21/05/2015, 22:33
Prólogo
Nació en Amegakure como todo ser apellidado Sukai; entre la multitud de su familia y entre el familiarizado vecindario. Su nacimiento fue celebrado y festejado por los familiares más cercanos, incluso los abuelos que más acabó queriendo. Ellos eran trotamundos y comerciantes, la piel morena que poseían sus abuelos provenía de la larga estancia comerciando en el país del rayo, aunque su zona oficial de hábitat siempre había sido el país de la lluvia; donde todas las vacaciones las pasaban reunidos y comiendo pasta.
El llegar a la adolescencia empezó a tener graves discusiones con sus padres producidas por él, quejándose de la supuesta cobardía y egoísmo de sus parientes al no tratar de sacrificarse por sus abuelos (los cuales murieron atracados durante el camino de vuelta del país del rayo hasta el país de la lluvia). En esa edad aún no comprendía que el hijo lo era todo para unos padres, y por tanto, testarudo y cabezota al no tratar de ver él aquella parte que querían que viera Ryūken sin tener que decírselo literalmente. No obstante, él también vivió con la carga de no haber podido sacrificarse puesto que ni siquiera estaba alistado en la academia ninja. Al ser así, solo podía culpar a sus padres por no decirle la verdad en su momento más pedido. Sus padres ya lo conocían y no querían que cometiera ninguna locura. Y ellos, que a pesar de ser ninjas, no se movieron de la aldea por las meras órdenes de sus estrictos superiores, los cuales no necesitaban explicaciones algunas.
Discusión por discusión, incluso llegaba a ser echado del hogar, y aún así, volvía él mismo y perdiendo su dignidad volvían a perdonarle. De primeras no sabía que era un chico insolente, y de segundas, no osaba levantar la mano hacia sus padres. Era prudente, pero no lo demasiado cuando se dejaba llevar por sus emociones. En aquel entonces, sus trastornos psicológicos habían dado inicio con los primeros síntomas que se plasmaron en la primera cana capilar, aumentando una por una mientras los problemas con sus padres aumentaban de nivel, hasta que en un determinado día, se cansaron y le dijeron la verdad, sin embargo, de un modo sorpresivo, aterrador y agresivo.
Y fue en la última discusión cuando sus padres dejaron al descubierto la maldad por la que estaban dispuestos para mantener el honor de Ame a la percepción de Ryūken (para seguir escondiéndole la verdad por la que no habían podido intervenir en la persecución que padecían sus abuelos en su momento, y a su vez, para convertir al chico en alguien más robusto y serio para alistarse a la academia). Lo secuestraron y lo llevaron hasta las profundidades del bosque de las afueras del país, con tan solo 10 años, de ahí lo violaron tantas veces como las torturas que envejecieron su pensamiento inocente. La tortura perduró seis años, y mientras tanto siempre le repetían las mismas palabras, entre sigilos de sus movimientos y demás formas por las que le masacraban (claro que, tomaban en cada caso un cierto límite para que no se muriera): — Débil, ingenuo, indigno, infeliz, lamentable, deshecho... Ni tan siquiera eras lo suficientemente fuerte como para protegerlos tú. —.
La única comida que le ofrecían eran insectos, por lo que tuvo que convivir con ellos como cual superviviente. — Qué lastima que no eres cómo nosotros, pero es mejor así, de hecho es la mejor venganza de estar tanto tiempo aguantando tus lloriqueos. —. A veces incluso lo desataban para ponerle a prueba de su psicología, sólo esperando que intentara huir para ir a atraparle y rápidamente llenarle el cuerpo de marcas de golpes. Con el tiempo aprendió a esquivar, incluso enfrentarse a ellos cuerpo a cuerpo, pero siempre salía derrotado y lastimado, y nuevamente decayendo en la tortura sobre el mismo sillón de una base que habían preparado bajo tierra, (especialmente para usarlas durante las guerras para realizar interrogatorios a cualquier víctima del bando enemigo que lograsen atrapar).
Al cumplir los 16 años y pasados seis meses, tuvo una transformación radical en su personalidad, siendo esta más fría y severa en cuanto a la visión del mundo que antes percibía.
Un ninja de rango alto merodeaba por los alrededores hasta que logró escuchar los gritos de desesperación del chico, provocados por las torturas que padecía por sus padres, quienes posteriormente, fueron descubiertos por el Ninja quien acudió acto seguido a refuerzos en su rescate. Después, sus padres fueron denunciados y trasladados a una prisión de alto nivel donde los sentenciaron con orden de muerte por la Amekage. Aquél comportamiento que habían tenido los padres con Ryūken había excedido el límite del endurecimiento de su personalidad y capacidad como ninja.
Tras ello, la Amekage le invitó a la víctima a graduarse en la academia ninja donde había mejorado bastante, pero enloquecido a la misma medida, y por tanto paranoico. Ante las personas que parecían normales, ésta múltiple personalidad la ocultaba de tal forma que no le pudiera perjudicar en sus relaciones sociales, por lo cual, siempre lo procuraba a su vez que reprimía el nerviosismo de su cuerpo, y junto a ello, intentar interactuar con las personas del mismo modo que otras, aunque con un carácter peculiar y propio.
El llegar a la adolescencia empezó a tener graves discusiones con sus padres producidas por él, quejándose de la supuesta cobardía y egoísmo de sus parientes al no tratar de sacrificarse por sus abuelos (los cuales murieron atracados durante el camino de vuelta del país del rayo hasta el país de la lluvia). En esa edad aún no comprendía que el hijo lo era todo para unos padres, y por tanto, testarudo y cabezota al no tratar de ver él aquella parte que querían que viera Ryūken sin tener que decírselo literalmente. No obstante, él también vivió con la carga de no haber podido sacrificarse puesto que ni siquiera estaba alistado en la academia ninja. Al ser así, solo podía culpar a sus padres por no decirle la verdad en su momento más pedido. Sus padres ya lo conocían y no querían que cometiera ninguna locura. Y ellos, que a pesar de ser ninjas, no se movieron de la aldea por las meras órdenes de sus estrictos superiores, los cuales no necesitaban explicaciones algunas.
Discusión por discusión, incluso llegaba a ser echado del hogar, y aún así, volvía él mismo y perdiendo su dignidad volvían a perdonarle. De primeras no sabía que era un chico insolente, y de segundas, no osaba levantar la mano hacia sus padres. Era prudente, pero no lo demasiado cuando se dejaba llevar por sus emociones. En aquel entonces, sus trastornos psicológicos habían dado inicio con los primeros síntomas que se plasmaron en la primera cana capilar, aumentando una por una mientras los problemas con sus padres aumentaban de nivel, hasta que en un determinado día, se cansaron y le dijeron la verdad, sin embargo, de un modo sorpresivo, aterrador y agresivo.
Y fue en la última discusión cuando sus padres dejaron al descubierto la maldad por la que estaban dispuestos para mantener el honor de Ame a la percepción de Ryūken (para seguir escondiéndole la verdad por la que no habían podido intervenir en la persecución que padecían sus abuelos en su momento, y a su vez, para convertir al chico en alguien más robusto y serio para alistarse a la academia). Lo secuestraron y lo llevaron hasta las profundidades del bosque de las afueras del país, con tan solo 10 años, de ahí lo violaron tantas veces como las torturas que envejecieron su pensamiento inocente. La tortura perduró seis años, y mientras tanto siempre le repetían las mismas palabras, entre sigilos de sus movimientos y demás formas por las que le masacraban (claro que, tomaban en cada caso un cierto límite para que no se muriera): — Débil, ingenuo, indigno, infeliz, lamentable, deshecho... Ni tan siquiera eras lo suficientemente fuerte como para protegerlos tú. —.
La única comida que le ofrecían eran insectos, por lo que tuvo que convivir con ellos como cual superviviente. — Qué lastima que no eres cómo nosotros, pero es mejor así, de hecho es la mejor venganza de estar tanto tiempo aguantando tus lloriqueos. —. A veces incluso lo desataban para ponerle a prueba de su psicología, sólo esperando que intentara huir para ir a atraparle y rápidamente llenarle el cuerpo de marcas de golpes. Con el tiempo aprendió a esquivar, incluso enfrentarse a ellos cuerpo a cuerpo, pero siempre salía derrotado y lastimado, y nuevamente decayendo en la tortura sobre el mismo sillón de una base que habían preparado bajo tierra, (especialmente para usarlas durante las guerras para realizar interrogatorios a cualquier víctima del bando enemigo que lograsen atrapar).
Al cumplir los 16 años y pasados seis meses, tuvo una transformación radical en su personalidad, siendo esta más fría y severa en cuanto a la visión del mundo que antes percibía.
Un ninja de rango alto merodeaba por los alrededores hasta que logró escuchar los gritos de desesperación del chico, provocados por las torturas que padecía por sus padres, quienes posteriormente, fueron descubiertos por el Ninja quien acudió acto seguido a refuerzos en su rescate. Después, sus padres fueron denunciados y trasladados a una prisión de alto nivel donde los sentenciaron con orden de muerte por la Amekage. Aquél comportamiento que habían tenido los padres con Ryūken había excedido el límite del endurecimiento de su personalidad y capacidad como ninja.
Tras ello, la Amekage le invitó a la víctima a graduarse en la academia ninja donde había mejorado bastante, pero enloquecido a la misma medida, y por tanto paranoico. Ante las personas que parecían normales, ésta múltiple personalidad la ocultaba de tal forma que no le pudiera perjudicar en sus relaciones sociales, por lo cual, siempre lo procuraba a su vez que reprimía el nerviosismo de su cuerpo, y junto a ello, intentar interactuar con las personas del mismo modo que otras, aunque con un carácter peculiar y propio.