su voz sonaba neutra y una sonrisa falsa adornaba su rostro. No creía que estar ahí le sentaba bien, su mente volvía a jugar con las palabras, palabras que formaban frases hirientes para ella y no podía soportarlo, no aquí, ni ahora. - Gracias por haberme dejado pelear contigo, Yota-niichan
Pero mi brazo se estiró y agarro la mano de la kunoichi. No quería que se fuese no todavía.
-Fue como un entrenamiento, ¿Recuerdas? Eso fue lo que acordamos con tu sensei-le dije antes de soltarle lo que realmente quería decirle-Y bueno... con esa actitud desde luego que vas a ofrecer muy poca resistencia pero, te he visto luchar, he visto de lo que eres capaz y estoy convencido de que si aprovechas esta semana vas a poder fortalecerte aún más. Sé que puedes lograrlo, hazlo por mi, ¡Gana esa pelea!-
Después de todo el discurso que se había montado para excusar su comportamiento y salir por patas - aunque fuesen pequeñas -, el Sasagani había vuelto a hacerla quedarse. ¿Por qué no sería más rápida?
-Fue como un entrenamiento, ¿Recuerdas? Eso fue lo que acordamos con tu sensei... Y bueno... con esa actitud desde luego que vas a ofrecer muy poca resistencia pero, te he visto luchar, he visto de lo que eres capaz y estoy convencido de que si aprovechas esta semana vas a poder fortalecerte aún más. Sé que puedes lograrlo, hazlo por mi, ¡Gana esa pelea!-
Eri viajó su mirada hacia el pelirrojo, sin embargo no tuvo ganas de forzar una falsa sonrisa de nuevo, simplemente fijó sus ojos en los de él.
--¿Me lo prometes?-
No podía prometer ganar, eso era obra de cómo peleasen tanto ella, como Ayame. Suspiró derrotada y cerró los ojos. -No puedo prometerte nada, lo siento... - susurró intentando deshacerse del agarre del chico. -Pero... Daré lo mejor de mí. - Supondría que con eso bastaría, ¿no? ¿Con eso estaría satisfecho? No lo sabía, ya que la promesa no podría formarse, pero... A lo mejor aquellas palabras eran mejor que ello. -¿Estarás... Allí, no? Pues... ¡Ya lo verás!
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
A cada palabra desprendida, o mejor dicho, sacada con una palanca, tirando de ellas como si le fuese la vida en ello, tenía más claro que aquello era el punto final a aquella fugaz visita que en un primer momento había sucedido por querer jugar a algo y finalmente los ánimos, sobre todo los de la muchacha, se habían enfriado tanto que la conversación había terminado.
Al menos estaba dispuesta a dar lo mejor de ella misma para vencer a Ayame. Seguía confiando plenamente en su saber hacer.
¿Estarás... Allí, no? Pues... ¡Ya lo verás!
Asentí enérgicamente.
-Eso creo, si hace falta me escaparé de esta puta celda-
Confirmaba pues, las dudas de la peliazul. Y de hecho así iba a ser, si no me daban el alta iba a escaparme con o sin el consentimiento de mamá. No me iba a perder la gran final por anda del mundo y brindaría todo mi apoyo a mi compañera.